Parque Nacional de Guadarrama, ¿un parque temático de ocio para urbanitas?

Foto:

Ganaderos. Una de las imágenes del libro

Vacas de raza avileña, una de las imágenes del libro ‘Sierra de Guadarrama, viejos oficios para la memoria’. Foto: Javier Sánchez Martínez.

Frente a postureos de modernidad, frente a la soberbia de quienes -desde los púlpitos de revistas y secciones vacías de diarios- creen dictar tendencias y dictaminar presentes y futuros, quienes se piensan revolucionarios cuando sólo multiplican los discursos del ultra-capitalismo anti-humano, me hace especial ilusión dedicar hoy esta sección que navega contra-corriente al mundo rural en el parque nacional de Guadarrama, a oficios que agonizan en la sierra castellana y a dos hombres, Julio Vías y Javier Sánchez Martínez, sabios en defender la esencia del campo.

Acaban de publicar Sierra de Guadarrama, viejos oficios para la memoria (Ediciones La Librería, 20 €), con una reivindicación principal que nos subraya Julio Vías: «Que la sierra preserve sus raíces culturales, su vida rural, y no se convierta exclusivamente en un parque temático para multitudes urbanitas«. Que siga acogiendo vacas de raza avileña y ovejas, y no sólo corredores y ciclistas. Ése es el principal peligro que acecha ahora al parque nacional -el 15º de España desde hace tres años-, según Vías, aunque reconoce la buena voluntad de la dirección del espacio protegido, que se muestra en medidas como el paso dado restringiendo la entrada y prohibiendo el baño en La Pedriza.

Julio Vías (Madrid, 1957) es conocido y reconocido naturalista, escritor y comunicador de temas de historia, arte y naturaleza; uno de los impulsores de la máxima protección para la Sierra de Guadarrama, y ahora también -aunque reconoce que este último trabajo le está llenando de sinsabores- concejal de Medio Ambiente y Urbanismo en Miraflores de la Sierra (Madrid), en un gobierno municipal formado por PSOE-Podemos-IU. Este es su tercer libro sobre su querida Sierra de Guadarrama. Y lo ha dedicado a esa gente -una veintena de nombres- que ha construido a lo largo de décadas la cultura rural de este territorio. Él y el fotógrafo Javier Sánchez Martínez, autor de 15 libros, especializado en captar naturalezas, han ido elaborando este volumen a lo largo de tres años.

El gabarrero Poli Herranz. San Rafael. Segovia. Foto:

El gabarrero Poli Herranz en San Rafael, Segovia. Foto: Javier Sánchez Martínez.

Abbatte. Monasterio Santa María de la Sierra. Collado Hermoso. Segovia. Foto:

El equipo humano y el taller de la empresa textil Ábbatte, junto a las ruinas del monasterio Santa María de la Sierra, en Collado Hermoso, Segovia. Foto: Javier Sánchez Martínez.

Todo comenzó cuando acompañaron a los ganaderos de extensivo de Moralzarzal en uno de los desplazamientos de su medio centenar de vacas de raza avileña para sendas entradas en sus respectivos blogs: juliovias.blogspot.com, javiersanchezmartinez.blogspot.com. A partir de ahí, se fueron animando y pasaron jornadas enteras reviviendo recuerdos con Hipólito Herranz, el último gabarrero de San Rafael (gabarrería era la industria que se encargaba de la corta, saca y venta de la leña de los pinares de Guadarrama); Antonio Navacerrada, cabrero de Bustarviejo; Ricardo García, herrero de fragua en el valle de Lozoya; Demetrio Matesanz, uno de los últimos fabriqueros de carbón vegetal de la zona; el resinero Modesto Fernández, de 93 años; Elena Goded y Ana María Martín, que en la localidad segoviana de Collado Hermoso están recuperando la tradición textil de la comarca… Julio Vías cree que no hay que darlo todo por perdido, que algunos de estos oficios agonizantes y casi sin apoyos pueden recuperar savia y energía, reinventarse y convocar mucho futuro. Ahí, junto a la metrópoli, desde el textil hasta, quiere creer, la ganadería vacuna extensiva. «Porque no tiene sentido que sigamos consumiendo alimentos que se desplazan miles de kilómetros para llegar hasta nuestra mesa. La agricultura y ganadería de proximidad por fuerza, por el bien de todos, del planeta, ha de tener futuro». A propósito de esto, recientemente escuché a la organización Ecodes un dato/disparate: En estos tiempos de contradictoria globalización, la distancia media que recorren los alimentos que consumimos desde su lugar de producción hasta nuestro plato es nada menos que de 5.000 kilómetros. Y no sólo eso, sino que en los últimos 10 años ha aumentado esa media en ¡1.000 kilómetros!

Es justo ese oficio el que a Julio Vías le habría gustado tener: ganadero de vacuno extensivo. Y por eso también, entre todas las personas-personajes que salen en este libro, guarda un cariño especial a Ginés Soriano, que ha ejercido el oficio de vaquero durante casi toda su vida en Miraflores de la Sierra, y al que acompañaba a caballo de joven, en los años setenta, llevando sus vacas de las dehesas invernales a los pastizales de verano. Dedica un recuerdo especial a Ginés y también a Luis Blázquez, que labró la tierra con su yunta de vacas en el valle de Lozoya hasta 2007, y que falleció en 2015 a los 85 años. Dice Julio Vías que les ha faltado incluir un molinero, algún apicultor, un mampostero de esos que levantan los muros de piedra que forman ya parte del paisaje. Esperemos una segunda edición ampliada…

Resume bien el empeño Valentín Cabero Diéguez, catedrático emérito de Geografía de la Universidad de Salamanca y director del Plan de Ordenación de los Recursos Naturales de la Sierra de Guadarrama, en el prólogo del libro que nos ocupa: «La voracidad insaciable de la aglomeración urbana madrileña ha intentado engullir hasta el último rincón sagrado de nuestra sierra, y la cultura del ocio indiscriminado y masivo se han ido adueñando progresivamente de los espacios (…). Se han borrado así las raíces y las tramas culturales que se tejieron durante siglos hasta el pasado reciente, con sabiduría colectiva y esfuerzos anónimos».

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Julio Vías, autor del libro (izquierda), junto a Ginés Soriano. Foto: Javier Sánchez Martínez.

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Rebaño de ovejas en tierras de Guadarrama. Foto: Javier Sánchez Martínez.

Foto: Javier Sánchez Martínez.

Poli con su yegua, en la saca tradicional de leña en San Rafael. Foto: Javier Sánchez Martínez.

Y quiero terminar este artículo de la forma en que comienza el libro sobre la sierra culta. Con revolucionarias palabras de sabiduría que recoge Valentín Cabero: «Decía Unamuno a principios del siglo XX, hace ya más de cien años, que los españoles teníamos un gran vacío cultural y educativo en nuestras relaciones con la naturaleza y con los paisajes peninsulares, y que si en lugar de la ignorancia y el desprecio hubiesen anidado con naturalidad y sensibilidad entre nosotros el conocimiento y el respeto a los paisajes naturales y culturales, los grados de tolerancia, de convivencia y de libertad serían virtudes sociales más comunes». Y añade: «Detrás de esa actitud unamuniana se nos aparece la noble figura de Francisco Giner de los Ríos, el «Sócrates español» (Unamuno dixit), referente intelectual y moral para la generación del 98. Precisamente Giner de los Ríos ‘soñaba desde los azules montes del ancho Guadarrama con un nuevo florecer de España’, en palabras de Antonio Machado. A través del contacto y descubrimiento de la naturaleza y el paisaje se lograría una verdadera educación cívica, sacudiendo las mentes, los cuerpos, la imaginación y los sentimientos, enriqueciendo así nuestros hábitos y comportamientos».

En fin, entre tanto moderno y sinsustancia, la revolución de la auténtica modernidad, que es el respeto a lo que nos rodea, que nos hará más libres y más tolerantes, menos envidiosos y menos temerosos, aún sigue pendiente.

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Comentarios

  • Niltsiar

    Por Niltsiar, el 13 julio 2016

    La ganadería, la extracción de leña y la agricultura como paradigma del conservacionismo… lo que me quedaba por ver!
    Lo único que necesita la naturaleza es nuestra ausencia. La ausencia del urbanita. La ausencia del rural. La ausencia del corredor y del ciclista. La ausencia del apicultor, del agricultor y del cazador. La ausencia de las mujeres. La ausencia de los hombres. Especialmente la ausencia de niños, que son los que garantizan la explotación futura.
    Seas lo que seas, por favor, no tengas hijos. Eso es conservacionismo. El resto, paparruchas nostálgicas y excusas economicistas.

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