El viaje interminable de una mujer, el regreso de Laura Riñón Sirera

La escritora Laura Riñón Sirera.

La escritora Laura Riñón Sirera.

‘El sonido de un tren en la noche’ tiene mucho de Ibsen, destellos de Bergman, mucho de Lynch y de esos silencios que habitan detrás del miedo. La superposición de escenarios que supone el cuerpo narrativo es un atractivo añadido a esta historia de misterio y finales ininterrumpidos. Hoy ‘Con firma de mujer’ se detiene en la nueva novela de Laura Riñón Sirera, tras la exitosa ‘Amapolas en octubre’. El viaje interminable de una mujer. La huida que nos hace valientes.

¿Dónde comienza la vida de un ser humano? ¿En la alegría o en la tristeza? ¿Qué le hace crecer, la fortuna o la desdicha?

Demasiados interrogantes preceden al futuro de todos los seres humanos y Laura Riñón Sirera lo sabe bien y lo cuenta de manera rotunda en su nuevo libro, El sonido de un tren en la noche. Una ambiciosa novela a caballo entre la sólida narrativa española afín a escritoras como Elena Fortún, en cuanto habla Clementina su protagonista, y la habilidosa narración estadounidense en la que se nota cómo la autora persigue nombres tan concretos como inspiradores (las hermanas gemelas que habitan en el idílico pueblo de Hats recuerdan de manera contundente a los hermanos McPheron de Kent Haruf), en el momento en que entra en escena Sophie, la muchacha sin rumbo, el cadáver emocional que lanza contra otro continente esa lacra social que es la violencia de género.

El sonido de un tren en la noche tiene mucho de Ibsen, destellos de Bergman, mucho de Lynch y de esos silencios que habitan detrás del miedo. Estéticamente es impecable, la superposición de escenarios que supone el cuerpo narrativo es un atractivo añadido a esta historia de misterio y finales ininterrumpidos. Hay puertas para las que el destino, a pesar de su arrogancia y de su legendario ensañamiento, no tiene la llave. De ese juego macabro sostenido en el tiempo también habla esta historia.

Clementina, Aurora, Jack, Lina, Jacobo, La rencorosa, Dolly, Maggie, John y Andy forman un elenco de actores útiles que conmueve a quien lee. La lealtad, los primeros amores, los reencuentros a los que solo es capaz de llevarte la muerte son sin duda el mayor atractivo de esta novela llena de belleza apátrida y de frases que todos nosotros querríamos haber podido pronunciar alguna vez. Pero por desgracia la mayores verdades de nuestra vida están a veces en boca de otros:

“El destino de los otros siempre sirve para explicar algo”.

“Mamá se refería a las noches en las que los verdugos de la emoción aguardan a que los miedos empiecen a acomodarse en la oscuridad”.

Laura Riñón sabe cómo contar una historia, lo dice su memoria literaria, su manera de refugiarse en las lecturas pasadas. El inicio de la vida de cualquier buen escritor es la lectura y ella lo expone sin pudor citando por ejemplo a Beryl Markham, prototipo de mujer sin ataduras, porque esa ausencia de límites es lo que busca y halla para contar esta aventura, ese “oscuro océano sin límites” que zarandea y empapa la biografía concéntrica y despiadada en la que habita su protagonista.

El sonido de un tren en la noche no es una antifonía complaciente; el coro que acompaña la bifurcación vital de Clementina es duro, perverso, hiriente, endogámico. Pero afortunadamente ninguna noche es perfecta, todas la noches mueren en brazos de la luz natural y a través de esa poética confesión, Laura Riñón va gestionando la movilidad de la mayoría de sus personajes:

“Maggie y Dolly eran dos estrellas de cine de otro tiempo, fatigadas por la vida y por los caprichos no satisfechos”.

No es fácil administrar la longevidad del dolor, y en demasiadas ocasiones, en demasiadas narraciones, resulta ser un peso muerto que el lector se cansa de sostener, un incómodo y efectista artilugio que a la larga no sirve para nada; sin embargo, Riñón Sirera acierta con su duración y lo carga de la misma responsabilidad que al resto de los personajes de esta aventura de saltos temporales y destellos luminosos que recuerdan al fatídico final de alguna malograda actriz francesa.

El sonido de un tren en la noche es un cuidado entramado literario, un ovillo de lana de tacto incómodo. Una hoguera en manos de un diablo que adora el sabor del fuego.

No dejen de leerla, no dejen de adentrarse en el hermoso viaje que supone leer esta novela. No dejen de leerla porque los pasos lentos de sus protagonistas coincidirán con los de sus propias huellas, porque frente a la destrucción con que marcan la memoria algunos actos inexplicables solo debe buscarse la libertad.

‘El sonido de un tren en la noche’. Laura Riñón Sirera. Tres Hermanas Ediciones. 284 páginas.

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