Una no-guía no-turística de no-lugares y monumentos silenciosos

Foto: Enrique Escandell.

Foto: Enrique Escandell.

El autor del libro, Ignacio Vleming.

El autor del libro, Ignacio Vleming.

Fisura’ (Ediciones Rua), de Ignacio Vleming, es una no-guía de viajes a la cara oculta de las ciudades, a las arquitecturas secretas y a los no-lugares, sitios que ni siquiera son de paso; una crónica subterránea con fotos raras, una ficción documental de una realidad surreal y obsesiva.

Vleming, que escribe libros de poesía (Clima artificial de primavera, Cartón Fósil) y crónicas periodísticas de historia, arquitectura y espectáculos, se ha inventado un personaje, Joris, obsesionado con acceder y fotografiar los lugares secretos de una ciudad, esos a los que nadie va ni presta atención. Una torre de alta tensión desconectada y abandonada, antiguos campos convertidos en descampados, depósitos elevados de agua, muros de hormigón que separan una autopista de las paredes de roca de los desmontes, cloacas, túneles del metro, las entrañas de una presa… Son las fisuras del paisaje urbano. Por ellas se introduce el protagonista del libro en un relato que hipnotiza, moviéndose entre el que documenta y el que está de vuelta de todo, entre un kafka y un hitchcock. Un relato que por momentos te devuelve a la infancia y al juego del escondite y a las aventuras-travesuras de acceder a lugares prohibidos solo por el placer de estar donde no está nadie, como el niño que escucha las conversaciones de sus mayores acurrucado bajo la mesa, entre las zapatillas de sus padres, o la niña que planea construir una cabaña en lo más alto de un pino. Por eso Vleming repite cómo, de niño, su personaje tomaba un atajo subterráneo para llegar antes a la casa de su amigo en Bruselas.

De ahí toda una declaración de principios en la página 23: “Sirvan algunos ejemplos válidos para la mayor parte de los niños: esconderse en un lugar más secreto cada vez, contener la respiración para que nadie nos encuentre, guardar en un lugar recóndito las propinas ahorradas o pensar que si en mitad de la noche disparamos con el fusil de juguete espantaremos a los fantasmas”.

Fisura es un laberinto de Escher, una cárcel de Piranesi, sin principio ni final, ni plan, ni plano ni alzado. Una crónica de no-lugares al estilo del antropólogo francés Marc Augé, un relato a ras de subsuelo, en la línea del proyecto Madrid subterráneo de Lara Almarcegui. Un compendio de las obsesiones de un personaje que persigue retos y acaba sintiéndose perseguido, que busca fantasmas y acaba sintiendo su aliento en el cogote. Que desprende, como aquel Turista accidental de Lawrence Kasdan/Anne Tyler, un indeleble poso a soledad.

Foto: Fernando Abellanas.

Foto: Fernando Abellanas.

Foto: Enrique Escandell.

Foto: Enrique Escandell.

Como contaron en la presentación del libro, el editor –el fotógrafo Asier Rua– y el propio Vleming, Joris es el trasunto de Fernando Abellanas, diseñador de Valencia. Fisura parte del descubrimiento por parte de Rua de una colección de fotos fantasmagóricas de Abellanas sobre sus viajes a esos no-lugares, a la trastienda de la ciudad. Y Rua, que está acostumbrado a sacar los brillos y detalles de las estancias, como reputado fotógrafo de interiores que es, se sintió fascinado por esa abstracción de la realidad y se propuso hacer así el segundo libro de su sello editorial; después del firmado por él, Madrid Interior, y antes de otra publicación sobre la larga rehabilitación del mercado barcelonés de Sant Antoni, que está elaborando con sus imágenes junto al diseñador gráfico Diego Lara, y verá la luz a finales de mes. Y se lo propuso a Vleming. Y este recogió el guante del reto y se inventó a Joris, que se inventó a Jorge.

Por eso, por las pulsiones de Rua, este libro es también un homenaje a la fotografía descreída, esa que está como volviendo de tanta exagerada, repetitiva y brillante exaltación de la realidad: “Más tarde aprendió que la fotografía es también una forma de atajo, una disciplina capaz de evocar una selva entera con el encuadre cerrado de una flor en el desierto”. Sí, Fisura también es poesía.

Para Vleming supone adentrarse de nuevo en los experimentos estéticos, tras su cuaderno de ejercicios sobre arte Inspiración instantánea (Modernito Books); ahí ofrecía 24 sencillos experimentos para visibilizar conceptos de estética; por ejemplo, qué desayunar para conseguir que las manchas en el mantel se parezcan más a un pollock o a un miró.

En estos tiempos de avalancha turística en que los turistas se desplazan medio mundo para visitar lugares muy turísticos llenos de muchos turistas, se agradece una no-guía no-turística como Fisura (diseño gráfico de Fetén Studio). Que nos permite escaparnos por las grietas que presenta la realidad más tozuda y documentada. Una intro con frases elegidas de las Confesiones de San Agustín ya nos sitúa en el camino, ese camino-atajo-escondrijo, quizá el más válido, el más útil, el menos equivocado: “Y fueron los hombres a admirar las cumbres de las montañas y el flujo enorme de los mares y los anchos cauces de los ríos y la inmensidad del océano y la órbita de las estrellas y olvidaron mirarse a sí mismos”.

Por cierto, el protagonista de Fisura muestra cierta frustración por no llegar a realizar algunos de los retos que se plantea, como construirse una microvivienda en lo alto de una torre de alta tensión abandonada o en un depósito elevado de agua en desuso. Quizá azuzado por eso (o por ello), Abellanas (Estudio Lebrel) saltó a la prensa el año pasado por construirse una cabaña bajo un puente de Valencia.

Ah, Fisura se presenta dentro de un tubo de plástico de los que se usan en cañerías como guiño a lo que va escondido, a tantas cloacas de hoy en día, a tanta cosa oculta en un mundo en el que aparentemente lo estamos mostrando y contando todo a cada instante.

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