‘Que la tierra te sea ligera’, un grito en plena Gran Vía

La plaza de Callao en Madrid casi desierta por el confinamiento. Foto: Victoria Iglesias.

La plaza de Callao en Madrid casi desierta por el confinamiento. Foto: Victoria Iglesias.

Silencio. Ambulancia. Silencio. Un autobús vacío. Silencio. Policía, coche, moto, autobús vacío, bicicleta, bicicleta, policía, silencio. El reloj de la Puerta del Sol. Silencio. Es curioso que tú hayas elegido este sigilo para irte. Madrid, vacía. Mi alma, extraña. El padre que se ha ido… Aprovecha, Victoria. “Y como no me escucha nadie, en medio de la Gran Vía de Madrid, grito y grito”. Un homenaje a todos los que se han ido en medio de tanta soledad y tanto silencio.

Dime cómo has construido tu ausencia / para que ahora encuentre tu mano.

Dime que justo, en este momento, cuando colisionan dos mundos, / planeas la huida.

Dime que te escapas por una franja diminuta, en apariencia; / pero tan infinita que hace de la tierra algo absurdo.

Y sin embargo, cuando consiga recoger tus cenizas o enterrar tu cuerpo…

Yo te diré: “Sit tibi terra levis”.

Veo que han edificado tantas cosas que, en estos días, rodeadas de vacío se desmoronan. Incluso los habitantes genuinos de la calle están perdidos. Un hombre en pijama hacia ningún sitio. Un hombre con maleta y chanclas hacia ningún lado. Deambulan los gatos de ciudad que no la reconocen. Deambulan por un silencio ensordecedor, por unas luces desprovistas de muchas sombras pero llenas de infinidad de reflejos por chocar en los artilugios de otras nadas.

Las arterias se colapsan bebiendo solo ausencia. Un letrero de un cómico da vueltas riéndose solo de sí mismo. Los neones, los girones de luz, los plasmas… se reflejan en la ropa aún de invierno, muerta, estancada, falsa a través de los cristales que rinden los comercios vacíos; y encima de ellos las casas llenas vertiendo ruidos de familia. Unas mesas con los manteles puestos. Una cafetera apagada. Una barra vacía. Fuera, un banco sin asiento.

De repente, los pájaros enlatados se unen en coro dirigiendo con ritmo estridente el color verde de un disco redondo, también hacia la nada. Los hago caso por costumbre, y cruzo. Camino por una ciudad que ha parido tanto bullicio que ahora al andarla profano. Está vacía, libre, virgen. Se limpió el cielo.

Cómo la camines, la forma que elijas de nuevo para pisarla, así engendrarás la semilla. Delito si desaprovechas la oportunidad segunda.

Silencio. Ambulancia. Silencio. Un autobús vacío. Silencio. Policía, coche, moto, autobús vacío, bicicleta, bicicleta, policía, silencio. El reloj de la Puerta del Sol. Silencio.

Sí, es curioso que tú hayas elegido este sigilo para irte. Llevabas unos años advirtiendo: Me voy; pero te curábamos. Te cantaba entonces la de la frente marchita que te pedía volver. Y volvías. Febril la mirada ando conquistando el asfalto. A ti te gustaba el silencio y este calmaba mi miedo. Y yo ahora tengo miedo de la noche que apunta. Aunque hoy que me atrevo a salir, poblada de recuerdos, y ya que creo que no estás marcho a enfrentarme con mi vida. Y como no me escucha nadie, en medio de la Gran Vía grito y grito. Despojándome de las formas, porque, ya sabes, que tarde o temprano se detiene el andar dejando desnuda la apariencia. Porque es un soplo la vida, y grito. Quizás la primera, o la segunda, palabra que aprendí antes o después de mamá.

-Perdone, ¿me enseña su documentación?

-Sí, aquí está.

-Victoria Iglesias…, ¿es usted freelance?

-…

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Comentarios

  • Juan Pedro Oliver Jimenez

    Por Juan Pedro Oliver Jimenez, el 21 abril 2020

    Su artículo es de un fondo maravilloso, expresado con infinita belleza.

  • Victoria Iglesias

    Por Victoria Iglesias, el 21 abril 2020

    Muchas gracias.

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