Paredes de Coura, el festival musical de verano con excelente nota ambiental

En el festival Paredes de Coura de Portugal los contenedores son ‘móviles’ para facilitar el reciclaje.

Termina la temporada de macro-festivales musicales al aire libre. Y nos detenemos en uno, el de Paredes de Coura (Portugal), por su notable compromiso con el medioambiente. Cerramos el verano destacando las ‘buenas prácticas’ verdes de esta cita.

Desde 1987, año en que asistí al festival heavy Monsters of Rock de Donington Park (Inglaterra), acumulo ya unos cuantos acontecimientos musicales de este tipo. Desde los primeros Benicasim a los que asistí, siempre saco la lupa ambiental para comprobar su compromiso ambiental, en especial en el apartado de residuos. Todos los grandes festivales deberían obtener buena nota en este punto porque generan un gran impacto allí donde se celebran, sobre todo por la enorme concentración de personas y porque algunos se sitúan en zonas naturales. Este año opté por ir por primera vez al festival de Paredes de Coura (Portugal), celebrado a mediados de agosto, y me encontré con un notable alto en gestión de residuos. Un ejemplo a seguir. Ahí va mi experiencia.

Aparte de los desplazamientos con vehículos a motor y sus emisiones contaminantes y de CO2, del consumo de agua y energía entre decenas de miles de personas y de la ocupación de espacio, en ocasiones público y natural, la gestión de residuos en los grandes festivales de música del verano es una de las grandes tareas ambientales a abordar y solucionar.

El suspenso está garantizado cuando, principalmente a la entrada o salida de dichos festivales, y en las zonas de acampada, dichos residuos, esencialmente envases de bebidas, se acumulan o desperdigan de manera incontrolada, afectando muchas veces a los espacios públicos y naturales. En el festival celebrado en Paredes de Coura (una semana de música a orillas del río Coura) me sorprendió positivamente que esta acumulación y descontrol quedaba reducida a la mínima expresión. Aquí van algunas de las explicaciones que doy a esta sorpresa:

Punto piloto de retorno de envases.

Precios razonables de las bebidas

Uno de los motivos que incita a muchas personas a montar el botellón previo a cada festival, e incluso salir a ello en alguna pausa del mismo o tras su final, son los abusivos precios que cobran en el interior. Esto no ocurrió en Paredes de Coura. Ni había botellón ni te atracaban en la barra, ni en las de dentro del recinto ni en las de fuera y la zona de acampada. Vamos, que una cerveza de unos 33 centilitros o un refresco de similar volumen costaba 2 euros, dentro de vasos reutlizables. Y una comida compuesta de dos platos, postre, café, pan y patés generosos y una bebida igualmente generosa costaba 10 euros en el restaurante más pegado al recinto del festival. Nada que ver con los 5 euros que nos costó este mismo año una cerveza de poco más de esos 33 centilitros en el bar más cercano al festival Riverland, en Arriondas (Asturias). No hace falta comentar que el entorno del Riverland ofrecía imágenes por doquier de residuos abandonados fruto de los botellones. Es importante la confianza que genera un festival y su entorno por el que no muestras continuos recelos ante la siguiente clavada.

“Deja todo como te lo encontraste”

Es verdad, este mensaje se repite de manera constante durante la mayoría de los grandes festivales, pero aquí atosigaba. Como tiene que ser. La playa fluvial y el bosque de ribera en el que se enclava el festival Paredes de Coura requiere del máximo respeto y no pasa nada si nos lo recuerdan a cada paso. Por ejemplo, “se sacrificaban” espacios para anuncios comerciales en las pantallas gigantes para, desde las cinco de la tarde a las tres de la mañana, recordar la valía del paisaje natural en el que nos encontrábamos y que había que hacer todo lo posible para reducir nuestra huella de carbono, hídrica y de residuos.

Echando un vistazo a críticas y valoraciones de este festival, veo que no soy el único que lo valora positivamente. Su crecimiento ha ido siempre acompañado de un respeto escrupuloso por el entorno y las personas, destacan esas crónicas. Por ejemplo, no aguanté ni una sola cola insufrible para entrar, comprar bebida o ir al servicio. Es más, a veces era sorprendentemente el primero.

New Order recuerda a Joy Division.

Te tropezabas con los contenedores

Literal, los había por todas partes, cada 10 o 20 metros. Para vidrio, para papel, para envases de plástico, para el resto. Y además la recogida era constante, para que no se saturaran e hicieran desistir de depositar adecuadamente las basuras a las personas más holgazanas y menos concienciadas.

Pero había más: patrullas de personas voluntarias que con mochilas abiertas a los hombros informaban sobre la necesidad de la recogida selectiva de la basura y animaban a depositar en dichas mochilas algunos residuos. Toda esta labor la impulsa el sistema de gestión establecido en Portugal: Novo Verde.

Fomento de la reutilización y el retorno de envases

El ideal es siempre no generar o generar menos residuos, y a ser posible con poco o nada de plástico. También en esto se implica el festival Paredes de Coura. Muchos establecimientos servían comidas y bebidas en envases de cartón y papel, y en otros con envases que incentivaban su retorno, bien devolviéndote dinero o un descuento en la bebida que tomabas, por ejemplo zumo de naranja.

Además, Novo Verde estableció en el entorno del festival un punto piloto de retorno de envases, en concreto de bebidas de plástico PET, las más comunes para el agua y los refrescos. Es una experiencia que quiere extender a otras partes de Portugal para mejorar las tasas de recogida y consolidarla antes de 2022. Había además devolución para aquellas personas que depositábamos los envases en este punto, pero aquí he de decir que las “recompensas” no fueron del todo de mi agrado, ya que, aunque eran pajitas, ceniceros y bolsas de agua reutilizables, todas adolecían de un exceso de plástico.

Mayor conciencia

Y sí, también la conciencia ambiental es importante. De nada sirven todas las medidas anteriores si no se muestra una disposición real, sincera y efectiva por parte de las decenas de miles de personas que acuden a los festivales. No dejé de darme paseos antes, durante y al final del festival por el entorno, para pillar en un renuncio a la organización y a los festivaleros. Sí, encontré una silla tirada al río Coura y acumulaciones de botellas de cervezas y otros envases en algún punto donde hubo una tienda de campaña, pero contadas con los dedos casi de una mano.

Claro que tengo otros peros ambientales: denuncié el incompresible encendido de cien bombillas led en el exterior, de día; hay una asignatura pendiente con las colillas y las chapas de las botellas; y una pretendida llamada a la concienciación sobre el reciclaje de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos disponía varios de estos mal depositados, amontonados, lo que hace menos factible su posible reutilización.

Pero, a pesar de esto, Paredes de Coura me ha demostrado ser un modelo a seguir por otros festivales. Si además de todo eso asistes a unos conciertos inmensos de Patti Smith, New Order y Spiritualized; al descubrimiento positivo en directo de Khruanbig, Mitski, Balthazar, Bed Legs y Parcels; y a la exhibición de varios grupos portugueses que mezclan progresivo, jazz y folk, tu estancia colma de sobra las expectativas. Recomendado.

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