El Ribera más ‘sado-maso’ revive con Keko y Altarriba en un nuevo cómic del Prado

Viñeta del cómic de Ribera

Dos páginas del nuevo cómic sobre Ribera editado por el Museo del Prado.

Dos páginas del nuevo cómic sobre Ribera editado por el Museo del Prado.

Tras la visión de Max sobre El Bosco, el Museo del Prado continúa su atención al cómic para acercar sus obras maestras a lenguajes más actualizados con el trabajo de Altarriba y Keko ‘El perdón y la furia’, en torno al Ribera más truculento y oscuro, el del castigo al insumiso, al que reta a los de arriba, hasta incluso ser despellejado vivo.

Ticio, hijo de Júpiter y Elara, es el gigante que personifica la lujuria. Fue castigado por intentar violar a una de las amantes de su progenitor. José de Ribera lo pintó en 1632 encadenado, mientras un buitre devora eternamente sus entrañas. Ixión, progenitor de la raza de los centauros, fue castigado con la locura por asesinar a su suegro. Tras ser perdonado, intentó suplantar a Júpiter en el lecho de Juno, por lo que fue condenado a girar para siempre atado a una rueda y así expiar sus desmanes. Ribera lo pintó en 1632 con un sátiro encadenándole… Y faltan Sísifo y Tántalo para completar las cuatro Furias -moradores del Hades greco-latino que habían sido condenados por haber desafiado a los dioses- que Ribera realizó, convirtiéndolas en el epítome del horror en la pintura.

Esos dos enormes e impactantes lienzos de Ixión y Ticio los muestra El Prado en lugar privilegiado, la rotonda de una de sus entradas. Y es un material rico sin duda para un cómic negro -incluso un poco gore-. Es lo que les ha inspirado a Antonio Altarriba (Zaragoza, 1952) para componer el desarrollo argumental y a Keko (José Antonio Godoy, Madrid, 1963) para los dibujos en blanco-negro y el rojo de la sangre de El perdón y la furia, un cuidado cómic publicado por el Museo del Prado y que puede convertirse en volumen de culto. Ambos autores dan continuidad a su colaboración en la novela gráfica Yo, asesino, publicada hace dos años. Y así, frente a los esfuerzos últimos por presentar a Ribera como un pintor más amable, no tan tormentoso, ni como un artista que se regodeaba en la violencia y el sufrimiento, El Prado, Keko y Altarriba reviven lo más truculento del maestro, con un thriller de tintes sado-masos en el que no falta el elemento fantástico, lo esotérico, la búsqueda mística, y cuya ingeniosa trama parte justamente de la misteriosa desaparición de dos de las Furias que pintó Ribera. Faltan Sísifo y Tántalo.

El asesinato como línea argumental está detrás de muchos de los trabajos de Altarriba, ya que, como catedrático de Literatura Francesa en la Universidad del País Vasco, ha convivido muy de cerca con el terrorismo de ETA. «Y me causaba mucha desazón», nos ha explicado, «cómo muchos de mis alumnos, de esos chicos de 20 años a los que estaba dando clase, eran personas que apoyaban los asesinatos de ETA. No llegaba a entender qué les pasaba por la cabeza a gente que está preparada, que está yendo a la Universidad, qué les ha llevado a pensar que matar es legítimo e incluso heroico, para justificar que se puede matar por unas ideas. Ese tema de la justificación del asesinato me ha obsesionado». Altarriba es, además, autor de la novela gráfica El arte de volar (Edicions de Ponent), junto al dibujante Kim, estremecedor trabajo en torno al suicidio de su padre, con 90 años, en la residencia de ancianos donde estaba, trabajo por el que obtuvieron el Premio Nacional de Cómic 2010.

Viñetas del cómic ‘El perdón y la furia’ sobre obras de Ribera editado por el Museo del Prado.

Un cómic el del Prado que atrapa, realizado en un tiempo récord, a lo largo del pasado otoño, en el que los dibujos de Keko homenajean los espectaculares claroscuros y escorzos de cuerpos desnudos que hicieron famoso a Ribera. Un thriller en torno al crimen gratuito en busca de la expresión artística, de la creatividad. Un trabajo sobre el castigo al rebelde, al que se sale de la norma, algo siempre muy de actualidad, también ahora, tiempos estos en los que Keko, que se hizo famoso en los tiempos de la revista Madriz de mediados de los 80 que apoyaba el Ayuntamiento de Madrid, cree que la «autocontención» se ha impuesto en los creadores para no traspasar las cada más numerosas líneas rojas de no ofender a nadie.

Sí, las cuatro Furias representan castigos a cuatro insumisos que quisieron emular a los dioses, desafiar a los que están arriba. Y está mal desafiar al poder, el castigo puede ser la condena eterna a portar una enorme piedra o a girar en una rueda de manera interminable. Como Sísifo, como Ixión. Cita Altarriba también al dominico astrónomo y matemático Giordano Bruno, otro napolitano que fue quemado vivo en la hoguera siendo Ribera un niño, por hereje, por proponer una visión panteísta del Universo que no encajaba con la de la jerarquía eclesiástica; algo de sus concepciones sobre la geometría mágica también aparece en el cómic; no hay que olvidar que Ribera desarrolló prácticamente toda su carrera en Nápoles.

En este caso, el de El perdón y la furia, a los responsables del museo les pareció todo bien desde el primer momento, y reconocen ahora que les dejaron libertad absoluta para crear. «Lo que queremos con esta línea de cómic que abrimos la pasada primavera», ha explicado José Manuel Matilla, jefe de conservación de Dibujos del Prado y él mismo gran aficionado a la novela gráfica, «es que nuestras obras sean el punto de partida para una reflexión libre en torno a la creación artística».

De izquierda a derecha: Antonio Altarriba y Keko (José Antonio Godoy), guionista e ilustrador, respectivamente, del cómic ‘El perdón y la furia’. Foto © Museo Nacional del Prado.

‘El perdón y la furia’ está disponible en las tiendas del Prado, en  y en librerías por 15 €.

‘Ribera, maestro del dibujo’: El Prado ha montado hasta el 19 de febrero una completa exposición sobre el Ribera dibujante.

Reportaje en ‘El Asombrario’ sobre el otro cómic editado por el Museo del Prado, el trabajo de Max en torno a El Bosco.

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Comentarios

  • Tsubaki

    Por Tsubaki, el 22 enero 2017

    Es curioso ver una imagen de un hombre sufriendo de la manera más horrible, y delante de él otros dos sonriendo y envaneciéndose de sus dibujitos. La tortura y la frivolidad.

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