Ecoaldeas: La utopía con los pies (y las manos) en la tierra

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Actividad de grupo durante el encuentro de Ecoaldeas.

La Red Ibérica de Ecoaldeas (RIE) ha celebrado entre el 4 y el 7 de septiembre su encuentro anual, que esta vez ha tenido lugar en el Cortijo Los Baños Al-Hammam, en el desierto de Almería. ‘El Asombrario’ estuvo allí. Durante tres fértiles jornadas, más de 200 ecoaldeanos y otros interesados en este mundo paralelo a lo establecido han compartido conocimiento, proyectos y sueños en un apretado programa de charlas y talleres con un mantra común: crear una sociedad sostenible desde la alternativa, en armonía con la naturaleza y a través de redes comunitarias y grupos colaborativos.

¿Ecoaldeas? Una definición en Wikipedia atribuida a Robert Gilman, uno de los principales promotores e impulsores de las ecoaldeas a nivel internacional, explica el término: “Una ecoaldea es un asentamiento humano, concebido a escala humana, que incluye todos los aspectos importantes para la vida, integrándolos respetuosamente en el entorno natural, que apoya formas saludables de desarrollo y que pueda persistir indefinidamente”. En una ecoaldea el círculo es la clave; la comunidad, la colaboración. Y a partir de ello, la propuesta de estos asentamientos es dar respuesta a los problemas del mundo, transformar de manera creativa la vida propia y el entorno hacia nuevos modelos de convivencia autogestionados. Cuatro son los aspectos fundamentales a los que atiende esta transformación: lo social-comunitario, lo ecológico, lo económico y lo espiritual.

Las primeras ecoaldeas llegaron a España a principios de los años 80. La pionera, en 1980, fue Lakabe, en Navarra, siguiendo la estela del movimiento ecoaldeano en Europa Occidental (Reino Unido, Bélgica, Italia, Alemania…). Poco después, en 1984, se creó la ecoaldea de Los Portales, en el norte de la provincia de Sevilla, y actualmente, según datos estimados por la RIE, en España hay más de 2.000 personas que viven en asentamientos de este tipo.

Lakabe y Los Portales tuvieron motivaciones y orígenes muy distintos, porque si algo caracteriza a este movimiento es la diversidad dentro del objetivo común antes mencionado. La acción política, la igualdad de género y los movimientos de “no violencia” fueron componentes ideológicos principales de Lakabe, que ocupó un pueblo abandonado, lo restauró y comenzó la aventura de vivir en él en comunidad. Un grupo de urbanitas metidos a pioneros, hace ya 34 años; aprendiendo sobre la marcha a ser agricultores, albañiles, ganaderos y artesanos, y ensayando nuevas formas de convivencia y posicionamiento ante la vida que han ido evolucionando a lo largo de las décadas.

Los Portales, en cambio, nació por iniciativa de un grupo de ciudadanos belgas que se instalaron en la provincia de Sevilla a partir de un proceso de terapia psicoanalítica grupal que les llevó de lo particular -ellos mismos como individuos- a lo general, la vida en comunidad. Después se sumaron españoles y ya hay varias generaciones que han nacido y se han desarrollado en Los Portales, donde, como en otros asentamientos, viven profesionales liberales con una intensa vida laboral y muy lejos de la imagen tópica del hippie.

Hay ecoaldeas que parten de la vida meditativa y la búsqueda de la espiritualidad como ejes principales, y otras, como las de Amalurra (Madre Tierra), con tres asentamientos en Cataluña, País Vasco y Andalucía, nacieron a partir de círculos femeninos en los años 90 y evolucionaron hacia comunidades que quieren “contribuir a la transformación planetaria a favor de una conciencia global”.

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Charla sobre liderazgo en la sala Sufi del Cortijo Al Hamman.

Si bien el origen de cada ecoaldea es diferente, casi todas las personas embarcadas en un proyecto así tienen en común es su idealismo, su amor por la naturaleza y la búsqueda interior. Yo añadiría también su inconformismo y una enorme creatividad. En Lakabe lo explican así: «Lo importante es crear desde lo único y original que hay dentro de cada persona de este planeta, y no por oposición a algo que no nos gusta o desagrada o consideramos malo, delictivo, injusto… Construimos desde planos nuevos y libres, lejos de convencionalismos sociales y mezclamos ideas y espacios de formas antes inimaginables».

Cultivar huertos, cultivar personas, cultivar una nueva sociedad lejos de la visión mecanicista de la vida atada al ciclo de formación, trabajo, hipoteca, coche, consumo e individualismo que impera en nuestras ciudades… Y todo ello fuera del sistema y con los pies bien plantados en la tierra, porque las ecoaldeas hace tiempo que dejaron de ser consideradas «incomprendidos islotes de futuro, experimientos o laboratorios de convivencia», como cuenta Kevin Lluch, portavoz de RIE junto con Mauge Cañada, y se revelaron como formas viables de vida sostenible e incluso autosuficiente. En ellas se han testado procesos y formas de convivencia y desarrollo humano que después han dado resultado en otros ámbitos muy distintos. Han recuperado zonas abandonadas por las que nadie daba un duro y las han convertido en la tierra prometida. También han tejido redes con pueblos y ciudades del entorno en el que se asientan.

Los Portales, por ejemplo, participa en un master de la Universidad de Sevilla de vidas alternativas. La coalición europea ECOLISE, formada por organizaciones como RIE, busca establecer una agenda común e influir como lobby en Bruselas en materias como el cambio climático, política energética y sostenibilidad. Valdepiélagos, en la provincia de Madrid, o la ecoaldea italiana de Damanhur, también presente en el encuentro de Almería, tienen su propia moneda alternativa. Y en el caso de la ecoaldea italiana, donde viven más de 600 personas, cuentan con su propio partido político, alcalde y escuela.

En el encuentro en Almería llamaba la atención la cantidad de gente joven interesada en formar parte de este movimiento. Alf Flaquer, encargado de las relaciones internacionales de RIE, señala el incremento de peticiones de información y de interesados que les llegan a través de la web. Lo achacan en parte a la crisis, pero también a la evolución en la que está embarcada la humanidad, que cada vez más “busca soluciones en espacios colectivos”, como explica Mábel Cañada, una histórica de Lakabe. “No es tanto el tiempo de los líderes como de los colectivos”, apunta. “La sociedad está muy quemada de sistemas de liderazgo vertical”.

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Actividad grupal durante el encuentro de Ecoaldeas.

Precisamente el liderazgo ha sido uno de los temas tratados y diseccionados en los talleres del encuentro en Almería, así como la figura del Elder, un nuevo tipo de líder, que sustenta al grupo más que dirigirlo.

También se ha hablado mucho de “la economía del bien común”, con monedas locales complementarias, bancos del tiempo, cooperativas de crédito o grupos de consumo. Y de hábitat, de energía, de la comunidad como espacio sanador, de aspectos legales en las ecoaldeas, de masculinidad, de maneras de gestionar el conflicto… Todo ello trufado con otros talleres más vivenciales dedicados a la voz, al movimiento, al baile o la evolución personal a través de los sueños.

Especialmente emocionante resultó la charla de la palestina Aida Shibli, que está impusando una “ciudad de encuentro”, un “punto de reconciliación”  llamado Peace Research Village Middle East, cuya visión es desarrollar un modelo de convivencia ecoaldeano que actúe como una herramienta de investigación para el estudio de la paz. En él participan un grupo comprometido de israelíes, palestinos e internacionales que ponen sus vidas al servicio de lo colectivo y de la paz duradera. En su web queda bien clara su motivación: “Las estructuras sistemáticas de violencia han llevado a la humanidad a un punto decisivo: la pérdida de la esperanza o asumir la responsabilidad. ¿Estamos preparados para entrar en lo desconocido y descubrir una cultura de paz que se basa en la confianza y la verdad?”.

Encuentros como éste demuestran que muchos sí lo están. ¿Y nosotros? ¿Estamos preparados?

Todas las fotografías de este reportaje pertenecen a ‘Ecos de Origen’. 

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Comentarios

  • Antonio de Juana

    Por Antonio de Juana, el 13 septiembre 2014

    Otro mundo es posible gracias por tu reportaje…..hay que empezar a mostrar otras realidades posibles y satisfactorias, ademas El Cortijo es un lugar excepcional…..al menos para mi

  • Nely García

    Por Nely García, el 14 septiembre 2014

    En un mundo donde las tecnologías han avanzado espectacularmente, y el interior del ser humano, continúa poco más evolucionado que hace unos cuantos siglos, resulta esperanzador el que, surjan grupos dispuestos a cambiar los valores en aras de una evolución, que camine en paralelo con todo lo demás. Sin esa toma de consciencia, las sociedades continuarán ancladas, en los mismos errores y desigualdades.

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