Jesús Monterde, la parte de la vida que nadie quiere ver

Fotografía del proyecto ‘Nemeni parco’ de Jesús Monterde.

Fotografía del proyecto 'Nemeni parco' de Jesús Monterde.

Fotografía del proyecto ‘Nemeni parco’ de Jesús Monterde.

Hace unos meses me enseñaron a través de un móvil las fotos de Jesús Monterde. Me parecieron impresionantes. Me advirtieron de que se había retirado “del mercado” y que vivía en Benasal (Castellón), su pueblo. Su caso me sorprendió, porque en los tiempos en los que todo el mundo trata de venderte algo, en el que hay que gestionar la ‘marca’ personal y con una industria cultural que necesita constantemente nuevos productos (algo a lo que no es ajeno la fotografía), él iba por libre. Por eso creí que debíamos mostrarlo en ‘El Asombrario’. Crudo, áspero, directo.

Jesús Monterde no es un tío normal. No porque sea de campo, ni porque cuando empezó a convertirse en un pequeño fenómeno dentro de este pequeño charco fotográfico decidiera volver a su mundo y sus ritmos, sino por su capacidad de reinventarse, de construirse, de ver más allá. Y por sus fotos. En un panorama de investigación del lenguaje fotográfico, de pseudo fotografías, de minimalismo y de concepto alambicado, Jesús es crudo, áspero, directo. En un entorno rural, sin las facilidades de acceso a la cultura de las ciudades, superada la primera juventud y gracias a una enorme curiosidad por la vida, empieza a formarse de manera autodidacta. Y pasa de no haber leído ni los libros que mandaban en clase a estudiar, no sin esfuerzo, a filósofos como Ortega y Gasset o Nietzsche. Y lo que es más sorprendente, a integrarlos en su obra y en su discurso.

Es así como nace Nemeni Parco (a nadie perdono), la inscripción que la Muerte lleva en su guadaña en algunas representaciones medievales y que inspira su proyecto fotográfico: una visión del campo lejana de la imagen idealizada que se da en muchas ocasiones, una reflexión sobre cómo las sociedades modernas han olvidado las partes ingratas de la vida, para mostrar únicamente la belleza. Monterde nos recuerda que la vida se compone de lo apolíneo (orden, belleza y razón), pero también de lo dionisiaco (lo pasional, lo instintivo, lo oculto) como nos recuerda Nietzsche. Su obra es, por tanto, un canto a la vida, a toda la vida.

Tras un intercambio de correos para citarnos, aprovechamos una de sus visitas a Madrid para tener una conversación. Monterde en un hombre alto, corpulento. Viste con ropa deportiva y tiene una mirada directa y sincera. Mientras toma el café con leche de soja, hablamos de fotografía y de la vida. Esa vida que incluye los turnos en la fábrica de Marie Claire y el apoyo de los compañeros para poder estudiar, las clases de inglés, los viajes que está emprendiendo, los recuerdos familiares, la enfermedad o los miedos. Y habla de todo con ese sentido común que tienen algunas personas ligadas a la tierra y que no pierden la perspectiva sobre qué es importante.

¿Cómo empezaste a hacer fotos?

A los 14 años ya me gustaba, pero por el ambiente donde vivía y las circunstancias no seguí con ello… Ya de mayor, pensé que tenía que buscar algo para no aburrirme, una afición. En los pueblos no hay muchas opciones y empecé con el senderismo. Pero tenía inquietud por enseñar lo que veía, los paisajes chulos que encontraba. Y empecé a fotografiar. Así hice un cd que vendí a los vecinos, con los paisajes, las masías… todo el término de Benasal. Eso fue por el 2002.

Entonces ya tenías unos treinta y tantos, ¿no?

Sí, ya tenía una edad. Seguí haciendo fotos hasta que una vez fui a Castellón, donde las revelaba, y vi un anuncio de un curso de Blankpaper. Quedé con Julián Barón y le dije que quería estudiar, y le enseñé cuatro de mis fotos. Hasta entonces, me había limitado a subir mis fotos a foros de naturaleza, leer los comentarios, bajar los tutoriales y sólo buscaba hacer las mejores fotos técnicas. Vistas ahora, eran fotos muy frías, pero era lo que entonces me preocupaba. Bueno, pues hablé con Julián y me enseñó unos libros. Y mi primer pensamiento al ver las fotos de aquellos libros fue “qué fotos mas malas”, je, je. Pero me dije: si esto está en museos, quiero saber sobre eso que yo desconozco. Por eso hice el curso avanzado y dos anuales en la escuela. Y vi que era dificilito esto de hacer fotografía conceptual. Piensa que yo hasta ese momento no conocía ningún fotógrafo, no había leído nunca ningún libro. ¡Pero ni de literatura!

¿En serio?

Yo estudié hostelería y era de los que cuando me mandaban leer en clase, leía algunas páginas o algún resumen, lo justo para aprobar. En aquella época no tenía ni interés ni inquietud. Como fotógrafo, hasta ese momento había sido totalmente autodidacta. Era y soy un fotógrafo instintivo. Miro y hago la foto, esa es mi forma de fotografiar. Julián lo que hizo fue pulir. Hasta que llegó un momento en el que pensé que tenía que empezar a culturizarme un poco. Y empecé a leer libros de filosofía: Ortega y Gasset, Nietzsche…

Menudo salto.

Bueno, empecé por 1984, de George Orwell, Aldous Huxley con Un mundo feliz o Farenheit 451, de Ray Bradbury. Entonces me regalaron la Rebelión de las masas y fue mi inquietud lo que me ayudó a leerlo. Luego continúe con Nietzsche, Dostoievski… Ahora estoy leyendo mitología, El héroe de las mil caras, de Joseph Campbell.

¿Y de fotografía?

Empecé a comprarme muchos libros de fotografía. Me apasioné con Cristóbal Hara, Cristina García Rodero, Boris Mikhailov, por lo directo que es, Koudelka, por su estilo de vida, Tulsa de Larry Clark… Y empecé a investigar sobre cine: Tarkovski, del que he visto todas su películas varias veces, o La Naranja mecánica, de Kubrick, y Gritos y susurros, de Ingmar Bergman…

¿Y tu entorno qué dice?

Mi gente piensa que he cambiado mucho. Algunos no me entienden. Ahora estoy a un nivel diferente. Ni mejor, ni peor. Ahora tengo otras preocupaciones, pero mi estilo de vida no ha cambiado. Simplemente he sumado más cosas a mi forma de ser y  mis amigos me tratan igual. A veces preguntan dónde hago las fotos porque, aunque viven en el mismo sitio y se han criado en él, les impactan. Pero es que yo aíslo una pequeña parte de la realidad que ellos no se paran a mirar o simplemente no ven.

¿Y cuándo decides hacer este tipo de fotos?

Me propuse hacer fotos sobre el abandono del mundo rural. Pero no sé muy bien cómo llegué hasta esas fotos. Sí sé que me marcaron dos que hice. Una de un caballo en una fiesta de San Antonio y otra de un perro herido en una cacería. Esas fotos marcaron el camino por donde yo quería avanzar. Y a partir de ahí hubo una evolución. También en la forma de hacer fotos: aunque hacer retratos de personas me violenta, ahora me atrevo y es raro que no los obtenga; hablo con ellas y como somos de la misma zona enseguida conectamos. Tenemos muchas afinidades, incluso con gente que no conozco, me invitan a entrar en su casa y a comer en alguna fiesta. Así me vuelvo invisible y consigo fotos sin posados. Si tengo la oportunidad les paso fotos…, y cuando las ven, algunos me han comentado: «qué cara mas roja», je, je.

Fotografía del proyecto 'Nemeni parco' de Jesús Monterde.

Fotografía del proyecto ‘Nemeni parco’ de Jesús Monterde.

Fotografía del proyecto 'Nemeni parco' de Jesús Monterde.

Fotografía del proyecto ‘Nemeni parco’ de Jesús Monterde.

¿Disparas mucho para conseguir lo que haces?

Sí, disparo mucho, pero cuando siento que me he emocionado, me digo: ya está, ya tengo la foto.

¿Siempre son en tu comarca?

El 95% de las fotos son del Maestrazgo de Castellón y de Teruel.

¿Ha sido muy intensa la búsqueda para lograr las fotos que querías?

Sí, ha sido muy intensa. Prácticamente salía todos los días a hacer fotos. Me gusta el senderismo, es una de mis formas de trabajar. Salgo a hacer fotos y si no encuentro nada, al menos he ido a caminar. Me he dado cuenta  de que cuando vas a lugares apartados caminando en lugar de en coche, a masías, por ejemplo, la gente se asusta menos. Es menos invasivo y puedes entrar más a la gente.

Después de Blankpaper, ¿sigues formándote?

Sí, pero un poco más a mi aire. Porque para estudiar tuve que cambiar turnos en la fábrica y no quería implicar y perjudicar a los compañeros un año más. Si quiero estudiar, es mi problema. Hice algún taller con Cristóbal Hara, Horacio Fernández… Cristóbal nos hizo un visionado.

¿Y qué te dijo?

Le gustó mucho. Siempre que nos vemos, se interesa por mí, me desea suerte.

Es que tu trabajo está muy en su línea.

En cambio, Horacio fue muy directo conmigo. Una de las muchas cosas que dijo es que era muy duro, pero aunque las críticas duelen, te hacen crecer. Yo creo que son necesarias. Si sólo hay palmadas en la espalda, nos acomodamos.

Es evidente que tus fotos no son nada sutiles. Son un puñetazo. Pero, hablando contigo, veo que eres un hombre muy tranquilo. ¿Por qué eliges una visión tan dura del entorno rural?

Cuando empezó la crisis, yo quise fotografiar a esta gente que sigue viviendo como hace 60 años, como en la posguerra. Son supervivientes. Con muy poco, viven, aunque pudieran vivir mejor. ¿Por qué lo hacen? No lo sé. Este proyecto es una  búsqueda interior. Mira, yo hasta 2010 no había salido de España. Yo he vivido con unos miedos que he adquirido por mi entorno, por lo que dice la televisión y eso te bloquea. Pero yo buscaba una manera de conocerme mejor, de conocer los miedos que me bloquean para superarlos.

Pero, ¿tú tienes esa visión de tu entorno?

No, no los veo así.

Entonces, ¿por qué decides seleccionar de tu mundo, por ejemplo, una oveja con dos cabezas?

Las personas a veces idealizamos la vida y el campo en particular. Y muchas veces solamente queremos ver lo bonito. Pero la vida es todo, lo bueno y lo malo, lo negro, lo blanco y lo de todos los colores. Yo quiero mostrar esa parte de la vida que nadie quiere ver, que todos obviamos, que cuando llega a nosotros nos bloquea y nos agobia. Me gustaría que las personas intentaran conocerse mejor, que intentaran tomar esa parte fea como parte de la vida de forma más natural. Nemini Parco, como he llamado a este proyecto, significa “a nadie perdono”, y los miedos, la muerte, la enfermedad son cosas de las que nadie se escapa y forman parte de la vida.

De hecho, el texto que aparece en tu web para ilustrar estas fotos es muy positivo, es una celebración de la vida. En cambio, tus fotos son duras, en ocasiones desagradables… A mí me impactan especialmente aquellas en las que salen personas. Como decías, ahora sólo queremos ver cosas bonitas, pero tus fotos son difíciles de ver. ¿Qué salida les quieres dar?

Hice primero un fanzine con Ricardo Cases, pero mi intención es hacer un libro. Ya tengo material suficiente, no para un libro, sino muchos. Aún me faltan conocimientos para limpiar, para esculpir la piedra. Aún estoy buscando qué orden darle.

¿Quieres ser autónomo para este proceso?

Sí. Pero quiero estar seguro de mí mismo para que cuando alguien me aconseje, sepa valorar ese consejo, y adoptarlo o no, bajo mi criterio. Quiero seguir aprendiendo, preparándome… Por ejemplo, ahora estoy estudiando inglés para poder viajar, que creo que es algo que necesito. Me gustaría terminar el libro para el próximo verano, pero sin presiones. O para primavera del año siguiente, si no puedo antes.

El fotógrafo Jesús Monterde. Foto: Roberto Villalón.

El fotógrafo Jesús Monterde. Foto: Roberto Villalón.

¿Y cómo va?

Pues poco a poco. Tengo un panel de corcho en casa con todas las fotos. Un día hago una serie y me digo que es muy chula. Y al otro día me digo que menuda tontería. Es normal que surjan dudas. Pero he decidido hacer una maqueta, enseñarla en mi entorno. Y a partir de ahí, seguir adelante. Igual que aprendí a hacer fotos, aprenderé a hacer libros. Está claro que la primera maqueta no será la buena, sería una casualidad… Aunque el fanzine gustó mucho y salió a la primera. Cuando tengo un momento duro, es una de las cosas a las que me agarro. Y creo que si hice aquello y gustó, puedo hacer algo mejor.

Viendo tus fotos se intuyen diferentes influencias pictóricas…

Desde Velázquez a Goya. También estoy intentando introducir algo de El Greco, El Bosco y El Jardín de las Delicias, Brueghel el Viejo y El triunfo de la muerte… Me interesan sobre todo por la temática, porque muestran los instintos interiores.

¿Y las pinturas negras de Goya?

Ayer fui a verlas. Pero llegué a mi fotografía sin conocerlas. Creo que Goya es más pesimista que yo. No me considero pesimista.

Tus fotos alegres no son.

Muestro esa parte más primitiva del hombre. Mira, imagínate que mañana desapareciera la electricidad. Esto sería un caos. ¿Quién sobreviviría y viviría mejor? Esta gente a la que estoy fotografiando. Intento mostrar que este instinto está dentro de todos, lo que pasa es que nos hemos acomodado y acostumbrado a que nos lo den todo en la mano. A la gente se le ha olvidado que las cosas se consiguen con trabajo, superando momentos malos, luchando… Y cuando las consigues, como te han costado, las valoras. Las cosas fáciles se desvanecen. La crisis ha influido bastante en mi trabajo. Yo vivo en un sitio muy aislado. No he tenido las facilidades de la ciudad. Para estudiar, nos teníamos que desplazar a Castellón, a unos 60 kilómetros. Sobre hospitales, ni te cuento. La gente se queja de haber perdido servicios, pero es que en los pueblos nunca los hemos tenido.

Cuando murió mi padre, no estaba el médico del pueblo. Al final, el que vio a mi padre fue el médico del balneario que hay en mi pueblo, y dijo que era una simple gripe intestinal. Nosotros lo llamamos pasia. Mi madre insistió para que se llamara una ambulancia. Cuando la llamaron, no había. Para cuando por fin llegó al hospital, habían pasado ocho o nueve horas. En el hospital no sabían lo que tenía. Resultó ser un íleo paralítico, una especia de infarto de intestino. Eso ya se supo cuando le hicieron la autopsia. ¿Qué hubiera pasado con los servicios sanitarios de una ciudad?

Eso cambió mi manera de pensar. Fue cuando decidí que tenía que buscar una vida propia, ser autosuficiente. Es decir, tener los recursos mínimos suficientes para ser lo más independiente posible.

Dentro de tu independencia, de tu isla rural, ¿cómo encajas tu trabajo dentro de la fotografía actual?

Veo que la fotografía actual intenta ser más abstracta. ¿Por qué? No lo sé. Pero yo quiero ser directo. ¿No es suficientemente abstracta la mirada de una persona? A mí se me escapa mucho de la fotografía contemporánea. Pero claro que me influye. Ahora estoy haciendo fotografía de naturaleza, de árboles, intentado buscar figuras. Puede asemejarse a la abstracción. Busco naturaleza para hacer de nexos entre los diferentes humanos de mi proyecto.

De todas formas, cuando fotografío soy muy autobiográfico. Cuando hago un retrato, me fotografío a mí, cómo era yo antes. O cómo sigo siendo. En mi niñez, en los años 70, en la zona donde vivo aún había bastante gente con un estilo de vida muy muy rural. No había baños en muchas casas, por ejemplo. Por eso, lo que fotografío no me resulta extraño. Cuando haces un proyecto fotográfico todo el mundo te dice que te tienes que documentar. Bueno, yo todo eso lo llevo dentro.

Entonces, tu libro será una autobiografía…

No es mi vida exactamente, pero sí la refleja. Mira, en mi casa todavía se matan conejos. Yo ayudo a mi madre sólo por verla feliz, por que mantenga sus vínculos con la vida que le gusta: su pequeña huerta, sus animales… En mi pueblo, en las fiestas de los quintos, los jóvenes antes de ir a la mili recorrían las masías. Y luego entraban en el pueblo borrachos con lo que les habían dado. Pues en una de estas fiestas, un joven gritó: “Aprovechad, que es el último día, esto se acaba”. Utilizó las mismas palabras que usé yo hace unos años ese mismo día. Y con las piernas temblando, disparé la foto. El chico sale con la nariz manchada por un golpe, con la camisa rota… Quién sabe, si me hubiese criado en una ciudad hubiera hecho otras fotos pero éste es mi entorno, lo que yo conozco.

¿Y cómo ves el mundillo fotográfico?

La fotografía es un lenguaje y se trata de que la gente exprese lo que siente. Y yo me siento muy cómodo. Yo creo que soy muy empático, y si la gente se comporta de manera correcta y respeta, yo me llevo bien. Ahora, el mundo de la fotografía, los fotógrafos, tiene necesidad de ir muy rápido. Pero yo no dependo económicamente de la fotografía, por lo que me puedo tomar mi tiempo y sentirme más libre. Empecé a hacer fotografía para encontrar relajación, no para crearme necesidades. No quiero que esa velocidad me desborde.

¿En qué momento decides parar la dinámica en la que te estabas metiendo?

Cuando hice el fanzine (Monterde sacó un fanzine en Fiesta Ediciones, de la mano de Ricardo Cases). Tras el pequeño éxito, empecé a agobiarme porque quería avanzar. Para avanzar hace falta algo de tensión, pero la justa. Pero cuando sentí que se sobrepasaba la línea, decidí tomarme las cosas con más calma. Y seguir formándome. A mí antes me hablaban de concepto y no entendía nada. Ahora veo que concepto es todo. Necesito seguir leyendo para dar un orden a mis cosas. Pero esto tiene un problema: cuanto más sabes, más prejuicios tienes, menos fresco eres, tienes más murallas que pasar y más exigencias. Y me da miedo perder la frescura y el atrevimiento. Intentaré que eso no diluya esa parte más intuitiva que yo tengo.

¿Qué te genera la fotografía 2.0?

En la pasada edición de PHE fui a ver P2P. Cuando vi el mural de la exposición, tanta información me abrumó y pasé de largo. A mí eso me supera. Algún trabajo entendí, pero muchos se me escapaban, aún necesito formarme más para llegar a ese nivel de entendimiento y poder ser crítico. Tal vez me tengo que enfrentar más veces a ese lenguaje. Pero igual me pasa cuando voy al Reina Sofía. Hay cosas que no entiendo. Supongo que lo que está allí estará por algo, pero a mí se me escapa.

¿Tienes otros proyectos diferentes a ‘Nemeni Parco’, haces otro tipo de fotos?

Sí, claro. Hago otro tipo de fotos. En ocasiones me inspiro en fotógrafos que me gustan, o pintores, por ejemplo. Tengo varias líneas, a lo mejor demasiadas. Es que yo voy por ahí y si veo algo que me emociona, hago una foto. Tengo un archivo inmenso. Para Nemeni Parco tengo hechas más de 40.000 fotos, y en este proyecto sólo saldrán 60. Pero también estoy viajando a Perú, Tanzania…, buscando gente que viva al margen de la tecnología, como sucede en mi tierra. Busco un lugar que me recuerde las historias que me han contado mis padres y abuelos de cómo vivían en su niñez. Es como si buscara de donde vengo.

Me recuerda a la búsqueda de Jon Cazenave. ¿Lo conoces?

Sí, es uno de los fotógrafos con los que más me identifico. Me siento reflejado en sus fotos. Lo conocí este verano.

¿Otros fotógrafos contemporáneos que te gusten?

Julián Barón me gusta. Pero cuando publicó C.E.N.S.U.R.A. aún no lo entendía, en aquella época aún me faltaba más formación. Pero tampoco estoy muy informado sobre muchos fotógrafos. No uso redes. Dejé Facebook porque me consumía mucho tiempo. Tuve miedo de engancharme y decidí emplear mi tiempo en otras cosas, como leer, el inglés…  Prefiero el contacto directo.

Además, ahora los fotógrafos están muy interrelacionados y esto puede ser muy bueno, pero tiene su lado negativo. Se influyen mucho y pueden ir todos en la misma dirección, dando vueltas en la misma pecera. Si no tienes una personalidad muy fuerte, te puedes perder. Igual pasa en el mundo rural, antes la gente sabía su rol y su función en la vida. Ahora hay tantos caminos que si los quieres coger todos, te puedes perder. Y no quiero que eso me pase a mí.

Fotografía del proyecto 'Nemeni parco' de Jesús Monterde.

Fotografía del proyecto ‘Nemeni parco’ de Jesús Monterde.

Fotografía del proyecto 'Nemeni parco' de Jesús Monterde.

Fotografía del proyecto ‘Nemeni parco’ de Jesús Monterde.

Fotografía del proyecto 'Nemeni parco' de Jesús Monterde.

Fotografía del proyecto ‘Nemeni parco’ de Jesús Monterde.

Fotografía del proyecto 'Nemeni parco' de Jesús Monterde.

Fotografía del proyecto ‘Nemeni parco’ de Jesús Monterde.

Fotografía del proyecto 'Nemeni parco' de Jesús Monterde.

Fotografía del proyecto ‘Nemeni parco’ de Jesús Monterde.

Fotografía del proyecto 'Nemeni parco' de Jesús Monterde.

Fotografía del proyecto ‘Nemeni parco’ de Jesús Monterde.

Fotografía del proyecto 'Nemeni parco' de Jesús Monterde.

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