Toni Cantó se entrega a un Aquiles pacifista en Mérida

Aquiles (Toni Cantó) cubre el cuerpo de Patroclo (Octavi Pujades) asesinado por Héctor en la obra 'Aquiles, el hombre'. Foto: Jero

Aquiles (Toni Cantó) cubre el cuerpo de Patroclo (Octavi Pujades), asesinado por Héctor, en la obra ‘Aquiles, el hombre’. Foto: Jero Morales.

El actor encabeza un reparto que anoche estrenó ‘Aquiles, el hombre’, una obra basada en los textos de Homero que nos retrata a un héroe machacado por la culpa y arrepentido de su entrega a las reglas de la guerra. Un montaje audaz y atrevido que el público agradeció con una sonora ovación.

Lanzar mensajes como que la muerte solo engendra muerte, incluso después de la victoria, casi siempre resulta ser un punto a favor de cualquier manifestación artística. Si ese pacifismo, además, huye del amaneramiento, la ñoñería, el lugar común, el peligroso corte patriótico y la corrección política –cosas todas tan de moda en la era del Pokemon Go- no solo es positivo, además es de agradecer.

Escribió Bertolt Brecht: “No aceptes lo habitual como cosa natural. Porque en tiempos de desorden, de confusión organizada, de humanidad deshumanizada, nada debe parecer natural. Nada debe parecer imposible de cambiar”. Aquiles, el héroe cantado por Homero en la Ilíada; el más veloz de los hombres y el más hermoso de los que se reunieron en Troya, era también un adicto. Un adicto a la sangre, el fuego y la guerra. Un semidiós nacido para ser más grande que su padre, temido y prácticamente invencible en el campo de batalla. Y aquí, en Aquiles, el hombre, la obra creada por Roberto Rivera basándose en el texto clásico homérico, nos encontramos además con un personaje que no solo toma conciencia de su ira, sino también de lo estéril de su existencia dedicada a la violencia y la muerte.

El Aquiles que anoche se subió al escenario del teatro romano de Mérida toma conciencia, como un yonki, de lo absurda que ha sido su existencia. “Yo he de ayudar a los jóvenes que están perdidos. No nací para ser el terror de padres y ser el centro de una espiral de destrucción. Nada tiene sentido. Cercenamos la vida de jóvenes troyanos para defender la de nuestros propios adolescentes. Y al aceptar las leyes de la guerra, nos convertimos en traidores a nosotros mismos. Mi tiempo ha pasado ya. Aquiles, el de los pies ligeros, es el único que quiere parar”, dice el actor Toni Cantó metido de lleno en el alma del hombre que casi se convirtió en inmortal al ser sumergido en la laguna Estigia. Y es entonces cuando desde el proscenio romano nos llega como una losa de verdad implacable que ya en el siglo VIII antes de Cristo (momento en el que se sitúa la escritura de la Ilíada) el ser humano ha tomado conciencia con hastío y resignación de su amor por el conflicto y su fracaso en la paz.

Bombardeos, refugiados, atentados indiscriminados, corrupción, guerras alentadas y apoyadas por poderes políticos, muerte, secuestros, destrucción, masacres justificadas en la religión, combates y el concepto de enemigo siguen siendo aceptados, tanto entonces como ahora, como cosa natural. Siguen siendo tiempos de desorden, de confusión organizada, de humanidad deshumanizada… Y, sin embargo, como Aquiles, debemos tomar conciencia de que nada debe parecer natural. Y, para seguir adelante, ni siquiera la imagen de un camión embistiendo a una muchedumbre que se dispone a presenciar unos fuegos artificiales o la secuencia de unos niños mutilados como daños colaterales de un bombardeo decidido en un despacho de Occidente deben parecernos imposibles de cambiar.

Un momento de la representación de Aquiles, el hombre en Mérida. Foto: Jero Morales.

Un momento de la representación de ‘Aquiles, el hombre’ en Mérida. Foto: Jero Morales.

Nada más y nada menos. Meditar sobre algo tan eterno y universal como la esencia del bien y del mal (con mayúsculas) es lo que logran que pase por la cabeza del espectador este grupo de actores y actrices que anoche estrenó la obra en el Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida. Y tiene su mérito que sean capaces de semejante proeza en una noche en la que los termómetros marcaban 40 grados y medio a una hora de comenzar la representación.

Pero no solo el calor propició que la velada teatral fuera un tanto irregular. Sobre el escenario hubo nervios y se notó. En varias ocasiones los actores se pisaron unos a otros; hubo fallos de sonido muy llamativos, hasta el propio protagonista sufrió un percance con las baterías de su micrófono nada más arrancar la representación. Digamos que en varias ocasiones se alinearon los planetas para que los actores pudieran perder la concentración.

La dirección de José Pascual es inteligente al dejar el campo de batalla en un omnipresente segundo plano obligando al espectador a centrarse en el dilema moral que asalta al protagonista. Además, logra acentuar el dramatismo de una situación en la que no existe nada más peligroso (para el poder) que un hombre que ha decidido que ya no tiene nada que perder.

Toni Cantó le otorga verdad a ese debate interno del Aquiles cansado y arrepentido componiendo un personaje sólido y veraz. Se agradece mucho que arriesgue forzando la voz para otorgarle más ferocidad al personaje. Sorprende desde la primera vez que habla, pero en ocasiones, ya bien avanzada la representación, el cansancio hace que el truco quede momentáneamente al descubierto, aunque el actor vuelva a sujetarle pronto las riendas con profesionalidad y brío.

Aquiles y el barquero en 'Aquiles, el hombre'. Foto: Jero Morales.

Aquiles y el barquero en ‘Aquiles, el hombre’. Foto: Jero Morales.

El resto de personajes gira alrededor del protagonista para hacer avanzar la trama, pero el texto no les ofrece demasiada posibilidad de lucimiento. Aquiles, el hombre es una obra que necesita de un sólido equipo de profesionales de una generosidad tal que sean capaces de sustentar con solvencia el andamiaje de las tribulaciones del héroe para que el edificio crezca con solidez. Justo es entonces nombrarlos aquí. De ello se encargan Ruth Díaz como Briseida, Óscar Hernández como Diomedes, David Tortosa como Ulises, Rubén Sanz como Ayax, Pepe Ocio como el sabio Néstor, Octavi Pujades como Patroclo, Philip Rogers como Calcas y Priamo, Lourdes Verger como la sacerdotisa, y Miguel Hermoso como Agamenón.

Tal vez hubiera sido interesante que la obra incidiera con más osadía en el amor entre Aquiles y Patroclo. Una relación que lleva al héroe a recaer en su adicción por la sangre y la venganza y a asesinar a Héctor. Pero una vez más incide en su arrepentimiento. Con ambos cadáveres bajo sus pies, el de su amado y el troyano que le dio muerte, Aquiles dice: “La venganza no sacia el vacío. Y realmente no encuentro diferencia entre uno y otro”.

La ambientación musical y el vestuario tratan de otorgarle contemporaneidad a toda la propuesta. Profusión de sintetizadores y guitarras eléctricas y ruidos de helicópteros componen una partitura demasiado similar a veces a cosas de Pink Floyd como The Final Cut. Y ciertos giros de actitud, en determinados momentos de la representación, hacia la estética cercana a Tarantino terminan por no entenderse muy bien.

El diseño de escenografía, sin embargo, es de una belleza plástica impresionante. Curt Allen Wilmer aprovecha en su integridad los 63 metros de longitud y 7,5 de anchura del escenario del Teatro Romano de Mérida. Los cubre con toneladas de picadura de mármol para simular una playa y sobre la arena de esta playa esparce restos de embarcaciones quemadas, remos y lanzas clavadas. Restos de un naufragio universal que se llama guerra. En este caso, una guerra eterna de 9 años.

Otras crónicas de ‘El Asombrario’ en la 62 edición del Festival de Teatro de Mérida:

Paloma San Basilio abre en clave didáctica el Festival de Mérida.

La belleza de los versos de Alejandro Magno cautiva a Mérida.

Mérida y el burdel invisible de Vulcano.

Deja tu comentario

¿Qué hacemos con tus datos?

En elasombrario.com le pedimos su nombre y correo electrónico (no publicamos el correo electrónico) para identificarlo entre el resto de las personas que comentan en el blog.

Comentarios

Te pedimos tu nombre y email para poder enviarte nuestro newsletter o boletín de noticias y novedades de manera personalizada.

Solo usamos tu email para enviarte el newsletter y lo hacemos mediante MailChimp.