El triple salto sostenible de un espacio de ‘coworking’ saludable

Raquel Traba, cofundadora del espacio Triple.

Hay que cuidarse. Y responsabilizarse del bien común, de la salud de todos y todas y de que el planeta mantenga unas condiciones óptimas para la Humanidad. Por eso ‘El Asombrario Recicla’ mira a proyectos en esa dirección con muchos ángulos, desde el ecodiseño, la responsabilidad en el consumo y la recuperación y reciclaje de residuos con la vista puesta en la economía circular hasta la educación ambiental, la creación cultural con conciencia verde y la generación de espacios saludables para vivir y trabajar. Hoy nos detenemos en este último punto; visitamos Triple, en el centro de Madrid, “un espacio de co-working saludable”, punto de encuentro de iniciativas de responsabilidad social y ambiental y semillero de ideas verdes.

Así se presentan: “Un coworking sano y ecoeficiente. Punto de encuentro y de trabajo para las empresas con ADN Triple Balance”. “O triple bottom line, que describe la capacidad que tienen las empresas de ejercer su actividad de manera rentable, provocando a la vez un cambio positivo en el mundo. People, Planet y Profit son tres ejes de sostenibilidad y transparencia que pueden y deben ser medidos”. Son empresas que apuestan por el desarrollo sostenible en su toma de decisiones estratégicas.

Sí, Triple por el Triple Balance, que atiende una triple cuenta de resultados: sus beneficios en lo económico, lo social y lo ambiental, y no solo en lo primero. Una forma de entender el trabajo, el emprendimiento y la actividad empresarial que ha tomado forma en la asociación Sannas: “Somos más de 100 empresas de muy diversos sectores que coincidimos en una visión: nos importa ser rentables, pero también impactar positivamente en el entorno social y medioambiental”.

Y precisamente hemos de entender el espacio Triple a partir de la conjunción astral, pero con los pies en la tierra y la Tierra, de Sannas, el estudio de arquitectura sostenible sAtt (cuyo lema es: “Espacios de trabajo sanos y flexibles; planteamos modelos de trabajo más humanos a partir de la arquitectura) y el espíritu emprendedor de Raquel Traba, una de sus impulsoras, que ya antes había dado muestras de tener instinto y vista para los negocios distintos y con un componente social (con 27 años montó Los Placeres de Lola, juguetería erótica especialmente enfocada a las mujeres, anteriormente tan olvidadas en los territorios del placer).

Raquel recibe a El Asombrario Recicla en Triple (un espacio de 550 metros cuadrados en tres plantas más sótano, con 55 puntos de trabajo en circunstancias normales, sin restricciones de aforo por la pandemia). Lo primero que llama la atención es su cuidada y relajante puesta en escena: colores suaves y alegres, suelos de barro, muebles vintage rescatados, grandes ventanales con vistas a un patio vecinal, silencio… y un aire muy puro. Explica que para conseguir ese contexto saludable no han escatimado esfuerzos, aunque la inversión se les encareciera en casi un tercio y las obras se alargaran dos años. Fue algo pensado ya antes de la pandemia, pero que ahora ha adquirido más sentido que nunca en un espacio cerrado. Triple cuenta con un completo sistema Zehnder de renovación del aire (uno de los consejos más repetidos para atajar la expansión de la covid19). El sistema ahora tiene gran relevancia de cara al bienestar y salud de las personas que habitan el espacio, pero además un impacto directo en ahorro de demanda energética. “Además”, añade Raquel, “con los sensores de monitorización del aire que tenemos en cada planta, medimos cada 10 minutos las condiciones de temperatura, humedad, CO2, formaldehídos y compuestos orgánicos volátiles para tomar las mejores decisiones sobre climatización y renovación del aire”. “Algo fundamental para mantener la calidad del aire y evitar la propagación de virus, como la covid19, gracias a los filtros F7, que renuevan el aire del interior conservando la temperatura con el consiguiente ahorro energético (hasta un 40% respecto a un sistema convencional)”.

Nos cuenta más, aspectos técnicos que pueden servir de guía para otras iniciativas en esta línea, que creemos que es la que ha de triunfar a raíz de esta emergencia sanitaria: “Total electrificación del espacio. No generamos ninguna combustión. Esto, unido al uso de 100% energía renovable, hace que la energía usada por el edificio no suponga ningún tipo de emisión de CO2 a la atmósfera. Contratamos la electricidad a través de La Corriente, una cooperativa madrileña. En el diseño está contemplada también la canalización de electromagnetismo a la toma de tierra para que no repercuta en las personas”.

El espacio de ‘coworking’ Triple.

Por supuesto, los cuatro contenedores de recuperación de residuos para su posterior reciclado –el verde vidrio, el azul papel, el amarillo envases plásticos y el marrón orgánico– ocupan un lugar central en la cantina. Han cuidado detalles como el de bautizar dos salas de reunión con los nombres de Humboldt y Rachel Carson… Y más. Continuamos la visita con Raquel Traba: “Somos espacio CO2 nulo. Utilizamos la herramienta de código libre Mediante el Análisis de Ciclo de Vida del edificio en sus distintas etapas, mide extracción y fabricación de los materiales, transporte a obra, colocación, mantenimiento y uso. Tiene en cuenta 7 categorías: calentamiento global, eutrofización, acidificación, agotamiento de la capa de ozono, energía incorporada, formación de oxidantes fotoquímicos y agotamiento de recursos abióticos. Esto nos ha permitido una toma de decisiones fundamentada en datos para reducir el impacto ambiental desde el inicio del proyecto, y posteriormente facilitado el cálculo de emisiones de CO2 (192 toneladas en nuestro caso) para la compensación total con programas de reforestación”.

Tanto cuidado va firmado por el estudio sAtt: “El espacio define la calidad de las relaciones, la productividad y la salud. Por eso, un espacio sano es un valor añadido para las personas y un factor de motivación para el talento. Pero es que el alma de Triple va más allá del contenedor. Triple no busca el triple salto mortal, sino algo cada vez más primordial: llevar también sus cimientos de sostenibilidad al elemento humano, crear red de sostenibilidad, de pequeñas y medianas iniciativas que gracias a las sinergias vayan logrando un tejido más respetuoso con todo, todos y todas: “Es un espacio que nace con la misión de dar un epicentro a las empresas Triple Balance y así aglutinar en un mismo lugar tejido empresarial que apuesta por un mundo más justo, sostenible y ecologista”. Así, ahí, en ese apacible espacio junto al parque del Oeste, en Madrid, se han dado ya cita Lebrel, diseñador y carpintero artesano de Valencia; Germinando, responsables de la naturalización y jardinería del espacio; Inbiot, empresa navarra responsable de los sensores para monitorizar la calidad del aire interior; y más que irán llegando –cruza los dedos Raquel antes de despedirnos– para crear un esperanzador vivero que consiga la multiplicación de… (no, los panes y los peces hay que consumirlos de forma responsable)… la multiplicación de los brotes verdes. “Queremos ir involucrando más y más iniciativas y gente que entiende la vida como nosotros. Somos muy de trabajar en red”.

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