‘Villa Wanda’: Masonería, lucha armada, golpes militares, banca vaticana y secretos de Estado

Pruebas de vida de secuestros de las Brigadas Rojas.

Pruebas de vida de secuestros de las Brigadas Rojas.

Pruebas de vida de secuestros de las Brigadas Rojas.

Pruebas de vida de secuestros de las Brigadas Rojas.

Conversamos con Eduardo Bravo (Madrid, 1973), escritor de literaturas subterráneas, fundador de ‘Mongolia’ -revista que dejó hace un par de años-, que publica ‘Villa Wanda’. Un libro sobre algunas cosas raras que ocurrieron en el siglo XX y de las que usted casi no se dio cuenta. Nos adentra en los mundos paralelos del empresario fascista Licio Galli y la relación de la logia Propaganda Dos con las Brigadas Rojas, la Triple AAA, el Banco Ambrosiano, la matanza de Bolonia, la Red Gladio, el Estado Vaticano y múltiples secretos en una larga conversación sobre la Italia de finales de siglo, tan desconocida y tan próxima.

¿Cómo surge Villa Wanda?

Como libro, Villa Wanda surge en diciembre de 2015 después de que Licio Gelli falleciera en Villa Wanda, su mansión de Arezzo. Habida cuenta de la implicación de Gelli en buena parte de los hechos más truculentos y turbios del siglo XX en Italia, Europa e incluso en Argentina, pensé que los medios de comunicación cubrirían la noticia y hablarían de esa etapa que marcó los años 70, 80 y cuyo reflujo aún sentimos en la actualidad.

Salvo algún obituario en un par de periódicos, los medios españoles ignoraron la noticia. Tampoco los italianos se interesaron mucho por el tema. La verdad es que la actitud de los medios ante la muerte de Gelli me sorprendió mucho. Durante mi infancia, había leído, visto u oído noticias sobre los acontecimientos en los que había estado implicado y no me cabía en la cabeza que nadie hablase de la logia Propaganda Dos, del Banco Ambrosiano, de la matanza de Bolonia y de las consecuencias que habían tenido en la historia reciente europea. Ante semejante sequía de noticias, decidí volver a profundizar sobre el tema. Al poco tiempo me di cuenta de que esa parte de la historia reciente merecía ser contada y me puse a ello procurando explicar la complejidad del asunto con rigurosidad pero sin dejar de ser ameno.

Italia años 70 y 80 en pleno milagro económico, ¿primer laboratorio de la sociedad dual en la que estamos?

Bueno, como suele suceder, la idea del milagro económico era más un reclamo publicitario que una realidad. Si bien es cierto que Italia vivía un momento de esplendor económico iniciado tras la Segunda Guerra Mundial y que se alargó durante las siguientes décadas hasta los años 70 y 80, gran parte de la población del país que era actora y protagonista de ese milagro no fue receptora de los beneficios que reportó. Al menos no de forma equitativa.

Es un poco lo que sucede en la actualidad con la supuesta recuperación económica. Los indicadores dicen (dicen, ojo) que se ha salido de la crisis, pero esas mejoras no son percibidas y disfrutadas por la población. En Italia pasaba algo semejante. Había prosperidad, pero las cifras macroeconómicas y las de la economía doméstica distaban mucho entre sí. Las diferencias entre la Italia del norte, industrializada, y la del sur, más pobre, eran muy evidentes, no solo en lo que se refiere a las cuestiones laborales, sino incluso en temas como la sanidad o la educación. Aun así, las condiciones de los trabajadores del norte también dejaban mucho que desear.

En esa coyuntura, es comprensible que los movimientos obreros de la época, herederos de los que habían luchado contra el fascismo, que no nos olvidemos, habían ayudado a ganar la guerra, tuvieran mucha importancia y repercusión. En ese sentido, la población demandaba mejoras tanto a través de partidos como el PCI, que tenía representación parlamentaria, como a través de organizaciones extraparlamentarias, que no confiaban en la democracia representativa, pero mostraban su músculo en las calles con manifestaciones y algaradas.

En la actualidad tenemos una sociedad igual de polarizada o dual en lo económico, como tú dices, pero los sindicatos no tienen tanta fuerza y, en consecuencia, la población no está tan organizada. Tal vez lo estuvo con movimientos populares espontáneos como el 15M o con las mareas, pero hoy en día parece que es un movimiento social que se ha desactivado.

Las razones de esa sociedad dual y la desactivación de los movimientos sociales que la habrían hecho frente son complejos y diferentes según los países. En el caso de Italia, la presencia de la violencia es un hecho clave para el movimiento obrero. En el caso de España las razones tal vez se remonten a cómo se negoció la Transición. A la criminalización de sindicatos como la CNT en los 80, con la intervención de los servicios secretos del Estado y el caso Scala, la no devolución del patrimonio histórico y el papel jugado por partidos como el PSOE a lo largo de las legislaturas en las que gobernó y en las que dejó claro que, para modernizar el país, había que renunciar a ciertas reivindicaciones históricas de la clase obrera. Un mensaje que los sindicatos mayoritarios, uno de ellos estrechamente vinculado al PSOE, aceptaron sin mucho problema.

En todo caso, y siendo consciente de que este análisis es un poco de trazo grueso, sí hay elementos para afirmar que muchas de las cosas que sucedieron en la Italia y Europa de los 70 y 80 asentaron las bases de lo que vivimos en la actualidad.

Izquierda dividida, alejada del movimiento obrero más castigado. Multitud de grupos y grupúsculos de todo tipo e ideas, ¿la lucha armada tuvo algún apoyo social significativo?

No se puede juzgar la lucha armada de los años 70 con la visión de la lucha armada que dan los medios de comunicación en la actualidad. En los 70 la lucha armada y las guerrillas urbanas eran una solución posible y válida para muchos conflictos sociales, especialmente en países en los que había gobiernos dictatoriales. Tanto es así que organizaciones como Montoneros o Tupamaros no son consideradas organizaciones terroristas en las declaraciones de la ONU sobre el tema.

Otra cosa son las guerrillas urbanas que operan en regímenes democráticos como pueden ser Brigadas Rojas o la ETA de después de la muerte de Franco, donde pesa más el hecho de que, habiendo un sistema de participación, recurrir a la violencia no es una vía válida.

A pesar de ello, claro que las organizaciones armadas tienen apoyo social en un primer momento en los años 70. De hecho, una organización armada sin apoyo popular tiene un grave problema, para empezar logístico y luego de justificación de su actividad.

El problema es cuando las acciones de esas organizaciones abandonan el tono idealista o se alejan de los supuestos objetivos que se pretendían defender. En ese momento la población, simpatizantes incluidos, es consciente de los resultados que esa violencia tiene en la sociedad y empieza a cuestionarse la utilidad de esa forma de lucha. No solo por el drama que conlleva la lucha armada en las familias de las personas que son secuestradas, heridas o muertas (guerrilleros incluidos) sino que predispone en contra a una buena parte de la sociedad que, utilizando otra forma de lucha, sí sería afín a las reivindicaciones planteadas.

A todo eso se suman las contradicciones propias de la lucha armada. No me refiero solamente al hecho del problema de si es o no moralmente lícito utilizar contra el Estado los mismos medios violentos que el Estado utiliza contra los individuos, sino el vincularse y aceptar como acertadas acciones de violencia que, poco a poco, tienen más que ver con intereses internos de la organización guerrillera que con los de los grupos sociales a los que se supone que representa la organización armada.

En ese sentido, operativos de difícil justificación como el secuestro de Moro y su posterior asesinato son claves para provocar el desapego entre los militantes y aquellos que, se supone, los iban a defender de los opresores. Cuando el objetivo ya no es Moro, que al fin y al cabo no dejaba de ser un miembro de la oligarquía política, sino Guido Rosa, un trabajador que se oponía a las acciones armadas, muchos simpatizantes dejan de apoyar por completo la lucha armada.

Cuando lejos de pararse, la violencia se convierte en una especie de huida hacia adelante en la que se llega a ejecutar a miembros de la propia organización para dar ejemplo y se realizan acciones ajenas a los supuestos intereses de los trabajadores, a los criterios de oportunidad política o al sentido común, ahí la violencia pierde todo apoyo social y tiene los días contados.

¿Qué diferenciaba a las Brigadas Rojas de otras organizaciones similares?

Esta cuestión es muy complicada de responder, hacerlo con cierto rigor llevaría mucho tiempo porque son muchos los matices, las coyunturas, los objetivos. De todas formas, hay van algunas pinceladas, también muy gruesas.

Las guerrillas armadas de los 70 se parecen en tantas cosas como se diferencian entre sí. Un elemento común es que la mayoría tienen un sesgo ideológico marxista o de izquierdas y que están inspiradas por la Revolución cubana o los movimientos de descolonización de países como Argelia. Sin embargo, no se puede comparar Brigadas Rojas, que es una guerrilla marxista con, por ejemplo, Montoneros que es peronista. De hecho, aunque la Conducción Nacional de Montoneros estaba exiliada en Roma en los años 70, no tuvieron apenas contacto con Brigadas Rojas porque éstos consideraban el peronismo un movimiento de inspiración fascista y autoritario.

También está el elemento nacionalista. Mientas que Brigadas Rojas o Baader Meinhof son guerrillas con vocación internacionalista, ETA o Montoneros son organizaciones armadas con un claro carácter nacionalista. Luego tienes guerrillas que se inspiran en los escritos del Che y consideran que la solución es crear focos de guerrilla rural, mientras que otros entienden, con cierta lógica, que eso es imposible en un continente como el europeo y que las guerrillas deben ser urbanas.

También hay diferencias o semejanzas en la forma de seleccionar los objetivos o de conseguir las armas. Algunas guerrillas no aceptan conseguir las armas en el mercado negro por considerarlo peligroso (suele estar infiltrado por los servicios secretos y se puede rastrear el trayecto de las armas) y contradictorio con la lucha anticapitalista. Por eso solo se surten de los golpes que puedan dar a polvorines, fábricas de armas, cuarteles, comisarías o robando el armamento a policías de servicio.

Otra cosa curiosa es que, a pesar de todas esas diferencias, muchos de los guerrilleros de diferentes organizaciones coincidían en los mismos campos de entrenamiento que solían estar en países de Oriente Medio porque también había relaciones con grupos como Al Fatah que, aunque tenía raíces musulmanas, también colaboraba con algunas de estas guerrillas en la medida que muchas de ellas buscaban la liberación de los pueblos del Tercer Mundo. El elemento religioso también es interesante porque mientas hay guerrillas que podríamos llamar “confesionales” como el IRA, hay otras que, por su perfil marxista, no tienen relación con ningún credo.

¿Cómo acabaron aquellos militantes armados?

Los miembros de las guerrillas suelen acabar en prisión, muertos o en el exilio. Son muy contadas las ocasiones en las que han conseguido llegar al poder por efecto directo de la lucha armada. En ciertas ocasiones, los guerrilleros han conseguido reincorporarse a la vida democrática de sus países y en ocasiones han llegado al parlamento a través de un proceso electoral.

En otros casos también han sido amnistiados por los gobiernos democráticos que han sucedido a las dictaduras contra las que combatían. Cuando eso ha sucedido, se ha dado la paradoja de que militares genocidas y guerrilleros han sido amnistiados a la vez, equiparando unas acciones con otras.

En esos casos, ha habido guerrilleros que no han aceptado el indulto y han preferido cumplir condena antes que aceptar ser perdonados junto con los dictadores a los que combatían. Curiosamente, no hay casos de militares genocidas que no hayan aceptado el indulto por habérseles concedido a la vez que a los guerrilleros. Ellos han sido más de “toma el dinero y corre”, nunca mejor dicho.

¿Las organizaciones fascistas y las paramilitares era contrapeso o simples aliados del Estado haciendo “trabajo sucio”?

En el caso de Italia, la vinculación de los grupos de ultraderecha con los servicios secretos del Estado y la oligarquía empresarial es un hecho probado. No te niego que esa gente no hubiera actuado por iniciativa propia conscientes y convencidos de que lo que Italia necesitaba era una vuelta al fascismo, pero lo cierto es que, con el apoyo de la policía, el ejército y parte de la judicatura, esa lucha se hace más muelle y sencilla.

En ese sentido, eran aliados del Estado haciendo el “trabajo sucio” que, se supone, un Estado no puede hacer directamente porque supondría una vulneración de las mínimas reglas democráticas. Lo mismo sucedía con, por ejemplo, la Triple A de López Rega en Argentina (por cierto, muy amigo de Liceo Gelli) que, si bien era un grupo parapolicial, gozaba de la protección de altas instancias del Estado durante el gobierno de Isabel Martínez de Perón. Tanto es así que miembros de la Triple A guardaban las armas en el Ministerio de Bienestar Social del que López Rega era ministro.

Políticos, periodistas, militares, poder judicial, economía, Vaticano, EE UU, URSS…, todos en el mismo sentido; impedir el Compromiso Histórico, la llegada del PCI al gobierno, debilitar la DC más abierta. ¿Se puede considerar lo acontecido como un ensayo de un nuevo modelo de golpe de Estado, sin militares en la calle?

Bueno, en el caso de Italia no hubo militares en la calle porque no fue necesario. De hecho, hay documentados dos intentos de golpe de Estado en los que los militares estuvieron a punto de levantarse en armas. Si no lo hicieron fue porque consiguieron lo que deseaban antes de tener que recurrir a esa vía, tan sencillo como eso.

Lo que sí es evidente es que la experiencia italiana permitió probar muchas de las cosas que vivimos en la actualidad. Por ejemplo, que la violencia es eficaz y rápida para conseguir ciertos objetivos, pero contraproducente desde el punto de vista social. Siempre será mejor un cambio político como el de Temer en Brasil, que un golpe de Estado como el de Pinochet en Chile.

De hecho, la situación de Chile durante el gobierno de Allende parece la inspiración de lo que está pasando en, por ejemplo, Venezuela. En el 73, la oligarquía productora chilena desabasteció los supermercados para generar descontento en la población y desestabilizar el gobierno. Cuando la situación estaba madura, llegó el golpe de septiembre del 73. Si escuchas o lees otras fuentes que no son los medios generalistas españoles, en Venezuela la oligarquía productora podría estar siguiendo más o menos la misma estrategia de desabastecimiento. La diferencia es que, posiblemente, el cambio de gobierno en Venezuela no será a través de actos de violencia semejantes a bombardear el palacio presidencial sino con una renuncia de Maduro. O tal vez sí haya violencia, quién sabe, que hay uno que tiene un helicóptero y el gatillo muy fácil.

¿El asesinato de Aldo Moro marcó un antes y un después en la sociedad italiana?

Sí, por supuesto. El caso Moro marcó un antes y un después y determinó el devenir de la lucha política posterior. Desde el punto de vista estratégico fue una torpeza que aún no se sabe a qué respondió. Miembros destacados de Brigadas Rojas afirman que Moro era un objetivo más sencillo que Andreotti y que por eso se decidieron por él. Por otra parte, también afirman que ellos no encontraban diferencias entre el supuestamente tolerante Moro y el perverso Andreotti. En todo caso, tampoco se entiende la razón del secuestro. No se había previsto a cambio de qué canjear a Moro o qué hacer con él si el Estado no aceptaba las reclamaciones de la organización.

Si a todo eso se le suman las irregularidades que hubo en la investigación del caso y las consecuencias políticas que tuvo su muerte, el caso Moro es, sin duda, uno de los hechos históricos que ha marcado la historia de Italia de la segunda mitad del siglo XX.

¿Cómo interpretar el anuncio de su muerte antes de producirse?

Eso lo explica muy bien Matteo Re en Villa Wanda. El anuncio de la muerte de Moro era una forma de tantear a la opinión pública sobre cómo se tomaría la muerte de un líder como Moro y, al mismo tiempo, transmitir a las Brigadas Rojas que Moro era una pieza amortizada que resultaba más útil fuera del juego político que dentro de él.

Al hilo de lo anterior, si bien los compañeros de Moro en Democracia Cristiana no hicieron nada, o muy poco, por salvarlo, tampoco hay que olvidar que Moro amenazó al Gobierno con desvelar ciertos secretos de Estado entre los que se supone que estaba la red Gladio de ejércitos stay behind, la supervivencia de Moro abría un escenario muy incómodo para el gobierno italiano.

¿Y la manipulación de achacar a colectivos anarquistas el terrorismo fascista?

Se habla mucho de los “años de plomo” pero no tanto de la “estrategia de la tensión”, que sería justamente lo que plantea tu pregunta y que habría contribuido notablemente a esa escalada de violencia. La estrategia de la tensión consistió en imputar a grupos de izquierdas atentados y acciones violentas que, en realidad, habían sido cometidos por grupos de ultraderecha apoyados por los servicios secretos, el ejército y la policía, con el objetivo de desestabilizar la sociedad italiana y criminalizar a la izquierda del país. Eso, que parece una cosa delirante, fue habitual en la Italia de los 70 y no respondía a algo casual, sino a una estrategia planificada de manera consciente por ciertos estamentos del Estado con ayuda e inspiración de organizaciones como la CIA.

Licio Gelli, el gran maestro de la logia Propaganda Dos, implicado en todos aquellos acontecimientos. ¿Qué hay de real y de ficción en su siniestra historia?

La historia de Gelli puede parecer de cine, pero es real. Sus primeros pasos los da como joven fascista que falsifica su documentación para luchar en España con Franco. Durante el resto de su vida siguió declarándose fascista e hizo todo lo posible por que en Italia desaparecieran las fuerzas progresistas de izquierdas. Una tarea para la que no dudó en utilizar todo tipo de medios por violentos o perversos que fueran.

Además de esta faceta militante, Gelli también demostró una gran ambición de poder y dinero que canalizó a través de Propaganda Dos, una logia masónica desviada, alejada de los principios de la francmasonería, y de la que formaban parte miembros destacados de todos los estamentos sociales, tanto italianos como de otros países.

A todo esto hay que sumarle su participación en atentados como el de la estación de Bolonia de 1980, el fraude del Banco Ambrosiano y una espectacular fuga de prisión. En definitiva, una historia alucinante y repleta de actos delictivos que, curiosamente, no acabó con los huesos de Gelli en prisión, sino en un retiro dorado en Villa Wanda.

En su casa le encontraron una lista con los integrantes de su logia, ¿cuáles eran los nombres más conocidos?

Entre los miembros de la Propaganda Dos se encontraban destacadas personalidades de todos los ámbitos de la sociedad italiana y de algún otro país, especialmente Argentina. Empresarios, militares, pasando por miembros del servicio secreto del ejército, embajadores, policías, periodistas e incluso cantantes o personajes del mundo del espectáculo. Entre esos nombres se encontraban los de Silvio Berlusconi, Eduardo Emilio Massera, José López Rega, Raúl Lastiri, el presentador de televisión Maurizio Costanzo, el cantante Claudio Villa, el banquero Roberto Calvi, el también banquero Michele Sindona, el director de Il Corriere della Sera Franco di Bella, el general Giuseppe Santovito, el coronel implicado en el atentado de Piazza Fontana Antonio Labruna o el general Pietro Musumeci, que fue condenado por interferir la acción de la justicia en la investigación del atentado de la estación de Bolonia.

Algunos fallecieron en “extrañas circunstancias”, incluso fuera de Italia.

Sí, Michele Sindona murió en prisión en extrañas circunstancias. Roberto Calvi apareció colgado del puente Blackfriars de Londres en extrañas circunstancias. El periodista Mino Pecorelli fue ametrallado en extrañas circunstancias y uno de los responsables del Banco Abrosiano, cuyo testimonio podía ser una amenaza para Gelli y sus compinches, sufrió un intento de asesinato en la puerta de su casa del que salió ileso por la impericia del asesino.

¿Qué relación tuvo Gelli con España, América Latina, Europa?

La actividad empresarial y política de Gelli se centra principalmente en Italia y en Argentina. A través de López Rega, edecán de Perón, se ganó las simpatías del General, a quien ayudó a regresar a Argentina en 1973. En agradecimiento, Gelli obtuvo un cargo con estatus diplomático que mantendrá cuando los militares llegan al poder en el 76 porque, en realidad, la afinidad de Gelli no era estrictamente con Perón sino con la ultraderecha encarnada por López Rega y, posteriormente, por Videla, Massera y los suyos.

En España, Gelli opera poco, al menos directamente. Sí se sabe que algunas de las actividades que la ultraderecha italiana llevó dentro del marco de Gladio y la estrategia de la tensión salpicaron a España. Concretamente se ha probado la presencia y participación de ultraderechistas italianos en la matanza de Montejurra y el asesinato de los abogados de Atocha. Además de eso, un proceso judicial reabierto en Italia por otro caso ha sacado a la luz que dos ultraderechistas italianos habrían estado implicados en la desaparición de Pertur, miembro de ETA del que se decía que había sido eliminado por una facción de la organización contraria al abandono de las armas y la incorporación a los procesos democráticos durante la Transición.

Masonería, mafia, Banco Ambrosiano (Vaticano), clase política, militar, lucha armada, sindicalismo, prensa, asesinatos… Muchos ingredientes para una saga novelada. ‘Villa Wanda’ es un primer relato entre nosotros. ¿Existe una literatura / género relacionada con aquellos años?

Sí, lo de Italia en los 70 es para empezar a hacer películas, series y libros y no acabar, ya hay productos de ese tipo que abordan el tema.

Desde la serie Romanzo Criminale basada en el libro de Giancarlo De Cataldo sobre la Banda de la Magliana, hasta Il Divo de Paolo Sorrentino que cuenta la vida de Giulio Andreotti, sin olvidar El Padrino III que se centra en el asunto del Banco Ambrosiano.

Pero este tema no es algo nuevo en la cultura italiana. Muerte accidental de un anarquista de Dario Fo trata el tema de la muerte de Giuseppe Pinelli, uno de los anarquistas falsamente acusados de cometer la matanza de Plaza Fontana, que murió tras caer por una ventana mientras era interrogado por la policía.

Luego hay películas que, sin abordar este tema de forma directa, también dan pistas sobre cómo funcionaba la sociedad italiana de la época. Por ejemplo, la policía corrupta en Investigación a un ciudadano libre de toda sospecha de Elio Petri o La Orca de Eriprando Visconti, una producción de cine B y sexplotation que muestra hasta qué punto la violencia y los secuestros están arraigados en la sociedad italiana y son una forma de vida para ciertas comunidades.

¿Qué artistas y canciones darían voz a la banda sonora de ‘Villa Wanda’?

Si nos centramos en la parte más militante, comprometida políticamente o vinculada de alguna manera a los acontecimientos históricos, esos músicos y canciones serían, por ejemplo, los que aparecen en el libro. Es decir, las canciones partisanas, Fausto Amodei, Cantacronache y Fabrizio De André. En sus canciones estos autores abordan el tema de la violencia como forma de lucha, de las reivindicaciones sociales, de la presencia continuada del fascismo en la sociedad italiana, del poder de la Democracia Cristiana o de las dificultades de la tramitación de leyes como la del divorcio.

Sin embargo, el hecho de que sea un libro sobre los años 60, 70 y 80, hace que también puedan entrar artistas más populares que también sonaban en esa época en las radios y televisiones. En ese sentido podrían estar Mina, Adriano Celentano, Gino Paoli, Renato Zero, Paolo Conte, Patty Pravo, Francesco De Gregori, Ornela Vanoni, Lucio Battisti y Mogol, I Giganti, I Pooh, Equipe 84… No sé, yo es que pondría hasta Raffaella Carrà y Peppino di Capri.

¿Qué directores y películas contarían su historia?

Para mí, una de las mejores películas sobre lo que sucedió en los 70 y 80 en Italia es Il Divo, de Sorrentino. De hecho, creo que solo desde ese punto de vista bufo era posible acercarse a un personaje tan turbio como el de Andreotti.

En el caso de Gelli, creo que la aproximación se podría hacer más desde el punto de vista de un Coppola, o incluso de un Tarantino. Hay violencia suficiente como para hacer de su vida un thriller a medio camino entre El Padrino y Jackie Brown.

En todo caso, uno de los realizadores que más y mejor se ha acercado a todos estos temas fue Giuseppe Ferrara, que tiene entre sus obras un magnífico documental sobre la Propaganda Dos, varios documentales sobre la lucha partisana y la presencia del fascismo en la sociedad italiana de la postguerra y filmes sobre el caso Moro o el caso Calvi.

¿Qué queda de todo aquello?

Quedar quedan muchas cosas. Berlusconi, sin ir más lejos, es fruto de la Propaganda Dos. No solo porque era miembro de la logia en su momento, sino porque Gelli declaró en varias ocasiones antes de morir que Italia necesitaba un hombre de acción como Berlusconi. A pesar del tiempo transcurrido, el vínculo emocional entre ambos seguía ahí.

Lo que sí es cierto es que, aunque muchas de las dinámicas perversas del poder y la política continúan, lo cierto es que parece que todos los actores implicados hayan aprendido que la violencia no es una vía útil de actuación.

Como te decía antes, es cierto que es eficaz y expeditiva, pero genera alarma social y, por muchas alianzas que tengas en la policía, el ejército, la judicatura o los medios de comunicación, tapar un crimen es laborioso. Por eso, después de la experiencia de los 70 y 80, los entramados de poder político en Italia (y por qué no, también en España) se sofistican.

¿Por qué utilizar la violencia si es posible seguir siendo relevante políticamente y enriquecerse económicamente sin levantar tantas sospechas y alertar a la ciudadanía? Así es como la cosa desemboca en Tangentopoli, en Berlusconi y en la situación actual de corrupción que, si bien no creo que sea ni mayor ni menor que la de antes, sí es menos espectacular de cara a la opinión pública.

El siguiente paso a la sofisticación de Tangentopoli fue legalizar la corrupción o, lo que es lo mismo, cambiar jueces o leyes incluso vulnerando el principio legal de generalidad para redactar normas a medida del interesado. Eso es lo que hizo Berlusconi para salir airoso de muchos de los procesos a los que ha sido sometido. De hecho, por mucho que él ha dicho que ya no va a ser candidato, yo no descartaría que Berlusconi cambie de idea y se presente a unas elecciones. Si eso sucediera, tampoco me extrañaría que volviera a ganar. En ese caso, podríamos tener a Silvio, Trump y Putin mano a mano dominando el mundo. En comparación con eso, los 70 nos van a parecer un juego de niños.

‘Villa Wanda’ está editada por Autsaider División Sesuda (2017).

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Comentarios

  • Albert

    Por Albert, el 10 septiembre 2017

    La nueva forma de Golpe de Estado imaginada por la logia Propaganda Due, de la que Silvio Berlusconi formaba parte, se llamaba «Plan de renacimiento democratico», y consistía – o consiste – en la toma del poder a través de la infiltración de los órganos del Estado. Algunos expertos consideran que este plan se estuvo llevando a cabo bajo los gobiernos de Silvio Berlusconi.

    Más detalles en https://www.youtube.com/watch?v=O39cT69UP24&index=43&list=UU1XijONJamBjazD5mdLdohQ

    • Rubén Caravaca Fernández

      Por Rubén Caravaca Fernández, el 10 septiembre 2017

      Muchas gracias, compartiré en mi blog el video.

  • Jordi

    Por Jordi, el 10 septiembre 2017

    os ha costado llegar hasta la red gladio, ya va quedando menos, más vale tarde que nunca… ahora seguid así y empezad a investigar los ataques de bandera falsa, los jesuitas, etc… (que será por documentación y bibliografía)

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