Del ‘Manifiesto por el Clima’ al realismo mágico-ecológico de ‘Toletis’

Toletis y Claudia, los personajes creados por Rafa Ruiz vistos por la ilustradora Elena Hormiga.

Toletis y Claudia, los personajes creados por Rafa Ruiz vistos por la ilustradora Elena Hormiga.

Los escritores también han querido unirse a esta semana de movilizaciones por el planeta a través del ‘Manifiesto por el Clima’, que cuenta con un centenar de firmas, entre otras las de Rosa Montero, Manuel Rivas, Fernando Aramburu, Elvira Lindo, Isaac Rosa, Juan Carlos Mestre, Jorge Riechmann, Álvaro Valverde, Clara Obligado o Marta Sanz. También el periodista y escritor Rafa Ruiz, coordinador de ‘El Asombrario’, con el que hemos hablado en torno a sus tres libros de ‘Toletis’, relatos de realismo mágico-ecológico para niños y niñas de 7 a 107 años, que encajan plenamente en esta ‘revolución’ por un nuevo pacto con el planeta, por un acercamiento distinto a la naturaleza, por otra manera de estar en el mundo.

Rafa Ruiz habla despacio, con la misma calma con la que intenta tomarse la vida y que reclama para una sociedad estresada y ansiosa. Veterano periodista ambiental, poeta, ha publicado recientemente la tercera entrega de Toletis, Toletis y Claudia (MadLibro), doce cuentos de realismo mágico-ecológico, como le gusta llamarlos al autor, que nos invitan, a través del paso de las estaciones, a replantearnos cómo relacionarnos con la naturaleza. Toletis y sus amigos viven en un pequeño pueblo de la España vaciada, pero no están solos. Puede que haya pocos vecinos, pero, como dicen Toletis y su amiga Claudia, protagonista de este tercer libro, viven acompañados de los lobetes y los zorros azules, de los ardillos, los árboles, las montañas y las nubes.

La naturaleza, descrita con un lirismo contenido, es un personaje más de estas historias, se cuela en la piel de los habitantes del pequeño pueblo del norte de Burgos donde están ambientadas, el mismo en el que nació Rafa Ruiz y al que vuelve desde Madrid con cierta frecuencia a escribir. Un espacio añorado que le sirve de inspiración y donde la naturaleza es ubicua.

“Toletis nació como un homenaje al mundo rural, al pueblo donde yo nací y que ahora tiene nueve habitantes. En mi pueblo todo tiene nombre: una peña, una loma, un arroyo, un árbol grande. Perder el contacto con la naturaleza es lo que nos ha llevado a los problemas que nos asedian hoy en día, como la ansiedad, el estrés, la soledad o la frustración”, me explica Rafa Ruiz en Mad is Mad , la galería de arte que regenta en Chueca junto a Manuel Cuéllar y Andrés Fernández Rubio. La galería es uno de los pilares de la nueva vida de Ruiz desde que decidió abandonar voluntariamente El País hace unos años, tras el ERE que dejó en la calle a más de un centenar de periodistas. El otro eje es esta revista, El Asombrario, que coordina junto a Manuel Cuéllar.

Rafa Ruiz es uno de los escritores que ha apoyado el Manifiesto por el Clima, que cuenta con un centenar de firmas, entre otras las de Rosa Montero, Manuel Rivas, Fernando Aramburu, Elvira Lindo, Isaac Rosa, Juan Carlos Mestre, Jorge Riechmann, Álvaro Valverde, Clara Obligado o Marta Sanz. El manifiesto es una llamada de atención a los gobiernos, para que actúen ya, y un apoyo a la Huelga Mundial del Clima que se celebrará el próximo 27 de septiembre.

El periodista y escritor Rafa Ruiz en los alrededores de su pueblo, Quintanaentello (Burgos), que ha servido de inspiración para el universo de sus libros protagonizados por Toletis.

Más que cambio climático

Ruiz cree que aún estamos a tiempo de detener los efectos más devastadores del cambio climático. Sin embargo, hace también autocrítica. “Todo este movimiento, surgido a partir de los estudiantes, da un poco de esperanza. Creo que hay nueva savia para hacernos más sabios en la lucha frente al cambio climático. Pero creo que, a fin de cuentas, el cambio climático tiene una dimensión mayor, es la pérdida de la biodiversidad, es relacionarnos de otra manera con la naturaleza. Es pasar del supuesto bienestar que nos han vendido, que no es tal, a una sociedad del buen vivir, una sociedad más tranquila, igualitaria, más humana. A veces creo que se está enfocando demasiado la atención en el cambio climático porque hay también algunos intereses económicos conectados con la transición energética. No estoy muy de acuerdo con conceptos como emergencia climática. No puedes mantener a la gente en tensión durante años, que pase el tiempo sin que solucionemos nada. El cambio climático está bien para introducir a la población la idea de que hay que ir hacia la sociedad del buen vivir. Pero pienso que con tanto mensaje catastrofista, negativo, de emergencia, de pedir sacrificios, de criticar, de reñir, estamos equivocando la ruta y bloqueando al personal. Debemos comunicar de manera positiva, optimista, insistir en que relacionarnos de otra manera con la naturaleza no significa que vayamos a vivir peor; al contrario, viviremos de una manera más equilibrada y sana, más tranquilos. Es la idea que he querido transmitir con Toletis, una manera distinta de estar en el mundo”.

El las 12 historias del libro, que ha sido traducido al inglés por la editorial Neem Tree Press con una buena recepción de los lectores (“a veces creo que en Inglaterra lo han entendido mejor que aquí”, me confiesa), hasta los objetos tienen vida. Por ejemplo, antes de estrenarla, una nueva prenda debe pasar un tiempo en el armario para conocer al resto, para dialogar entre sí y entender un poco a quien se la va a poner. “Toletis y Claudia se encariñan con todo, porque todo tiene alma. Ven a los objetos de otra manera, opuesta a la obsolescencia programada, al consumo desmedido y a la cultura del usar y tirar. Si nos encariñamos con los objetos, ya hemos dado un paso muy importante en la defensa de la naturaleza”, afirma Ruiz.

Cuestiones de género

Le pregunto si el hecho de que Claudia tenga un mayor protagonismo en este libro respecto a ediciones anteriores es un guiño al feminismo. “Empecé a escribir Toletis un verano en el que tuve que recuperarme de una luxación de hombro. Las historias surgieron sin ninguna pretensión, más que nada como terapia, y de una manera natural, en compañía de mi abuelo de noventa y tantos años. He intentado mantener ese tono en las dos siguientes entregas. Eso sí, los días que escribo Toletis solo converso con esos niños, no hago otra cosa, ni hablo con nadie más. Los personajes van creciendo y manifestándose solos. Claudia, con su desparpajo y sus instintos alerta, empezó a ganar protagonismo frente a Toletis y me di cuenta de que era de justicia ponerla a ella en la portada. Al fin y al cabo, son la misma persona. Toletis es más reflexivo y ella es más visceral. Pienso que en el feminismo hay una parte en la que no estoy de acuerdo, y es en la manera tan radical con la que distinguen entre hombres y mujeres. Habría que ir más allá del género y pensar que todos los humanos tenemos un porcentaje de hombre y de mujer, incluso los dirigentes de Vox; hay que poner en igualdad al lado femenino que todos tenemos frente al lado masculino. Subrayar tanto esa dicotomía hombre/mujer no hace ningún favor, pensemos más en un género fluido, porque a veces el efecto boomerang, la vuelta del péndulo, puede ser terrible; pensemos en la igualdad de todo y en quitarle importancia a si eres hombre o mujer; por ese camino, el resto vendrá solo”.

Lenguaje juguetón

En Toletis, que cuenta de nuevo con las maravillosas ilustraciones de Elena Hormiga, uno puede sentir el movimiento de las hojas mecidas por el viento, la mirada de un lobo bueno, una nube que define el pensamiento de una persona. El uso del lenguaje es uno de sus grandes valores, también el hecho de “hablar” con la voz de un niño. Toletis, tierno y sensible, reflexivo, nos interpela con sus preguntas e inquietudes, inocentes en apariencia.

“Desde el principio quise que el lenguaje fuese juguetón. Me parece que a los niños les entran mejor las historias si se las presentas como un juego. Toletis, Claudia y Tutan son creativos con el lenguaje. Y además de divertir, esto sirve también para utilizar recursos como la metáfora, la aliteración, la onomatopeya. Hay gente que me ha preguntado si en el tercer libro ya han crecido los personajes. Y yo me pregunto: ¿qué es crecer?, ¿convertirse en un señor barrigudo y serio que ha perdido la imaginación y las ganas de jugar y reír? Pues no. Sí han crecido respecto al primer libro en el sentido de que son más conscientes de sí mismos y de lo que les rodea. Se plantean temas como la muerte, el más allá. Eso para mí es crecer, no lo otro, lo que convencionalmente entendemos por hacernos mayores… y aburridos”.

La vida es un bucle

En las historias de Toletis siempre hay magia y conexión con la naturaleza, que de alguna manera nos salva y nos acoge, incluso de nosotros mismos. Nacemos y volvemos a ella cuando morimos, de eso se dan cuenta Toletis y sus amigos. Y es una idea tranquilizadora, como la lectura de este libro, que deja al lector inmerso en un mundo, nada almibarado pero sí amable, del que no queremos salir. Por eso, me cuenta Ruiz, la mayoría de sus lectores prefieren la noche, justo antes de acostarse, para adentrarse en sus historias.

“La vida no es circular, es un bucle”, sostiene el autor. “Un bucle en el que todo avanza, retrocede un poco, vuelve a avanzar. En ese sentido el presente, el pasado y el futuro son un continuo. Por ejemplo, Claudia quiere enmarcar una gallina que dibujó antes de nacer. Hay gente que ha desaparecido, pero está más cerca de nosotros que otras a las que tenemos al lado. En el libro hay mucho de panteísmo, sí. Nada es lineal, nada es de usar y tirar. Todo es un bucle. Y todo tiene su alma”.

Como informador además de escritor, Ruiz se lamenta de que hablar de naturaleza siga siendo algo extraño en los medios, poco natural de hecho.” ¿Por qué nos suena raro?”, se pregunta. “Fíjate, Javier, que hemos llegado a la contradicción de que hablar de la naturaleza no sea algo natural”.

Sobre la España vaciada, Ruiz cree que hace falta voluntad política y económica para revertirla. “Por utilizar un símil, la dinámica capitalista prefiere que la gente esté estabulada, con una bombilla encima como las gallinas, poniendo huevos sin parar, como ocurre con la ganadería intensiva, prefiere eso a que vivamos en los pueblos, el equivalente a la ganadería extensiva, que es más difícil de manejar, pero mucho más bello, ético y saludable, para todos, todas y todo”.

Deja tu comentario

¿Qué hacemos con tus datos?

En elasombrario.com le pedimos su nombre y correo electrónico (no publicamos el correo electrónico) para identificarlo entre el resto de las personas que comentan en el blog.

No hay comentarios

Te pedimos tu nombre y email para poder enviarte nuestro newsletter o boletín de noticias y novedades de manera personalizada.

Solo usamos tu email para enviarte el newsletter y lo hacemos mediante MailChimp.