«Los telediarios están construyendo sucedáneos de la realidad»

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El periodista y escritor Fernando Olmeda.

Fue periodista muy conocido como responsable de informativos en Telemadrid y Tele 5. Desde 2007, Fernando Olmeda ejerce otra manera de acercarse a la realidad, que él reconoce menos urgente, pero más completa, como documentalista, articulista, escritor. Hoy hablamos aquí de su segunda novela, ‘A seis pasos de ti’ (Espasa), un retrato múltiple de vanidades, ambiciones, carreras hípicas y carreras e intrigas por el dinero y la fama. Hablamos de hipocresías y sucedáneos, tan presentes hoy en muchas vidas, que se olvidan de buscar la felicidad; tan presentes también en muchos telediarios, que se olvidan de buscar la realidad.

«La novela tiene una primera parte de mosaico, con vidas aparentemente inconexas; parte de la inspiración de la película Short Cuts, de Robert Altman (Vidas Cruzadas), la trilogía de Iñárritu y otras películas como Magnolia. Me fascina esa estructura de vidas separadas que luego convergen, aquí en una carrera hípica, en torno a un escritor de best-sellers, un personaje tremendamente ególatra, que se cree por encima del bien y del mal. Del mosaico vamos a la matrioska; la sucesión de muñecas que se van abriendo, de sorpresas, que introducen al lector en una intriga que se precipita hasta el final. El último tramo es la apoteosis del protagonista, tan extravagante y excesivo. El éxtasis del narciso».

Una segunda novela compleja de personajes y ambientes, desde Londres a Ibiza, desde Buenos Aires a la costa gaditana. Un puzzle, una composición complicada, Fernando…

Creo que la segunda novela es más importante que la primera; y la anterior, Contraseñas íntimas, de 2006, aún podía leerse en clave autobiográfica por mi trayectoria como periodista. Esta yo la veía como una reválida, y he querido alejarme completamente de los géneros que tienen que ver con el periodismo para adentrarme en la pura ficción, con todas sus consecuencias. Como autor del libro, sé que tenía que separarme lo más posible de las experiencias personales y aquí hay muy poco de mí en los personajes. Fernando Marías suele decir que un escritor tiene que hacer lo que le dé la gana, porque si va a hacer lo que hacen los demás, mejor dejarlo.

Con la que está cayendo, ¿por qué un hombre como tú, al que vemos como alguien muy pegado a la actualidad, opta por una historia de vanidades, de ejecutivos persiguiendo fama y dinero?

El hecho de no trabajar en la actualidad diaria durante 10 o 12 horas al día te permite tener otro ritmo de vida y observar más la realidad. Yo estoy muy fascinado por lo bueno y malo que nos rodea; y efectivamente vivimos en una gran feria de las vanidades, un mundo de ambición, falsedad e ironías del destino.

Dice un personaje de la novela: «Vivimos rodeados de sucedáneos. Nuestra existencia es un sucedáneo de la verdadera vida». ¿Fernando Olmeda también lo piensa?

Realmente estoy convencido de ello. A menudo, cuando contemplo a la gente en el metro, en el aeropuerto, en una feria de Ifema, me da la sensación de que la gente vive vidas sucedáneas, artificiales, que no son las suyas reales, que asisten a una especie de desdoblamiento.

¿Como un teatro, vidas impuestas pero que asumimos como si fueran nuestras, que las hemos decidido nosotros?

Sí, que te impiden vivir tu verdadera vida. La gente se olvida de buscar la felicidad, tan pendiente está de resolver sus problemas cotidianos. Y la felicidad, como puede verse en Instagram, tiene más que ver con tomarte, por ejemplo, este café.

¿Tu visión ha cambiado al alejarte de la primera línea del periodismo, ha sido ése tu proceso de cambio?

Más que una evolución profesional, hay en mí una evolución como persona, una consolidación de determinadas visiones del mundo que tienen mucho que ver con este teatro, con esta artificialidad de la que hablamos, y con la constatación de un mundo muy injusto en el mundo laboral; el libro arranca con un despido… Creo que hay una tremenda injusticia en el mundo de las empresas, de las relaciones laborales, entre empleadores y empleados, y también entre compañeros. Desde que salí de Tele 5 en 2007, me han ocurrido muchas cosas buenas y malas que me han enriquecido extraordinariamente como persona….

¿Dinos alguna buena?

Volver a encontrar personas con las que caminar juntos, más allá de este mundo individualista, en el que la mayoría camina en soledad; gente con la que coincides.

¿Y mala?

La otra cara de eso mismo, la decepción que te provocan determinadas personas que te fallan por deslealtad.

¿Cómo ves los actuales espacios informativos en televisión?

Bueno, es que prácticamente sólo veo La Sexta. No tengo la mirada crítica de hace cinco años para comparar unos con otros, no tengo ya el interés de hacer ese análisis… No leo El País, no leo El Mundo… Cuando estás en el día a día de un informativo, en la urgencia de la actualidad, eso te impide ver la realidad, te alimentas de la superficialidad; en cuanto te alejas y ves lo que pasa, ves lo injusto de todo ese sistema de audiencias, tan competitivo, de programas que aparecen y desaparecen sin darles apenas una oportunidad. Y te percatas también mejor de los modelos de televisión pública, de la manipulación informativa; son aspectos que te ponen ante una realidad injusta. Ahora me veo como observador activo más que como esa figura tan presente, la del periodista que se cree por encima del bien y del mal.

¿Quieres decir que quizá te acercas mejor a la realidad, al pálpito de la sociedad, con más profundidad, ahora que antes como editor de informativos?

Soy menos periodista de esos que miran desde una atalaya y no se mojan ni se manifiestan en la calle, porque van de presuntamente independientes, y soy más ciudadano comprometido con diferentes causas. En eso de lo que hablábamos antes de vidas desdobladas, yo creo que ahora mismo hay una ceremonia global de sucedáneos de información; se ve en la construcción de los espacios de noticias en radio y en televisión, que es lo que más controlo. Hay una apariencia de información. Un sucedáneo. La tendencia es hacer un sucedáneo de información, que no sólo sea contemporizadora y políticamente correcta con el poder, sino que pacifique a la sociedad, que dé la sensación de que todo está en orden. Eso se ve perfectamente en los informativos de TVE. Yo no hablo ya de la pluralidad, hablo de la apariencia de normalidad que transmiten, de dar una sensación de seguridad al ciudadano, de que todo está en su sitio y en orden. La construcción de los informativos son un sucedáneo de la realidad, la cual funciona por otro lado.

Otro aspecto interesante de tu libro es la creencia en que más que casualidades hay causalidades. Las jugadas del azar. Muy al estilo Woody Allen.

Quizá por ser Géminis tenga más predisposición a identificar esas mal llamadas casualidades, que tienen que ver con la sincronicidad, por ejemplo esa persona que no te llama desde hace un año, y de repente estás mirando una foto suya, y a los cinco minutos recibes una llamada suya… Esas cosas a mí me sobrecogen. Eso nos acompaña a todos . No es casualidad, sino causalidad. Y esa sincronicidad está muy presente en los personajes de esta novela…

Fernando, tú defiendes que la infancia y adolescencia nos determinan en buena manera; si a eso le unes esas estructuras sociales, económicas y empresariales que nos imponen sucedáneos de vida, y le añades esos ‘azares’ de los que hablas, poco espacio de libertad y autodeterminación nos queda, ¿no?

Ahí está la lucha interior del ser humano, la indagación sobre los misterios de la condición humana. En este gran teatro, yo creo que la lucha por la libertad tiene mucho que ver con la lucha por la felicidad, yo creo que van indisolublemente unidas. En la medida en que eres libre, eres feliz; y en la mediada en que eres feliz, eres libre. En términos generales. Los personajes de mi novela viven encrucijadas permanentes y son contradictorios, porque los seres humanos lo somos. La lucha por ser dueño de tu propia vida tiene que ver con la felicidad.

Frente a esos sucedáneos de vida, precisamente tú sabes muy bien de lo que hablas cuando te refieres a gente que pelea por desarrollar su auténtica vida, su vida real y libre. Has escrito un maravilloso libro, ‘El látigo y la pluma’, sobre la persecución franquista a los homosexuales, y realizado un extraordinario documental, ‘El viaje de Carla’ , sobre la activista de los derechos LGTBI Carla Antonelli.

Sí. El viaje de Carla es el retrato de una persona que tiene que salir de su entorno social y familiar para buscar una vida mejor; que refleja la encrucijada de una minoría, en este caso los transexuales, que ha de buscarse escaleras para traspasar los muros que continuamente les ponen delante, convertir lo negativo en positivo como actitud vital permanente. Las vidas no están predeterminadas, hay que ser dueños de nuestro propio destino, empoderarnos -una palabra que está tan de moda- e intentar ser libres, que es lo mismo que ser felices.

Para todo eso hay que ser valientes, y a mí me da que todo está montado en la sociedad, desde el uso y el abuso del terrorismo y el contraterrorismo a la precariedad laboral, para que vivamos, cada vez más, con miedo, que es lo mismo que adoptar un comportamiento más dócil. 

Por eso coloco la acción en 2004-2005. El libro tiene muchos planos de lectura. Y ése es otro muy interesante, que tiene que ver con una atmósfera post-atentados terroristas en Nueva York, Madrid y Londres. Es ese momento de incertidumbre global, luego encima vendría la crisis. Frente a la incertidumbre y el miedo, la gente reacciona comportándose de manera más individualista y egoísta, con un sálvese quien pueda. Hay ahí un trasfondo de individualismo que destroza los vínculos sociales solidarios; son todos seres individuales. Frente al miedo, el individualismo egoísta prima en todos los personajes.

Y la hipocresía. Leo en tu libro: «La hipocresía no es la excepción de la regla, es la regla misma del comportamiento, altamente adictiva pero recomendable para funcionar con éxito en el mundo».

Absolutamente.

Para sobrevivir en este mundo hay que ser muy valiente o muy hipócrita…

Hay que ser acomodaticios. Sobre todo en los ámbitos profesionales. Y al final el resultado es que todo es como un blandiblú. La hipocresía permanente.

¿En qué andas ahora, aparte de la promoción de ‘A seis pasos de ti’?

De las cosas que más me gustan en la vida son los Juegos Olímpicos. Yo me emociono con una carrera de Usain Bolt, cómo se pueden correr diez metros en menos de un segundo, y con la medalla de oro de tiro con arco de un coreano. Mucho más que con el fútbol. ¿Qué pasa por la cabeza de esa gente cuando está a punto de ganar una medalla de oro? Es algo que me emociona mucho. Esa capacidad de superación. Con la vela, la esgrima, el yudo. La historia de Miriam Blasco; se había muerto su entrenador tres meses antes de la competición, pero decide tirar para adelante y consigue el oro en Barcelona… Así que estaré en Río 16, no sé aún en calidad de qué, ofrezco mi trabajo a los medios que lo quieran, incluido eldiario.es (risas), pero no para dar las noticias, sino para hacer análisis, comentarios. Me estoy preparando para ello. La cita con Río es ahora mi prioridad en la agenda.

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Comentarios

  • César Pinos Espinoza

    Por César Pinos Espinoza, el 09 junio 2015

    Muy bien Rafa. Leo con detenimiento tus temas. Escribo libros sobre historia, relatos y aventuras, pero tu concepción sobre la vida me apasiona. Felicitaciones desde Cuenca-Ecuador.

  • Fernando Olmeda

    Por Fernando Olmeda, el 09 junio 2015

    Gracias, rafa, por la entrevista y por invitar a los seguidores de «El asombrario» a la lectura de «A seis pasos de ti».

  • Paloma Ctrl

    Por Paloma Ctrl, el 09 junio 2015

    Buena entrevista. Lo compraremos 😉

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