El ‘glamour’ de las locuras del Hollywood de Eve Babitz

Fotografía de une ejemplar del libro Eve's Hollywood perteneciente a la biblioteca de la Universidad del Estado de Nuevo México, Estados Unidos.

Fotografía de une ejemplar del libro Eve’s Hollywood perteneciente a la biblioteca de la Universidad del Estado de Nuevo México, Estados Unidos.

Fotografía de une ejemplar del libro Eve's Hollywood perteneciente a la biblioteca de la Universidad del Estado de Nuevo México, Estados Unidos.

Fotografía de une ejemplar del libro Eve’s Hollywood de Eve Babitz perteneciente a la biblioteca de la Universidad del Estado de Nuevo México, Estados Unidos.

La fotógrafa y escritora Eve Babitz (Los Ángeles, 1943), musa de las locuras creativas californianas, construyó en 1974 en ‘El Otro Hollywood’ una heterodoxa autobiografía que es una crónica sobre Los Ángeles, escrita con frivolidad, mala lengua y mal carácter, pero también con inocencia. Todo eso lo derrama sobre los defectos y virtudes de sus amistades –se la relacionó desde con Marcel Duchamp y Jim Morrison hasta con Harrison Ford– y sobre una ciudad cuya luz es un accesorio utilizado de manera nefasta por un listado interminable de hombres y mujeres. Memorias que nos trae al español Penguin Random House.

“El ayuntamiento de L.A. nunca se ha preocupado por la cultura”. “Marni Nixon cantó canciones medievales e interpretó las voces de West Side Story y El rey y yo, y tuvo varios hijos. Era una de las habitantes del páramo”. “La cuestión es que siempre he tenido la ambición ser una solterona”.

Estas son algunas de las heterodoxas frases que usa Babitz como renglones para construir su biografía. Aunque, siendo rigurosa, biografía es una palabra insulsa para calificar el testamento de frivolidad útil con que la autora nos sorprende. A ella no le asusta la superficie de los seres humanos, no huye de la luz, ni de su lenguaje de signos. Babitz hace de la amistad su Vademecum y disfruta del éxtasis, pero también del tormento que lleva implícita. Disfruta de los defectos de sus amigos y disfruta de sus virtudes y lo cuenta en cada página y el secreto revelado se convierte en su medio de vida, en su manera de respirar, en ese callejón que imaginabas cortado y en el que de pronto encuentras un agujero en la valla.

“La muerte, para mí, siempre ha sido el colmo de que la gente se divierta sin ti”.

Babitz siempre halla la salida de emergencia porque no cree en Dios y hace de su vida un calendario de movimientos útiles. Un santoral de ateos licenciosos que le llenan la copa una y otra vez y que brindan con ella por un eclecticismo a prueba de bombas. Babitz tiene muchas caras. No deja de ser la niña a la que el diablo señala porque desea que se pudra su carne para convertirla en una mujer cínica y falible, pero Eve no cesa en su empeño de destruirse todos los días y el diablo se queda sin planes cuando llega la noche. Y entonces ella resucita y todo comienza de nuevo y se cuenta en frases cortas, no utiliza circunloquios porque su pena y su alegría son demasiado valiosas como para malgastarlas entre un montón de frases yuxtapuestas.

El otro Hollywood es un río que se desborda porque alguien se fija en él, porque alguien cuida de sus orillas y no sólo de su caudal. Son los pequeños detalles quienes denotan la utilidad de cada cosa y en eso Babitz es especialista. Tiene mala lengua y mal carácter, pero conserva la inocencia de quien ha podido ser niño. Y la derrama sobre una ciudad cuya luz es un accesorio utilizado de manera nefasta por un listado interminable de hombres y mujeres. L.A. es un páramo que envenena la sangre y Babitz se convierte en la Catherine de Brönte, solo que esta viaja en Porsche, pernocta en el Chateau Marmont y se alimenta de ese reflejo que sólo ofrecen para algunos las piscinas vacías.

Babitz no le teme al fracaso, cuando una está apadrinada por Stravinsky siempre está más cerca de él que de la victoria. Babitz quiere y sabe ser una mujer, no quiere ser la heroína que muchos desean ver en ella. Prefiere la realidad a los espejismos. Prefiere el olor del alcohol al olor de la sed. Es extravagante por persona interpuesta y corre riesgos al mirar. Es extrema en sus filias y en sus fobias, pero la hipocresía no tiene valor para acercarse ni a su boca ni a su memoria. El otro Hollywood es un viaje interminable, un baúl de emociones hábilmente colocado, pero tan alejado de la perfección que invita a cargar con él y a querer enseñarlo a cada momento.

Babitz es una experta políglota emocional y lo demuestra en este libro. Una fábula a caballo entre Alicia en el país de las maravillas y Le lion devenu Vieux. No es sencillo recordar sin que un puñado de mentiras se apelotone en las inmediaciones de nuestra memoria. Los muertos se plantan ante Dios para contarle las verdades necesarias para entrar en el cielo; Babitz se planta ante los hombres y mujeres del siglo XXI para destruir el cielo con sus verdades. No se pierdan esta “novela extraña y única” con localizaciones geográficas y vitales que les harán lanzarse a la vida, porque todos sabemos que hay recompensas que sólo están en la memoria de otros.

‘El otro Hollywood’. Eve Babitz. Random House, 287 páginas.

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