Parla, donde los jóvenes luchan por otro tipo de dramas

El actor Ismael Traspas de 18 años. ©Edu Granados.

©Pedro José Sánchez

‘Ciudadanía’, montaje de la Escuela de Teatro de Parla ©Pedro José Sánchez

La vida en Parla (Madrid) es dura. La situación de muchas familias en paro resulta dramática. La de muchos jóvenes, aferrados al fútbol y al botellón, también. Pero un grupo de gente ha puesto en pie desde la década pasada una manera distinta de afrontar la vida. Con mucho teatro. La Escuela de Teatro de Parla es una salida para muchos adolescentes que buscan un futuro y una identidad. Su Joven Compañía de Teatro representa este fin de semana la obra ‘Ciudadanía’, una lección de enseñanza de valores que la religión ha convertido en tabúes y que tiene mucho que ver con la asignatura que el Gobierno conservador se apresuró a eliminar.

En Parla se respira teatro. Llena de estereotipos que dañan su imagen, esta ciudad del sur de Madrid tiene un aroma especial: el latido de los jóvenes marca el ritmo de sus calles (el 50% de la población aún no ha cumplido los 35 años) y sus 119 nacionalidades constituyen una amalgama de realidades en continua ebullición. Parla (125.000 habitantes) no escapa de los azotes de la crisis económica: desahucios, comedores sociales repletos y un 22% de desempleo están muy presentes en la rutina de la ciudad. Pero junto a esos dramas reales, Parla lleva apostando muchos años por la educación y la cultura a través del teatro. La Escuela de Teatro de Parla cuenta con cerca de 300 alumnos y alumnas, y puede presumir de una joven compañía que ha hecho giras desde EE UU a Portugal, pasando por el Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro.

Y dentro de esa trayectoria, La Joven Compañía de Parla representa este domingo 11 de mayo Ciudadanía, escrita por el autor inglés Mark Ravenhill, fruto de las conversaciones entre jóvenes que oía en los autobuses de Camden Town. David Peralto, director artístico de la compañía, tiene claro el mensaje de la obra: “Ciudadanía es una lección de enseñanza en valores que habla sobre temas que tradicionalmente han estado sometidos al silencio en el sistema educativo: el deseo, la necesidad de ser querido, la homofobia, las relaciones sexuales, el machismo, los embarazos no deseados, la búsqueda de la identidad sexual personal… Realidades que la tradición española y la religión católica han convertido en tabúes”.

Anteriormente, La Joven Compañía de Teatro de Parla ha representado obras como Fuentovejuna y Numancia, con temas muy presentes en nuestra vida: el abuso de poder, el amor, la guerra o la amistad. En montajes anteriores participaron decenas de adolescentes como Daniel Valderde (24 años). Su paso por la compañía reforzó su convicción de dedicarse al teatro. “Esta pasión viene de la libertad de expresión inmensa que he sentido en un escenario. Eso no me ha ocurrido en ningún otro momento ni lugar”, reconoce Dani. Así, gracias al teatro, retomó los estudios para dedicarse a ello en un futuro.

El objetivo parece claro: acercar el teatro a los jóvenes. “Hace años que perdimos al público de entre 12 y 16 años, ese que quiere ir solo al teatro y no con sus padres. En esa edad no se cuentan historias que a los chavales les interesan”, advierte David Peralto. “Parece que está prohibido contar historias que impacten a los menores por el simple motivo de que sean menores. Pero es al revés, tenemos que contar cosas que les mantengan atados al teatro, que se revuelvan y se emocionen. Así es como crearemos un tejido cultural entre los jóvenes muy interesante”.

Este interés por el teatro no cae del cielo. No. Para llegar aquí se necesita el compromiso, durante muchos años, por parte de muchas personas: profesores, profesionales del teatro y políticos. “Esta apuesta pretende que los adolescentes no pierdan el hilo de los estudios, luchar contra el abandono escolar, que tengan la posibilidad de ser ciudadanos responsables y críticos”, afirma José María Fraile, alcalde socialista de Parla. Hay mucha gente que no puede ir al teatro si no es en Parla. La diferencia de precios con la capital es brutal. “Jamás saldremos de la crisis si no se apuesta por la educación y la cultura; que son las bases para construir una verdadera democracia”.

“Si hablas del teatro en Parla tienes que hablar de Mari José”, me aconseja un hombre antes de que se apaguen las luces y se abra el telón. María José Pascual (hoy vestida hasta arriba con atuendos de la Escuela Pública) hace 14 años propuso desde el CAP (Centro de Apoyo al Profesorado) de Parla que se impartieran seminarios a los profesores para formarlos en la dirección de compañías de teatro juveniles. En ese momento empezó a germinarse la Muestra de Teatro de los ocho institutos públicos de Parla.

Precisamente esta semana se celebra esa muestra, y el Teatro Jaime Salom es un hervidero de adolescentes: en torno a 5.000 alumnos pasan por sus butacas para ver a sus compañeros actuar. Y lo hacen porque quieren; nadie les obliga a ir. Van solos, porque el teatro mola, lo peta.

Es el decimotercer año que se realizan estas muestras de teatro, y la calidad no ha dejado de crecer. Beatriz Murillo, profesora de Literatura del Instituto Público La Laguna, me cuenta que no solo actúan chavales, sino que también colaboran muchos profesores, rompiendo así la fría distancia existente entre alumno y profesor. “Los alumnos aprenden que el teatro no es salir al escenario y lucirse individualmente”, aclara Beatriz. “Esto es un trabajo colectivo: hasta el que tiene el papel más pequeño lo tiene que hacer bien, porque eso repercute en los demás. Y entre todos ayudan a ese para que lo haga mejor. Eso no pasa en las aulas. Todo lo contrario”. ¿Y quién gana? “Nadie. Bueno, sí. En realidad ganamos, todos porque no se compite. No es un concurso”.

Parla no es una ciudad fácil. Y eso se comprueba en las aulas. “En este instituto hemos detectado que algunos alumnos no desayunan. Sus familias no pueden permitírselo. Como tampoco pueden pagar una excursión al teatro en Madrid. Es muy triste”, se lamenta Beatriz.

Estos jóvenes quieren dejar claro a la sociedad que su generación no solo se basa en botellón, fracaso escolar y fútbol. En La Joven Compañía de Teatro de Parla hay un palestino, un pizzero, una futura psicóloga, un negro español que estudia Matemáticas, un dominicano, una cantante, un heavy, un somalí, un gay, un futbolista, un malabarista…

‘Ciudadanía’ se representa el domingo 11 de mayo en el Teatro Jaime Salom de Parla. Dos pases: 18 h y 20 h. Las entradas se pueden comprar desde 90 minutos antes en taquilla. Los beneficios recaudados irán destinados a la asociación Mundos del Teatro.

Todos aman el teatro. Tal vez sean el futuro de un país. Hemos elegido a tres de ellos para que cuenten a El Asombrario qué les aporta subirse al escenario:

Alvaro CIUDADANIA

El actor Álvaro Fontalba de 20 años. © Edu Grandados

“El teatro me hace sentir y vibrar; me inspira y me despierta nuevas sensaciones que en la rutina jamás encontraría. Actuando me siento un privilegiado: tengo la oportunidad de dar voz a un personaje y contar historias que conecten con el espectador provocando esas mismas sensaciones que el teatro causa en mí. Creo que el teatro engancha porque está vivo; es humano. Pero me preocupa que mucha gente busque en el escenario mero entretenimiento. Queremos cambiar esta tendencia haciendo teatro de calidad. Queremos algo que no pase inadvertido; un teatro de muchas realidades que genere en las personas un criterio propio”. Álvaro Fontalba, 20 años.

La actriz Alicia ©Edu Granados.

La actriz Alicia García, de 19 años. ©Edu Granados.

“Empecé de casualidad. En realidad, siempre quise bailar. Pero llevo seis años conviviendo con el teatro y soy feliz. Diría que me ha cambiado, yo antes era una chica bastante vergonzosa. El teatro y la cultura están ayudando mucho en Parla. Impulsan a los jóvenes a creer en sus sueños. Cuando actuamos para adolescentes, no intentamos que todos se dediquen al teatro. Simplemente queremos lanzar un mensaje de ánimo: si tienen algún reto, que lo intenten, que luchen, porque así conseguirán lo que se propongan, como nosotros el día en que empezamos haciendo teatro”. Alicia García, 19 años.

El actor Ismael Traspas de 18 años. ©Edu Granados.

El actor Ismael Traspas de 18 años. ©Edu Granados.

“Siempre me gustó porque me permitía ser alguien distinto. Ser otro me daba una seguridad enorme, pero descubrí que el teatro no consistía en transformarse en otra persona, eso supondría renegar de ti. Aprendí que tenía que partir de mí mismo para interpretar. Sinceramente, comprender esto ha sido una auténtica terapia. En mi opinión, las personas que hacen teatro tienen mayor valor para romper con tabúes y proponer nuevas formas de actuar en la vida. Este tema, precisamente, lo encuentro en Ciudadanía, que habla del valor para decidir. Supongo que esto es lo que llama la atención de la gente en el teatro, que todo puede pasar y todo puede cambiar”. Ismael Traspas, 18 años.

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