Rescatar nanas para recuperar los sueños

Mayalde. Foto: Maríagrafía.

Mayalde. Foto: Maríagrafía.

Mayalde. Foto: Maríagrafía.

¿Qué tiempo es éste en el que los niños no escuchan nanas?, se pregunta Mayalde. Las nanas son el primer contacto con la música, la música de la cuna para dormir y soñar. Por eso esta familia de juglares de Salamanca ha querido recopilar en un disco-libro, ‘Nanas con ná’, esos cantos tradicionales sin adornos. Quizá a los padres y madres que con desesperación buscan métodos científicos para dormir a sus hijos puedan funcionarles estas nanas testadas popularmente a lo largo del tiempo.

“Pajarito que cantas en las lagunas, no nos despiertes al niño que está en la cuna’. “Corre sueño, corre sueño, por el carrascal arriba, adorméceme este niño que me da mucha fatiga”. “Este niño tiene sueño, tiene ganas de dormir, un ojo tiene acuñado y el otro no lo puede abrir”. “Mi niño tiene sueño, no tiene cuna, su padre es carpintero, que le haga una”.

Son algunos de los versos que se pueden escuchar en el disco Nanas con ná, de Mayalde. El grupo salmantino de música tradicional (formado por una familia: los padres Eusebio y Pilar y los hijos Laura y Arturo) ha querido rescatar en esta ocasión las primeras canciones con las que se encuentra el ser humano cuando nace. Las de la cuna. Las de mecer, arrullar y adormecer.

Mayalde no es sólo un grupo de música tradicional. Mayalde ha ido rescatando de pueblo en pueblo los sonidos, canciones e instrumentos de la música popular para proteger ese legado, ese tesoro, ese patrimonio cultural de todos, que de otra manera se perdería porque ha fallado la correa de transmisión generacional entre abuelos y nietos. Y si los abuelos y abuelas se nos van, se llevan toda esa biblioteca de saber y cultura, a menudo marginada. Mayalde se sube al escenario y difunde música, conocimiento, valores, historias… Y el público ríe, se emociona, baila y a menudo no les deja irse porque quieren seguir con la celebración, con la fiesta de la música de nuestras raíces, del folclore que dice mucho de quiénes somos y de dónde venimos. Porque hay algo ahí, en el escenario, que nos conecta con recuerdos del alma, con melodías que nos hablan directamente al corazón, con algo que nos une a lo conocido, a lo vivido en común.

Pero en este último disco de Mayalde no hay instrumentos ni música. Sólo una voz, la voz de Laura. Una voz desnuda, sin aderezos, sin maquillajes, sin traje. “Las nanas son voz sola de mujer, a pelo, nada más, el niño y tú, por eso hemos querido mostrarlas así, como se cantaban, sin adornos. Se las cantamos a nuestros niños para que no se queden sin la música de la cuna, la que se queda dentro y ya no se va nunca”. Explica Laura que dudaron si meter sonido e instrumentos, ellos que tocan calderos, cucharas, cribas y tambores. “Las nanas se cantan a solas con el bebé, nacen desde dentro, en un espacio íntimo y crean un momento mágico. Te sale de las entrañas, es tu voz, el bebé siente hasta los latidos de tu corazón”.

Este disco empezó a cocinarse hace año y medio a fuego lento, artesanal, pausado (como las nanas) cuando Cuba, su sobrina, llegó a la familia. “Quería regalarle algo hecho por mí porque buscando nanas tradicionales grabadas me di cuenta de que casi no había. Empecé a recopilar. Hay nanas que nos cantaban mis padres, nanas de nuestra tierra y de otras zonas (Zamora, Mallorca) de cancioneros que nos han ido pasando amigos”. Ella misma ha escrito dos de las nanas, una para su sobrina y otra para su hijo Beltrán. Y aunque es un disco para dormir bebés, algún adulto les ha confesado que se ha echado una buena siesta escuchándolo.

Cuenta como anécdota que a su hermano no le contaron nada de todo el proceso porque era un regalo. Mientras se cocinaba en silencio, Arturo tuvo la misma idea. “Cuando tuvimos a Cuba me di cuenta de que no había nanas tradicionales grabadas y en un ensayo le propuse a la familia hacer un disco de nanas, no me hicieron ni caso, pasaban de mi (risas) porque, claro, ya estaban en ello. Cuando nos dio mi hermana el disco con el libro hecho a mano fue un regalazo”. Arturo también reivindica la necesidad de recuperar esos cantos. “Estamos dejando de lado las nanas y cantarles a nuestros hijos. Es importante que las escuchen, nosotros nos educamos así, nos cantaron, nos abrazaron. Yo le canto todos los días a mi hija, además de leer cuentos. Pero dormirte con nanas es tan dulce…”. Y en su recuerdo están muchas de esas canciones. “Las nanas que te cantan no se te olvidan, se te queda esa voz de tu madre grabada. Por eso, además de dedicarles el disco a nuestros hijos, se lo dedicamos a nuestros padres, por no rendirse nunca en este precioso oficio, y a nuestros abuelos que son muchos, amigos que han marcado nuestras vidas”.

Laura cuenta que este disco-libro se ha ido haciendo entre amigos, con el mimo y el cuidado que merecen los primeros cantos de la infancia. “Ha sido muy entrañable, grabado en la casa de nuestro amigo Luis Hernández, con las preciosas acuarelas de Esther Martín y el diseño de María Iglesias”.

Y entre ilustraciones de acuarela se van desgranando las letras de nanas como Si esta niña se durmiera, A dormir va la rosa, Nana de Fresno, Arroró niño chico o Mi perra me parió diez perros. “Siempre tuvimos perros en casa y nos escucharon cantar, también les recordamos porque forman parte de nosotros”.

A Laura y Arturo les llenaron la cabeza con los primeros sonidos y sueños sus padres Eusebio y Pilar. “Ha quedado precioso el disco, Laura le ha puesto todo el alma en la voz. Hay dos nanas muy especiales para mí, son las que les cantaba a mis hijos cada día y que ahora repito con mis nietos, una es La pulga y el piojo y la otra Pajarito que cantas. Pero la nieta pequeña sabe que si se la canto ya es para dormir, así que si no quiere acostarse la rechaza”, dice Pilar. Para Eusebio, una de las nanas más entrañables es Duerme, duerme negrito, la que le cantaba a su nieto, “aunque no es muy de Salamanca”, bromea, se la cantaba tocando los bongos cubanos. “En este disco hemos seguido la línea por la que apostamos hace tiempo: descubrir y mostrar la belleza de la desnudez”.

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