La espectacular Doñana de Héctor Garrido que inspiró ‘La isla mínima’

Bahia de Cádiz, España

Bahia de Cádiz, España

Bahia de Cádiz, España

Hoy nos vamos al Parque Nacional de Doñana y las marismas del Guadalquivir a través de unas imágenes muy especiales que componen sorprendentes formas y geometrías. Los ‘fractales’ de Héctor Garrido, que se hicieron famosos al abrir la película ‘La Isla Mínima’, llegan ahora en forma de una exposición en el Ministerio de Agricultura y un extraordinario libro. Hablamos con el autor sobre tan espléndido trabajo, que nos muestra una vez más la fuerza artística, energía e inteligencia de la naturaleza.

Ya lo habíamos comentado el otoño pasado, cuando se estrenó el filme de Alberto Rodríguez. Las imágenes de dos grandes fotógrafos, Atín Aya y Héctor Garrido, inspiraron la atmósfera de la cinta que arrasó en los Goya de este año. Pero teníamos ganas de volver sobre los Fractales de Garrido, que forman el prólogo de la película. Y ahora que se ha presentado exposición en Madrid y libro de gran formato con esas imágenes, es el momento de hablar pausadamente con el autor.

«Según él mismo narra, Héctor Garrido siente una irrefrenable necesidad de expresión artística, y para él es imposible situarse ante un paisaje, una persona, un animal o un objeto y no reinterpretarlo mediante la aplicación de sus propios cánones de belleza. Desde la materia prima que es objeto de gran parte de sus trabajos, la ciencia, ha desarrollado toda una forma de mirar, de enfrentarse al objeto fotografiado, sorprendiendo siempre al público y proponiendo que, al fin y al cabo, la apariencia de lo que vemos sólo depende de los ojos con que lo miremos».

«Y esta faceta artística no ha pasado desapercibida, ya que, además de la publicación de 17 libros más cientos de reportajes en las más prestigiosas revistas del mundo, recientemente su obra ha comenzado a ser exhibida en importantes galerías de arte y a formar parte de colecciones en Europa y América».

«Héctor Garrido trabaja como fotógrafo y censador de aves en la Estación Biológica de Doñana, integrada en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Vive en el corazón del Parque Nacional desde hace 20 años y cada día su trabajo consiste en acercarnos, a través del objetivo de su cámara fotográfica, los secretos de la naturaleza y la ciencia».

Esto es lo que leemos nada más entrar en la magnífica exposición, Fractales, las marismas y Doñana, que tiene Héctor Garrido este verano en la sala del lucernario del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente (le han dado en los últimos 20 años tantas vueltas al nombre de este ministerio, metiendo y sacando la pesca, el medio ambiente, el desarrollo rural, que uno ya se pierde, y más cuando la actual ministra es un espectro en los asuntos de medio ambiente). Bien explicado y con brevedad quién es Héctor Garrido, su actitud y su mirada: esa convergencia entre la ciencia y la expresión artística, que era algo que también destacábamos hace unas semanas en el trabajo de otro fotógrafo, Rubén Duro. Allí con la visión microscópica, aquí con la perspectiva aérea, expandiéndonos en el aire…

… El resultado es espectacular. Puede recordar a Yann Arthus-Bertrand, en sus famosas imágenes del planeta a vista de pájaro, pero superándolas en su intención geométrica en las composiciones de naturaleza, porque el fotógrafo francés introduce mucho elemento de civilización. Y se puede comprobar en las 28 imágenes de muy gran formato que hasta el 30 de septiembre se exponen en la sede de Atocha (Madrid) del Ministerio de Agricultura y, mejor aún, en un libro-joya, también de gran formato, que incluye dos centenares de imágenes: Fractales, anatomía íntima de la marisma, en un soberbio y cuidadísimo trabajo de Editorial Rueda (350 páginas, 60 euros, en castellano, inglés y alemán), que incluye textos del propio Garrido -más conocido en su medio como Chiqui-, del director Alberto Rodríguez, del profesor del Investigación del CSIC Juan Manuel García Ruiz y del catedrático de Ecología Jordi Bascompte.

Estado Larval. Foto: Héctor Garrido.

Estado Larval. Foto: Héctor Garrido.

Fractales de Doñana. Foto: Héctor Garrido.

Fractales de Doñana. Foto: Héctor Garrido.

Detrás hay muchísimo trabajo y buen hacer. Es el fruto del sobrevuelo continuado de las marismas atlánticas andaluzas y, especialmente, de la más importante de ellas, la marisma del Guadalquivir, en cuyo interior se encuentra Doñana, uno de los tesoros de la conservación de la naturaleza en Europa: «Para realizar este trabajo han sido necesarios unos 300 vuelos y un total aproximado de 1.000 horas en el aire», nos explica Garrido. «Una parte se ha realizado aprovechando la plataforma que me brindaban los vuelos de censos aéreos de aves acuáticas que realizo para la Estación Biológica de Doñana, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Son vuelos mensuales, que se realizan en Doñana ininterrumpidamente desde el año 1973 y componen hoy en día la serie de datos científicos de naturaleza más larga que se ha producido en España. Es un proceso complicado, ya que las condiciones ahí arriba no son nada cómodas para trabajar. En mi caso, siempre disparo cámara en mano, con una réflex. La compenetración con mi piloto de tantos años, Hans Nerlinger, es muy importante. Sacar exactamente la fotografía que llevo en mente requiere un trabajo de coordinación que sería imposible sin contar con él».

Contemplando las imágenes, rápidamente surge también la duda: ¿Tienen mucho trabajo de postproducción, retoque digital? Y la respuesta aún nos provoca más asombro y admiración: «En todas las fotografías que componen este trabajo he respetado completamente la apariencia real del paisaje, sus tonalidades y sus colores. Es exactamente así como se observan cuando sobrevuelo las marismas. Lo que sí hay detrás es un profundo conocimiento de cómo funciona la marisma, sus niveles, sus mareas, su estacionalidad y como actúa la luz sobre su superficie. No es necesario trabajar una de estas fotografías en postproducción digital si se hace un buen trabajo previo al momento del disparo. Yo trabajo buscando la combinación perfecta entre la inundación y la angulación de la luz solar. Para conseguirlo, vuelo cerca del amanecer y el ocaso, consiguiendo evidenciar los relieves y los colores. Y en las zonas mareales, siempre buscando las mareas vivas, principalmente las equinocciales, que dejan al descubierto zonas de belleza inesperada, a veces cubiertas de algas filamentosas o limos de colores, que han permanecido meses ocultos bajo el agua».

Por decirlo en pocas palabras, Fractales nos muestra Doñana convertida en asombrosas formas y geometrías, que nos dejan perplejos y nos hacen pensar: No puede ser, no puede ser, ¿pero esto es así? Aquí tiene que haber retoque. Y no lo hay. La naturaleza transformada en unas composiciones que, a vista de pájaro, hacen que se disparen imaginaciones y razonamientos. Así lo explica otro texto de la muestra: «La práctica totalidad de la obra creada por la Humanidad corresponde a una concepción geométrica clásica o euclidiana, en la que predominan las líneas rectas y curvas uniformes, que son fácilmente mensurables. La naturaleza, sin embargo, no responde a esos cánones geométricos. Sus formas son irregulares. A veces arboladas, otras sinuosas, otras aparentemente azarosas y normalmente presentan dificultades para ser medidas con los instrumentos tradicionales. Son las estructuras fractales. Un árbol es una representación clásica de un fractal. Su estructura se repite en diferentes escalas. Así, el tronco y sus ramas principales tienen una estructura similar a la de las ramas menores, a la de los brotes y finalmente a los nervios de la hojas o las raíces. Esa iteración de un patrón geométrico a diferentes escalas es típica en los fractales. Los fractales se presentan en la mayoría de las estructuras naturales, desde las geográficas (como los ríos o las montañas), hasta la estructura interna de los seres vivos (una red neuronal, las vías respiratorias, el aparato circulatorio, el cerebro). Todos tienen estructuras similares: un pulmón es estructuralmente muy parecido a un árbol o que un río. Todos son fractales». DE hecho, muchas de estas imágenes de las marismas nos recuerdan a cerebros o pulmones.

Tres fotografías de fractales en Doñana. Fotos: Héctor Garrido.

Tres fotografías de fractales en Doñana. Fotos: Héctor Garrido.

La wikipedia lo define así: «Un fractal es un objeto geométrico cuya estructura básica, fragmentada o irregular, se repite a diferentes escalas. El término fue propuesto en 1975 por el matemático Benoît Mandelbrot y deriva del latín fractus, que significa quebrado o fracturado». Y el Diccionario de la Real Academia Española, de modo muy parecido: (voz inventada por el matemático francés B. Mandelbrot en 1975, y este del lat. fractus, quebrado). Figura plana o espacial, compuesta de infinitos elementos, que tiene la propiedad de que su aspecto y distribución estadística no cambian cualquiera que sea la escala con que se observe.

Es evidente el componente artístico, aparte del interés natural, de estas fotografías. ¿Qué significan para ti estas imágenes?

Me alegra esa evidencia. Hay detrás de esta serie todo un trabajo completo de expresión artística por mi parte. Las marismas son la herramienta que uso en este caso para expresarme, al igual que en series anteriores han sido elementos distintos como el paisaje e incluso la intervención escrita de algunas de mis fotografías. Además, me gustaría que mis fotografías pudieran servir como una invitación a comprender cómo funciona nuestro planeta y a propiciar el respeto que merece.

La aparición en la película ‘La Isla mínima’ les han dado más proyección; me imagino que lo has notado, ¿no?

Por supuesto. Gracias a La Isla Mínima, mis fotografías encontraron un importante espacio para ser mostradas en el tiempo y estado de concentración adecuados por parte del público. Son paisajes inusuales que enseguida pueden atrapar al espectador, pero es necesario que éste detenga la vista en ellos al menos unos segundos. Ese fue el principal milagro que La Isla Mínima propició sobre mi trabajo. Tengo mucho que agradecerle a Alberto Rodríguez, el director, por incluirlas. Le ha dado una visibilidad inesperada a las fotografías.

Aparte de esto, ¿qué más haces? Cuéntanos en qué consiste tu labor en Doñana, donde trabajas desde 1990.

En Doñana realizo fotografías de apoyo a la ciencia, la divulgación de la ciencia y la conservación. Este trabajo lo realizo para la Estación Biológica de Doñana, del CSIC. Normalmente son trabajos fotográficos ligados al medio ambiente, en plena naturaleza, pero también en ocasiones se realizan en laboratorio o en colecciones científicas. Muchas veces en Doñana, pero también con cierta frecuencia en otras partes del mundo donde haya un objeto de interés para un científico.

¿Qué es para ti Doñana?, ¿y qué debería significar Doñana para todos nosotros?

Doñana es un símbolo muy importante en la conservación de la naturaleza en Europa. Es un referente aún. Y eso no significa que esté salvado ya para siempre. De hecho, lejos de ser así, los problemas han seguido creciendo al mismo tiempo que la sociedad se ha ido relajando en el pensamiento de que la naturaleza ya está suficientemente protegida. Y quizás sea al contrario. Parece que la moda conservacionista comenzó a ceder hace unos años y hoy la conservación de la naturaleza ha perdido los primeros puestos en el interés de políticos y ciudadanos y ha quedado relegada a un puesto muy de cola. Y eso es un tremendo error que pagaremos dentro de muy pocos años. Porque no tenemos otro lugar donde vivir que este planeta y su descuido es nuestro descuido.

¿En qué andas metido ahora?

Ahora estoy acabando de cerrar mi nuevo trabajo fotográfico, en el que llevo inmerso seis años y que por fin va a ver la luz. Se llama Cuba Iluminada, y es una serie de retratos fotográficos en primera persona de las 150 personas fundamentales de la cultura de Cuba. Durante los últimos seis años he estado realizando estos retratos y por fin se ha completado la serie y está lista para publicar. Y cuento nuevamente, como en Fractales y otros cuatro títulos míos, con la editorial Rueda, lo que garantiza el éxito y los estándares de calidad en la impresión.

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Campos de Chiclana, Cádiz, España

Campos de Chiclana, Cádiz. Foto: Héctor Garrido.

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Portada del libro 'Fractales' de Héctor Garrido.

Portada del libro ‘Fractales’ de Héctor Garrido.

Un sueño: ¿qué te gustaría acometer fotográficamente?

Hay varios proyectos muy importantes buscando acomodo, sobre todo económico. Uno de ellos, el de mayor envergadura, pretende dar un paso más allá en la compresión del lenguaje fractal de la superficie del planeta y consistiría en hacer un trabajo similar al de Fractales, pero sobre 25 grandes paisajes de la Tierra. Nuestro planeta necesita que volvamos a mirarlo con el amor que merece y en eso pongo mi empeño. Ojalá encontremos a quien quiera financiar una labor tan importante como esta.

Fractales es también una hermosa reflexión sobre el pulso que a menudo mantienen Humanidad y Naturaleza, algo que, por ejemplo, también reflejaba otra obra de arte, la película La vida de Pi; una tensión que es preciso superar, establecer una cooperación basada en otras actitudes por nuestra parte. Así lo explica la muestra de Madrid: «Hace 40.000 años que el ser humano trazó las primeras líneas rectas. Con ayuda de una piedra afilada rayó la superficie de otra mayor sobre la que quedó marcada una de las primeras manifestaciones humanas. Trazos como estos se encuentran, por ejemplo, en una gran cueva en Gibraltar. Las líneas se cruzan perpendicularmente y el conjunto no deja lugar a dudas de que fue hecho con una intención consciente. Era el comienzo de una lucha que parece no tener fin. El hombre intenta imponer sobre las formas naturales su concepción euclidiana del mundo. Carreteras, diques, canales y edificios son trazados por toda la geografía del Planeta. Y cuando se produce el más mínimo descuido o abandono, la naturaleza, a través de sus manifestaciones de fuerza, vuelve a reescribir el paisaje transformándolo de nuevo, acorde a su geometría fractal. Los diques lineales se rompen y la fuerza del agua descompone los canales y los deconstruye buscando sus formas irregulares, sinuosas y arboladas. Y quizá después, una vez más, el hombre vuelva a reconstruir sus canales deteriorados, y quizás, con el tiempo, de nuevo vuelvan a quedar abandonados para comenzar de nuevo. Así es desde hace cuarenta mil años ininterrumpidamente. ¿Qué geometría tendrá la última palabra?».

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