Eso que llamaron ‘La Movida’ tuvo su papel

Movida 10 Almodovar y Blanca Sanchez

Dibujos, carteles, carátulas de discos, letras de canciones, fotografías… Un homenaje organizado por Pablo Sycet a los ochenta, al fenómeno cultural y social de la Movida en Madrid. Tiempos también de crisis, de mucho paro e inquietud, pero de gran ilusión y creatividad rompedora. Con muchas ganas de cambiar. Este verano, en el Museo ABC de Dibujo e Ilustración.

MILUCA

El papel de la Movida. Arte sobre papel en el Madrid de los ochenta. El nombre de la exposición lo dice todo. No es una muestra sobre la Movida, sino sobre su papel en la sociedad de la época y un muestreo del arte sobre papel que se produjo en Madrid. No es un ejercicio de nostalgia, sino una labor arqueológica, que ha durado ocho meses. “He querido poner el acento en que aparezcan obras plásticas realizadas por cantantes y escritores, y en que sean trabajos que se ven por primera vez”, afirma su organizador, Pablo Sycet. «Se trataba de plasmar una mirada de esos años desde la distancia, pero una mirada íntima y reivindicar el papel del papel en un doble sentido. Desde un punto de vista conceptual, porque no hay duda de la conmoción que supuso la Movida en el tránsito de los años 70 a los 80 en la sociedad, y también en sentido literal del papel como soporte”.

Su objetivo es mostrar parte de la producción artística que surgió en la capital en los años 80. En esa época, Madrid sustituyó a Barcelona como centro neurálgico de creación en torno al cual gravitaban las inquietudes artísticas que pujaban por salir en una recién estrenada democracia. En agosto de 1983, Le Monde escribía: “Nueva York, Londres o Amsterdam apenas resisten la comparación con un Madrid transformado que rivaliza con las grandes metrópolis de la modernidad”. Y es en esos años cuando el periódico ABC empezó a publicar todos los sábados, desde  abril de 1987 a 1990, una sección llamada Gente y aparte, coordinada por Jorge Berlanga y Nacho Ruiz Quintano, en la que coincidieron artistas de todas las disciplinas. Uno de los más activos fue Carlos Berlanga, uno de los creadores más importantes de la época por su actividad multidisciplinar como cantante y compositor para Pegamoides y Dinarama, pintor, ilustrador, escritor y dibujante de cómics, para los que creó personajes como Olga Zana, tira con la que reinó durante años en el periódico. Otros colaboradores habituales eran los dibujantes Gallardo y Mediavilla, Montesol, Juan Carlos Eguillor, más los escritos de Alaska, Jorge Berlanga, Jaime Urrutia, Sabino Méndez  y las fotografías de Alberto García Alix. El Museo ABC solo ha tenido que escarbar un poco en sus archivos para sacar a la luz toda esa valiosa producción que ahora se puede ver en la mesa central de la sala y en torno a la cual giran las seis secciones en las que se divide la muestra -pintura e ilustración, fotografía, diseño gráfico y música, moda, cine letras y prensa-, que, además de Pablo Sycet, ha contado con la colaboración de Julio Pérez Manzanares.

Son casi 500 obras de 200 creadores en la que están presentes todas las disciplinas artísticas. Dibujos de Ceesepe, Fernando Vicente o El Hortelano, cómics de Nazario, Mariscal y Kiko Feria, diseños de Manuel Piña y Jesús del Pozo, fotografías de Luis Baylon, Alberto García Alix, Miguel Trillo o Pablo Pérez Mínguez. Portadas y carteles de Óscar Mariné, Juan Gatti o Las Costus, pareja de artistas en torno a los que dicen se cocinó todo.

A la entrada nos recibe una foto a tamaño natural de Fabio McNamara, cantante, pintor y musa de Pedro Almodóvar, realizada por Pablo Pérez Mínguez, que ejerce de introductor al recorrido de la exposición. A pocos metros, un dibujo del artista callejero, Muelle. Un incunable, porque es de las pocas piezas sobre papel que hay de su firma que termina en una flecha que nos indica el camino el principio del recorrido. “Tengo un cariño especial por Muelle. Es un artista que nunca expuso, pero que todo el mundo conoce porque hacía la exposición más pública que podía haber: las calles. Discutimos sobre cómo llevar la firma de Muelle a la expo, cómo llevar a este terreno algo creado para ser público en la calle. Pero no se sabe a ciencia cierta quién era, ni si eran varias personas o uno solo; es como el paradigma de la época de la identidad múltiple”, declara Pérez Manzanares. A su lado, una serie de carteles callejeros de anuncios de conciertos y de un desfile de Antonio Alvarado en Rock Ola.

Mariscal, Ivan Zulueta, Carlos Berlanga, Tino Casal, Miquel Barceló, Miluca Sanz, Manolo Campoamor o César Fernández Arias forman parte del apartado de pintura e ilustración, en el que se encuentra el dibujo de Guillermo Pérez Villalta Las Chinas en concierto, que no se había exhibido antes. Representa la  unión de la alta y la baja cultura, de la música y la pintura; «hasta entonces no habían tenido tantos puntos de encuentro, pero en ese momento los músicos se convierten en protagonistas de los cuadros de los pintores», afirma Sycet. Pero entre todas las obras, destaca una de Luis Gordillo de 1974. “Por sus medidas parece que tiene poca importancia, pero es gordillismo en estado puro. Él es el maestro y manantial de todos los artistas vinculados a la nueva figuración madrileña y cuyos epígonos son los que abanderan el movimiento de la Movida. Sin Gordillo no existirían como los conocemos Guillermo Pérez Villalta, Carlos Alcolea o Carlos Franco, y sin estos no hubiera sido posible la aparición de Ceesepe o El Hortelano».

La literatura está presente con obras escritas en esa época y ensayos realizados a posteriori. Los originales autógrafos de las novelas Madrid ha muerto, de Luis Antonio de Villena, o Los padres viudos, de Vicente Molina Foix, un poema manuscrito de Ignacio Gómez de Liaño y el guion de Arrebato de Iván Zulueta son algunos de los tesoros que aparecen al abrir los múltiples cajoncitos que pueblan el centro de la sala.

La música está representada por portadas de discos, como las 28 obras de una exposición anterior titulada Su disco favorito, en la que se pidió a artistas de diversas disciplinas que diseñaran la que hubiera sido la portada de su disco más querido. Esa petición dio lugar a una hipotética carátula de Bing Crosby por Bernardo Bonezzi o una de Gabinete Caligari por Edi Clavo. Joaquín de Molina, artista fallecido en esa época, tuvo el valor de imaginar una portada para Concha Piquer en unos tiempos en los que decir que te gustaba la copla era considerado una herejía. A esas portadas imaginarias se unen 40 reales, escogidas más por su iconografía que por su música. A ellas se unen algunas letras autógrafas de canciones de Alaska o Luz, y la partitura de Un bote de Colón, de Carlos Berlanga, o Camino Soria, de Gabinete Caligari.

La fotografía adquiere importancia inusitada en esos años y los fotógrafos se convierten en estrellas. Esto queda reflejado en la imagen de Ana Arabaolaza a Alberto García Alix o en el autorretrato de Pablo Pérez Mínguez con una foto del pintor Guillermo Pérez Villalta que sostiene otra foto de Santiago Auserón. La prensa también experimentó una eclosión con la aparición de numerosas publicaciones como La Luna, Madrid me Mata, Madriz... Representaban la forma de expresión más popular para aquellos que no tenían acceso a las grandes publicaciones, algo así como el equivalente a los blogueros de hoy. En la sección de Moda se muestran bocetos dibujados por modistas para servir de guía a las costureras y que hoy se exhiben colgados junto a las imágenes de algunos ya terminados. La horquilla que creó Chus Burés por encargo de Pedro Almodóvar para la película Matador y una de las peinetas de Martirio completan esta sección.

“La Movida fue un momento muy brillante», concluye Sycet, «no solo por la cuestión artística sino por los usos y costumbres de la época. En ese momento de eclosión del fenómeno había una situación social parecida a la de ahora, con tasas de paro muy altas y crisis, pero eso no quiere decir que vaya a repetirse algo parecido porque las circunstancias son muy distintas”.

El papel de la movida. Museo ABC. Amaniel, 29 Hasta el 22 de septiembre.

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