Javier Camarena: “Me inicié en la clásica con La Guerra de las Galaxias”

El tenor mexicano Javier Camarena.

El tenor mexicano Javier Camarena.

Tras arrancarle un nuevo bis al público madrileño en su única participación en ‘L’elisir d’amore’ a principios de mes, el tenor mexicano Javier Camarena regresa mañana al Teatro Real para cantar una de las óperas más difíciles del repertorio belcantista: ‘Il Pirata’, de Vincenzo Bellini. Le acompañará la soprano búlgara Sonya Yoncheva. Camarena ha sacado un hueco entre ensayos para atender a ‘El Asombrario’. 

Si tenemos en cuenta el número de veces que el tenor Javier Camarena se ha visto obligado a bisar un aria en el Teatro Real, podríamos decir que Madrid es una de las ciudades que más cariño le tiene del mundo. Madrid y Nueva York. El mexicano presume de ser uno de los únicos tres tenores que se ha visto obligado a repetir una pieza por insistencia del público en el Metropolitan Opera de Nueva York. Los otros dos fueron Luciano Pavarotti, que cantó un bis durante una representación de Tosca en 1994, y Juan Diego Flórez, que ha protagonizado varios en los últimos años. Los del mexicano han sido tres, con La Cererentola, Don Pasquale y La Hija del Regimiento. Cuenta el crítico del New York Times Michael Cooper que hubo un tiempo en el que los programas en el Met advertían en letras mayúsculas: “No se permiten bises bajo ningún concepto”. Esos tiempos no sirven para la privilegiada garganta del tenor mexicano.

En Madrid también ostenta un récord: Camarena es el único tenor que, como solista, se ha visto obligado a bisar un aria desde la reapertura del Real en 1997. El barítono Leo Nucci lo hizo con el famoso dueto Si vendetta de Rigoletto junto a la soprano Patrizia Ciofi en 2009. Pero lo de Camarena es de otra dimensión. Vino a cantar en 2014 La Hija del Regimiento, y el teatro se le vino abajo y tuvo que repetir el aria Ah, mes amis en dos noches diferentes. En julio del año pasado, el sexteto del final del segundo acto de Lucia di Lammermoor tuvo que repetirse al menos durante dos noches. Camarena hacía el papel de Edgardo. Pero ahí no queda la cosa, el pasado día 9, en la única de las 12 funciones de L’elixir d’amore de Donizetti que cantó Camarena, volvió a ocurrir y tuvo que repetir la furtiva lágrima ante la insistencia del público.

Está claro que este cantante nacido hace 43 años en Xalapa, Veracruz, México, tiene ascendente sobre el público madrileño y, probablemente por eso, el Teatro Real lo eligió para protagonizar su gala anual y, ahora, para cantar junto a la soprano Sonya Yoncheva Il Pirata de Bellini en una producción de Emilio Sagi que ya se estrenó el año pasado en la Scala de Milán. Un papel tan exigente que se han programado tres elencos para acometer las 14 funciones que se ofrecerán de esta ópera, todas ellas dedicadas a la soprano Montserrat Caballé, una de las grandes intérpretes de este título.

El próximo lunes Plácido Domingo reaparecerá en el Palau de Les Arts de Valencia con ‘Nabucco’ y con todas las entradas vendidas. Es inevitable que te pregunte por toda la polémica sobre la acusación de abusos en Estados Unidos.

Hay una gran diferencia entre hacer una declaración y hacer una denuncia. Hasta la fecha, todo han sido declaraciones. Yo apelo a la presunción de inocencia, no solo por una cuestión de legalidad; también por la cercanía, por el cariño y el aprecio que tengo por el maestro Domingo. En todo caso, no soy quién para juzgar absolutamente a nada ni a nadie. Quien se hará cargo de hacerlo en algún momento será o la justicia o la vida misma. Solo espero que se haga justicia.

La cuestión es que el caso ha tenido diferente evolución en Europa y en Estados Unidos.

Por eso digo que existen razones distintas para hacer una declaración o hacer una denuncia. Ese es mi particular punto de vista. Una denuncia se hace ante un juzgado en el que se presentan pruebas y lo que sea menester. Y entonces, sí. Entonces comienza un juicio real. No uno virtual.

Aparte de por esto, ¿crees que los públicos de Estados Unidos y de Europa son muy diferentes?

Sí. Existe una gran diferencia. El público americano es mucho más explosivo. Se nota ya al final de un aria o al final de un número o al final de un acto: ni siquiera ha terminado de tocar la orquesta y ya están aplaudiendo. En Europa se nota que las obras se conocen y que la gente sabe en qué momento aplaudir. He de decir también que en América se tose menos. (Ríe).

¿Estarán más sanos?

(Ríe a carcajadas). Eso no lo sé, pero creo que la cosa es que se ponen menos nerviosos.

Hay una cantera de cantantes latinos en este momento que es impresionante.

Desde luego. Por ejemplo, tengo un gran apego por Juan Diego Flórez. Es uno de los grandes cantantes que tenemos en la actualidad y compartimos el repertorio. Eso no nos hace para nada rivales. Qué bueno que haya tanta oferta de cantantes buenos en la actualidad. En el Pirata tendremos a dos grandes cantantes: Dmitry Korchak y Celso Albelo. Son dos grandes cantantes que están abordando un papel endemoniadamente difícil. Son solventes y con una voz hermosa los dos.

Es cierto que existe una gran época de cantantes belcantistas con muy buena presencia. Y es cierto que en Latinoamérica hay ahora un plantel buenísimo: Juan Diego, Marcelo Álvarez, Rolando Villazón, Francisco Araiza, Ramón Vargas… Hay una lista larga de grandes cantantes.

¿Crees que es algo cultural?

¡Claro que va en la cultura! Nosotros llevamos una eternidad cantándole al amor que duele. Siempre lo he dicho. Si te fijas, desde los boleros de los años 20, todas las canciones hasta la fecha de grupos contemporáneos como Maná, siempre hablan de echar de menos, de sufrimiento… Le cantamos al amor que sufre. La diferencia entre una ranchera y una ópera está en la instrumentación.

Llega ese cuate a tomar su tequila porque está desolado y empieza a hablar mal de las mujeres y entonces llega otro a decirle ‘¿Por qué?. Yo también las he sufrido y, sin embargo, las venero’. Es un argumento de ópera. (Ríe a carcajadas). Esa parte de cómo vivimos el amor, esa pasión, esa parte romántica, poética casi… ayuda un poco a la forma de interpretar los diferentes papeles que tenemos en el escenario.

¿En qué tipo de papeles te sientes más cómodo. En los cómicos como Nemorino o en ‘La Hija del Regimiento’ o los más dramáticos como en ‘Il Pirata’ o el Edgardo de ‘Lucia Di Lammermoor’?

En términos vocales estoy mil veces más cómodo en La Hija del Regimiento o con Nemorino. En términos teatrales, de profundidad de personaje, con el Pirata. Como actor me siento más cercano a los papeles más dramáticos. Me encantan. Lucia di Lammermoor es una ópera que adoro. Edgardo me es tan afín… Bueno, es verdad que no llego a ser tan temperamental, ni tan celoso como se presenta el personaje, pero es un papel que me gusta mucho.

Cómo fueron tus inicios en la música de pequeño.

Supe que quería ser cantante en cuarto año de la carrera de canto. De pequeño viví con mis abuelos en Xalapa, Veracruz, un tiempo y ellos escuchaban a Julio Iglesias, a Vicky Carr, Pedro Infante, Jorge Negrete, Javier Solís, todos estos grandes charros cantores de México. Estoy hablando de mis primeros 5 años de vida. Y te hablo de que escuchaban esto, pero también ponían charleston, big band. Y luego, por otro lado, estaban mis tíos que escuchaban Abba, Bee Gees, Kiss, Earth, Wind and Fire y toda esa música disco setentera.

Y luego estaban de la parte de mi madre que eran más fiesteros y escuchaban mucha cumbia y música para bailar: La Sonora Santanera, Rigo Tobar, Chicho Ché, Los Mambos… Y yo crecí escuchando Parchís, Cepillín, Cricrí, música infantil, que era mi música.

¿Cómo llega la clásica a tu vida?

El gusto por la música clásica ya era algo de nacimiento, yo creo. Pero sí hay un momento en mi infancia que recuerdo especialmente. Tenía cinco años y fuimos a un concierto didáctico de la orquesta sinfónica de Xalapa, que ofrecía la música de películas, en particular la música de John Williams. Nada más entrar y ver el teatro ya fue una impresión para mí. Ese lugar se me hacía inmenso. Todo era excitante, pero cuando aquel montón de gente de se arranca (empieza a tararear el principio épico de la partitura de La Guerra de las Galaxias) fue como ¡guau! Yo creo que me inicié en la clásica con La Guerra de las Galaxias. (Ríe).

No está nada mal como comienzo.

Pues sí. Y me encantaba. También atacaron la partitura de Indiana Jones, tocaron Tiburón (cómo me acuerdo de eso, piensa para sí mismo). Fue un concierto especialísimo. Y claro, más tarde llegaron Pedro y el Lobo, los musicales… Pero de ningún lado de las familias de mi padre y de mi madre se escuchaba música clásica. Recuerdo que por casualidad compraron un disco con los grandes éxitos de Mozart, que traía La pequeña serenata nocturna y algunos de sus conciertos de piano, hasta algunas arias de ópera, pero eso siempre me lo saltaba, no me gustaban.

¿No te gustaba el canto de pequeño?

No. Me gustaba escuchar a la orquesta. (Ríe).

Has declarado en alguna ocasión que Alfredo Kraus es uno de tus cantantes favoritos. ¿Por qué?

El cantante que más me gusta y me apasiona escuchar es Fritz Wunderlich, por el color, por la forma que tenía de cantar, de decir las cosas. Lo escucho en grabaciones y me conmueve. Kraus es el referente absoluto de cómo tengo que cantar y de qué pasos ir siguiendo respecto a lo que repertorio se refiere. Una de las grandes óperas que he cantado últimamente ha sido I Puritani. Y soy muy de estudiar mucho primero, de crearme en mi cabeza mi versión y después escucho otras versiones para complementar. I Puritani son Kraus y Pavarotti. Uno por el cerebro y otro por el corazón. Si tengo alguna duda de cómo encarar algo, escuchando a Kraus encuentro las respuestas siempre. Técnicamente era impecable. Desgraciadamente no pude escucharlo en vivo nunca, pero queda todo ese registro maravilloso que le dejó a la humanidad y lo valoro muchísimo y es para mí una referencia.

¿Hacia dónde crees que se decantará tu repertorio? Mozart ya has cantado bastante…

Hice Cosi fan tutte, La finta giardiniera, El rapto en el serrallo… Mozart es mi compositor favorito. Me encanta su música y no estoy ajeno a ella. Me encantaría hacer Idomeneo rey de creta, Mitrídates rey del Ponto, me encantaría cantar Tito, son papeles que se me antojan mucho. Ojalá pueda hacerlo. Pero volviendo a Kraus, es verdad que hoy por hoy la línea va a pasar por el mismo lugar en el que él enfocó su carrera y cómo afrontó su repertorio.

Para los próximos cuatro o cinco años viene mucha música francesa, que es donde quiero empezar a experimentar nuevos retos vocales. Lo próximo será Lakmé y Romeo et Julliet; más tarde vendrá Manon y estoy buscando la posibilidad de hacer Faust. Y en unos 5 o 6 años plantear la posibilidad de un Werther. Todo depende de la evolución vocal que vaya teniendo. También me gustaría ir encontrando los equivalentes italianos a este repertorio francés. Estoy pensando en Verdi, pero en un Verdi joven. Me gustaría retomar Rigoletto, que no lo he vuelto a cantar desde que lo debuté en el Liceu. Ir construyendo esa parte, pero todo dependerá de cómo tenga la voz y de que las cosas me convenzan en términos de color vocal, de interpretación e incluso de compartir elencos.

¿Qué esperas de ‘Il Pirata’ que estrenarás el sábado en el Real?

Espero poder terminarlo. (Ríe a carcajadas). ¡Qué ópera tan difícil!. Es la ópera más difícil que haya cantado. Hay que plantearse que esta ópera se escribió en un tiempo en el que la construcción de los instrumentos de una orquesta era muy distinta a la de hoy en día: era mucho menos brillante el sonido de los instrumentos. Todo era distinto, la sonoridad era más suave. La afinación era un poco más baja. Como no había una regla exacta de afinar, en ocasiones se podía hasta tocar y cantar medio tono más abajo. Y la técnica vocal no es la misma en la que se canta hoy en día. En aquellos tiempos se cantaba mucho sobre el falsete. En registros de un sol, de un la bemol, ya esas notas hacia arriba todo iba hacia la idea del falsete. Y los teatros eran más pequeños. Todo era mucho más fácil.

Todo eso traído a ahora convierte a esta ópera en un reto muy exigente. Siempre vas tirando a los sobreagudos. Si la gente se sorprende con el aria de La Hija del Regimiento que son 18 dos de pecho; aquí la cosa sube al re; ¡es un escalón por encima de esa nota!… Así que sí, es un reto muy fuerte este personaje.

Eres uno de los cantantes de lírica que más utiliza las redes sociales y que las utiliza de una forma bastante creativa. Tu Instagram es fantástico. ¿Esta es una de las cosas que haces para ganarte al público joven?

Los teatros están haciendo lo imposible por ganar público joven. Están ampliando sus ofertas. El Real fue pionero: fue el primer teatro que retransmitió una ópera por Facebook. También tiene la iniciativa de las entradas de menores de 30 que pueden conseguirlas a un precio casi igual que el cine.

Pero ¿qué le pasa a los jóvenes con la ópera?

Mira, lo que hay que conseguir es que no se minimice o se ridiculice este arte. En la última película de Spiderman a los personajes les regalan unas entradas para ir a la ópera y enseguida se ponen a hacer el chiste de que la ópera es un aburrimiento. Terminan yendo a la ópera y no hay nada más que dos viejitos en la sala. El topicazo, vamos. Se plantea una imagen de la ópera que no es cierta. Pero la gente que no sabe, o que está menos instruida, se queda con esa imagen.

Los medios mainstream o las películas por lo general tratan de ridiculizar a las personas cultas o educadas o que tratan de ir más allá de lo que tienen más a mano como el pop o el reguetón. Si tienes la iniciativa y el gusto de experimentar con toda la variedad de música que existe o de asistir a un museo o leer un libro… Todo eso lo suelen dejar a gente caricaturizada como estúpida. Hay que lanzar un mensaje muy claro a todos los jóvenes. Si te gusta hacer cosas diferentes, leer, ir al teatro, no eres un nerd ni un raro.

¿Qué te parece Rosalía?

Me encanta. Su proyecto de El mal querer es una de las cosas más interesantes que he escuchado en los últimos tiempos.

Siendo mexicano, no puedo dejar de preguntarte por la política migratoria de Estados Unidos.

Más allá de la posición del presidente de Estados Unidos, más allá de su ideología, de su tan vulgar forma de expresarse, lo más triste es la gran cantidad de gente que comulga con eso. Y esto sí que da pánico.

En España está pasando lo mismo. La extrema derecha es ya la tercera fuerza más votada y los otros partidos de derecha la están blanqueando para conseguir poder local.

Es que no sé. Es triste darse cuenta de que no acabamos de entender que todos vamos en el mismo barco. Que más allá de fronteras, de ideologías, de religiones, posiciones políticas, todos somos seres humanos y vamos caminando por el planeta y todos tenemos que cooperar para conservarlo. Por qué no podemos institucionalizar el día en el que nos comportemos humanamente todos.

Es duro y es triste ver este tipo de manifestaciones hacia nuestros hermanos. Es duro y es triste, pero a la gente que tenemos conciencia lo que nos toca es hacer lo mejor posible lo que podamos hacer, y de mi parte es cantar. Ir rompiendo fronteras. Que un cantante mexicano esté en el Metropolitan Opera haciendo bises y con un público entregado es lo que a mí me toca hacer. Marcar esas diferencias y decir ‘mirad, hay gente valerosa, no te vayas con la idea de que todo lo que viene de México y Latinoamérica es gente mala, no’. Esa es mi función. Trabajo, lo hago lo mejor posible. Y eso se va a apreciar en cualquier parte del mundo. O, al menos, eso espero.

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Comentarios

  • Eduardo Davila

    Por Eduardo Davila, el 01 diciembre 2019

    Brillante declaración de Javier. Que se siga cuidando es orgullo de México. Adelante con esa madurez será sin duda el más grande de nuestro siglo. Monterrey siempre con el. Felicidades.

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