‘Il Pirata’, Camarena y Yoncheva desatan la locura en el Teatro Real

El tenor mexicano Javier Camarena y la soprano búlgara Sonya Yoncheva logran momentos apoteósicos en la representación de ‘Il Pirata’, ópera que Bellini estrenó en La Scala de Milán cuando tenía solo 26 años y que marca estremecedores momentos de amor hasta la locura. Puro romanticismo en el Teatro Real de Madrid hasta el 20 de diciembre.

El amor es inmenso e inabarcable como el mar. La locura, negra como la noche. Así son las cosas en Il Pirata, la tercera ópera de Vincenzo Bellini y la que le lanzó al estrellato en el mundo tras su estreno en La Scala de Milán el 27 de octubre de 1827. Ahora, 192 años después, este operón de arrebatadora furia romántica con libreto de Felice Romani llega por primera vez al Teatro Real con un primer elenco de campanillas encabezado por el tenor Javier Camarena y la soprano Sonya Yoncheva. Se trata de una coproducción de La Scala y el Teatro Real con firma del director de escena Emilio Sagi y que ya pudo verse el año pasado en el templo operístico milanés.

Il Pirata cuenta, básicamente, la historia de un triángulo amoroso, como otras tantas óperas. Gualtiero es un noble siciliano que en la lucha enfrentado a los partidarios de Carlos de Anjou ha perdido su posición, su fortuna y, sobre todo, su amor. Instalándose en la rabia, el odio y el resentimiento, termina convirtiéndose en un pirata. Imogene, la heroína de la historia, amaba a Gualtiero, al que cree muerto durante la batalla. Pero su destino es funesto, pues el vencedor la obliga a casarse con él amenazándola con matar a su padre si no lo hace. Como es evidente, pasados los años, Gualtiero regresa de la muerte y ya está montado el drama. Una historia de amor arrebatado entre los dos personajes incapaces de razonar ante una pasión del todo incontrolable. Puro romanticismo. Peligroso, pero seductor y, desde luego, no apto para la vida real.

Un amor loco, desmedido e ingobernable como el mar. Un mar que resulta omnipresente, grabado en el suelo del escenario, reflejado y aumentado hasta lo deslumbrante por dos paredes y un cielo de espejos en esta producción de marcado aire gótico. Una escenografía que firma Daniel Bianco a la que se le puede achacar un cierto exceso de brillos y la utilización de unas cortinas metálicas que producen, en ocasiones, un ruido demasiado evidente. En ese hábitat evolucionan Camarena y Yoncheva ofreciendo al público dos interpretaciones eléctricas y de una calidad altísima. Ambos consiguen unas cotas de belleza y emoción que logran, cuando cantan ya sea solos o a dúo, que en el teatro solo se escuche el zumbido de los focos. Un silencio en el que se mezcla el sobrecogimiento del público con el respeto y que sólo se escucha en el Real en las grandes ocasiones.

Escribe Joan Matabosch, director artístico del Teatro Real, en las notas al pase de mano: “En el caso de Il Pirata, la tremenda dificultad de la escritura para las voces, que en su estreno madrileño [en el Teatro de la Cruz en 1830] ya se calificaba de ‘casi espantosa’, ha favorecido que solo muy raramente regrese a los escenarios sencillamente porque casi no hay quien pueda cantarla”. Camarena y Yoncheva salen algo más que airosos del reto. Mención especial para él en sus dos arias encadenadas del segundo acto. El pasado viernes 6 de diciembre hubo conato de que bisara la segunda, pero habría sido hacerle muy poco favor al mexicano tras un esfuerzo tan agotador.

El barítono George Petean, que interpreta el papel de Ernesto, marido de Imogene, y tercer vértice del triángulo amoroso, no se quedó atrás. En sus solos demostró maestría y en los tercetos del segundo acto con los dos protagonistas fue el mejor de los cómplices, convirtiendo aquellos pasajes en algunos de los mejores momentos de la velada. El coro del Teatro Real demuestra título tras título de la temporada su compromiso y profesionalidad. En esta ocasión lo hacen con creces, tanto en sus números en solitario como en sus intervenciones junto a los cantantes principales. Un conjunto de voces impecable que respeta y rema a favor del lucimiento de los solistas y de la producción en general. Lo mismo se puede decir de la orquesta del Teatro Real y de la dirección musical de Maurizio Benini.

Sonya Yoncheva brilló, y mucho, durante toda la noche. Su escena de la locura fue de otra galaxia. La efectista solución escenográfica de esa apoteosis final ayudó muchísimo a realzar las cosas y contribuyó de una manera increíble a que el fantástico canto de la soprano búlgara fuera como una flecha directa desde el escenario al corazón del respetable. Un amor tan excesivo como el que cuenta esta ópera, el dramón en el que se ve sumergida Imogene, necesita soluciones desmesuradas. Es un gran acierto de Sagi echarle más gasolina a aquella pasión para verla arder como una falla que optar por un minimalismo de autocensura que contente al sector más conservador del público. La locura es negra como la noche. Negra como el manto de la noche. Pues que se note.

La ópera se ofrecerá en el Teatro Real con tres distintos tríos protagonistas: los tenores Javier Camarena, Celso Albelo y Dmitry Korchak en el rol titular de Gualtiero; las sopranos Sonya Yoncheva, Yolanda Auyanet y Maria Pia Piscitelli como Imogene; y los barítonos George Petean, Simone Piazzola y Vladimir Stoyanov como Ernesto. Estarán secundados por el tenor Marin Yonchev (Itulbo), el bajo Felipe Bou (Goffredo) y la soprano María Miró (Adele).

‘Il pirata de Bellini’ en el Teatro Real hasta el 20 de diciembre.

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