Los hermanos Forman logran la magia de hacer una ‘peli’ del Oeste en teatro

Los forajidos rodeados de cactus en Deadtown de los hermanos Forman.

Los forajidos rodeados de cactus en Deadtown de los hermanos Forman.

Las chicas del cabaré de Deadtown de los hermanos Forman.

Las chicas del cabaré de ‘Deadtown’ de los hermanos Forman.

Es cabaré, circo, magia, cine y teatro. Pura ilusión. Los hermanos Forman -hijos del famoso director de cine Miloš Forman- traen a Madrid desde Praga ‘Deadtown’, una fabulosa representación en la que logran que una ‘peli’ del Oeste salte de la gran pantalla al espacio de Matadero. Y con los recursos de toda la vida del más puro teatro. Un alarde de ingenio y de saber aprovechar las posibilidades que nos brinda un escenario. 

No sabría decir en qué momento preciso de los 90 minutos que dura Deadtown -el espectáculo que los hermanos Forman traen a Naves del Matadero en Madrid- se me encendió la bombilla y comprendí el misterio que esconden tras lo que estaba viendo en el escenario. Está claro: Petr y Matej Forman –sí, digámoslo ya, hijos del famosísimo director de cine Miloš Forman- tienen escondida en un antiguo estuche de cuero una pistola que dispara unos rayos capaces de hacer crecer a tamaño natural y que cobren vida aquellos juguetes de plástico con los que jugábamos al Far West cuando éramos pequeños.

Probablemente la idea se me apareció con claridad cuando uno de los personajes principales lanzó una de las pocas reflexiones que se escuchan en el espectáculo: “La magia no reside en hacer desaparecer a unos vaqueros. La magia, en realidad, está ahí dentro (dice señalando el corazón de engranajes de una guapa autómata), en la imaginación de cada uno”. Eso es. Aquí lo importante no es el truco, sino la capacidad que tiene esta compañía de teatro de poner tu cabeza y tu ánimo en un estado tal que te permita anteponer, en tu forma de ver el mundo, las cosas sorprendentes y extraordinarias a la realidad. Eso se llama ilusionismo y, visto lo visto, de eso los hermanos Forman saben un montón.

¿Qué es Deadtown? Pues un espectáculo en el que una compañía de teatro mezcla cabaré, circo, trucos de magia, entre otras cosas, con algo absolutamente impactante: proyectar una película muda del Oeste, pero no en una pantalla, sino encima de un escenario. No hablamos solo de tres dimensiones, no. Eso sería quedarse cortos. Hablamos de realidad aumentada, ni más ni menos.

La obra nos sitúa a principios del siglo XX, en Praga, en el cabaret casi artesanal de un prestidigitador obsesionado no solo con el Lejano Oeste, sino con los avances técnicos que se han sucedido a lo largo del siglo pasado. La aparición de la fotografía, del fonógrafo y, ¡ay!, del cinematógrafo. Ese mago sueña, encerrado en las salas de cine, con ser un pionero. Se imagina a sí mismo cabalgando a toda velocidad a lomos de un caballo blanco por los enormes y yermos desiertos de Arizona; fanfarroneando en el saloon con unos forajidos mientras juegan a las cartas apurando tragos de whisky y lanzando piropos de dudoso gusto a bellísimas cabareteras.

Una espectadora dentro del ataud de Deadtown al finalizar el espectáculo.

Una espectadora dentro del ataúd de Deadtown al finalizar el espectáculo.

El western es su obsesión, así que en su local se respira genuino sabor americano, aunque los cactus sean de cartón piedra; los músicos, franceses; las chicas del conjunto canten en checo y los siete magníficos parezcan sacados de un baile de disfraces. Pero, ¡caramba!, es que él es un ilusionista. Es capaz de hacer magia. ¡Y qué magia! Agarraos a las butacas, pues en un magnífico vuelo a través de cañones, praderas, mares y montañas le acompañarás en un viaje cuyo destino es el interior mismo de una película de vaqueros de la que somos protagonistas. Una película que transcurre en el tétrico Pueblo de la Muerte. ¿Recordáis cómo en La Rosa Púrpura del Cairo el arqueólogo Tom Baxter, en un alarde de magia sin precedentes, tira abajo la cuarta pared y salta del blanco y negro de la pantalla al riguroso technicolor del patio de butacas en el que le espera Mia Farrow? Pues aquí ocurre lo mismo, pero al revés y no en un cine, sino en un teatro, y no con un actor, sino con toda una compañía. ¡Ver para creer!

Petr Forman dirige este espectáculo, que podrá verse en Madrid desde hoy hasta el próximo día 28, y explica que para estos diez días han tenido que adaptar el show a la sala 11 de Matadero. Deadtown fue concebido con un ingrediente inmersivo que en Madrid se perderá: “Mover este show por el mundo nos supone desplazar tres camiones de material allí donde vayamos. Normalmente montamos una especie de tienda de campaña gigante con paredes de madera en la que sucede el espectáculo, pero en este caso nos salía excesivamente caro traer todo eso desde Praga. Así que pensamos en cómo poder montar Deadtown en Madrid abaratando costes y creímos que lo mejor era adaptarlo al espacio que nos ofrecían. En nuestro teatro siempre hay un espacio nuevo y ese espacio se convierte en un actor más. Es muy importante”. Así que en Madrid, Deadtown se sirve a la italiana.

En el documento fundacional de The Forman Brothers Theatre podemos leer: “Es una comunidad viva sin un escenario permanente ni un conjunto de actores cerrado. Se trata de una comunidad unida por una misma visión del trabajo y del estilo de vida. Una comunidad de nómadas teatrales que disfrutan el encanto del viaje. El movimiento, el juego, la reunión y la independencia nos llevan a escenarios que a menudo no son teatrales pero que provocan su atmósfera, historia y fortaleza interior”.

El cementerio de Deadtown.

El cementerio de Deadtown.

Los forajidos rodeados de cactus en Deadtown de los hermanos Forman.

Los forajidos rodeados de cactus en Deadtown, de los hermanos Forman.

Matej y Petr son hermanos gemelos, nacieron en agosto de 1964, tan solo cuatro años antes de que su padre, el autor de películas de culto como Alguien voló sobre el nido del cuco, Amadeus y el musical Hair, decidiera exiliarse en Estados Unidos tras la invasión de la antigua Checoslovaquia por parte de la URSS y sus aliados del Pacto de Varsovia para terminar con el movimiento de liberación política de la primavera de Praga. Cuenta Petr que, de pequeños, ambos hermanos, que se quedaron en Praga junto a su madre, la actriz Vera Kresadlova, parecían abocados a dedicarse a los deportes; de ahí que en Deadtown uno de ellos se descubra como un gran patinador sobre ruedas (sí, cualquier cosa es posible en el Pueblo de la Muerte). “Sin embargo, Matej se decantó por las bellas artes y yo por el arte dramático. Me especialicé en el teatro de marionetas y veréis que este show tiene mucho de eso. Aunque lo que realmente me gusta es combinar estilos y técnicas”.

Deadtown es un espectáculo vivaz, rápido, con una escenografía tan versátil que se multiplica hasta límites que el espectador ni puede imaginar cuando se sienta en la butaca. En este caso, Petr Forman cuenta que el espíritu de este montaje es el de los pioneros, el de aquellos que se vieron sorprendidos por el nacimiento de avances tecnológicos; «de ahí que hayamos incluido algunas proyecciones en vídeo como protagonistas en determinados momentos”. Pero no os esperéis un alarde de pantallas gigantes de led que deslumbran y decenas de plataformas hidráulicas al estilo de los musicales de Broadway. No. Aquí todo tiene regusto a antiguo, a artesanal, a vintage, a decimonónico, a un teatro que ya no se hace, a una forma de entender el espectáculo que se perdió, lamentablemente, hace tiempo.



Nos desvela Petr Forman que su materia prima son “las posibilidades”. “El teatro está lleno de posibilidades y siempre estamos buscando algunas nuevas. No es fácil. En nuestro caso, desde la idea inicial de un show hasta su estreno pasa un mínimo de tres años en los que afinamos esas posibilidades”. Y no es de extrañar, porque el de los hermanos Forman es un espectáculo tan trabajado, tan original e inteligente, con una poética tan personal y universal a la vez, que no necesita recurrir a efectos pirotécnicos de sexo, violencia o catarsis para sorprenderte, hipnotizarte y dejarte literalmente pegado a la butaca con una maravillosa sonrisa tonta en la cara.

Cuando sales del teatro, caes en la cuenta de que has asistido a un gigantesco truco de magia de hora y media de duración. A un curradísimo número de ilusionismo que te saca de la realidad para devolverte, aunque te resistas, el grado justo de inocencia para comprender que, por más que el paso de los años se empeñe en ser un gran escultor, siempre es bueno guardar en la memoria que hubo un tiempo en el que tú también pensaste que aquellas figuras de plástico con las que jugabas al Far West estaban vivas y coleando.

‘Deadtown’. El show del Lejano Oeste de los hermanos Forman. Naves del Matadero. Nave 11. Madrid, Del 18 al 28 de enero. 

* Nota: Las entradas tienen un precio de 15 €, increíble para un espectáculo de este nivel y calidad. Son sin numerar, así que mi consejo es asistir con tiempo y sentarse a partir de la fila 7 y lo más centrado posible.

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Comentarios

  • Álex Mene

    Por Álex Mene, el 18 enero 2018

    Interesante propuesta.

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