El Real estrena por primera vez ‘Lucio Silla’, una “salvajada vocal” de Mozart

Una escena del segundo acto de Lucio Silla de Mozart en el Teatro Real. Foto: Javier del Real.

Una escena del segundo acto de Lucio Silla de Mozart en el Teatro Real. Foto: Javier del Real.

El Teatro Real de Madrid inaugura su temporada 17-18 con una de las óperas más complicadas de Mozart, ‘Lucio Silla’, que el genio austriaco compuso con tan solo 16 años. Un duelo interpretativo para cuatro sopranos, dos tenores y coro que cuenta con la dirección musical de Ivor Bolton y de escena de Claus Guth.  

“Es una partitura tremenda por su exigencia y virtuosismo para los solistas. Las arias que Mozart escribió para Lucio Silla se encuentran entre lo más difícil y brutal que se ha compuesto para la voz humana en la historia de la música”. Así de contundente se mostró el director artístico del Teatro Real, Joan Matabosch, durante la presentación de esta primera ópera que abre la temporada más festiva del Teatro Real. La que celebra el 200 aniversario de su fundación y los 20 de su reinauguración.

Tan enrevesado fue lo que escribió Mozart que, según Matabosch, “este es el motivo principal por el que, pese a ser una ópera excepcional, se representa tan poco”. “El Mozart posterior se da cuenta de que mantener ese nivel de salvajada en la partitura vocal es insostenible. Aquí lo que hace es un vestido a medida para que determinados cantantes puedan llevar al máximo las posibilidades de sus gargantas y pulmones”, concluye.

Lucio Silla se estrenó en Milán en 1772 y tuvo tanto éxito que se realizaron 26 representaciones, pero cayó en el olvido y no volvió a representarse hasta 1964, casi dos siglos después, en Salzburgo en versión de concierto. El Teatro Real la programa por primera vez en su historia con un elenco encabezado por la soprano francesa Patricia Petibon, una verdadera experta en el papel de Giunia.

Tan solo hay que escuchar estos tres ejemplos -que distribuiremos a lo largo de este texto- para darse cuenta de que Matabosch no exagera en absoluto. El patricio Lucio Cinna abre la obra con esta maravilla, Vieni ov’amor t’invita: 

Un mes antes de cumplir los 14 años, Mozart comenzó uno de los viajes más importantes de su vida. Su padre lo llevó a lo que sería su primera gira por Italia, no solo para continuar la educación musical del niño prodigio, también para conseguir encargos operísticos. Pronto lo logró el joven Mozart. En el transcurso de ese periplo, el músico compuso la partitura de la que sería su primera ópera seria: Mitrídates, rey del Ponto. El castrato Pietro Benedetti -que en el estreno de esta ópera en diciembre de 1770 interpretó el papel de Sifares, hijo de Mitrídates- aseguró que si el público no quedaba encantado con el dueto final del segundo acto “se haría castrar por segunda vez». ¡Con tan solo 14 años! Su primera incursión en Italia fue un éxito de tal calibre que Mozart dirigió las cuatro primeras de las 21 representaciones que se realizaron de la obra y consiguió otro contrato para volver a celebrar el carnaval de invierno y la temporada musical milanesa dos años más tarde. Entonces lo haría con Lucio Silla.

Así que no, Silla no fue la primera ópera de Mozart, ni la segunda, pese a haberla compuesto, estrenado y dirigido con 16 años. Para algunos autores, que toman como punto de partida La obligación del primer mandamiento -una especie de auto sacramental que se estrenó en el Palacio arzobispal de Salzburgo el 12 de marzo de 1767, cuando tan solo tenía 11 años-, Lucio Silla sería la octava obra teatral musical de Mozart. Un texto de Giovanni de Gamerra con modificaciones del famosísimo poeta Pietro Metastasio en el que se narra la transformación del dictador romano Lucio Cornelio Silla desde la brutalidad, la ferocidad y la arbitrariedad, hasta la magnanimidad y el abandono del poder convencido, presuntamente, por el poderoso amor que se profesan los personajes que –casi a modo de resistencia contra la tiranía- le rodean como satélites a un planeta en metamorfosis.

El joven Wolfgang escribió los recitativos, la obertura y los coros en Salzburgo a la vuelta de su segundo viaje por Italia donde estrenó otra obra, Ascanio in Alba, para celebrar la boda del archiduque Fernando y la princesa Beatriz. El asunto de las 18 arias que componen Lucio Silla fue harina de otro costal. En aquella época era costumbre que los compositores se acomodaran a la calidad de los cantantes que representarían sus obras para escribirles sus arias. Para Lucio Silla, Mozart se topó con la mejor de las suertes. Contaría con el excelente Arcangelo Cortoni como tenor para el papel del dictador; al castrato Venanzio Rauzzini para el papel de Cecilio y a la soprano Anna de Amicis en el papel de Giunia.

Todo parecía ir bien hasta que su protagonista cayó enfermo y apareció en escena, a tan solo ocho días del estreno, un mediocre cantante de oratorios, Basano Morgnoni, que a todas luces era incapaz de cantar la partitura escrita para el papel, lo que obligaría a Mozart a replantearse -¡en tiempo récord!- una buena parte de la obra. “Mozart hizo de la necesidad virtud: aprovechó la ineptitud del cantante para reforzar la caracterización de su personaje como débil, irascible y dubitativo, apenas capaz de expresar lo que siente y obligado a delegar en la orquesta la virulencia impotente de sus propias reflexiones sádicas sobre los suplicios que quiere infligir a los demás personajes por no ceder a sus órdenes”, explica Joan Matabosch.

Es precisamente aquí donde reside uno de los grandes hallazgos de Mozart. Para Ivor Bolton, el director musical de esta producción, Lucio Silla es una ópera que supone un «gran avance», así como «un punto de inflexión» para el género, puesto que a partir de esta pieza «la ópera seria se convierte en más dramática». En 1772 la ópera seria ya había alcanzado su cima y estaba en verdadero declive. Incluso a la edad de 16 años, Mozart sintió la necesidad de experimentar, de encontrar su propio lenguaje musical y operístico. Con Lucio Silla ya se había convertido en un compositor que no quería simplemente repetir las cosas; quería crear Arte, con mayúsculas. Él compuso una ópera que es individual en la expresión y llena de novedades. Así que para su época –y aún hoy- Lucio Silla es una obra deliciosa y refrescante.

Para representar Lucio Silla en el Teatro Real por primera vez, Matabosch ha querido traer al coliseo madrileño la versión del alemán Claus Guth –después de su clamoroso éxito en la temporada pasada con la Rodelinda de Haendel-. “Este montaje de Lucio Silla es legendario, ha sido considerado una obra maestra desde su estreno”, explicó Matabosch. La puesta en escena fue ideada por Guth en 2005 y se estrenó un año más tarde en el Theater an der Wien, con dirección musical de Nikolaus Harnoncourt.

La escenografía giratoria es de una inteligencia y versatilidad tal que durante casi tres horas y media parece infinita, inacabable, repleta de escondrijos y dobles sentidos que ofrecen a la estática sucesión de recitativos y arias un tremendo dinamismo. Además, Guth idea una forma de que en las arias el espectador vea por dentro a los personajes, sus miedos y anhelos, sus pasiones escondidas y sus ansiedades.

“La historia no ha cambiado mucho”, explica Guth. “Cuando ideé esta puesta en escena me influyeron tremendamente las imágenes de los bunkers que utilizaba Sadam Husein para esconderse durante la invasión de Irak. Un bunker es un mundo paralelo, es la arquitectura para después de una guerra y el lugar perfecto para mostrar la personalidad de un tirano caprichoso como Lucio Silla. Pero esa realidad en 2017 sigue cercana a nosotros. Ahí están las pruebas armamentísticas de Corea del Norte, que nos devuelven a la mente los refugios subterráneos, y un presidente como Donald Trump, un hombre imprevisible, volátil y que crea una sensación de terror a su alrededor”, concluye Guth.

Una escena de la ópera Lucio Silla de Mozart con la que el Teatro Real abre su nueva temporada. Foto: Javier del Real.

Una escena de la ópera Lucio Silla de Mozart con la que el Teatro Real abre su nueva temporada. Foto: Javier del Real.

El coro del primer acto de la ópera Lucio Silla de Mozart que se representa en el Teatro Real. Foto: Javier del Real.

El coro del primer acto de la ópera Lucio Silla de Mozart que se representa en el Teatro Real. Foto: Javier del Real.

LUCIO SILLA, WOLFGANG AMADEUS MOZART. Del 13 al 23 de septiembre.

  • Dirección musical:Ivor Bolton
  • Dirección de escena:Claus Guth
  • Responsable de la reposición:Tine Buyse
  • Escenografía y figurines:Christian Schmidt
  • Iluminación:Manfred Voss
  • Dramaturgia:Ronny Dietrich
  • Dirección del coro:Andrés Máspero

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  • Lucio Silla:Kurt Streit (Sep. 13, 16, 18, 21, 23)
    Benjamin Bruns (Sep. 15, 17, 20, 22)

  • Giunia:Patricia Petibon (Sep. 13, 16, 18, 21, 23)
    Julie Fuchs (Sep. 15, 17, 20, 22)

  • Cecilio:Silvia Tro Santafé (Sep. 13, 16, 18, 21, 23)
    Marina Comparato (Sep. 15, 17, 20, 22)

  • Lucio Cinna:Inga Kalna (Sep. 13, 16, 18, 21, 23)
    Hulkar Sabirova (Sep. 15, 17, 20, 22)

  • Celia:María José Moreno (Sep. 13, 16, 18, 21, 23)
    Anna Devin (Sep. 15, 17, 20, 22)

  • Aufidio:Kenneth Tarver (Sep. 13, 16, 18, 21, 23)
    Roger Padullés (Sep. 15, 17, 20, 22)

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Comentarios

  • José Miguel Hierro Agüera

    Por José Miguel Hierro Agüera, el 13 septiembre 2017

    Desde, mi modesto punto de vista, creo que se trata de una obra magnífica, de una gran belleza, tanto musical, como vocal. Todas las arias son de gran interés musical, demuestran las capacidades para la música que poseía Mozart, alguien que realmente dejaba en todo momento su saber. Una joya de enorme calidad. Efectivamente Mozart muestra y demuestra su capacidad para integrar perfectamente la música con las voces. Preciosa partitura.

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