María del Puy, la productora detrás de ‘Madre’, ‘Luchadoras’, ‘La primavera rosa’

La productora María del Puy Alvarado con el Goya recibido por el cortometraje ‘Madre’ de Rodrigo Sorogoyen.

La productora María del Puy Alvarado con el Goya recibido por el cortometraje ‘Madre’ de Rodrigo Sorogoyen.

En plena temporada de festivales de cine y con el premio nacional de Cinematografía recién concedido a Josefina Molina, nos detenemos en las mujeres que producen cine en España. Qué difícil aún. Abordamos esta labor/pasión profesional a través de María del Puy Alvarado, productora de Malvalanda. Entre sus últimos trabajos, el cortometraje ‘Madre’, de Rodrigo Sorogoyen, ganador del Goya, nominado a los Oscar y convertido ya en largo. María ha sacado adelante también series documentales para visibilizar a mujeres artistas o tomarle el pulso a los derechos LGTBI en el mundo. Silvia Melero ha hablado con ella.

Desde los inicios de ‘Madre’ hasta la presencia en los Oscar, ¿qué recorrido ha habido?

Me encontré con Rodrigo Sorogoyen en junio de 2016 en un foro de proyectos y me fascinó el guión. Tiene una tensión y juega con la imaginación de una manera que me encantó. Empezamos a hablar y pusimos en marcha el corto, pero nunca pensamos que iba a llegar donde ha llegado. Me pasó también en 2007; hice el corto Consulta 16 de José Manuel Carrasco y, de repente, ese corto empezó a ganar permios, sin esperarlo; creo que tiene más de 70 premios. Nunca sabes. Madre se estrenó en 2017 y empezó la avalancha de premios hasta los Goya y la selección a los Oscar. El guión es muy bueno. Un niño pequeño perdido en una playa ya te pone en una tensión muy fuerte. Y lo que no ves y sugiere la mente es muy poderoso. Imaginamos e inventamos todo lo que está pasando. Pensé ‘esta historia hay que acabarla’. Le propuse una película, porque me pareció que ahí había una peli, y es lo que acabamos de hacer. La primera secuencia de la película es el cortometraje tal cual y luego el largo sigue su curso. Se estrenará en otoño. Tenemos muchas ganas de enseñarla al público y ver las reacciones de la gente.

¿Cómo se vive toda esa avalancha de premios?

Entre los Goya y los Oscar pasó un año, menos mal. Hay cierta tensión, estás nominado y quieres ganar. Sabes cuándo vas con más posibilidades y con menos. Todo el mundo apostaba por Madre, pero nunca se sabe. Estaba nominada también por Primavera Rosa en México, pero yo eso lo veía más complicado. En el caso de Madre ya estaba el proyecto de la película en marcha, así que el Goya era un buen empujón. Nos ayudó mucho ganarlo, no es un empujón definitivo pero ayuda. Y luego llegó la nominación a los Oscar, es como un huracán, campaña, prensa, viajes, comidas… Tiene tanta visibilidad que un proyecto español llegue a los Oscar que la avalancha de cariño que recibes es impresionante. Es todo muy intenso. No ganamos (ya se veía que no estábamos entre los favoritos, estaba difícil), pero es que estar ahí ya fue una alegría increíble. Lo celebramos porque estar nominados ya fue muy grande. 

¿De dónde viene tu conexión con el mundo del cine?

Siempre me gustó el cine, a partir de los 15 años cada vez me gustaba más ir al cine a ver películas, alquilar VHS (prehistórico ya, mis alumnos de la facultad creo que no sabrían qué es). Estudié en la facultad de Ciencias de la Información de la Complutense y luego pensé que quería dedicarme al cine, así que entré en la Escuela de Cine y Audiovisual de la Comunidad de Madrid (ECAM) para estudiar producción. Ese tiempo cambió mi vida profesional y personal. Estando en la ECAM con un compañero (Álvaro Giménez) hicimos el cortometraje Luminaria, fue mi primera producción. Creo que es el corto más complejo que he hecho, porque la ignorancia es muy atrevida. (Risas). Creo que nunca he vuelto a hacer algo tan complejo de rodaje. Me di un pequeño golpe, pero el corto funcionó muy bien, tuvo premios, estuvo en festivales internacionales importantes. Empecé a producir más cortos, hasta el último, Snorkel, unos 20 ya.

¿’Luminaria’ te dio el empujón para crear Malvalanda, tu propia productora?

Sí, después del corto pensé que si quería producir más tenía que tener una estructura, y a partir de ahí monté Malvalanda. Siempre tuve la idea de querer producir, no trabajar en otras producciones sino poner en marcha mis proyectos. Hasta ahora he tenido ese espíritu emprendedor. Recuerdo que un día Marisol Carnicero, que era mi profesora y es una de las primeras mujeres directoras de producción que hubo en España, nos preguntó en clase quién quería producir sus proyectos y quién quería ser director de producción, y yo levanté la mano porque tenía claro que quería producir. Y luego leí un libro de Elías Querejeta (La producción como discurso) y me pareció muy interesante. Seguí haciendo proyectos, antes de hacer largos he hecho muchos cortos, no es fácil producir largos, nos pilló la crisis por el camino y lo compagino con proyectos audiovisuales más comerciales para poder sobrevivir.

Es la base de todo, la producción, una de las patas más importantes y complicadas en la industria del cine pero también quizá la más desconocida.

Tiene esas dos partes, desde la industria española al menos. En Estados Unidos sí tienen más visibilidad, pero en nuestra industria los productores y productoras apenas se conocen. Si le preguntas a alguien que te nombre productores, probablemente citen a Elías Querejeta y alguno más, pero no creo que salga un listado. Al final las pelis las venden los directores y los actores, son las caras visibles y los que hacen que llegue al público.

Y si preguntas por mujeres productoras, ¿dirían alguna?

Hay menos productoras, pero hay. En general, los puestos de responsabilidad en el cine ocupados por mujeres son un 20%. El machismo afecta a todos los sectores, también al cine y la producción. En 2018, a Esther García, la productora de las películas de Almodóvar, le dieron el premio Nacional de Cinematografía, tuvo repercusión pero no tanta. Desde que se otorga ese galardón, premios a mujeres pocos y casi todos a actrices. Hay un techo de cristal real, igual que existe en otras profesiones. Tú vas a un rodaje y sí ves muchas mujeres, pero son auxiliares, ayudantes, pero ¿cuántas directoras de fotografía hay? Las cifras de CIMA son arrolladoras.

Según un informe de la Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales en España, las películas dirigidas por mujeres tienen un 50% menos de presupuesto que las dirigidas por hombres…

El machismo existe en el sector cinematográfico como existe en toda la sociedad. Un sector en el que los puestos de responsabilidad están ocupados mayoritariamente por hombres no es un sector igualitario. En la facultad de Ciencias de la Información donde doy clase hay más mujeres que hombres y son buenas alumnas, sacan mejores notas. Y mis alumnas tienen un concepto de la igualdad y del feminismo mucho más incorporado que nuestra generación. Hemos avanzado mucho, pero falta mucho por recorrer. Hay un machismo “invisible” que es difícil de explicar, tiene que ver con el paternalismo que percibes, tiene que ver con la sensibilidad, no todo el mundo lo ve y muchas veces hay gestos machistas sin darnos cuenta. Yo misma tengo gestos machistas, nos hemos educado en una sociedad machista.

¿Qué factores te hacen elegir un proyecto, cómo te late por dentro?

Con los cortos leo muchos guiones, para mí la base de todo es el guión. Creo que una historia potente con una factura no tan potente puede salvar una película, sin embargo un mal guión con una factura increíble nunca salvará la película. Soy gran defensora del guión, de la historia, de los guionistas. Cuando lees un guión de un corto y te mueve algo, te emociona, sabes que sí. No es algo científico, es muy subjetivo. La fase de financiación es muy difícil, todos los productores tenemos proyectos que se quedan por el camino, no se terminan. Hacer una película es un proceso muy complejo, intervienen muchos factores, muchos elementos, equipos creativos, logísticos, hay actores, eléctricos, jardineros, directores, una mezcla muy diversa y conseguir que cuando se diga acción todo funcione es complicado. Veo a los directores en los rodajes orquestando a tanta gente, respondiendo preguntas y es increíble. Te pasas años preparando una peli y llegas al rodaje y una secuencia cumbre te la juegas en unas horas o en dos jornadas. Todo tiene que encajar y funcionar, y hay mil variables que pueden hacer que el resultado no sea el deseado. Y a veces al revés, hay magia y el resultado es mejor de lo esperado.

¿Cómo manejas a nivel personal asumir tantos riesgos día a día?

Asumes riesgos todo el rato, desde personal y recursos humanos por si le pasa algo a alguien en un rodaje (son equipos enormes), hasta los económicos, laborales… Es imposible controlarlo todo. Puede pasar cualquier cosa. Y cuando acabas la peli, estrenas y no sabes qué va a pasar no sólo en España sino con las ventas internacionales, porque las películas tienen más recorrido, no sólo en el país de origen. Evidentemente no tiene la misma responsabilidad hacer un corto que un largo. E incluso a veces apuestas por algo que te gusta pero el resultado no se consigue, no tiene visibilidad en festivales. Es que nunca sabes. Con el corto te puedes relajar más, creo que es un campo de experimentación, te puedes conceder más libertades.

En todo esto tan práctico y pragmático, ¿cómo es tu trabajo creativo?

He participado también en la parte creativa de varios proyectos, he coescrito incluso. Como el cortometraje documental sobre la artista contemporánea Elena Asins.

Queremos hacer una serie de documentales sobre mujeres artistas que tengan poca visibilidad. Empecé a documentarme sobre mujeres muy top en su profesión. Ahí estoy desde la semilla creativa, desde el inicio, coescribimos el guión juntos. Lo he hecho también con Luchadoras, corto que fue nuestra primera nominación a los Goya. Lo que más me gusta es la parte de crear y desarrollar. Ahora estoy en la fase de desarrollo de proyectos, porque estamos ya cerrando otros y me siento muy feliz ayudando a crecer los proyectos creativamente y ayudar a que se financien para hacerlos realidad. Creo que hacerlos realidad tiene una parte de reto muy estimulante.

¿En qué fase está este proyecto sobre mujeres artistas?

El primer documental lo hicimos sobre Elena, premio nacional, tiene obra en el Reina Sofia, ha expuesto en 20 países y no era tan conocida para la gente. Quienes veían el corto luego buscaban información sobre ella, iban a ver su obra. El corto llegó a la preselección de los Oscar, me siento muy orgullosa. ¡Es un cortazo! Cuando hicimos la serie Mujeres por el mundo sobre la situación de la mujer en diversos países (México, Rumanía, Marruecos) era algo más genérico; este proyecto sobre las artistas es muy específico. Pero si la ficción es complicada, financiar el documental es todavía más complicado aquí. No tenemos tanta cultura del documental. Es un proyecto abierto que continuará seguro.

¿Y la serie documental ‘La primavera rosa’?

El primer episodio surge porque el director Mario de la Torre y uno de mis coproductores, Rafa Linares, querían rodar después de las primaveras árabes cómo habían afectado a los derechos LGTBI. Rodamos La primavera rosa en Túnez y después nos planteamos visibilizar más países (Rusia, México, Brasil, España). Hemos parado (no cerrado) porque estamos con otros proyectos, pero es muy interesante. En España estamos mucho mejor que en otros países, con legislación muy potente y la sociedad avanzada, aunque ahora hablar de esto con lo que está pasando es difuso, pero sí creo que en la sociedad española hay una aceptación y conciencia de igualdad muy elevadas. Por ejemplo en México hay una ley muy avanzada con derechos logrados, pero en la sociedad no ha calado y en zonas rurales hay asesinatos a personas homosexuales, y la familia no se atreve ni a recuperar el cuerpo por el contexto social. En Rusia el equipo que fue a grabar estuvo amenazado por abordar este tema.

¿En qué proyectos andas metida ahora?

Ahora estamos con una coproducción de una película chilena, cerrando un documental sobre Francisco Umbral y presentando el corto Snorkel, que ha dirigido Borja Soler y hemos coproducido con Caballo Films, una historia de tensión familiar con niños contada desde otro punto de vista. Un padre desesperado tras una separación que no sabe gestionar ese contexto.

Lo que es insólito es que en un contexto económico tan complicado para lo cultural sigan saliendo adelante películas…

Es que a un contexto en el que es tan difícil encontrar financiación se suma que los hábitos de consumo están cambiando mucho. Los datos están ahí, la taquilla ha bajado en los últimos años, el consumo de cine en sala se reduce y se va cada vez más a plataformas. Tengo el termómetro de eso en mis alumnos, soy profesora asociada de producción en la Universidad Complutense. Cuando entré, les pregunté a mis alumnos qué película habían ido a ver al cine el fin de semana. Casi ninguno había ido. Y son alumnos de comunicación audiovisual. Ven cine, pero en otros formatos y plataformas. Siempre que puedo voy a salas de cine, es una experiencia distinta, me concentro de otra forma, en casa te puede distraer más el teléfono, no sé, es otra manera. Pero esto está cambiando. En España se está produciendo mucho audiovisual, series para plataformas y canales, grandes producciones, pero el cine no está en tan buen momento. Es difícil financiar una película de presupuesto medio. Se ha polarizado mucho: o pelis de grandes presupuestos, muy apoyadas y muy comerciales (que tienen que existir y me encantan), o películas muy pequeñas. El modelo intermedio cuesta sacarlo adelante.

¿Qué es para ti lo más fascinante del trabajo que haces?

Lo más bonito es que es un trabajo creativo y te dedicas a hacer realidad las historias, puedes contar las historias que te interesan y te encantan. Al menos intentar ponerlas en marcha. Cada proyecto es un reto, cada uno es distinto y necesita un cuidado diferente. Me gusta mucho contar historias y poder elegir. A veces salen bien las cosas y a veces te equivocas, pero decides lo que quieres hacer con todo lo que conlleva.

Junto a las alegrías, ¿los disgustos traen aprendizaje?

Hay mucho brillo por lo que sale bien, pero también he vivido momentos duros y me he caído muchas veces. El éxito no tiene que ver con las veces que te caes o no, sino con las veces que eres capaz de levantarte. Para cada persona el éxito es un concepto diferente. Para mí es hacer lo que quiero hacer, contar las historias que quiero contar y trabajar con quien me apetece. Lo demás, si viene, genial. Pero hacer cada día lo que quieres es el éxito pleno.

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