La historia lineal

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Aceptamos con demasiado relajo el concepto de que la Historia es circular; que tras años de avance y progreso en la consecución de derechos, libertades y respeto al diferente, es habitual que se imponga la marcha atrás. Lo estamos viviendo ahora con las leyes ‘neocon’ del aborto y la seguridad ciudadana. ¿Por qué? ¿Por qué hay que aceptar que los retrógrados impongan su visión cada cierto tiempo a partir de un péndulo determinista? 

En ocasiones me asusta la parsimonia con la que aceptamos lo cíclica que es la Historia. Recordamos la situación económica, social, política de la Europa que vio nacer el fascismo y el nazismo, captamos las similitudes que existen con los tiempos actuales, y parece que aceptásemos, con una impertinente resignación, que la Historia siempre se repite. Detesto que el aprendizaje que nos evitaría cometer un mismo error dos veces se evapore en menos de una generación.

Los delfines son capaces de reconocer los silbidos emitidos por otros seres de su especie con los que convivieron hace 20 años. En 20 años, el ser humano es capaz de olvidar que todos aquellos derechos por los que luchó entonces pueden desaparecer en un instante. Basta con dejar que el despecho, la envidia o la ambición controlen sus decisiones. Pero no aprendemos. Preferimos tropezar veintisiete veces en la misma piedra antes que evitar que el olvido se instale en la sociedad. Anteponemos nuestro bienestar, hasta nuestros prejuicios, a la felicidad y la evolución de la especie.

Supongo que unos pocos imaginaron que la Historia podía ser lineal, un camino hacia el futuro, un constante cambio, y fueron inmediatamente sometidos por aquellos que defendían la concepción clásica del eterno retorno, convirtiendo la vida en un carrusel donde aceptásemos nuestra inferioridad ante el destino avanzando siempre en círculos. Creemos que cabalgamos hacia el horizonte cuando, en realidad, el caballito está ensartado por una barra de hierro que le impide tocar el suelo.

Han pasado 35 años desde que la ley de peligrosidad y rehabilitación social, una ley con una ideología de lo penal que ahora parece filtrarse entre los renglones del anteproyecto de ley de seguridad ciudadana del PP, se modificase eliminando varios artículos que penalizaban la homosexualidad. Hasta ese momento, ese reglamento había servido para el control de todos aquellos elementos considerados antisociales por el régimen y, muy especialmente, para la represión de la homosexualidad. A partir de enero de 1979, los colectivos de gays y lesbianas iniciaron una lucha para lograr también la reforma de la ley de escándalo público, herramienta muy socorrida cuando había que detener a una pareja del mismo sexo que demostrase su amor en plena calle o en la barra de un bar. Aunque ese cambio se lograría cuatro años después, la ley no se derogó hasta 1989. Con los datos en la mesa, podríamos decir que los homosexuales españoles cumplimos 31 años de libertad.

El pasado 2 de febrero, varios centenares de personas se manifestaron en Madrid contra la libertad y contra los derechos humanos. Estaban convocados por la plataforma de extrema derecha HazteOir.org, a la que yo suelo llamar Hazmerreír.org por razones obvias, y volvían a recorrer las calles de la ciudad defendiendo la familia tradicional frente al matrimonio y la adopción por parte de las parejas homosexuales. Si bien varios centenares no son nada frente a los millones de personas que moviliza un Orgullo, por ejemplo, eso no significa que esos señores y señoras no tengan derecho a salir a la calle y reivindicar su estilo de vida. Lo peligroso es que esa variedad de especímenes humanos, más próximos a sectas fundamentalistas que a doctrinas religiosas, salen a la calle con la intención de imponer su estilo de vida al resto de la sociedad. Una conducta muy democrática si tenemos en cuenta que ni siquiera son mayoría. Y los veo como instructores de esa Historia circular que busca nuestra sumisa aprobación. Ya disfrutasteis vuestros tiempos felices, vuestro ensueño de libertad; ahora es el tiempo de la austeridad, de la revancha, del absolutismo, de la inclemencia, del paternalismo. Es así. Va por ciclos. Y no lo soporto.

Necesitamos un cambio de mentalidad. Si dejásemos de pensar que la Historia es cíclica, que todo tiende a repetirse, que una generación es suficiente para olvidar los errores, tal vez no nos quedaría más remedio que alimentar la esperanza en la cultura de la especie, romper la pasividad del que no puede luchar contra el destino y convertirse en una sociedad rebelde, siempre dispuesta a perfeccionarse, a comprender que el cambio solo tiene sentido si es a mejor.

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Comentarios

  • Luis

    Por Luis, el 12 diciembre 2017

    Me gusta mucho como has explicado la historia via lineal gracias,un apunte, si vas a criticar a una plataforma como hazte oir informate antes,no son de extrema derecha…simplemente aon mas tradicionalistas pero eso no,los convierten en derechones extremos…por cierto actualmenre estan creciendo los fascismos por toda europa asi q en parte si,la historia tiende a repetirse

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