“Pasamos del imperio de los sentidos al imperio de los segundos”

El bioquímico Carlos López-Otín. Foto: Tecueme Studio.

“La medida del tiempo trajo conceptos como orden, puntualidad, precisión, y se crearon los relojes mecánicos y se midieron los segundos, así pasamos del imperio de los sentidos al imperio de los segundos. Luego se crearon los relojes atómicos y ya pasamos a una precisión absoluta, pero tuvimos que pagar algún precio, como ser esclavos del tiempo. En lugar de llegar a conquistarlo, nos conquistó a nosotros”. Hablamos con el bioquímico Carlos López-Otín a propósito de su nuevo libro, ‘El sueño del tiempo’. Y hablamos de envejecimiento, inmortalidad… “En lugar de entretenernos en sueños de inmortalidad o invertir el flujo del tiempo, debemos vivir mejor el tiempo de vida, disfrutarlo, ganarlo, perderlo y soñarlo”.

“Que los dioses maldigan al primer hombre que descubrió cómo señalar las horas y maldigan también a aquel que en este lugar erigió un reloj de sol para cortar y despedazar de modo tan infame mis días en pequeños trozos”. Estas palabras del comediógrafo latino Plauto las recoge Carlos López- Otín para ilustrar que no todos los seres humanos aceptaron bien nuestra capacidad de medir el tiempo. En su nuevo libro, El Sueño del Tiempo, editado por Paidós, López-Otín nos habla de relojes, de envejecimiento y de inmortalidad. Estos conceptos los explora mostrando la historia del tiempo y los últimos descubrimientos científicos. También nos habla de los procesos biológicos y su función en el inexorable paso del tiempo para modular el envejecimiento y cuestiona algunos de nuestros sueños de inmortalidad.

Más importante para este científico es abordar las enfermedades asociadas con la pérdida de la noción de la temporalidad y describir las posibilidades que la ciencia ofrece para ralentizar los efectos del avance del tiempo. Para este investigador el cerebro es nuestra máquina de pensar, piensa la vida y sueña el tiempo. “La mejor forma de afrontar estos retos biológicos, lo mismo que los bélicos, los ecológicos, los climáticos, los geológicos y hasta los cósmicos, no es otra que favorecer el desarrollo cultural de la sociedad para evitar manipulaciones, inacciones y desinformaciones, y fomentar la generación de opiniones basadas en el conocimiento social y científico”. Y afirma: “Los viajes en el tiempo se dan al abrir un libro que te gusta o al leer un poema. No necesitamos esas máquinas que salen en los libros de ciencia ficción”.

En su libro no solo hay ciencia también música, libros y pintura. Lo ha escrito en colaboración con el biólogo celular Guido Kroemer.

El tiempo ha sido analizado desde puntos filosóficos, pero también biológicos, ¿qué es para usted este sueño del tiempo o su flujo?

El tiempo del mundo, el cósmico, es el tiempo de la física interpretado por la filosofía; ambas tienen en común que dicen que el tiempo es una construcción mental, y luego está el tiempo biológico, que es el que habita en nosotros y que nos pueden decir que no existe, pero nosotros percibimos que fluye, que pasa, que vuela y que siempre va hacia delante.

El tiempo se conquista o solo podemos medirlo, como dijo el físico Richard Feynman.

En principio, la conquista del tiempo fue medirlo y significó un gran reto. Necesitamos 500 años o más para poder ganar precisión y puntualidad. Al principio, era innecesario ser muy precisos y los relojes que se describen fueron los de sol, o mejor de sombra, de agua, de fuego, de flores, de arena, pero no existían ni los minutos ni los segundos.

La medida del tiempo trajo conceptos como orden, puntualidad, precisión, y se crearon los relojes mecánicos y se midieron los segundos, así pasamos del imperio de los sentidos al imperio de los segundos. Luego se crearon los relojes atómicos y ya pasamos a una precisión absoluta, pero tuvimos que pagar algún precio, como ser esclavos del tiempo. En lugar de llegar a conquistarlo, nos conquistó a nosotros.

La física y la biología han reflexionado sobre si es posible invertir la flecha del tiempo. Si fuera así, hipotéticamente, al poder ir hacia atrás, podríamos controlar el estado de la materia y en biología controlar la longevidad y envejecimiento, y por ende, la inmortalidad.

¿La vejez es fragilidad?

En la vejez somos frágiles, pero es porque hemos agotado nuestra capacidad de vida. Antes se vivía de media 30 o 40 años, ahora la situamos en los 80. Pero en lugar de entretenernos en sueños de inmortalidad o invertir el flujo del tiempo, debemos vivir mejor el tiempo de vida, disfrutarlo, ganarlo, perderlo y soñarlo.

Por tanto, ¿cuáles serían las patologías del tiempo en la actualidad?

Muchas. Las más directas son aquellas que afectan a los genes y proteínas y, por tanto, a nuestros relojes biológicos. Yo siempre digo que nosotros somos un reloj pensante y andante. Todos los seres vivos tienen reloj, aunque no tengan cerebro ni muñeca donde colocárselo y de estos relojes hemos aprendido que nosotros tenemos uno en el cerebro llamado el núcleo supraquiasmático, el fundamental, que todo lo coordina. Luego tenemos otro reloj en el cerebro, que es el de la glándula pineal, donde antes se pensaba que estaba el alma y que hoy sabemos que es donde se sintetiza la melatonina que es la hormona de la oscuridad y es la que nos invita a irnos a dormir. Y estos relojes son circadianos, marcan los ritmos y los ciclos diarios.

Además de estos, tenemos relojes periféricos construidos por genes y proteínas en los tejidos. También tenemos relojes que nos permiten conocer el número de veces que se ha dividido una célula. Así como el reloj epigenético, con el que podemos predecir la edad cronológica de un individuo con un margen de error de tres años. Este marcador puede ser de gran importancia para ciertas enfermedades asociadas al tiempo. La vida es una conversación entre todos estos relojes. En cada uno de ellos puede haber defectos, puede haber daños moleculares, que perturban, entre otras cosas, los ritmos del sueño, pero también ocasionan problemas emocionales, depresivos y hasta el aumento a la susceptibilidad al cáncer.

Los daños relacionados con estos relojes pueden llevarnos a no concebir correctamente el tiempo, como en las enfermedades neurovegetativas. Perdemos la memoria del pasado y ya no viajamos al futuro, y poco a poco viajamos a la nada, donde el tiempo ya no existe. Son las personas con Alzheimer. El cáncer es otra enfermedad del tiempo. Estas nos convierten no en viajeros, sino en náufragos. Son tantos los relojes que nos habitan que es asombroso que trabajen al unísono.

¿Se le ha prestado al envejecimiento el interés que se merece, ya que es consustancial con nuestra existencia?

Durante mucho tiempo se ha creído que el estudio del envejecimiento era una cosa muy poco científica y había mucha pseudociencia. Todavía hoy te venden cosas que curan todas las enfermedades, estamos llenos de pócimas milagrosas que se venden por Internet a precios desorbitados, sin valor científico ni médico. Pero desde hace no mucho tiempo han sucedido algunos acontecimientos en el terreno de la medicina y de la biología que nos han llevado a replantearnos el tiempo y el envejecimiento. Uno, el saber que hay organismos inmortales, son unas medusas, no envejecen. Ellas han conseguido detener el flujo del tiempo. Otro, los descubrimientos de Shinya Yamanaka, Nobel de Medicina de 2012, sobre reprogramación celular. Con esta, en algunas células es posible viajar hacia atrás en el tiempo y volverlas a un estado embrionario. Se podrían utilizar en neuronas Esto abre la puerta a la regeneración de los tejidos, pero no de la inmortalidad, que no es tan fácil.

¿Podremos retrasar los relojes biológicos con fármacos antienvejecimiento?

El envejecimiento no se trata, porque no es una enfermedad, solo podemos aspirar a una longevidad lo más sana posible. Estos años se han descubierto que los procesos del envejecimiento podrían modularse con métodos como la autofagia –proceso que permite eliminar elementos peligrosos– que proporciona un mejor rendimiento de las células y aumenta el reciclaje bioquímico. Hay herramientas que pueden inducir estos procesos. Se han probado in vitro y en animales, pero no hay estudios suficientes en humanos.

El libro define varios elementos para un mejor envejecimiento. Son los verdaderos elixires: huir de la obesidad, eliminar la malnutrición, usar productos más naturales y frescos huyendo de los ultraprocesados, evitar los azucares añadidos, vivir en una mayor armonía con el entorno, mejorar nuestra microbiota o sistema inmune, ejercicio y, sobre todo, no perder de vista nuestros ciclos circadianos.

Junto con esto se pueden concebir nuevas moléculas para proteger los genomas, los telómeros, los epigenomas y las células progenitoras de los cambios relacionados con el envejecimiento, o para modificar la microbiota intestinal y acomodarla a la que contiene bacterias con propiedades prolongevidad.

La vida es una conversación con nuestros relojes bien puestos en hora; si esta coordinación se pierde, bien por una excesiva cantidad de viajes interoceánicos que los confunde, bien por el estrés o la contaminación, se envejece peor. Hay que aplicar bien estas normas que, por sabidas, no se hacen. A mí me parece milagroso que en esta época vivamos tanto. La vida solo tiene sentido cuando se inventó la muerte celular.

¿Seguimos fomentando sueños de dominar el tiempo?

La entropía rige el tiempo del cosmos y de la vida. Llega un momento en que no podemos controlar el aumento de entropía y envejecemos. El envejecimiento es inexorable, tal como estamos hechos hasta ahora. La entropía es la fuerza natural del desorden y, por tanto, del envejecimiento. Podemos ver la película Tenet y creer que una máquina que reduce la entropía y permite viajar hacia el pasado o hacia el futuro nos solucionará el problema. A mí esta posibilidad me parece muy lejana. Además, la película, aunque interesante, es más de acción que de ciencia ficción.

La mitología griega creó tres deidades para representar tres tipos de tiempo. Kronos, el tiempo lineal, el cronológico. Nadie es más joven que el día anterior y, aunque lo podamos disimular, las arrugas internas no se corrigen tan fácilmente. ¿Qué debemos hacer? Pues admitirlo, aceptarlo mientras tengamos un soporte biológico y no seamos máquinas. Pero hay otros dos, Aión, que es el tiempo cíclico, somos parte de un eslabón, estamos en medio de nuestros padres y nuestros hijos, así que a disfrutar, y Kairós, que es el tiempo de la oportunidad y este es el que nos obliga cada día a estar atentos a lo que nos pasa. Somos un relámpago entre dos grandes oscuridades, esa chispa de luz es la que tenemos que aprovechar. Kairós te reconfortará al hacerte consciente del momento. La depresión y la tristeza son otras de la enfermedades del tiempo.

Ofrece listas de libros, cuadros y música que le han interesado por el tema del tiempo o el sueño del tiempo.

Los cuadros son inspiradores. Hablo de Espirales, de Hundertwasser, porque es como un reflejo del comienzo del tiempo cósmico. Los Relojes blandos de Dalí nos hablan de la dilatación del tiempo. La ronda del sol de Picasso, porque el sol nos da la vida, nos sube la adrenalina, aumenta la serotonina. Un monje japonés, Sengai Gibon, en el siglo XIX pintó El universo con un círculo, un triángulo y un cuadrado, y así plasmó la simplicidad del comienzo del tiempo.

Relacionados con la Física hay dos libros que podría recomendar, uno sobre Einstein de José Manuel Sánchez Ron y El orden del tiempo, de Carlo Rovelli, que nos permiten explorar el tiempo cósmico. Para hablar del tiempo biológico me recomiendo a mí mismo, aunque quede mal. El sueño del tiempo pertenece a una trilogía. El primero se llamaba La vida en cuatro letras, libro que explica de una manera sencilla cuáles son las claves de la vida.

Pero para saber también del tiempo hay que ir a la poesía y a la literatura. Cien años de soledad explica muy bien el tiempo cíclico. Los viajes en el tiempo se dan al abrir un libro que te gusta o al leer un poema. No necesitamos esas máquinas que salen en los libros de ciencia ficción.

Y dispongo de mi particular banda sonora, doy la lista al final del libro, pero citaré canciones como Across the Universe, de The Beatles, o la Música de las esferas, de Mike Oldfield.

 ¿Habrá entonces un tercer libro?

Sí, pero yo también tengo mis ciclos. Eso sí, puedo decirte que estará centrado en la vulnerabilidad.

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Comentarios

  • Maria Christina Guardia Johnsen

    Por Maria Christina Guardia Johnsen, el 09 diciembre 2020

    Excelente

  • Sebastian Castañar Pérez

    Por Sebastian Castañar Pérez, el 10 diciembre 2020

    Me ha gustado el artículo, estoy a la espera de leer el libro para tener una opinión más precisa y completa. por Física cuántica sabemos que existe la medida del tiempo, pero de la discontinuidad o continuidad de la medida del tiempo se pierde en el comienzo del Big Bang. ¿Llegarán los científicos, a igual que con la energía a encontrar la medida elemental del tiempo cono con la energía el fotón? Gracias por atenderme.

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