Womad Las Palmas: música, solidaridad y mucha libertad

Actuación de Pongo en la pasada edición del Womad de Las Palmas.

Actuación de Pongo en la pasada edición del Womad de Las Palmas. Foto: Tony Hernández.

¿Por dónde empiezo esta crónica sobre el festival Womad de Las Palmas de Gran Canaria? ¿Por Bouchra Elaouni, una cocinera marroquí? ¿Por Libertad, una tortuga boba? ¿Por Elaha Soroor, una cantante afgana? ¿Por DJ Mam, un pinchadiscos y productor musical brasileño? ¿Por diversas personas voluntarias del Centro de Recuperación de Fauna de Tafira? Consciente de que me voy a dejar en el tintero muchos nombres y momentos en los doce párrafos siguientes, acometo un relato de un festival que durante cuatro días (7 al 10 de noviembre) ha desbordado la ciudad grancanaria de música, solidaridad y mucha libertad.

Aparte de conocer y saludar en persona, en el trayecto entre Madrid y Gran Canaria, a los componentes de Novedades Carminha y a Álvaro Suite, guitarrista de Enrique Bunbury a punto de sacar disco en solitario y cantante invitado en el último disco de los canarios Birkins (los primeros y estos últimos cerraron y abrieron respectivamente el escenario principal el viernes 8 de noviembre), mi bautizo en el Womad vino de las alas de dos busardos ratoneros.

En Canarias se les llama águilas ratoneras o aguilillas. Para ubicaros mejor, son las rapaces que vemos habitualmente en los postes de teléfonos o en las torretas de alta tensión situadas a lo largo de las carreteras; a la espera de sacar provecho del atropello de un ratón, un conejo u otra ave. Al final fueron ratoneros y no cernícalos, como estaba previsto en un principio, los dos ejemplares liberados dentro de los eventos del festival.

“Entraron con síntomas claros de inanición, posiblemente derivada de los incendios que tuvimos en la isla este verano”, comenta Alejandro Suárez, el veterinario del Centro de Recuperación de Fauna Salvaje del Cabildo de Gran Canaria que dirigió la suelta. Verlos volar una vez recuperados, liberados hacia el barranco Guiniguada desde la terraza principal del inmenso jardín botánico Viera y Clavijo, se convertía en la puerta de entrada perfecta al Womad.

Alejandro Suárez en la suelta de los ratoneros. Foto: J. Rico.

Seguro que me perdí cosas igual de interesantes el primer y último día del festival, que por cuestiones de agenda era imposible cubrir, pero lo que comenzó con la suelta de las aguilillas (respetamos su nombre vernáculo en Canarias) el viernes a mediodía mantuvo la intensidad hasta la madrugada del domingo. Aquí la naturaleza se fusionó con la música gracias a DJ MAM (alias de Marco Aurélio Marinho), apasionado por los ritmos y los problemas de la selva amazónica y sobre todo implicado hasta el tuétano en la campaña Demarcaçao já! a favor del derecho a la tierra de las tribus indígenas.

Sin salir de Brasil, Dona Onete, octogenaria activista también, como maestra y como política, fue capaz de trasladar sentada en una silla frente al público todo lo que encierran más ritmos amazónicos, especialmente el carimbó, hasta hacer bailar a los adoquines del parque de Santa Catalina donde se ubicaba el escenario principal. Samba, batucada, ska… la banda de Onete no paró de expulsar fuerza rítmica justo después de la sesión más sosegada de Eleha Soroor y Kefaya.

Música y gastronomía de mujeres luchadoras

Soroor tiene detrás una historia de lucha y huida de Afganistán por defender los derechos de las mujeres. Pero no se olvida de ellas, y el disco que interpretó en su práctica totalidad (Songs of our mothers) así lo atestigua. Con una música que bascula entre la tradición de su país y apuntes de jazz, dub y progresivo, recuerda a las mujeres que compusieron la mayoría de las canciones de este último disco y a las que resisten en Afganistán contra un patriarcado enquistado en todos los estamentos.

Rememorando el concierto de Eleha Soroor no me queda más remedio que llegar hasta Bouchra Elaouni, actual jefa de cocina del restaurante Arroz y Vino de Las Palmas y una de las participantes en el taller de cocina con mujeres migrantes de Canarias que organizó la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) y la Asociación de Mujeres Africanas en Canarias. Elaouni fue protagonista ese día por los dulces típicos de su país que elaboró, pero sobre todo por rememorar la historia del empeño en conseguir su sueño: “ser cocinera”.

“Estuve cinco años sin papeles, trabajando en el campo, cuidando de personas, limpiando casas, pero siempre con las ganas de trabajar en lo que más me gusta, la cocina”, relataba Elaouni. Los cursos, campañas y talleres que organiza periódicamente CEAR sirvieron para ayudarla: “Ahora me dedico a vivir de mi sueño”. Las historias del resto de mujeres de Senegal, Mauritania y Sahara Occidental, que también participaron en el taller del Womad, y la del sirio Imad Atli, contienen trayectorias similares de lucha y empoderamiento, lo que hacía aún más suculentos los platos que prepararon.

La libertad de las tortugas

A otros seres vivos, como las tortugas marinas, hay que ayudarlos aún más para mantenerlos fuertes y libres. De nuevo el Centro de Recuperación de Fauna Salvaje del Cabildo de Gran Canaria fue el protagonista de la suelta de dos tortugas bobas recuperadas tras amputarles una de sus aletas. “El 60% de las tortugas que entran en el centro vienen heridas por estar enredadas con algo, sean mallas o plásticos que, como en este caso, les acaban estrangulando algún miembro de su cuerpo, como las aletas; además, tenían plásticos en el estómago, por lo que hubo que esperar también a que los expulsaran”.

Liberación de tortugas bobas en la Playa de las Canteras. Foto: J. R.

El relato, por parte de personas voluntarias que trabajan en el centro, no por mil veces oído, deja de estremecer. Quizá por ello, si hay que poner algún pero al Womad y al público asistente, sea por esos envases y bolsas de plástico que a altas horas de la madrugada volaban tirados por los suelos y con el mar a unos pocos metros. Al mar volvieron las dos tortugas bobas, liberadas en la playa de Las Canteras, ante una gran expectación, sobre todo de público infantil. “Tendrán que adaptarse quizá a una vida diferente, pero sobrevivirán, porque incluso hemos visto cómo salen adelante ejemplares con una sola aleta de cuatro”, nos tranquiliza Alejandro Suárez.

Del ‘trance’ con tradición mongola al raï y el punk-cumbia

En La Puntilla, en el lugar de la playa de Las Canteras en el que se realizó la suelta de las tortugas (una de ellas de nombre Libertad), me quedé un rato escuchando el batir de las olas contra las rocas. Música también del Womad, como la que antes y después desgranarían Jungle By Night, con un derroche rítmico descomunal por parte de ocho jóvenes holandeses; la delicada mala leche folk de Lorena Álvarez, acompañada, entre otros, por Alonso Díaz de Napoleón Solo; el frenético kuduro dance de Pongo; la mezcla de trance, metal y tradición mongola de Hanggai; el raï de lo más heterogéneo de Sofiane Saidi y Mazalda; o el funk travestido de mil estilos, del punk a la cumbia, de Novedades Carminha.

El Womad Las Palmas de Gran Canaria 2019 tuvo muchísimos momentos más de calidad musical, humana y ambiental, con cine, exposiciones, mercados de artesanía, un escenario para grupos jóvenes de música de Canarias, puestos solidarios de 11 ONG, talleres de percusión y danza y un pasacalles final, pero la extensión de la crónica, como ya avisé, no da para más. Me quedo con la libertad, la devuelta a las aguilillas y las tortugas bobas, la creativa de las propuestas musicales y la luchada y ganada por mujeres como Bouchra Elaouni.

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