‘Papeles Ecosociales’, la revista del auténtico ‘buen vivir’

Chico Mendes con su hijo Sandino Mendes en

Chico Mendes con su hijo Sandino Mendes en

Chico Mendes con su hijo Sandino Mendes en Xapuri, Brasil. Foto: Miranda Smith, Miranda Productions, Inc

No, no. Nada de ‘celebrities’ que reciclan. Ni papel couché. Ni fotos a doble página. Ni infografías de colorines. Ni campañas de marketing de sostenibilidad. La revista ‘PAPELES de relaciones ecosociales y cambio global’, coeditada por Fuhem e Icaria, llega a su entrega 125 con un número repleto de artículos para reflexionar sobre lo que nos está pasando, para plantarle cara a los que le echan tanto morro para despojarnos de todo. Había ganas de rendir un pequeño homenaje a esta publicación, que ha marcado el camino a muchas otras que están levantando el muro de la resistencia. 

Llevaba un tiempo queriendo dedicarle un espacio a una publicación trimestral, pionera en la reacción frente al capitalismo radical que nos invade, y que ha abierto el camino a otras revistas que marcan senda de la nueva izquierda, desde los Cuadernos que publica trimestralmente eldiario.es hasta revistas mensuales como Tinta Libre o La Marea… Me refiero a PAPELES de Relaciones Ecosociales y Cambio global, que comenzó a publicarse en 1985, cuando en España andábamos embobados con Felipe González -qué mal ha evolucionado este hombre- y la ecología no pasaba de ser una disciplina académica. Con ese nombre, no me digáis que no se merecen una Ventana Verde… La sacan adelante entre FUHEM, (que se define como fundación privada e independiente, «que trabaja por la construcción de una sociedad más justa y solidaria, a través de la acción educativa y la promoción del debate y el análisis de cuestiones ecosociales») y la editorial Icaria (que últimamente ha publicado libros como La medicalización del hambre y Fracking, el bálsamo milagroso; pronto volveremos sobre ella), dos fortalezas en defensa de una manera progresista de entender la sociedad, la política y la economía. Ahora, con su número 125, dedicado a Ecologismo y Religión, que sigue a los dos números dedicados a La Gran Involución, ha llegado el momento de no perder los PAPELES.

La sigo desde mediados de los años noventa; y sus artículos, escritos en buena parte por profesores, doctores, catedráticos de Sociología, Políticas, Derecho, magistrados y economistas…, se han convertido para mí en un disolvente de vendas, en gasa para las heridas que provocan los pensamientos torticeros y en un chute inquebrantable de coraje, siempre desde el análisis, los datos y la reflexión, y no desde la demagogia ni la pataleta. No hay más que reproducir el comienzo de la introducción de este número 125 para que veáis de lo que estoy hablando, escrita por el director de la revista, Santiago Álvarez Cantalapiedra, doctor en Económicas: «Una civilización en la que la producción de más y más mercancías es el objeto fundamental de la economía y de la sociedad es una civilización que ha perdido el rumbo. El capitalismo es una civilización que no civiliza, al explotar las fuerzas del trabajo y dejar a la naturaleza exhausta por agotamiento y devastación. Civilizar el sistema socioeconómico exige racionalizar y humanizar las relaciones sociales, transformar el aparato y las fuerzas productivas para que dejen de ser fuerzas de y para el capital. Pero no sólo eso, requiere, asimismo, modos nuevos de vida no dominados por la cultura del dinero, otras formas de vida basadas en valores que combatan la tendencia a transformar todo en mercancía. La tierra, el agua, el aire, la vida, el tiempo y los sentimientos de las personas, todo se negocia de acuerdo al valor que marca su precio».

Debo avisaros, queridos y cómplices lectores, que esta Ventana Verde se abre al verano con dos temas fuertes, de calado, de esos que abordan reflexiones que hacen temblar este sistema, que, de tan inhumano, injusto y desigual, se ha vuelto antisistema, o sistema antipersonas, como las minas. Hoy abordamos el ecosocialismo; la próxima semana, la soberanía alimentaria. Más allá de esos artículos en los que tocamos, por ejemplo, pinturas y fotografías que nos acercan a la fragilidad de la naturaleza, temas que también nos gustan y también nos hacen pensar, pero hemos de admitir que son más livianos, lo que contamos esta y la próxima semana es, por decirlo de alguna manera, droga dura, no para que nos adormilemos aún más, sino para contribuir, en nuestra pequeña escala, a despertar conciencias en esta sociedad tan aletargada y difusa en la que vivimos.

En este número, PAPELES reivindica a Chico Mendes, el seringueiro, el trabajador rural de la Amazonia brasileña que se convirtió en mártir del ecologismo, asesinado por su defensa de la tierra, la gente, los trabajadores. «Al combinar ecología y socialismo, reforma agraria y defensa de la Amazonia, luchas campesinas y luchas indígenas, el combate de Chico Mendes es un movimiento ejemplar que sigue inspirando nuevas luchas», podemos leer en la revista. Quienes llevamos más de 20 años escribiendo de ecología no nos olvidamos de Chico Mendes, sigue siendo nuestro dios carnal, de sudor y lucha. Y es por donde van los tiros de esta revista 125: las alianzas que se pueden establecer entre sentimientos religiosos entendidos en su justa medida -no en la de la jerarquía de papas y cardenales y obispos- y peleas ecologistas por recuperar los valores de la Tierra, y ponerlos, no por encima del ser humano, que es lo que han tratado de vender desde el discurso dominante para desacreditarlo, sino al mismo nivel, como aliados irrenunciables, pero sí, por supuesto, por encima de esos pocos seres humanos que manejan sin escrúpulos los hilos de la producción con el único valor de la productividad y su propio enriquecimiento. Porque hay muchos más ecosistemas que defender que el de la selva social con sus leyes. Y mucha más religiones que la de Rouco Varela y el oscuro ministro de Interior. Sin ir más lejos, PAPELES retoma repetidamente la Teología de la Liberación, a la que se dieron mucha prisa por archivar, por presentar como trasnochada.

PAPELES no se anda con medias tintas. Entrevista a Michael Löwy, al que presentan así: «Director de investigación emérito del CNRS (Centro Nacional para la Investigación Científica) en París, es un importante intelectual y activista del ecosocialismo; ha escrito una amplia obra centrada en los clásicos del marxismo, el romanticismo revolucionario, la sociología de la religión y el anticapitalista ecologista». Le entrevista Rafael Díaz-Salazar, profesor en la facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid. Aquí algunas de las respuestas que da Löwy: «Creo que Leonardo Boff ha planteado, de manera muy impactante, la convergencia de la causa de los pobres y la causa de la Tierra en contra de su enemigo común: el sistema capitalista, explotador y destructor. No se puede defender a los pobres sin luchar por la Madre Tierra, y viceversa. El compromiso de Leonardo Boff con los Pobres y con la Tierra tiene sin duda una matriz religiosa, pero cualquier ecosocialista puede aceptar sus argumentos y sus tesis, sea o no creyente». «Tenemos mucho que aprender de las culturas y religiones indígenas de América Latina. Ellas están en total contradicción con el espíritu del capitalismo. Representan tradiciones colectivistas, lo que ya apuntaba Mariátegui al hablar del «comunismo inca». Propugnan formas de vida sencillas, sin obsesión consumista (el kawsay sumak, o buen vivir), y una relación de profundo respeto con la Madre Tierra. Estas culturas inspiran las luchas indígenas en contra de las empresas multinacionales y los megaproyectos destructores del medioambiente. El ecosocialismo en América Latina se inspira en estas culturas, en las cuales reconoce las fuentes de un socialismo ecológico indoamericano».

La revista es una constante revisión de los andamios que sostienen un capitalismo voraz, basado en la perversa dualidad de los poseedores y desposeídos. En el artículo Por un buen vivir dentro de los limites de la naturaleza (obsérvese cómo se está sustituyendo el término Estado del bienestar, que encerraba trampa, por el buen vivir, mucho más profundo, enraizado en el ser humano y libre), escrito por investigadores y profesores de Ecología de la Universidad Autónoma de Madrid, se subraya que importantes aspectos del supuesto bienestar han experimentado un serio proceso de degradación en las últimas décadas, como la libertad respecto al uso del tiempo, las buenas relaciones sociales o los hábitos saludables. «Así lo reflejan, entre otros, indicadores como el consumo de televisión, el porcentaje de población obesa o la dependencia de hipnosedantes, indicadores que se han incrementado desde mediados de la década de los noventa en un 22%, un 42% y un 460%, respectivamente». «Paradójicamente , la respuesta humana a esta coyuntura global puede llegar desde el Sur. Los pueblos indígenas de América Latina, mucho más conscientes del íntimo vínculo que nos une a la naturaleza y que nos hace depender de ella y de su buen funcionamiento, han comenzado a alzarse como alternativas reales al modelo de desarrollo occidental. La cosmovisión de estos pueblos ha logrado así permear las agendas políticas de varios países latinoamericanos, facilitando con ello la posibilidad de trenzar nuevos horizontes abiertos».

La revista también reivindica el papel del ecofeminismo, de activistas y pensadoras en las que se entrecruzan experiencia espiritual, ecologista y compromiso socio-político, como Vandana Shiva, Petra Kelly, Wangary Maathai y Marina Silva.

Y en Un paso hacia atrás para ir adelante, la investigadora en cooperación internacional y desarrollo Cassandra G. Kennedy mira hacia otras fórmulas de medir el desarrollo de los pueblos que no sea el PIB: «Físicamente, un mundo igual al estándar del primer mundo es imposible». «Numerosos estudios ilustran que en los ámbitos tanto doméstico como internacional, las personas y los países con niveles de felicidad más altos no son aquellos con más dinero. De hecho, en los últimos 50 años, el PIB por persona se ha triplicado en EE UU, mientras que los niveles de felicidad de la población han bajado». Y mira hacia Bután, «un país que ha rechazado el modelo de desarrollo convencional y busca una alternativa más en concordancia con los valores del budismo». «En lugar de medir su éxito por un indicador numérico como el PIB, Bután prefiere evaluar su prosperidad con un índice de felicidad (…) Se hace difícil presentar una evaluación de la eficacia de las políticas encaminadas a conseguir la mejora de la Felicidad Nacional Bruta, pero, con todo, son muchos los proyectos en curso que promueven la sostenibilidad y el bienestar de la gente, objetivos en coherencia con los valores morales de su ciudadanía. Casi toda la energía que usa Bután es renovable. Más del 99% de la electricidad procede de fuentes renovables como la hidroeléctrica. Recientemente se ha decidido prohibir el empleo de cualquier tipo de pesticidas y herbicidas, y se plantea que toda la agricultura sea ecológica antes de 2020».

Chico Mendes, Vandana Shiva, Bután… En fin, esos sí son ídolos que merecen la pena para El Asombrario…

En fin, hacedme caso, que los nueve euros que cuesta PAPELES no pueden estar mejor empleados para ayudarnos a crecer y mirar. Llevan casi 30 años. Por algo será…

La semana que viene, lo dicho, más caña, que, a fin de cuentas, es caña de azúcar, porque lo que persigue es una sociedad más tierna, más dulce, más humana.

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