MANadas

Ilustración: Concha Pasamar.

Ilustración: Concha Pasamar.

Ilustración: Concha Pasamar.

Ilustración: Concha Pasamar.

El otro día iba paseando por la calle Serrano —algo que suelo evitar por miedo al efecto que ejercen sobre mi cerebro los intensos aromas que despiden sus locales— cuando me topé con un cartel que me dio mucho que pensar. Se trataba de una gran piedra blanca con tres enormes letras negras: una M, una A y una N. Los caracteres atravesaron mi retina para colarse directamente en el cerebro. Cuanto más me alejaba del edificio, más crecía aquella palabra en mi mente. “MAN, MAN, MAN”, repetía entre dientes mientras una cierta desazón crecía en mi cabeza al compás que repicaba una pregunta: “¿Será posible que las siglas del Museo Arqueológico Nacional sean MAN?”.

Pensad de mí lo que queráis, pero aquello fue una auténtica revelación. ¡Tanto tiempo tratando de entender por qué hay hombres empeñados en abusar de las mujeres y, posiblemente ahí, delante de mis narices, estaba la explicación! Quizás ese enorme edificio sufra algún tipo de maleficio según el cual, en ocasiones, algún homínido del Pleistoceno toma vida —a veces en MANada— y consigue traspasar sus puertas camuflado en la apariencia de una persona del siglo xxi, pero con su mentalidad presapiens intacta.

Y es que os confieso que hay días en los que me siento como Bill Murray: atrapada en el tiempo. Estamos metidos dentro de un bucle en el que cada mañana nos despierta la radio con la misma noticia —con ligeras variaciones—: “Muere la mujer tiroteada por su expareja a las puertas del colegio de su hijo en Elda”, “Varias actrices denuncian acoso en el cine español”, “El juez admite un informe sobre la víctima encargado por un miembro de La Manada a un detective”.

Recuerdo que cuando tenía 20 años estaba convencida de haber tenido la suerte de pertenecer a una generación privilegiada: aquella a la que le había tocado presenciar la caída definitiva del macho ibérico, una subespecie que, por más que llevara tiempo pasada de moda, se resistía a desaparecer. Hoy, muchos lustros después, compruebo mi equivocación cuando abro el periódico y leo: “Uno de cada cuatro jóvenes ve ‘normal’ la violencia de género en la pareja”. ¡Esto sí que asusta! Mas de cien años de lucha y volvemos a la casilla de salida.

Posiblemente debido a los efluvios de Serrano, de pronto me sentí más orgullosa que nunca de ser mujer y continué caminando con el paso firme y la cabeza alta de quien no se rinde. Soy consciente de que me ha tocado nacer en el lado de las que nos vemos obligadas a correr el doble para llegar al mismo lugar, pero, precisamente por eso, no bajo nunca la guardia ante esos despreciables desechos arqueológicos que esconden su obsolescencia detrás de una cobardía disfrazada de fiereza. Y, sobre todo, no pierdo la esperanza de que pronto encontremos la palabra mágica que rompa el maleficio del MAN e impida que los homínidos de Pleistoceno —junto con las alimañas que tienen la desvergüenza de juzgar a sus víctimas— vuelvan a escaparse. Sugiero que sigamos gritando, y cada día más alto, ese NO —que en absoluto es polisémico—, de manera rotunda y globalizada; a ver si así somos capaces de salir, de una vez por todas, de este día de la marmota en el que nos hemos quedado enredados.

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Comentarios

  • Pedro Gómez

    Por Pedro Gómez, el 01 diciembre 2017

    Claro, será que tiene sentido encontrarle significado en inglés a las siglas de un museo español, y será también que todo tu planteamiento de considerar a los hombres como un vestigio arqueológico no es nada revanchista, que no divide ni enemista ni fomenta generalización y odio. Será que los salvajes, los violadores y los asesinos lo son por el hecho de ser hombres, y no por el hecho de ser salvajes, violadores y asesinos. Algunas mujeres sois quienes más daño hacen a la causa de las mujeres.

  • Marta Rañada

    Por Marta Rañada, el 02 diciembre 2017

    Pedro, supongo que si me has entendido mal es que no he sabido explicarme, así asumo mi error. Pensaba que decir: «en ocasiones» y «algunos» dejaba clara mi postura: en absoluto pienso que todos los hombres sean capaces de abusar de las mujeres; es más, vivo rodeada de hombres maravillosos a los que les escandaliza, tanto como a mí, leer este tipo de noticias.

    • Pedro Gómez

      Por Pedro Gómez, el 02 diciembre 2017

      Pues agradezco tu respuesta, tu buen tono y el hecho de que menciones a «hombres maravillosos». Últimamente cuesta encontrar ambos conceptos unidos, el de hombre y el de maravilloso, y parece ir extendiéndose sin freno la postura de algunas extremistas que desprecian todo lo masculino de entrada e independientemente de los actos. Yo también recalco el «algunas» aquí, pero por desgracia son las que más ruido hacen y a quienes más se oye, y, en consonancia, también son quienes más daño hacen al entendimiento, a la convivencia y a la superación de años de marginación de las mujeres. Tu artículo tiene un grado alto de ambigüedad al respecto de si generaliza o no con su indentificación entre el MAN en inglés y el M.A.N. del museo, y el «en ocasiones» y el «algunos» no parecían suficiente como para despejar esa ambigüedad. O a mí particularmente no me lo parecieron y por eso te tomé por una fanática más. Te pido disculpas y comparto tu estupor ante las atrocidades que algunos hombres han cometido desde que el mundo es mundo y que, por desgracia, siguen cometiendo, tanto que me cuesta creer que pertenezcamos a la misma especie. Un saludo.

  • Museo Arqueológico Nacional

    Por Museo Arqueológico Nacional, el 03 diciembre 2017

    Quizás es Museo Arqueoclogico Nacional ???

    • Marta Rañada

      Por Marta Rañada, el 07 diciembre 2017

      Quizás, quizás, quizás…

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