Marina Rossell + Moustaki: un disco con la calma de los sabios

La cantante Marina Rossell.

La cantante Marina Rossell.

La cantante Marina Rossell.

La crítica pronto empezó a llamarla “la voz exquisita”. Y fue también una de las voces de la Transición. Su primer disco en 1976, ‘Si volieu escoltar’, recopilaba canciones populares catalanas actualizadas, pero fue ‘Penyora’ el trabajo que la lanzó a la fama. Incluía la canción más popular de su carrera, ‘La Gavina’. Su último trabajo es la continuación de un homenaje que empezó con un volumen anterior en el que canta en catalán temas de su amigo el cantautor George Moustaki. De él dice que es “la última leyenda de la canción francesa”. Moustaki eligió los temas del disco, antes de morir.

Marina Rossell (1954, El Gornal, Tarragona) ha grabado más de 20 discos (entre ellos Bruixes i maduixes, Barca del temps o Clàssics catalana) y ha llevado su música y su guitarra por diversos países europeos, iberoamericanos y africanos. Su trabajo ha sido reconocido con el Premio de la Academia de la Música al mejor disco tradicional y la Cruz de Sant Jordi, entre otros galardones. También su compromiso en la lucha por las libertades mereció el premio Olof Palme por su apoyo a la paz.

En este ‘Marina Rossell canta a Moustaki, Vol. 2’, hay 11 versiones de temas del cantautor y una canción tuya que le dedicas a él. ¿Qué legado te dejó?

Lo más importante es que era un hombre libre en todos los aspectos, en su mente, su pensamiento, su corriente filosófica, su modo de expresarse y de actuar. De los pocos que he conocido así. Para mí ha sido alguien importante en mi vida, en el aspecto profundo y humano. Siempre estará. Es una presencia constante en mi vida.

La canción que le has hecho (‘Absents’) habla de la muerte, sin decir la palabra, ¿quizá porque la ausencia queda llena de muchas cosas?

Sí, es un intento de hablar de la muerte sin nombrarla, de lo que se siente ante la muerte. “Ahora que estás lejos pero quizá no mucho”. Me resultó difícil explicar eso y abordar cómo llega el momento, el espacio se hace ancho y silencioso cuando llega el momento de no decirse nada, de contemplar el amplio y largo silencio. Bueno, nadie muere hasta que muere la última persona que lo recuerda. Así que mientras permanece el recuerdo, nadie desaparece. Si alguien te recuerda, aún no has muerto del todo. Imagínate Moustaki… Tiene asegurada la eternidad, lo van a recordar muchas generaciones.

Es un trabajo muy cuidado, ¿busca transportar a espacios de calma e interioridad?

Esa es la intención, que sea un disco evocador, que refleje al mismo tiempo calma. Que traiga la paciencia de los sabios, que van narrando historias, evocando mundos, que no aburre sino que te transporta.

¿Por qué alguien que no conozca a Moustaki debería acercarse a su música a través de tu disco?

Básicamente porque fue y es un librepensador. Fue el guardián de las cosas pequeñas, abrió su mente al mundo. Era políglota. Tenía, como él mismo decía, la llave de diferentes lenguas y podía penetrar intelectual y humanamente en diferentes continentes. Nace en Alejandría, es árabe pero su madre judía, sus abuelos son griegos, su lengua materna es el italiano y luego fue el francés. Recuerdo su amor por las lenguas, en La Alhambra en Granada descifraba las palabras escritas en árabe antiguo. Era una persona muy interesante, una leyenda. Yo creo que la última leyenda de la canción francesa.

¿Cómo se inició esa relación de amistad entre vosotros?

Hace más de 30 años, en Marrakech en unos conciertos, luego Suiza en más conciertos. Son 30 años de vivencias, de muchos recuerdos. Una de las cosas que me viene a la mente es que detestaba esperar en los semáforos si no pasaba nadie (risas), tanto cuando íbamos en moto en París como cuando era peatón. Recuerdo también mucho su amor por la vida, por las cosas más sencillas.

El volumen 1 cantando a Moustaki que publicaste anteriormente fue el disco más vendido en Cataluña en 2013 (más de 30.000 copias). ¿Cómo lo explicas? No es un disco fácil ni comercial…

Moustaki tiene un carisma especial. He hecho un trabajo de una gran sencillez y al servicio de unas melodías perfectas. Aunque creo que aportamos algo nuevo a las canciones, nunca pierden la esencia de las originales, eso le gustó también a él y me pidió que hiciera un segundo volumen. Elegía las canciones y me mandaba mensajes y correos sugiriendo títulos. Así fui construyendo ese segundo volumen. Me apetecía porque eran canciones bellísimas, eso me estimuló. Lo hice como un trabajo de amor, pero volver a él me ha traído mucha suerte. Pude ofrecérselo en vida a él mismo, fue un homenaje a su persona y él lo vivió.

Vender miles de discos con una propuesta cultural como ésta, ¿demuestra que no todo está perdido?

Bueno, la música no está en crisis en sí misma, sino lo que la industria ha hecho con ella, que ha sido laminarla. Estamos a merced de las nuevas tecnologías, me gustan y las admiro, pero la cultura y la música es un valor en sí mismo, como lo es el trigo. Has tenido que cultivarlo, formarte, cuidar la semilla para que dé un fruto… Es un trabajo de artesanía que tiene un valor. Este valor parece que se ha perdido, por tanto perdemos el pan, perdemos la esencia, y hay que volver a encontrarla. Hay que pagar por ese valor, igual que pagas el pan en una tienda o una bebida en un bar.

Le ibas enseñando las adaptaciones a Paco Ibáñez, ¿por qué a él?

Porque era muy amigo también de Moustaki, son esas viejas leyendas que quiero y admiro. Paco es un degustador de música y pensé que si le gustaba a él podría gustarle a mucha gente. No dejan de ser adaptaciones en las que cambio la lengua, la métrica, aunque soy muy respetuosa. Recuerdo que Paco me decía: “Mira, dile al griego Moustaki que esas canciones las escribió en realidad en catalán y muchos años después las pasó al francés” (Risas). Es verdad que todo quedó muy armonioso, no se traicionaba nada.

Y encima en catalán, con la que hay liada… ¿Cómo se vive desde la música el derecho a decidir y los nacionalismos de uno y otro lado?

Detesto la hostilidad. Y el miedo es la hostilidad hacia la cultura. Da miedo que esto provoque hostilidad hacia ambas culturas, creo que las culturas deben preservarse. Igual que Moustaki era el guardián de las cosas pequeñas, me gustaría también a mí serlo. Quiero decir que la cultura tiene que estar por encima de todas las batallas y armas arrojadizas de los políticos. Yo creo mucho en la fraternidad de los pueblos, soy hija de la Transición (viví un poco el franquismo pero soy una cantante de la Transición), de aquellos conciertos con cantantes de todas las nacionalidades. Añoro eso, la fraternidad. Siento que los gobiernos tienen que hablar entre sí, pero no es sólo hablar, tiene que hacerse el diálogo.

¿Qué te hizo coger la guitarra a los 16 años y dejar el pueblo de El Gornal para irte a Barcelona?

Creo que es un impulso que tienes en ese momento y no se sabe bien por qué, pero lo tienes. El ser humano tiene esos misterios. Hay cosas que no se explican, suceden. Me fui pero los recuerdos musicales de mi infancia en el campo son los que más me marcaron. Incluso a los niños nos hacían cantar canto gregoriano en las misas. También nos hacían cantar en latín. A mí me impactaron esas músicas místicas. Y también las canciones que cantaban nuestras madres, que no están clasificadas en ningún sitio pero están ahí, como las de las fiestas y los bailes.

Tu labor profesional ha sido muy reconocida, pero también tu compromiso con la lucha por las libertades (has estado en el Sáhara, Palestina, Irak, Ciudad Juárez, etcétera). ¿Va muy ligado a tu música?

Para mí, sí. Pero, sobre todo, no hacer cosas por hacerlas, darle un sentido. No busco lo inmediato, me gusta profundizar en las cosas.

Has recuperado también la obra de clásicos catalanes, música que forma parte de la historia y que rescatas para otras generaciones.

Sí, esto me ha interesado siempre mucho, revisar temas clásicos que no se versionaron durante muchos años por avatares de la censura. Me llevó a replantearme cómo devolver esas canciones sin que perdieran la esencia, pero dándoles una mirada nueva.

¿Qué hace que una canción como ‘La Gavina’ tenga un recorrido distinto a las demás?

Es un secreto que no conocemos. Sólo lo sabe la propia canción. La canción habla cuando la cantas, forma parte de un misterio que no podemos explicar, por suerte. Si no, todo el mundo perseguiría eso (Risas). Son cosas enigmáticas, crípticas, que encierran un mundo en sí mismas. Está también la sensibilidad del ser que recibe el tema. Te cautiva o no. Nadie sabe…

Marina Rossell ofrece un concierto de tributo a Moustaki el 21 de marzo en el Teatro Principal de Valls (Tarragona)

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