Por qué no me invitaron al 80 cumpleaños de Amancio Ortega

Ilustración: Liliana Peligro.

Ilustración: Liliana Peligro.

Ilustración: Liliana Peligro.

Los ricos también lloran, nos lo contaron en aquel culebrón mexicano de los 80, pero el otro día tuvimos la oportunidad de comprobarlo en vivo y en directo en el cumple de Amancio Ortega, que no es un rico cualquiera. Aunque parezca un vejete de esos que se aprietan un chato de vino al fondo de la tasca con la mirada perdida en el partido del siglo, este señorín gallego ha amasado una de las mayores fortunas del mundo, en la misma liga que las de Carlos Slim, Warren Buffet o Bill Gates. El estadounidense comenzó fabricando ordenadores en un garaje (¿o ese era otro?), el español vendiendo batas en una calle de A Coruña. Como debe ser.

Total, que el otro día Amancio cumplió 80 primaveras y sus agradecidos empleados le organizaron una fiestuki sorpresa que le hizo llorar como una magdalena. Luego le pusieron un vídeo donde dependientes de sus tiendas por todo el mundo (Nueva York, París, Arteixo) le dedicaban un baile parecido a aquel del pañuelo que popularizó Leonardo Dantés. Y es que Amancio (como Ikea) ha conseguido uniformar a Occidente de una forma que Mao Tse Tung no hubiera logrado concebir ni en sus sueños más húmedos. El truco: ropa barata y de una calidad decente que se adapta rápidamente a los cambios de tendencia («inspirándose» muchas veces en grandes diseñadores y legiones de cool hunters) y que ofrece al cliente lo que quiere en cada momento, ya sea un floreado vestidito primaveral, unos pitillos elásticos, una chupa perfecta de pseudocuero o una camiseta de los Ramones o Mötorhead. ¿Será Amancio rockero?

Inditex, como otras empresas textiles y de fast food, ha conseguido también uniformar nuestras ciudades, de tal forma que da lo mismo que viajes a Cáceres que a Singapur, que siempre hallarás esa calle principal llena de Zaras, Bershkas, H&M y Burger King, lo cual está muy bien porque así me puedo quedar en casa y ahorrarme el pastizal de los viajes. Los misterios del planeta a tiro de piedra, en la Gran Vía. Así, Amancio et al. han creado un mundo a su imagen y semejanza, y encima el tío se ha inventado a un tipo de mujer: las dependientas Inditex, con sus flequillos Inditex e idiosincrasia Inditex, que a mí me gustaba ir a mirar cuando a las 21.15 horas salían del curro en la calle Uría de Oviedo, porque, yo entonces, además de drogodependiente, era dependienta-dependiente.

Pero hay otro truco más perverso en el éxito de Amancio del que ya habéis oído hablar: la deslocalización, las condiciones de trabajo infames, hasta la explotación infantil. Ya lo visteis en el programa de Jordi Évole: mujeres camboyanas que curran a jornada completa y que tienen que vivir de cuatro en cuatro hacinadas en cuartuchos. Es decir, sueldos de miseria: trabajar para no-vivir. Inditex ha sido acusada ya por varios estudios y organizaciones de varios países, y ha mostrado varias veces su voluntad de cambiar las cosas (o algunas excusillas), pero parece ser que las cosas cambian muy lentamente y esos regímenes de semi-esclavitud siguen produciendo los trapitos que nos compramos los viernes para salir a petarlo muy fuerte en el club de moda hasta bailar sobre una gota de rocío al amanecer.

Amancio, sin embargo, se presenta en España como un héroe, un santo, discreto y humilde varón, un gran trabajador, como si uno se hiciera rico trabajando (yo, al menos, ya he comprobado que no). Riquezas tan asquerosamente grandes como la de Ortega, tan absurdas, son inmorales y demuestran que algo va mal en el sistema (si Amancio contase todo su dinero a una velocidad de euro por segundo, tardaría 2.000 años, es decir, si hubiera empezado a contar cuando se crucificó a Cristo estaría acabando ahora, menuda paliza). Porque la creación de la riqueza de Amancio, como todas las riquezas, es cuestión colectiva: por una parte le debe mucho al país en el que nació, también a todos los trabajadores que le han ayudado a levantar su imperio (incluyendo a los explotados marroquíes o asiáticos) y, sobre todo, a todos aquellos que nos hemos gastado los cuartos en sus tiendas. Así se genera la riqueza, en sociedad (hay ilusos que creen que un empresario puede generar ese montante él solito, mediante no sé qué abracadabras), pero luego resulta que algunos las acaparan, porque parece que el sistema neoliberal está especialmente diseñado para ello: impuestos bajos para los ricos y altos para los pobres, paraísos fiscales, sicavs, Estados al servicio del Capital, libre fluidez internacional de la pasta, des-regulación de los mercados, destrucción de los servicios públicos, aplastamiento de los sindicatos, reformas laborales y demás lindezas de este hermoso mundo individualista, moderno y competitivo.

¿Cómo redistribuir las obscenas mega-riquezas? Pues mediante más impuestos a los más ricos, que ya lo dice el francés Piketty y tantos otros. Algunos dirán que los mega-ricos son mega-solidarios (el otro día Amancio donó 20 millones a Cáritas), pero la cuestión es que no podemos dejar eso al libre albedrío de los millonarios. Es la sociedad, usted y yo, votando, mediante los mecanismos democráticos, quien tiene que decidir cómo se debe gastar ese dinero. Porque no es cuestión de caridad, sino de justicia. Lo bueno de todo esto es que los ricos, y sus hijos y sus nietos, seguirán siendo ricos, aún colaborando en su justa medida, así que, si son buenos cristianos, no deberían quejarse de compartir. Miren a Warren Buffet, que se quejaba de que pagaba menos impuestos que su secretaria y fue promotor, precisamente, de la subida de impuestos a los que más tienen (aquello lo llamaron Tasa Buffet).

Hay un interesante libro sobre este asunto: El problema de los supermillonarios (Capitán Swing). En él, Linda McQuaig y Neil Brooks se preguntan si realmente se merecen su riqueza los super-duper-millonarios. Fíjense: Amancio Ortega gana en un año aproximadamente lo que ganarían 30.000 médicos, enfermeras o profesores (suponiendo que a estos les pagaran medianamente bien). ¿Realmente es tan valioso lo que hace Amancio en su jornada laboral que vale por 30.000 cirujanos? Si es así, menudo crack, pero igual lo que hay que hacer es redistribuir esa fortuna que ha acabado en manos del señorín nacido en la localidad leonesa de Busdongo.

Eso sin tener en cuenta todo el conocimiento generado con anterioridad. En el citado libro lo ejemplifican con el caso de Bill Gates: en la historia de la creación de los ordenadores, todo su software y su hardware y sus maravillosos prodigios digitales, la aportación de Bill Gates sería como una nota a pie de página. Pero se lo ha llevado crudo, sí, con grandes dosis de trabajo, pero también de suerte, y diminutas dosis de escrúpulos (eso sí, Gates también es un enorme filántropo). El propio Isaac Newton, que figura como una de las grandes mentes que cambió el mundo y nuestra forma de verlo, era mucho más modesto: decía que él había visto más lejos porque iba montado en «hombros de gigantes», es decir, todos aquellos pensadores, científicos, homo erectus, magos, alquimistas e investigadores que le precedieron desde el albor de los tiempos.

Así que, Amancio, págate algo. Me pregunto si invitaron a las hacinadas currantas camboyanas a su cumple, aunque fuera para, al final del evento, salir por sorpresa de la tarta.

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Comentarios

  • Felix

    Por Felix, el 07 mayo 2016

    Me cuesta estar de acuerdo contigo. Ya que, aunque lo que dices (algunas cosas mas que otras) son verdades, están tas sesgadas ideológicamente, que no lo parecen (verdades, me refiero).

    Que Amancio no es un santo. Pues no lo se, no lo conozco suficiente…
    Que lo primero que se encontró Ébole fue derecho a la huelga y trabajadoras que lo que querían es que los Españoles compraran mas ropa (por que la manera de salir de la situación de miseria es trabajar), es un hecho.

    Que Amancio y otros tantos podrían pagar mas impuestos, también lo es.

    Que la labor de un cirujano es mas importante que la de Amancio… ?
    Un cirujano salva vidas, incontestable
    Amancio ha creado 45000 empleos en España… Creo que también es digno de admiración.

  • Oscar

    Por Oscar, el 07 mayo 2016

    No se que tenéis en contra de este hombre los pijiprogres de este país que meterse con una persona que da trabajo a miles de personas en España y en el mundo .

  • Oscar

    Por Oscar, el 07 mayo 2016

    Estoy contigo Félix hay mucho zurdo ideológico que se les da por meterse con ortega y no miran la realidad desde el sentido común y hacen demagogia de ideas del siglo pasado

  • Roto

    Por Roto, el 08 mayo 2016

    No se pone en duda el mérito de crear tantísimos puestos de trabajo. Lo que se pide es que pague los salarios y los impuestos que debería. A mí no me importa que nadie gane millones de euros, pero me revienta que no paguen como cualquier asalariado. Y me avergüenzo de mi país, ese en el que mucha gente defiende está situación.

    Éste es un país de incultos que opinan según lo que escuchan. Qué pena!

  • Nely García

    Por Nely García, el 08 mayo 2016

    Todos perseguimos la perfección y que yo sepa nadie lo consigue pues, para conseguirla sería necesario ser nosotros mismos perfectos. Todo en la vida contiene pros y contras, y el éxito de una persona, o empresa, que sin ser perfecta no comete aberraciones, o atrocidades, se puede enfocar con distintos prismas, y reflejar una cosa, o la contraria.
    La sociedad necesita evolución: pero para conseguirlo es necesario cambiar la mentalidad de la gente, por medio de una educación progresista desde la escuela.

  • Paco

    Por Paco, el 19 junio 2016

    Yo soy un empresario de exito y he dado empleo a cien personas en mi ciudad. Está bien, tengo un niño esclavo que vive en mi garaje, pero nadie es perfecto!

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