Sonia Fides: “Al final, el patriarcado derrumba todo lo útil”

Sonia Fides retratada en la Plaza de Tirso de Molina en Madrid. Foto: Manuel Cuéllar.

Sonia Fides retratada en la Plaza de Tirso de Molina en Madrid. Foto: Manuel Cuéllar.

Sonia Fides retratada en la Plaza de Tirso de Molina en Madrid. Foto: Manuel Cuéllar.

Sonia Fides retratada en la Plaza de Tirso de Molina en Madrid. Foto: Manuel Cuéllar.

La poeta y crítica literaria Sonia Fidescolaboradora de ‘El Asombrario´– presenta su primera novela, ‘La inequívoca fragilidad de los mosquitos’ (Libros.com): una historia de mujeres llena de secretos, un relato de silencios en busca de la verdad, un libro de elegante escritura que comienza como una ‘road movie’ persiguiendo la liberación y termina con muchos mosquitos despachurrados en el parabrisas, como símbolos de las permanentes opresiones con que se encuentran las mujeres en su viaje. La autora tiene clara la lucha: “Al final, el patriarcado derrumba todo lo útil, ¿no?”. 

Es tu primera novela, pero está llena de poesía, del cadencioso y lento ritmo, de la reflexión, de la intimidad de la poesía. ¿Cómo ha sido, Sonia, la experiencia y el proceso de escribir ‘La inequívoca fragilidad de los mosquitos’?

Ha sido delicioso y muy laborioso. Mantener el equilibrio de tantos lenguajes al mismo tiempo sin que se cayeran las naranjas ha sido complicado, pero un hermoso reto. Un viaje que ha necesitado una atención y una musculatura distinta a la que se necesita para escribir poesía y hacer que esta se pegue a la memoria del lector.

Un libro escrito con exquisitez y elegancia. ¿Cómo has logrado equilibrar el ritmo de la abstracción y la constante reflexión de la protagonista con esa acción que te mantiene en alerta permanente? Creo además que esa equilibrada tensión entre lo que acontece fuera y lo que sucede dentro de los personajes es uno de los principales valores del libro.

Pienso que esa generosa afirmación que despliegas para hablar de mi novela tiene que ver con mi vocación lectora, y con el respeto que me gusta recibir de aquellos escritores a los que escojo. Escribir es un ejercicio de libertad, pero también de respeto; hay que ser libre, pero hay que ser honesto y la elegancia me parece sin duda el mejor y más ambicioso sinónimo de la honestidad.

Seis personajes femeninos; algo que podíamos esperar de alguien como tú, que da muestras constantes de defensa de la posición de las mujeres en este mundo. Pero, y eso sí que me ha sorprendido, protagonizada por una modelo, una “modeluqui”, como la llamas en diversas ocasiones. ¿Por qué has optado por una modelo, profesión que para muchos y muchas representa lo más frívolo de la cosificación de la mujer en nuestra sociedad, reducidas a simples objetos de deseo y exhibición sexualizada?

No creo en los estereotipos gremiales. He conocido a modelos cuyo cuerpo se aleja del estigma de su oficio en cuanto hablan e intelectuales a los que su ego les asfixia hasta volverlos pura superficialidad. Quizás haya escogido ese oficio para mi protagonista porque fue mi primera vocación y observé cómo la piel de esas mujeres es más porosa para vivir la vida de otras, a pesar del mal uso que los hombres hacen de ese oficio. Al final, el patriarcado derrumba todo lo útil, ¿no? 

Seis mujeres como personajes, y dos hombres muy secundarios en todo el relato, tanto que apenas aparecen; uno es notario y el otro es quien desencadena tanta mentira y falsedad como recorren el libro. No es un papel muy digno el que has dado a los hombres en tu primera novela…

La dignidad está muy lejos del género en esta novela; sin embargo, ambos son dos vehículos incómodos como en ocasiones lo son los hombres en la vida real y en la sociedad. Mi relación es excepcional con los hombres que son excepcionales, que no marginan, que igualan, que luchan desde su poder, pero por desgracia son una pequeña capa sobre un pastel que tiene muchas capas podridas. Quizás haya sido mi modesto homenaje a quienes no tienen ningún arma para vivir o inventar un futuro en el que salir victoriosas o quizás sólo una casualidad. 

Seis mujeres, pero sobre todo, tres en papeles destacados. Explícanos en dos líneas cómo ves a cada una de estas mujeres tan distintas y que dirigen la trama.

Olivia es la lealtad extrema a pesar de la furia; Victoria, el conformismo educacional y Gádor, la asfixia moral. Tres hijas de una larga tradición católica que se defienden desde la oscuridad más absoluta hasta que acceden a hacer este viaje.

En Gádor hay mucho de algo de lo que adolece especialmente nuestra sociedad actual: el postureo. Por ese permanente intento de aparentar una vida feliz, una familia feliz. Sé que es algo que a ti también te afecta y molesta, ¿no es así? De hecho, hay dos palabras que se repiten constantemente en tu novela: realidad y verdad. Será por algo…

Sí, a mí el postureo me molesta cuando daña, me encanta la frivolidad útil, pero el aparentar y olvidar de donde se viene me parece un mal endémico de la sociedad desde hace ya muchas generaciones, que se ha recrudecido desde que existen las redes sociales 

Sonia, no sé si eres consciente, pero hay una palabra que con mucha diferencia es la que más se repite en tu novela: ‘miedo’. ¿Deja entrever algo del subconsciente de la autora? ¿Qué le da miedo a Sonia Fides?

Me da miedo, pánico, la deslealtad, porque fabrica monstruos con demasiada información contra los que tu corazón no puede luchar.

Y luego ahí tenemos el tema central: el silencio, el secreto… De hecho, la médula de ‘La inequívoca fragilidad de los mosquitos’ se estructura en torno a un secreto que no acaba de salir a la luz porque puede provocar una conmoción, producir una explosión que cause mucho dolor. ¿Necesario el silencio para vivir? ¿O para sobrevivir? ¿O no? ¿O es mejor abrir las ventanas y vivir en la transparencia y la luz?

Yo adoro la verdad, pero la verdad útil, la que construye, no la que destruye y a la que parece estar abonado el común de los mortales, y creo que La inequívoca fragilidad de los mosquitos es una verdad constante a pesar de los secretos, una verdad gradual que va completando un recorrido que es necesario para que la mentira no deslumbre y acabe por ser la única opción de las protagonistas. Los seres humanos a veces huimos de la verdad porque nos da miedo completarnos y acceder a ese todo que nos acerca a la esencia y nos aleja de lo políticamente correcto y de la promoción social. La soledad no está hecha para todos los seres humanos y ese es también uno de los temas estrellas de esta historia.

Vemos a Olivia en la tesitura de reconocer a menudo que pone el ‘piloto automático’ para seguir conduciendo, para seguir viviendo sin provocar excesivos choques. Es algo que a menudo habéis tenido y tenéis que hacer las mujeres, vivir con el piloto automático puesto, sin sentir ni vivir en exceso, ¿no?

Sí, la sociedad disfruta tratando de convertirnos en autómatas, demasiadas cargas frente a mínimas facilidades, pero por fortuna al final la inteligencia hace que nos rebelemos y pisemos el acelerador a fondo. Y eso es lo que hace Olivia cuando parece que va a rendirse, porque las mujeres vencemos a la inercia siempre.

Al comienzo, en las primeras páginas, el lector, yo al menos, cree que se va a encontrar con una novela ‘road movie’, tipo ‘Thelma y Louise’, de mujeres liberadas de todo y dispuestas a luchar por su verdad, pisando el acelerador en un coche de lujo, muy masculino. De hecho, hay una frase al principio que dice: “Cinco desconocidas que creen que se quieren y que se necesitan”. Sin embargo, el viaje resulta muy distinto. Está lleno de incertidumbres, limitaciones, secretos, enfrentamientos entre mujeres… Y yo ahí también veo un significado a ese título tan críptico: ‘La inequívoca fragilidad de los mosquitos’. Porque veo ahí que ese parabrisas limpio de cinco mujeres que viajan hacia alguna parte se ve continuamente empañado: hay niebla y hay esa suciedad molesta de los mosquitos despachurrados contra el cristal. Parecen choques insignificantes, pero empañan, afean la vista, el futuro… Una ‘road movie’ malograda, una escapada, una huida que no es tal, sino que aún aprisiona más a esas mujeres… ¿Lo ves así?

Es exactamente eso, Peter Pan no muere nunca, pero tampoco muere Wendy, siempre seremos los niños y las niñas que fuimos, el cuerpo crece, pero la infancia es quien marca todos los tiempos verbales. Cambia la voz, cambia el cuerpo, pero la luz y la oscuridad nos persiguen de la misma forma en que nos perseguía cuando llegaba la noche y nuestra madres nos arropaban dentro de la cama mientras el mundo acababa para ella y comenzaba para nosotros. Somos seres incompletos por mucho que creamos que hemos triunfado. Somos débiles, aunque aparentemos ser héroes en cuanto alguien conoce nuestros secretos y eso es lo que cuenta esta novela. La memoria es un paraíso mientras no se use como materia de defensa.

Terminamos con dos frases, Sonia, que me han llamado la atención y que aparecen nada más comenzar. De hecho, una es la primera frase de la novela: “Que el pasado es quien escolta y blinda tu vida lo aprendes demasiado tarde”. Siete renglones más abajo: “Y en eso estoy, sentada en un concesionario de coches, tratando de librarme de ese sociópata llamado futuro”. ¿Sonia Fides también ve así el pasado y el futuro, como Olivia, la protagonista?

Supongo que sí, para mí el pasado es sin duda quien sostiene nuestro futuro, es quien compone su musculatura y su sistema nervioso. Siempre he pensado que quien olvida ofende gravemente al porvenir y daña cualquier posibilidad para habitar el futuro. El futuro no es sólo estar vivo sino no dejar morir el pasado que nos ha traído hasta aquí.

La presentación de ‘La inequívoca fragilidad de los mosquitos’ será el viernes 14 de septiembre a las 19.30 h. en la librería Los Editores (Gurturbay, 5, Madrid) con la colaboración de la escritora Carmen Posadas, la actriz Nathalie Poza y el periodista y escritor Daniel Serrano.

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