Atención a un nuevo movimiento mundial: ‘Hebras de paz viva’

Foto: Tales Carvahlo.

Foto: Tales Carvahlo.

“ Hebras de paz viva ”. ¿Y eso qué es? A la mente acuden manos tejiendo una tela en común a partir de los restos de una batalla. Y así es: Pequeños gestos desinteresados llevados a cabo por personas corrientes en medio del fragor de la guerra a favor de alguien del supuesto “bando contrario”. Como Schindler en la Alemania nazi. Y una se imagina manos de mujeres, de hombres, de niños, de ancianos que recogen esas hebras, esos gestos, con los que van tejiendo una tela a base de relatos que podrá dar cobijo a quienes precisan paz, esa “paz positiva” de la que habla Juan Gutiérrez, una de las cabezas pensantes y visibles de este proyecto del que él mismo dará cuenta mañana en Medialab Prado.

“Las hebras de paz son esos actos, la mayoría de las veces pequeños y casi imperceptibles, pero otras veces desafiantes e incluso heróicos, que, en tiempos o situaciones marcados por el horror, terror, violencia letal o flagrantes injusticias, tienden una mano para ayudar o salvar a personas amenazadas o que sufren abusos y humillaciones por ser consideradas enemigas o ajenas. Estos actos se saltan las reglas y normas del grupo propio que exige obediencia y responden a motivos desinteresados”. Así se define Hebras de paz viva en su web. Un nombre tan poético solo podía nacer de una cabeza como la de Juan Gutiérrez, ingeniero de caminos, doctor en Filosofía por la universidad de Hamburgo, investigador y asesor por la paz. Ha bregado en mil luchas; una muy visible, cuando fundó en 1987 a petición del Gobierno vasco -y dirigió durante 17 años- un espacio de investigaciones por la paz en Gernika (Gernika Gogoratuz: “Recordando a través del corazón Gernika”)…

Sigue su lucha, su obsesión, investiga, educa, comunica siempre con la paz entre las manos. El proyecto Hebras de paz viva encontró espacio en 2011 en ese fértil laboratorio ciudadano (cajón de sastre) que es Medialab Prado, donde son los ciudadanos los que proponen las actividades, y en él ha estado desarrollando un grupo de trabajo que contempla la paz desde muchas perspectivas (educativas, artísticas…).

Este grupo vio la luz tras el horror del 11M en Madrid en 2004. “El día que se rompen sueños, vidas, inmenso dolor, en Madrid, encuentro a los afectados y al grupo que los apoya y compartimos inquietudes y el afán de cómo hacer que la voluntad de paz tenga más fuerza. Esa inquietud la trasladamos a Medialab y ahí generamos un grupo muy variopinto que pone en marcha en 2011 este proyecto”, explica Gutiérrez.

Hebras de paz viva nace con afán coleccionista: recopilar y hacer públicos relatos de paz: “Actos generosos de ayuda a personas en grave peligro o en una situación de abuso intolerable, acciones insumisas que rompen la disciplina, acciones que casi son insensatas, pero que vemos que son hechas por gente común y corriente que no siente que ha hecho ninguna heroicidad sino lo que tenía que hacer”. Gutiérrez y su grupo están trabajando con chavales de entre 11 y 17 años con la ayuda de sus profesores en el instituto y con el apoyo de sus familias. Y estos chicos y chicas hablan con sus mayores, y de ese diálogo surgen historias como por ejemplo la de aquel miliciano que se hizo el tonto y permitió vivir al abuelo de un chaval a pesar de saber que le perseguían… “Ese abuelo le regaló un relato al chico”, continúa Gutiérrez. «Y nosotros recogemos esos relatos, los chequeamos, y los pasamos a un formato para que se presenten en público, primero con las familias y luego en nuestra web”.

Juan Gutiérrez explicará todo este trabajo en el evento Un año en un día, en Medialab Prado, mañana sábado, 17 de diciembre, como ya lo explicó en una emocionante charla en el último TEDxMadrid el pasado septiembre, de donde salen la mayoría de los entrecomillados de este artículo. Aquel día de septiembre, en Matadero, Juan Gutiérrez habló con sencillez ante un público entregado, en el que muchos le escuchaban con lágrimas en los ojos. Lágrimas porque la palabra de Juan Gutiérrez respira honestidad y va directa a las entrañas. Porque no habla de la paz en abstracto, sino que en muchos momentos hace referencia a hechos muy cercanos en nuestra historia; porque aquel chaval que se salvó de ser fusilado en la Guerra Civil gracias a que uno del bando contrario distrajo a sus perseguidores podría haber sido nuestro abuelo. O justo por lo contrario, porque nuestro abuelo o bisabuelo no tuvo esa suerte y yace de cualquier manera en cualquier cuneta de cualquier camino.

Todos conocemos el caso de Oskar Schindler en la Alemania nazi, pero las cosas se ven muy distintas cuando el Schindler se cambia por un García, por un López, por un Martínez…

También han recopilado relatos de Guatemala, Argentina, del Holocacusto, de la antigua Yugoslavia y de Siria, “memoria del presente”, como explica el mismo Gutiérrez. “La paz es débil, es un desastre de debilidad”, explica. Todos la queremos, pero queremos otras cosas más que a la paz que hacen que nos enfrentemos. ¿Cuántos de nosotros sabemos cuántas guerras hacemos hoy?», interpeló al público que le escuchaba en Matadero en septiembre.

Pero hay algo sobre lo que alerta fuertemente Juan Gutiérrez: sobre la “paz negativa”, apoyada en la “memoria colectiva”. Frecuentemente rencorosa, no deja que surja la verdadera paz positiva, esa “gran malla de engarces que los seres humanos establecemos para apoyar a otros y recibir de otros apoyo. Las llamamos Hebras de paz viva porque son las hebras que quedan actuando como puentes de vida”.

Esa memoria negativa siempre ve al propio grupo como víctima, al del enfrente como verdugo, ”rechazan los relatos del otro y brindan los propios y ven el pasado con los ojos de la justicia penal. Hay una memoria que educa para la paz y otra que educa para la guerra”.

La paz positiva es dejar el asiento a una embarazada en el metro, es ayudar a cargar una maleta a un anciano, es llamar al dueño de un móvil que te encuentras tirado por la calle para devolvérselo, es ponerse junto a un inmigrante y hablar con él con normalidad si vemos que un grupo violento le empieza a insultar, es compartir pupitre con un chico poco popular en el colegio que es víctima de acoso por los matones de la clase…

“Las memorias colectivas nos presentan el pasado amargo y oscuro”, dice Gutiérrez. “Si metemos relatos con hebras de paz viva metemos una lucecita que hace que llegue a ese pasado algo atrayente. Las pequeñas dosis de hebras de paz viva son el afrodisiaco que añadimos a esa memoria. Y es la fuerza que la voluntad de paz necesita para pasar de un mundo en guerra a un mundo que la arrincona”.

Gutiérrez termina su relato apelando a la memoria de todos. En cada casa, en cada familia hay una hebra de paz viva. Recordémosla, preguntémosle a nuestros mayores, construyamos un relato y contribuiremos a tejer esa gran tela para dar cobijo a este cansado mundo.

Y nada como escucharle a él en el último TEDxMadrid para que todo esto cale hondo en nuestras conciencias:

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