Adiós a Albert Finney, el actor valiente de ‘Bajo el volcán’

Albert Finney en 'Bajo el volcán'.

Albert Finney en ‘Bajo el volcán’.

Albert Finney en 'Bajo el volcán'.

Albert Finney en ‘Bajo el volcán’.

¡Adiós, Albert! Esta semana se nos ha ido otra gloria de la interpretación, el británico Albert Finney, que nos ha dejado trabajos extraordinarios, complejos, llenos de matices, como los que hoy queremos recuperar en este ‘Viernes de Cine’: ‘Dos en la carretera’ (1967), junto a Audrey Hepburn, y ‘Bajo el volcán’ (1983), de John Huston.

Albert Finney fue un peso pesado de la forma artística más ingrata (junto a los guionistas) de todas las formas que convergen en el llamado Séptimo Arte: los actores. Ese oficio ímprobo en el que no sólo entran en juego la destreza o la altura profesional, sino también el físico, la edad, la mente, el espíritu, la suerte y la valentía. La valentía del jugador que se somete una y otra vez al criterio de todos; a la consideración y al azar, siempre, de su último trabajo. Algunas veces, unos pocos tienen la suerte de llegar a lo más alto y otras muchas, demasiadas, la mayoría se quedarán en el camino o, según qué oportunidades, simplemente olvidados a pesar de su valía.

Una parte de ustedes quizás no lo recuerden con solo oír o leer su nombre, pero Albert Finney ocupa un lugar en los corazones cinéfilos. Voy a hacerles de cicerone para que lo reencuentren en ese lugar de la memoria donde puedan tenerlo escondido.

Nacido en Salford (Inglaterra) en 1936, de origen humilde, comenzó su andadura interpretativa estudiando junto a nombres como Alan Bates, Tom Courtenay o Peter O’Tool en la Real Academia de Artes Dramáticas. Esos compañeros que pronto se convertirían, como él, en jóvenes promesas y, al fin, en grandes dentro de la vasta plantilla interpretativa británica; algo nada fácil.

Albert pronto sería una de las figuras estables del BBC Sunday Night Theatre para debutar muy pronto en el cine de la mano de Laurence Olivier y Tony Richardson en El animador (The entertainer) en 1960, y ya en el mismo año como protagonista de una de las mejores obras del llamado Free Cinema a las órdenes de Karel Reisz, bajo el título de Sábado noche, domingo mañana (Saturday Night and Sunday Morning), en la que da vida al joven y rebelde Arthur Seaton, atrapado entre dos mujeres, dos clases sociales y dos dilemas morales. ¿Van ya recordando?

Si no es así, se lo pondré más fácil. En 1963 y otra vez bajo la batuta de Tony Richardson, Finney protagoniza Tom Jones, una pequeña joya cinematográfica –que se hizo grande en premios– sobre la vida, correrías y juergas de un libertino bastardo educado como un caballero durante el siglo XVIII y que le proporcionó a Albert la Copa Volpi del festival de Venecia y su primera nominación al Oscar de las cinco que tuvo, por Tom Jones, Asesinato en el Orient Express (de 1974), La sombra del actor, Bajo el volcán y Erin Brockovich, a cuyas ceremonias nunca acudió y cuyos galardones tampoco obtuvo.

Pero quizás aquellos trabajos que quedaron para la posteridad, y seguramente en la memoria de todos, sean dos enormes y conmovedoras interpretaciones, difíciles, valientes, arrolladoras, que el mágico camino de celuloide puso en manos de este actor increíble. Me refiero en primer lugar, por orden de aparición, la de Mark en la inolvidable Dos en la carretera, junto a Audrey Hepburn: un viaje desde Londres hasta la Riviera francesa, dirigido por Stanley Donen, en el que un matrimonio revive su relación desde su encuentro romántico al comienzo de ésta, hasta los momentos dramáticos de sus respectivas infidelidades, comprobando cómo el tiempo no solamente ha pasado, sino cuánto ha cambiado, o no, la vida en común de estos dos seres, sus aspiraciones, deseos y sentimientos, hasta el punto de tener que enfrentarse al dilema que supone una separación o aceptarse mutuamente y continuar el camino. Magnífica película, cuya historia amarga y tierna nunca pasará al olvido.

La segunda enorme interpretación de Albert Finney que quiero que recuerden es su espectacular y sobrecogedor trabajo en la arriesgadísima adaptación cinematográfica de la inabarcable novela de Malcolm Lowry Bajo el volcán.

, que realizó el maestro John Huston en 1983. En esta ocasión, el actor interpreta al autodestructivo ex cónsul británico Geoffrey Firmin, un hombre atrapado por el alcohol, en medio de las fiestas del día de difuntos en la aldea mexicana Cuernavaca, en 1938, vísperas de la Segunda Guerra Mundial y del fin de la Guerra Civil Española, tiempos oscuros de la Historia. Un día en la vida de este británico que transita por la oscuridad de su alma, autodestructiva, mientras intenta volver con Yvonne (Jacqueline Bisset), la esposa huida que regresa, y perdonar a Hugh Firmin (Anthony Andrews), su excéntrico hermanastro, con quien Yvonne tuvo una aventura. En Bajo el volcán, la bajada a los infiernos, el trabajo inmenso, de extraordinaria delicadeza y repleto de matices, de Albert Finney dibuja soberbiamente el patetismo del personaje, su fragilidad, su culpa y su desasosiego. Pocas interpretaciones pueden ser tan celebradas.

No entierren ya a este Grande, háganme caso, tiene mucho que disfrutar. Échenle una ojeada a su filmografía y seguro que encontrarán de sobra con qué deleitarse en homenaje al viejo Finney; no lo volverán a olvidar. Merece la pena observar las enormes dotes de este actor que huyó siempre de arrogancias y esnobismos, que se calificaba de simple trabajador y que tuvo el buen gusto y el coraje de renunciar al título de Sir que le había sido ofrecido por la Reina y el Estado británico. No lo necesitaba. ¡Hasta siempre, Albert!

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Comentarios

  • Carlos

    Por Carlos, el 16 febrero 2019

    Bonito homenaje a este singular actor, gracias por acercárnoslo en esta sección y por hacer de cicerone. Por cierto me ha encantado su certera definición de cuán difícil es ser, llegar a ser y poder seguir siendo un actor.

  • miguel acuña

    Por miguel acuña, el 16 febrero 2019

    Desgraciadamente el paso del tiempo se va cobrando su impuesto, y se nos lleva, queramos irnos o no……
    En el caso del Mundo del cine, es mas notable, y mas vistoso,….son personas públicas, que unas han dejado un reguero de buenos recuerdos en sus congéneres, otros, se van y no se les echa en falta, en algunos casos hasta se le agradece a la Parca, que se le lleve con ella.
    En el caso de Finney, yo goce’ con Tom Jones, y en sus papeles, y sufrí con él en Bajo el volcán….
    Su última aparición en celuloide (creo) fue’ en Erin Brockovich, y sin hacer grandes esfuerzos esbozó la personalidad neoliberal de los empresarios actuales….Lástima que ya no esté entre nosotros !!

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