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Los Simpson, un cuarto de siglo de humor amarillo

Por Luis Miguel Ariza, el 24 de diciembre de 2014, en series

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Imagen promocional de la temporada número 22 de Los Simpson.

Imagen promocional de la temporada número 22 de Los Simpson.

Los Simpson cumplen 25 años. Analizamos algunas de las claves del éxito sin precedentes de esta familia alocada e iconoclasta en la historia de la Televisión estadounidense y mundial. 

En 2004 tuve la ocasión de conocer de primera mano la política ecológica estadounidense gracias a una invitación de la Embajada de Estados Unidos en Madrid. Fue un magnífico viaje, en tiempos en los que la administración Bush consideraba que el CO2 no era un gas contaminante y por tanto quedaba fuera de los controles ambientales. Estados Unidos es un país diverso y sorprendente. En California me puse al volante de un coche de hidrógeno, y estuvimos en el despacho de Arnold Schwarzenneger cuando era gobernador de ese estado, aunque no pudimos verle.  Y una vez en Washington, tuve la ocasión de cenar en la casa de Mark Plotkin,un amigo mío que vive en Washington D.C y que además es uno de los más experimentados etnobotánicos (Les recomiendo su organización para proteger el Amazonas).

Fue una cena inolvidable, en la que mi amigo Mark y su mujer me hablaron de su experiencia con los chamanes en Suramérica y otros lugares.  Y también me comentó que en Estados Unidos, la pésima imagen que el público tenía de las centrales nucleares y las empresas que hay detrás no se debía a los potenciales riesgos o al miedo atómico, sino a la imagen cultivada por el señor Burns de la serie Los Simpson. Uno de sus amigos era un guionista de una serie que se había estrenado ya en España a principios de los años noventa, y tenía información de primera mano sobre la percepción del público americano y el impacto de la serie.

Al día siguiente, visitamos la oficina del senador Jim Heffords, independiente por el estado de Vermont. Los periodistas les preguntamos por la guerra de Irak y constatamos su enfado por el enorme gasto que estaba soportando la administración. Cuando me llegó el turno, le pregunté al veterano senador si Los Simpson eran realmente culpables de la mala imagen que la industria nuclear tenía entre el público. Para mi enorme sorpresa, preguntó: ¿quienes son? Uno de sus asesores se lo explicó. El senador apareció bastante confuso, y eludió la cuestión.

Reconozco que por aquel entonces, apenas había visto parte de algún capítulo. Eso cambió a mi vuelta. Quedé atrapado por aquellos personajes amarillos, cínicos y brillantes, sin límites a la hora de jugar con el humor y los valores tradicionales americanos, que ahora cumplen 25 años desde su primera emisión.  Y, como no podía ser de otra manera, los capítulos que a mi juicio son los más brillantes, los que hacen que te desternilles de risa y reflexiones al mismo tiempo, son aquellos en los que se hace referencia a la ciencia y a las creencias: en especial, el episodio llamado Traje de Mono.

El argumento juega con las casualidades; se acaba el verano y Bart logra una serie de cosas para darlo por aprovechado; Homer le felicita y apunta con un visto bueno el «fingir interés» por su hijo; y Lisa finalmente exige a su padre que deje el televisor para cumplir la promesa de ir a un museo. Curiosamente, en el museo de historia natural cierran las exposición dedicada a las mujeres y los telares para inaugurar una exposición sobre las historia de las armas en Norteamérica.

Hay una cola muy grande y en primer lugar está el evangélico Ned Flanders con sus hijos. Homer decide aprovecharse de su cándido vecino para colarse. Todo el mundo lo ve y hace lo mismo. El pobre Ned y sus hijos se quedan los últimos y finalmente no pueden entrar en la exposición.

Homer trata de abrir una cerveza mientras una abogada de Nueva York muestra un dibujo de lo que sería "el eslabón perdido" entre el hombre y el mono. (Cortesía FOX y Antena3).

Homer trata de abrir una cerveza mientras una abogada de Nueva York muestra un dibujo de lo que sería «el eslabón perdido» entre el hombre y el mono. (Cortesía FOX y Antena3).

Ned Flanders trata de impedir que sus hijos contemplen los fósiles de la evolución humana.  FOX TV / Antena 3

Ned Flanders trata de impedir que sus hijos contemplen los fósiles de la evolución humana.  FOX TV / Antena 3

Pero el destino les tiene reservada una sorpresa. La exposición permanente sobre la evolución natural. Flanders entra con sus retoños y contempla horrorizado los dictados de la evolución de las especies, en las que el hombre «desciende progresivamente del mono». El vecino evangélico no cabe en su asombro La idea de la creación bíblica está expuesta en un mostrador cuya música de fondo es una famosa canción de los Doobie Brothers, «What a fool believes» (Lo que un tonto cree). Y ante las dudas suscitadas a sus hijos, decide pasar a la acción: presiona al director Skinner para que la escuela enseñe creacionismo junto con la teoría de la evolución.

Y ante las protestas de Lisa –el creacionismo no es científico, argumenta–el pueblo de Springfield decide suprimir la teoría de la evolución de la enseñanza pública. Lisa decide enseñar clandestinamente las enseñanzas de Darwin y es detenida y llevada a juicio. Se trata de un juicio divertidísimo pero muy serio a la vez, en el que la ciencia se enfrenta a la fe.

Los Simpson reflejan perfectamente las contradicciones del sueño americano. Lo hacen con ironía, con elegancia, y sobre todo, con humor. El creacionismo –que avala la creación bíblica como algo verdadero–es un movimiento que se inició en EE UU en 1920. En 1880, sólamente veinte años después de la publicación del Origen de las Especies, la polémica acerca de si el hombre era o no una especie que derivaba de un ancestro más primitivo ya había quedado totalmente zanjada en la sociedad victoriana.

Poco después de la publicación del libro de Darwin, los científicos abrazaron su teoría. La sociedad tardó algo poco más. Pese a ello, en muchos estados americanos se enseña en la actualidad la creación bíblica como una teoría alternativa. ¿Sorprendidos? En 2013, el 46 por ciento de los norteamericanos pensban que Dios creó al hombre a su imagen y semejanza hace 10.000 años. En la India, la evolución biológica del hombre es mucho más aceptada. Y ¿España? Un 42 por ciento de los españoles desea que solo se enseñe evolución, mientras que un 32 aboga por enseñar la creación bíblica en la escuela.

Descendemos de unas criaturas extraordinarias, de pequeño cerebro y bípedas, que vivieron en África probablemente entre hace cinco y seis millones de años. Una aventura maravillosa, misteriosa y excitante, con puntos aún poco esclarecidos que necesitan ser desentrañados con nuevos fósiles humanos. Es una historia muchísimo más interesante que lo que se nos cuenta en la Biblia.

Bart y su amigo Millhouse explican su plan para suplantar a Lisa en el juicio. Cortesía de FOX TV y Antena 3

Bart y su amigo Millhouse explican su plan para suplantar a Lisa en el juicio. Cortesía de FOX TV y Antena 3

No es de extrañar que el pueblo juzgue a Lisa. Esta niña avispada representa el elemento intelectual y crítico de una familia comandada por Homer Simpson, el cual podría ser el perfecto ejemplo de los valores que nunca querríamos encontrar en un padre; Homer incita a su hijo a fumar y a matar ciervos para que no caiga en manos de los gais, echa la culpa a su mujer de sus desgracias siempre que puede, es vago y glotón, y trata de aprovecharse de los demás a la menor oportunidad. Homer es un zoquete, pero, lejos de ser un personaje despreciable, nos resulta entrañable (fiel a su esposa, pese a sus barrabasadas).

En el juicio, Homer no admite la teoría de la evolución, pese a que por ello puedan condenar a su hija. Pero es alguien fascinado con los simios. Marge representa la correción política, la moderación; es capaz de votar a los republicanos y a los demócratas a la vez en unas elecciones, es incapaz de comerse el último trozo de pizza, estudia sus acciones antes de realizarlas para comprobar si son correctas o no, y enarbola muchas veces la bandera de la moral –votando en contra de la «Casa de Variedades», un prostíbulo socialmente aceptado en Springfield.

Marge tiene por supuesto sus sombras: puede caer con facilidad en el alcohol y en el juego, y tiene un cierto punto de exhibicionista sexual. Comenta a Lisa que no le parece mal la coexistencia entre ciencia y religión en las escuelas. Pero es ella quien finalmente decide leerse El origen de las Especies y da con la solución para demostrar que Darwin tenía razón en pleno juicio. Hay otro capítulo en la que, tras el hallazgo de los huesos de un ángel, se anuncia el Apocalipsis. Marge está firmemente convencida de la existencia del Día del Fin del Mundo, como sugieren las encuestas –casi uno de cada cuatro norteamericanos piensa que vivirán lo suficiente como para contemplar el final de todo.

El periódico Osservatore Romano declaró hace unos años que Homer Simpson era…¡un buen católico! al igual que su hijo Bart. Un borrachín con pocas virtudes y muchos defectos recibió de esta manera la bendición del Vaticano. Pese a que sus creadores lo han negado. Homer no profesa el catolicismo –si lo hiciera, horrorizaría a Margie. ¿Qué les parece? Los Simpson encierran una extraña fascinación que atrae incluso a sus potenciales detractores. No es de extrañar su apabullante éxito.

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Comentarios

Hay 4 comentarios

  • 25.12.2014
    Joaquín dice:

    “Los Simpson se deleita en atacar. Casi todo es un objetivo posible de ataque, cualquier personaje estereotipado, cualquier punto débil, y desde luego todas las instituciones», escribe Carl Matheson en “Los Simpson y la filosofía”http://bit.ly/1sz0GbP un libro estupendo que nos descubre que la lógica de Lisa es socrática y que en Bart hay algo del superhombre de Nietzsche

  • 25.12.2014
    David dice:

    Muy Buen articulo Luis, Enhorabuena.

  • 25.12.2014
    Carmen dice:

    Son geniales. El capítulo en el que Bart acude a un centro de entrenamiento para educar a su perro es buenísimo por que calca todos los «problemas» para hacerse entender que se tienen con el primer perro. Y así con cuantos temas tocan.

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