Mica: «El futuro será lo despojado, la búsqueda de uno mismo»

La cantante y compositora Micaela Farías Gómez.

La cantante y compositora Micaela Farías Gómez.

La cantante y compositora Micaela Farías Gómez.

La cantante y compositora Micaela Farías Gómez, ‘Mica’, actúa hoy en el Womad Cáceres 2019.

La cantante argentina Micaela Farías Gómez, alias Mica, va a vivir hoy su primer festival Womad en Cáceres en esta nueva edición que comenzó ayer. Dice estar emocionada, contenta y agradecida por poder formar parte de un fenómeno que reúne en Extremadura a lo mejor de eso que llaman la world music. No es para menos. Mica se ha hecho un nombre en su país y a base de algo que ya no es moda sino signo de los tiempos: la fusión.

Si Rosalía hizo suyo el trap, el hip-hop y otros ritmos urbanos para mezclarlos con aquello que había sido su materia de estudio en el Conservatorio: el flamenco; Mica hace lo propio, pero con el folclore latinoamericano. Una música que le viene desde la cuna: es hija de Chango Farías Gómez, toda una leyenda del folclorismo argentino.

Puso en pie una banda llamada Santadiabla, con la que ha grabado dos discos, Flores (2013) y En el Espejo (2017), una mezcla muy personal de raíces con ritmos urbanos y tintes de flamenco, del que dice estar enamorada desde la primera vez que lo escuchó.

¿Qué significa para ti estar en el cartel de un festival como el Womad?

Algo muy grande, porque creo que compartimos el mismo espíritu: el apoyo a la tolerancia y la multiculturalidad. Espacios como este son importantes ahora que muchos estamos despertando de un montón de desigualdades y que nos hemos hecho conscientes de todo tipo de violencia que nos rodea. Como mujer, lo siento en carne propia y lo digo.

No sabes el lío que hay en España con el asunto de la fusión que hace Rosalía. Hay un buen sector de la audiencia que la acusa de apropiación cultural por hacer suyo el flamenco. ¿Qué opinas de la polémica?

Rosalía es una artista que me cautivó en cuanto la descubrí. Me parece importante la reflexión sobre la apropiación cultural, porque sí creo que en algunos ámbitos ha sido muy clara.

¿Por ejemplo?

En el caso de mi país, ha habido ocasiones en las que he visto gente que se disfraza de una forma determinada para hacer parodia de unos símbolos que desconoce y que pertenecen a pueblos nativos de la tierra, por ejemplo. Todo de una manera muy instrumental: para conseguir algunas cosas. En el caso de Rosalía no creo que sea así. Ella ha estudiado el flamenco, y su fusión con otras manifestaciones está hecha desde el respeto, la responsabilidad y el amor.

Lo mismo siento con el trabajo que hacemos nosotros, porque nace de una vivencia real y empírica. No es superficial. Es cierto que es necesario distinguir cuándo las propuestas vienen desde una superficialidad o una estrategia de mercadotecnia y cuándo vienen desde el trabajo artístico profundo. Rosalía es comprometida con lo que hace y también con lo que dice.

Pero también la han acusado de formar parte de una estrategia de marketing descarada… ¿Cómo es posible distinguir el límite entre marketing y propuesta profunda?

Es cierto que cuando escuché un tema como Con altura me llamó mucho la atención que se apartara, en cierta forma, del discurso que venía llevando hasta entonces. Lo que hay que saber es que existe un mercado que tiene la capacidad de fagocitarte más allá de lo que uno está dispuesto a admitir. Hay que estar muy alerta. La industria es salvaje y manejada por el dinero. Creo que mantener el equilibrio es complicado. Pero yo a Rosalía la siento como una artista profunda y comprometida, ese es mi sentir real.

Ahora que hablamos de la industria, ¿no te parece que la fusión, la mezcla, los extremos se han convertido en una especie de nuevo ‘nicho de mercado’? Me refiero a que veamos cosas como Maluma con Madonna, por ejemplo.

No he escuchado lo de Maluma con Madonna.

Resumiéndolo mucho, la cosa es que Madonna se ha pasado al reguetón.

Madonna es un icono y es una artista incontestable. Pero volvemos a la voracidad de la industria y también hay artistas que sienten la necesidad de verse dentro de una ola cuando en realidad ya están bien arriba. A veces es más por necesidad que otra cosa.

¿Cómo os movéis vosotros con la industria?

Nosotros somos artistas independientes y tenemos algún contacto puntual y específico con la industria. Pero somos artistas que estamos en un lugar muy underground. Cuando tenemos propuestas para proyectos más grandes, siempre tratamos de leer bien las condiciones, porque sabemos, a través de colegas, de malas experiencias y ese tipo de cosas.
  
¿Cuál es la filosofía de Mica y Santadiabla?

Vengo de una familia que tiene una base musical muy fuerte en la raíz folclórica argentina. Esa es mi primera base y desde ahí me he vinculado con la gente que tiene dentro lo más ancestral. Y por otro lado me he criado y he crecido en la ciudad y por eso me he vinculado también con personas y espacios que tienen que ver con el jazz, la música contemporánea, la música urbana. La música urbana no es otra cosa que una expresión folclórica de la ciudad.

¿Cuándo empezaste a colaborar con tu padre?

Cuando tenía 17 años. Le hacía coros y más tarde decidí hacer mis propios proyectos como Santadiabla. Él escuchó parte de mi propuesta, no lo más moderno, pero siempre me apoyó.

¿Cuál es tu relación con el flamenco?

Empecé a estudiar flamenco en Buenos Aires y más tarde vine a España a continuar con esos estudios. Estuve en Madrid y Jerez de la Frontera. Me enamoré del flamenco desde muy pequeña. Creo que es el tipo de música que más escucho, de los cantaores y cantaoras más tradicionales hasta los más modernos. Me enamoré, es una expresión muy profunda y muy genuina. Es algo que habita en mí.

¿Cuánto tiempo estudiaste flamenco?

Fueron como 8 o 9 años.

Cuando entrevisté a Natalia Lafourcade me insistió muchísimo en lo importante que es para ella el folclore. ¿Cuál es tu reivindicación de la música tradicional de tu país?

El folclore habla de la historia. La música no deja de ser parte de la historia de la humanidad. La historia es una cronista de los tiempos. A través de la música se puede comprender qué es lo que ha pasado en una sociedad: las guerras, las colonizaciones… La música tiene capas que hablan de la historia. Cuando uno desconoce las raíces de donde viene, se pierde una parte interesante de su propia persona, de uno mismo. Creo que ahí está la importancia. Y es desde ahí, desde la raíz, donde yo comienzo todo.

Además de por la defensa de la música tradicional, eres muy conocida en tu país por tu lucha incansable por definirte como mujer. ¿El mundo de la música en Argentina es machista?

El mundo es machista. Creo que el mundo es patriarcal y Argentina no está exento de eso. El mundo es muy duro para las mujeres, así como para cualquiera que muestre una disidencia sexual. Como mujer, en la música he vivido distintas situaciones de desigualdades, malos tratos, más o menos directamente. Luchar contra eso es importante. Tenemos que lograr un mundo más justo para todas las disidencias.

¿Qué opinas del movimiento de contestación al feminismo más radical?

Es muy complejo. En todo movimiento que se despierta siempre aparecen los extremos. En general a mí los extremos me parece que terminan siendo más funcionales para aquello contra lo que se lucha, la verdad. El extremismo a veces lo que hace es alejar y deja fuera a mucha gente y, en ocasiones, echa mano de formas de expresión que rayan lo violento. Cuando algo se lleva al extremo, en general, es negativo.

¿Todos los hombres son machistas por el mero hecho de haber nacido hombres?

Estoy cercana a esa premisa, pero no la observo desde lo condenatorio. Hombres y mujeres somos machistas porque vivimos y nos criamos bajo una sociedad machista. Creo que la mayoría de la población es machista. Más el hombre por ser hombre; porque ha tenido más privilegios. Lo que no significa que el hombre no quiera deconstruir eso y entrar en una búsqueda de abandono del machismo.

Desde tu posición, ¿cómo crees que se puede luchar mejor contra el machismo?

Milito en un grupo de mujeres músicas de Buenos Aires. Somos «músiques» porque incluimos disidencias y mujeres transgénero. Somos Músiques Unides en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Desde ese espacio estamos apoyando diferentes causas que nos interpelan, primero como mujeres y mujeres en la industria de la música. Nos reunimos, reflexionamos, invitamos a feministas, pensadores, filósofos, para seguir escudriñando cómo desde el mundo de la música podemos defender nuestros derechos. Impulsamos leyes como la ley de cupo para que haya un cupo mínimo de mujeres en los festivales.

¿Es algo que trasciende lo artístico?

No tanto. A nosotros nos gusta definirlo como artrivismo.

¿Cuál es el futuro de la música bajo tu punto de vista?

Creo que hay una necesidad de tratar de volver a cierta raíz. De conectar con lo más primigenio de cada uno. Sin duda va a haber una vuelta a la búsqueda de lo más despojado, del centro de uno mismo.

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