El Reina Sofía nos traslada a 1976: ¿dónde está aquella España rupturista e ilusionada?

Alberto Schommer. Partido Socialista Obrero Español. Fundación Alberto Schommer.

Alberto Schommer. Partido Socialista Obrero Español. Fundación Alberto Schommer.

Mientras la ultraderecha gana elecciones y el Congreso de los Diputados abre sus puertas para celebrar los 40 años de la Constitución que se votó en referéndum un 6 de diciembre de 1978, en el Museo Reina Sofía se vuelve la vista atrás con la exposición ‘Poéticas de la Democracia. Imágenes y contraimágenes de la Transición’ para recordar cómo era el arte español en la década de los 70, cuando la Bienal de Venecia dedicó su edición de 1976 a España.

Un año antes había muerto Franco. Las Cortes de los procuradores franquistas se hacían el harakiri; el 4 de mayo salía a la calle el diario El País y en su primer editorial publicaba en portada el editorial Ante la Reforma, una llamada de atención, y recordaba las palabras de Ortega y Gasset: “Desde luego, señores, no es esto, no es esto”.

En junio de aquel año dimitía Arias Navarro, el lúgubre franquista de “Españoles, Franco ha muerto”, y Adolfo Suárez era nombrado presidente del Gobierno por el Rey Juan Carlos. En Argentina el Ejército deponía al gobierno de María Estela M. de Perón e instalaba la Junta Militar con el sanguinario Videla. Steve Jobs, junto a Steve Wozniak y Ronald Wayne, fundaba la empresa Apple. Meses antes había muerto Agatha Christie y poco después, Mao Zedong.

En 1976, España se despertaba de un largo sueño. Todo bullía, las calles, las asociaciones; había manifestaciones por la libertad, la amnistía y en Cataluña por el Estatut de Autonomía, reprimidas a pelotazos. Santiago Carrillo, secretario general de un ilegal Partido Comunista, el demonio con rabo, cruzaba la frontera, le detenían y le soltaban. En enero de 1977, asesinaban en Madrid a los abogados laboralistas del despacho de la calle Atocha. El PCE controlaba el duelo y la rabia, y demostraba su fortaleza. El Sábado Santo, rojo en el calendario, era legalizado como partido.

La Bienal de Venecia, la exhibición de arte contemporáneo con más peso, es el banderín de enganche para las vanguardias politizadas. Los artistas, tras Mayo del 68, acentúan el signo político de la muestra y en 1974 eligen a Chile para denunciar el secuestro de la democracia. La situación española, incluso antes de la muerte de Franco, les sugiere dedicar la edición siguiente a España para mostrar el arte de los últimos 40 años en el país.

El director de la Bienal, Carlo Ripa di Meana, encarga a un comité de expertos la organización de la muestra. Gracias a los buenos oficios del pintor Eduardo Arroyo, se consigue armar un equipo de diez: Tàpies, Saura, Ibarrola, Equipo Crónica, el arquitecto Oriol Bohigas, Alberto Corazón, Manuel García, los historiadores Tomás Llorens y Valeriano Bozal. El pabellón de Italia será el escenario y el español quedará cerrado para representar así el carácter antifranquista de la participación.

El Comité de expertos ideó una exposición militante de izquierdas, España, Vanguardia artística y realidad social (1936-1976). La idea chocó enseguida con los artistas que se quedaban fuera como Aguilera Cerni, Moreno Galván y Alberti, este último muy descontento con Arroyo, al que detestaba desde que el pintor había colocado la figura de Pasionaria como camarera en uno de sus cuadros. “Lo que nos molestó”, escribió Moreno Galván, “fue que en otra exposición había procurado poner en solfa a Dolores Ibárruri… Ni Rafael, ni Vicente Aguilera Cerni, ni yo aceptamos ningún tipo de colaboración con ese ultraizquierdista sin riesgo, que procura mantener la guerra civil desde los escenarios italianos…”. Chillida y Oteiza se retiraron por no tener espacio propio el País Vasco.

La exposición del Reina Sofía recuerda aquello y lo que estaba en penumbra. Refleja la imagen oficial de la Transición y la otra cara, liderada por activistas, movimientos sociales. Pintura por un lado y fanzines, fotografías y revistas por otro.

Alberto Schommer. Centro Democrático y Social. Fundación Alberto Schommer.

Alberto Schommer. Centro Democrático y Social. Fundación Alberto Schommer.

Educardo Arroyo. La ronda de noche con porras. Colección del artista.

Educardo Arroyo. La ronda de noche con porras. Colección del artista.

Se ha hecho una reconstrucción casi arqueológica del pabellón de la Bienal del 76, con una amplia sala donde están Amnistía, de Agustín Ibarrola; Venecia, de Eusebio Sempere; El abrazo, de Genovés; Dos pueblos, dos miradas, de Andreu Alfaro; La mujer, de Alberto Corazón; las serigrafías de Antonio Saura y varios cuadros de la serie Paredón, de Equipo Crónica, que recuerdan las ejecuciones del 27 de septiembre de 1975 de José Humberto Baena, José Luis Sánchez Bravo, Ramón García Sanz, del FRAP; y de Juan Paredes Manot, Txiki, y Ángel Otaegui, de ETA. En el centro, el gran cuadro Ronda de noche con porras, de Arroyo, la única obra que desde aquella fecha jamás se había expuesto.

Otras salas recogen fotografías, vídeos, obras de Picasso, Renau, el Aidez L’Espagne de Miró y los carteles de las actividades paralelas durante la Bienal con representaciones de El Joglars, Tábano, Núria Espert; la música de Llach, Raimon o Montllor; el ballet de Antonio Gades o el cine a través de una comisión liderada por Luis Buñuel. Están también las obras de Luis Gordillo, Manolo Miralles, Ráfols-Casamada que se exhibieron en la muestra. Un arte comprometido que echaba por tierra la imagen de sólo vanguardia que había intentado explotar el franquismo fuera de las fronteras.

La parte emocionante de la exposición del Reina Sofía llega con las salas donde se da visibilidad a todo aquello que no era oficial. En los setenta se empieza a cuestionar lo inamovible. Las revistas reflejan cómo los manicomios ya no son lugares cerrados, los enfermos mentales viven en pisos, pintan lo que les dicta el subconsciente en las paredes y se dejan fotografiar por Pilar Aymerich. Anna Turbau recoge la vida de los enfermos en el Psiquiátrico de Conxo, en Santiago de Compostela. Los jóvenes discuten en ateneos libertarios y en jornadas anarquistas.

Las mujeres toman el control del feminismo y celebran en el paraninfo de la Universidad de Barcelona Les Jornades catalanes de la Dona (1976), un gran éxito que reunió en una convocatoria no permitida a 4.000 mujeres de medio mundo para analizar experiencias y ofrecer el testimonio de situaciones muy dispares. Allí se pidió igualdad de salario, abolición de la discriminación en el trabajo, una ley de divorcio, legalización del aborto. ¿Les suena?

Las mujeres miran de frente desde las cárceles en los retratos de Aymerich. En aquellos años nace la revista Vindicación feminista de Lidia Falcón. Colita edita junto a la escritora Maria Aurèlia Capmany el fotolibro Antifémina. Son la mujeres el motor de los movimientos vecinales en los barrios, ocupan las calles y luchan por su espacio.

Juan Genovés. El Abrazo. Museo Nacional Reina Sofía. Juan Genovés.

Juan Genovés. El Abrazo. Museo Nacional Reina Sofía. Juan Genovés.

La Ley de Peligrosidad Social, con la que se encarcelaba y perseguía a homosexuales, continuaba en vigor. Mientras el pintor Ocaña se paseaba por las Ramblas vestido de mujeruca enlutada, la cultura alternativa se extendía por bares, pisos y festivales . Drogas, sexo libre. Anarquía y revistas como Ajoblanco. Se habla ya de tribus urbanas y Ceesepe, Victor Mira, Alberto García-Alix o Pedro Almodóvar son los oficiantes de la nueva cultura marginal. Se vive entre la vida y la muerte, se cuestiona la autoridad y los roles de género.

Así era España en 1976. Dos años después, en 1978, se aprueba la Constitución. Ese espíritu rupturista ya no está. Lo que vivimos hoy es el reverso de la Transición y el arte es el complemento perfecto para explicar aquellos años, un espejo que ahora nos devuelve una imagen emborronada en blanco y negro. Una celebración sombría. 

‘Poéticas de la Democracia. Imágenes y contraimágenes de la Transición’. Museo Reina Sofía , Madrid. Hasta el 25 de noviembre de 2019.

Pilar Aymerich. Presas en el patio de la cárcel. Prisión de mujeres de la Trinidad. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.

Pilar Aymerich. Presas en el patio de la cárcel. Prisión de mujeres de la Trinidad. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.

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Comentarios

  • Yyorepublicana

    Por Yyorepublicana, el 10 diciembre 2018

    Mi hija ha venido a ver esa exposición y le pareció un choque que no estuviera puesta en valor , que se encontrase en la planta baja (como si necesitasen un sótano para meterla)y como si finalmente «atado y bien atado »
    ganase todavia.

    Es una pena que nuestro país no tenga como en Francia u otros países una cultura de la historia objetiva y su puesta en valor , y deja un sabor amargo a todas las luchas que se han tenido y se siguen teniendo !una pena!

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