Hoy no existe futuro, mañana, tal vez sí

‘La espera’ / Colección MICA / los díez ©

¿Estamos definitivamente en la encrucijada por la que deberemos a partir de ahora interiorizar el concepto de crisis como algo permanente y cotidiano, y no puntual o excepcional como hacíamos hasta ahora? ¿Tendremos que acostumbrarnos a recorrer rutas que ni siquiera aparecían en los mapas, obligándonos a abandonar nuestras zonas de confort a cambio de poder descubrir paisajes vitales y situaciones vivenciales que nunca hubiésemos imaginado? Un nuevo poema objeto para la serie ‘Objetivo subjetivo’.

Tranquilos, el tremendismo del titular simplemente oculta un recurso bastante manido para atraer la curiosidad del posible lector entre los miles de artículos que intentan captar su atención cada día.

Una lectura, la mas pesimista, podría hacernos entender que a día de hoy, inmersos en la situación de crisis global que vivimos (viral, medioambiental, política…), el futuro, como horizonte de referencia hacia el que encaminar nuestro destino, como esa nítida línea en la que convergían, aunque de forma ficticia, nuestras realidades y sueños, ha desaparecido de nuestras vidas entre la niebla y sólo nos queda ir tanteando el camino del mañana, si es que tal vez existe, con pasos cortos y vacilantes.

En cambio, la interpretación más positiva de ese mismo titular (y por la que me decanto) nos llevaría a comprender que, efectivamente, el futuro ya no es lo que era y que, si asumimos y aceptamos que dicho horizonte adoptará a partir de ahora una forma mutante, fluida y múltiple (en la línea de la modernidad líquida de la que hablaba hace ya tiempo Zygmunt Bauman), podremos, a partir de mañana mismo, reanudar el camino de forma más o menos optimista. Deberemos por tanto, eso sí, interiorizar el concepto de crisis como algo permanente y cotidiano, y no puntual o excepcional como hacíamos hasta ahora en que éramos capaces de darles nombres e incluso datar su fecha de inicio, y tendremos que acostumbrarnos a recorrer rutas que ni siquiera aparecían en los mapas, obligándonos a abandonar nuestras zonas de confort. A cambio, podremos descubrir paisajes vitales y situaciones vivenciales que nunca hubiésemos imaginado.

Queda por último que cada lector, y lectora, no lo olvidemos, porque el futuro es mujer (aunque yo prefiero pensar que femenino), decida enfrentarse a lo que tenga por delante, lo llame como lo llame, con miedos y dudas o con, no voy a decir certezas, pero sí con curiosidad y ganas de descubrir qué nos depara el camino a la vuelta de la esquina.

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