Cassandra sí es una víctima humillada

La tuitera Cassandra Vera.

La tuitera Cassandra Vera.

La tuitera Cassandra Vera.

La tuitera Cassandra Vera.

El autor pone el dedo en la llaga y en el discernimiento. Aparte del despropósito de la condena por un mal chiste sobre un fascista, Cassandra ha sido condenada por un delito de humillación a las víctimas del terrorismo en un juicio por sí mismo ya humillante, humillante con su identidad de género. ¿Tiene sentido condenar por algo que el propio tribunal está haciendo? Estamos hablando de transfobia y es muy difícil dar lecciones de justicia cuando uno, aunque sea juez, se está burlando de la justicia.

Entro en Internet con precaución. Desde hace un tiempo, navego entre redes sociales, foros y comentarios con la prudencia del que se esconde de la agresión. Habitamos unos tiempos jodidos. Unos tiempos en los que la humillación ha adquirido rango de habilidad social. Un tuit, un error, un desliz es suficiente para que hordas de seres anónimos, con su comentarios, burlas y chistes, hagan leña del árbol herido. Yo mismo he participado de algún ejercicio de ingenio para redes a costa del error, el despropósito o la arrogancia de alguien. Pero estás últimas semanas he pensado mucho en el concepto de humillación que emplea nuestra sociedad. Y lo he hecho a raíz de la condena a Cassandra Vera por las bromas tuiteadas sobre Carrero Blanco, el que fuera primer ministro de la dictadura franquista.

Creo que en la propia esencia del humor, del chiste, hay un ligero componente de humillación. Tolerable, porque el humor es eso, además de otras muchas cosas, pero nos reímos ‘de’ cuando deberíamos hacerlo ‘con’. Nos reímos del torpe, del que se cae, del tartamudo, del hombre cornudo, del mariquita, del que la tiene pequeña, del feo, de la gorda,… El humor es un ejercicio de inteligencia desde el momento en que nos obliga a distinguir la gracia de la humillación, aunque la primera contenga trazas de la segunda. Tragedia más tiempo, como decía Woody Allen. Un ejercicio de discernimiento, mi palabra favorita del último cuarto de siglo.

Los chistes de Cassandra son malos. Muy malos. Tengo la sensación de que no nacen del sentido del humor ni de la ironía; siento que nacen del rencor pero ¿quién soy yo para valorar eso si ni siquiera conozco personalmente a Cassandra? Pero lo que tengo claro es que la calidad de un chiste no tiene nada que ver con leyes, ni con códigos penales, ni con justicia y, mucho menos, con sentencias condenatorias.

Ante ese asunto pensé que las leyes mordaza, los artículos del Código Penal que plantean conceptos tan arbitrarios como el enaltecimiento del terrorismo y la humillación de las víctimas, son una puerta abierta al abuso de autoridad. Esos dos conceptos, enaltecimiento y humillación, en una sociedad tan compleja y llena de aristas como la actual, acaban siendo aliados de la susceptibilidad en lugar de argumentos de justicia. Lo vimos cuando se detuvo a dos titiriteros por un espectáculo de marionetas para adultos y se ha vuelto a repetir ahora, con la sentencia contra Cassandra.

Hay dos cosas realmente molestas en ese caso y esa sentencia. Una es la propia posibilidad de poder condenar a una persona a un año de cárcel por hacer un chiste en una red social. Eso ya es un despropósito y un atentado a un derecho fundamental. Primero, porque ningún ordenamiento jurídico, ningún código penal, puede estar sometido a la susceptibilidad de un individuo o de una asociación. Lo fina que tengamos la epidermis para tolerar o no un chiste no es un principio jurídico. Deberíamos haber aprendido ya que la libertad de expresión no significa exclusivamente que podamos decir lo que queramos; también supone que nos acostumbremos a escuchar cosas que no nos gustan. Hay chistes de mariquitas que me hacen gracia y chistes de mariquitas que no. Hay personas que cuentan esos chistes y me divierten y hay quien los cuenta y me ofende. No los denunciaría jamás porque el hecho de que me moleste su chiste, desde dónde nace la broma, no es más que una cuestión de tolerancia al otro. Dos libertades enfrentadas. Solo la voluntad desnivela ese equilibrio. Tiene que quedar muy clara, en ese chiste, broma, comentario u opinión, la voluntad de favorecer o promover la violencia, el hostigamiento, la discriminación o el odio hacia una persona o un colectivo. Y nada de eso aparece en los tuits de Cassandra. Excepto, o al menos es lo que yo percibo, rencor. Un rencor muy parecido al que sienten billones de adolescentes en esta sociedad. Pero ¿verdad que nadie piensa meter en la cárcel a todos los adolescentes de este país? Muy mal hemos progresado si un chiste que hicieron Tip y Coll en 1984 no se puede hacer treinta y tres años después.

El otro aspecto indignante de este caso tiene que ver con el trato que recibió Cassandra durante el juicio. Y eso me lleva al comienzo de esta columna y al concepto de humillación. No voy a valorar las redes sociales, donde los imbéciles y la peor calaña encuentra un altavoz para canalizar su odio, sus miserias y su inhumanidad. Es su cárcel, allá ellos con su mezquindad. A mí me ofende la Justicia, con jota mayúscula. Cassandra ha sido condenada por un delito de humillación a las víctimas del terrorismo en un juicio humillante con su identidad de género. ¿Tiene sentido condenar por algo que el propio tribunal está haciendo? Un juez que se dirige a Cassandra en masculino, llamándola Ramón, está demostrando una falta de sensibilidad, un desinterés por las buenas prácticas, una falta de respeto que le deslegitima, moralmente, para hablar de humillación, ofensa y consideración. No fue desconocimiento, ya que Cassandra se reconoce en una identidad femenina. Fue un uso irrespetuoso con una realidad que pone en evidencia las dificultades de las personas trans a tener un reconocimiento de su identidad de genero. Cassandra tiene un dni que no se corresponde con la identidad con la que ella se identifica. Tal vez es urgente una ley de transexualidad, a nivel estatal, que facilite estos trámites e impida que se pueda seguir juzgando la humillación humillando. Porque al final estamos hablando de transfobia y es muy difícil dar lecciones de justicia cuando uno, aunque sea juez, se está burlando de la justicia.

Llevo años caminando por la cuerda floja. El sentido del equilibrio nunca fue tan determinante en nuestra propia supervivencia como ahora. Siento habitar en el despropósito. Por un lado, energúmenos que ondean su transfobia impunemente. Por otro, personas que convierten a Cassandra, a Wyoming o a Dani Mateo, en símbolos de la libertad de expresión. Los primeros, me repugnan y si sus afirmaciones son constitutivas de un delito penal o una sanción civil o administrativa, denunciemos. A los segundos, mesura. Que Cassandra no es Clara Campoamor, ni Wyoming y Mateo son Assange y Raif Badawi. Que al final, frivolizar con la historia y con las víctimas de este país, que murieron en la lucha y la defensa de la libertad de expresión y pensamiento, acaba siendo igual de ofensivo.

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Comentarios

  • Manuel

    Por Manuel, el 15 abril 2017

    Que los chistes de Casandra sean malos o buenos, es discutible. Lo que usted o cualquiera pueda sentir acerca de la procedencia de su nacimiento, es algo subjetivo sobre lo que no se puede elaborar ningún argumento consistente.

    Se han venido haciendo chistes de esos desde hace décadas, como se ha venido haciendo el amor en determinadas playas, a la orilla del mar en los atardeceres de verano, cuestión sobre la que podemos opinar acerca de si es cosa de mejor o peor gusto.

    La cuestión es ahora que unos cuantos ciudadanos decidan que, por hacer estas cosas, tienes que ir a la carcel por razones parecidas a las que te prohibían comer carne los viernes.

  • Paben

    Por Paben, el 15 abril 2017

    Ante este tipo de situaciones, siempre he tomado distancia, no para ausentarme, sino para ampliar las vistas. Y tan solo me surgen interrogantes con dificiles respuestas. Ademas de altos o bajos, fuertes o no, mujeres u hombres, podemos ser seres despreciables o buenas personas. Gonzalo Rivas, una de esas personas que tengo como referente, nos comentaba, que las personas con diversidad funcional tambien tenemos derecho a ser mediocres al igual que los que no la tienen tienen o padecen. No discuto lo desproporcionado del caso ni justifico el escarnio publico al que se ha sometido a esta joven. Pero por otro lado me pregunto si ella no es mas que otra joven rabiosa y desaforada que por inmadurez desconecta la lengua del cerebro antes de hablar. Una hater de las que florecen a diario en las redes sociales que ha tenido la «fortuna» de encontrarse en este momento tan delicado en los que la libertad de expresion se ve cada vez mas acotada por aquello de tu libertad termina donde comienza la mia. Me pregunto si esa impulsividad a la hora de verter comentarios al patio de vecinos de twitter era para darse a conocer y adquirir notoriedad a sabiendas que se hace mas ruido con ollas que con violines. Todas esas actuaciones suyas han servido de carnaza para atacar al animal donde mas le duele y es que buscamos constantemente sacos de arena donde golpear con saña desde la seguridad de un teclado y la comodidad del sillon de casa. Claro que pienso que todo este asunto no ha sido mas que una reaccion a todas sus acciones pasadas de las que hemos sabido por los propios medios de comunicacion pero tambien estoy convencido que ella nunca se imagino el alcance de sus actos. Juventud, bendito tesoro.

    • Nacho

      Por Nacho, el 15 abril 2017

      bendito bendito

  • Mikhail

    Por Mikhail, el 15 abril 2017

    Hay varios puntos en los que no estoy de acuerdo de su artículo, aunque sólo voy a comentar dos de ellos que me llaman la atención. El primero es el de la valoración de los chistes de Cassandra como malos. A mí no me parecen especialmente malos. Debe ser porque mi criterio de bondad y el suyo son diferentes. Así que los chistes de Carrero para usted son subjetivamente malos aunque no necesariamente para el resto de la humanidad. El segundo punto es el de comparar, despectivamente, a Cassandra con Clara Campoamor y al Wyoming y Mateo con Assange y Badawi utilizando el criterio de autoridad de una forma algo confusa. No por escribir mejor o peor tiene mayor valor tu opinión, podemos recordar los ridículos habituales de Vargas Llosa. Lo verdaderamente importante es que cualquier persona haga valer sus derechos a pesar de estar en contra la autoridad pertinente. Entonces no hace falta ser Campoamor, ni Assange, ni Gandhi; le recuerdo que la lucha por los derechos civiles en EE.UU. comenzó porque una mujer normal no quiso levantarse de su asiento en el autobús.

    • Nacho

      Por Nacho, el 15 abril 2017

      ¿La lucha por los derechos civiles en yanquilandia no empezó hasta los años 50’s? vaya vaya, Lincoln levantara cabeza…

  • batelglas

    Por batelglas, el 15 abril 2017

    Evidentemente estamos ante un acto chules co de represión fasdcista.. Si, fascista,similar y del mismo género de la emplearon en el 23-F para que nada cambiase. Lo que ocurre ahore es que los del «Atado y bien Atado» se sienten impunes y les importa un bledo dar «el careto».

  • Majorico

    Por Majorico, el 15 abril 2017

    Los chistes de Cassandra nacen del rencor y del odio, y por lo tanto,de chistes no tienen nada. Hay que determinar de una vez por todas, los límites de la cacareada libertad de expresión. No puede ser que últimamente, se excuse con la libertad de expresión, el insulto, la calumnia, la blasfemia, e incluso el enaltecimiento del terrorismo, etc….; con la libertad de expresión ¿ Vale todo ?

    • Svalk

      Por Svalk, el 15 abril 2017

      Un verdugo pude ser victima?

  • espluguenca

    Por espluguenca, el 15 abril 2017

    Los chistes de Cassandra muy malos. Supuse que la imputaron porque no coincidia su persona , con el slogan del autobus Hazte Oir.
    Y se cebaron en ella todas las fobias.

  • excurrante-manual

    Por excurrante-manual, el 15 abril 2017

    Veo por tu curriculum que no te has deslomado en tu vida. !Y pontificas!. Y para hablar de Casandra eliges lo que te interesa, lógico en lo manipuladores, y no hablas de lo fundamental. En fin, saludos de uno que tuvo sabañones, descomía en un pozo y sufrió delación con Don Francisco.

  • jonas

    Por jonas, el 15 abril 2017

    Lo que deberías preguntarte, querido, es por qué una chica de veintipoco está obsesionada con el franquismo o la guerra civil…Es normal? no…
    Qué le habrán inculcado para llegar a esto.
    Los chistes sobre una persona víctima de un atentado (y Carrero lo fue, fuera él lo que fuera) no proceden. No pueden proceder de una persona cuerda y/o sana.
    Yo nací en el 69 en una familia mixta. Es decir que el padre era de familia republicana y la madre era de familia monárquica. Los dos antifranquistas, y no me inculcaron ningún odio hacia los vencedores en la guerra civil. Un abrazo

  • Nacho

    Por Nacho, el 15 abril 2017

    Me ha parecido un gran artículo en la forma. No le había leído a usted hasta ahora y creo que me puede aportar cosas interesantes. Gracias.

    Pero es tremendamente falso en el fondo. Se aprovecha de un hecho «inevitable» para montar su artículo de tio guay.

    Estamos hablando de un juicio penal donde el juez ha de dirigirse al acudado/a según su nombre legal actual, y así ha de constar en las actas y transcripciones. Estamos hablando de delitos fe cárcel!!!
    Un juez no puede absolver o confenar a minguna Cassandra porque sencillamente a efectos legales no existe ninguna Cassandra.

    Ella con la ley en la mano hoy puede cambiarsu nombre legal y su DNI. Entoncrs sí, el juez deberá dirigirse a ella como Cassandra, lo contrario no sería sólo una humillación sino quizá incluso delito. Miemtras tanto estoy seguro que ese mismo juez no tendría ningún problema en llamarla Cassandra en los pasillos del juzgado. Pero en la sala se juzga legalmente a Ramón y no puede ser de otro modo ni considerarse humillación. Salvo que se quiera aprovechar para escribir un artículo moralizante claro.

    ¿Ha pensado que cada vez que Cassandra compra un billete de avión ella misma escribe su nombre como Ramón? ¿Se humilla a si misma o es que es un requisito legal?

    Bueno pues que vaya al Registro y se cambie el nombre, que hoy es un trámite administrativo, hasta entonces mejor escriba usted sobre otro tema.

    ah, y quizá el juez a quien usted acusa de humillar a Cassandra se merezca una disculpa.

  • Asun Vera

    Por Asun Vera, el 15 abril 2017

    Si el Tribunal no le hubiera llamado por su nombre real el juicio hubiera sido nulo. No me cabe la menor duda de que cuando en su DNI figure su nombre femenino cualquier Tribunal se dirigirá a ella con condición de mujer.(espero que no se vuelva a ver en esa situación judicial)

  • Titus

    Por Titus, el 16 abril 2017

    Chistes Cassandra? Aberraciones deseando la muerte y comentarios super crueles. Ya estamos hartos de lo políticamente correcto.

  • Pepe Grilo

    Por Pepe Grilo, el 16 abril 2017

    Un abrazo fuerte para Cassandra. Que sepas que no te olvidamos y que seguimos a tu lado. Si necesitas algo, da un silbido.

  • Juan J. García

    Por Juan J. García, el 16 abril 2017

    Enhorabuena. Hace tiempo que no leía un artículo verdaderamente neutral, escrito desde la razón, dejando a un lado idiologías..

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