Halfon y Zapata, grandísimas novelas en pequeñas editoriales

El escritor Eduardo Halfon.

El escritor Eduardo Halfon.

El escritor Eduardo Halfon.

‘Área de descanso’ se detiene hoy en dos novelas que Javier Morales recomienda por su calidad y por romper tanta propuesta convencional como nos acorrala. ‘Monasterio’, del guatemalteco Eduardo Halfon, y ‘Las manos’, del granadino Miguel Ángel Zapata. Ambas editadas en dos pequeñas pero muy interesantes editoriales, Libros del Asteroide y Candaya. Tras la entrega de ayer de Sardiflor sobre Ediciones con Carrito, seguimos apostando así por las editoriales más allá de grandes grupos transnacionales.

Homero, Cervantes, Shakespeare, Sterne. Sin ánimo de parecer maximalista, creo que la obra de estos clásicos contiene todo lo que puede meterse en una novela. Hablo de contenido y forma. Esta certeza debería ser una advertencia para quienes, desde la frivolidad y el desconocimiento, se hacen pasar por originales. Y también para quienes, como Fukuyama con la historia con mayúscula, vaticinan día sí y día también el fin de la novela, de la historia con minúscula. Otra cosa es el peso que las novelas, las buenas novelas, tengan en los ciudadanos frente a otras propuestas creativas.

Creo que se siguen escribiendo buenas novelas, obras que intentan reinterpretar a los clásicos desde una perspectiva actual (qué es la literatura sino un puente entre el pasado y el presente), aunque no todas llegan a publicarse porque el mercado les cierra el paso. Por eso es de agradecer la labor de algunas editoriales, pequeñas pero grandes, que contra viento y marea deciden publicar novelas no convencionales, como Monasterio (Libros del Asteroide), de Eduardo Halfon, o Las manos (Candaya), de Miguel Ángel Zapata.

Monasterio. Guatemala. Un país pequeño donde abundan los buenos escritores. Entre los que sobresalen del actual panorama narrativo (si exceptuamos a Rodrigo Rey Rosa), quizás quien más proyección internacional tenga sea Eduardo Halfon (Ciudad de Guatemala, 1971). Como en trabajos anteriores, Halfon nos ofrece en Monasterio una obra breve pero intensa, horizontal, para leer con sosiego, en la que de nuevo se mezclan la ficción y la vida del propio autor. Una vida condicionada por el exilio de sus padres y su origen judío.

El narrador (alter ego de Halfon), a quien ya conocemos de otras obras (El boxeador polaco), viaja a Israel para asistir a la boda de su hermana con un judío ultraortodoxo (“Eché de menos a mi hermana. Esa mujer ortodoxa, en atuendo y peluca y prédica, no era mi hermana”, narra cuando se encuentran). En el aeropuerto de Tel Aviv se topa con un antiguo amor, una linda azafata a quien conoció en Guatemala en un pub escocés. Halfon se vale de este viaje a un Israel imbuido de fanatismo religioso (“Habría que matar a todos los árabes”, le dice nada más llegar el taxista que le lleva a su hotel) para bucear en su propia identidad.

Y no es extraña esta búsqueda en alguien como Halfon. Vivió gran parte de su vida en Estados Unidos, regresó a Guatemala, luego se casó con una española y de nuevo viajó a Estados Unidos, donde vive en la actualidad. Ingeniero de formación, se acercó a los libros (la mecánica de la ingeniería se percibe en su obra) y a la literatura cuando le faltaba poco para cumplir 30 años. “Judío, a veces”, como se define a sí mismo, Halfon tiene tres abuelos árabes y otro polaco, superviviente de Auschwitz, guatemalteco de adopción. Todos ellos judíos.

Escrito con una sencillez no exenta de lirismo y de un humor negro e inteligente, Monasterio es un alegato contra el fundamentalismo y la intolerancia, un viaje hacia el pasado, donde el autor encuentra en la literatura su particular vía de salvación.

Las manos, del escritor granadino Miguel Ángel Zapata. Reconocido autor de relato breve, con varios libros a sus espaldas (recomiendo su Esquina inferior del cuadro, Menoscuarto), en Las manos Zapata cuenta la historia de un héroe-antihéroe muy particular, Mario Parreño, testigo del robo de la Copa Mundial de Fútbol, quien de buenas a primeras se convierte en un improvisado “detective”. Tanto la historia como la apuesta narrativa de Zapata entroncan con lo mejor del esperpento español, quizás una de las más originales aportaciones de nuestro país a la literatura universal. En particular, con el Ruedo Ibérico de Valle-Inclán.

Con un ritmo frenético que nos atrapa desde la primera línea, en este espléndido debut de Zapata en la novela encontraremos humor, ironía, sátira, la búsqueda de un lenguaje que deforma la realidad, nuestra piel de toro, para devolvernos su imagen verdadera.

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