Crecen las propuestas que se centran en la Vida (y no es bla bla bla)

Ilustración: PIxabay.

Ilustración: Pixabay.

¿Cómo potenciar la economía de los cuidados? ¿Cómo recuperar la soberanía alimentaria, energética y económica? ¿Cómo generar puestos de trabajo en condiciones socio-laborales dignas, con criterios de economía ecológica, social y solidaria y garantizando la equidad de género? Se multiplican las propuestas desde la agroecología, el ecofeminismo, la solidaridad de los pueblos, la re-ruralización, la re-naturalizacion de las ciudades, el saber comunitario… Aquí van algunas. Son noticias que nos abrazan. Una nueva entrega de Martha Zein al terminar un mayo raro, raro.

Mayo 2020 pasará a la historia del Estado Español como el mes en el que las calles volvieron a llenarse de risas infantiles y también como el mes de las colas del hambre. Las flores con las que soñaba aquel mayo del siglo XX no rompieron los adoquines pero los delfines volvieron a asomarse a las playas. Este mayo del siglo XXI no es el de la alegre revolución sino el de la alegría apagada. Al ¿cómo estás? mirando a los ojos añadimos el ¿y ahora qué?, intuyendo que no es el tiempo de las utopías sino el de generar nuevas realidades.

La pregunta ¿Qué es lo que sostiene la vida? nos ha acompañado durante semanas sumiéndonos en falsas contradicciones (Vida o Economía), mientras brotan voces que afirman que podemos re-introducir la vida en las actividades económicas. Este ha sido el mes de la desescalada y las nuevas medidas económicas. Y entre ellas las de quienes se plantean qué significa eso de “poner la vida en el centro” de nuestras actividades económicas. La afirmación procede del ecofeminismo y pone luz a preguntas necesarias: ¿Cómo potenciar la economía de los cuidados? ¿De qué manera podemos recuperar la soberanía alimentaria, energética y económica? ¿Cómo generar puestos de trabajo remunerados en condiciones sociolaborales dignas, con criterios de economía ecológica, social y solidaria y garantizando la equidad de género?

Se multiplican las propuestas. Aquí van algunas.

El manifiesto ‘La vida al centre’ fomenta un sistema económico alternativo ligado a cambios en el ámbito social y de cuidados, el laboral, el agroecológico, el turístico, el territorial y ambiental y para la participación y la democracia. Una de sus propuestas es “activar políticas contra la tenencia abusiva y especulativa de activos inmobiliarios y promover políticas activas contra la gentrificación turística de los barrios, pueblos y ciudades”.

La Cátedra de Economía Feminista se plantea “la facilitación de medidas de protección social y compensación económica para garantizar que no se quedan fuera los colectivos de mayor vulnerabilidad económica”, especialmente trabajadoras del servicio doméstico, cuidadoras informales, personal de limpieza de subcontratas y quienes ya estuviesen en situación de desempleo sin subsidio.

Mayo Fuster, investigadora principal del grupo Dimmons, propone “acordar, colectivamente y con la intervención del Gobierno, una disminución de la carga de trabajo a las personas que tienen que teletrabajar con cargas de cuidado”.

En el libro editado por Entrepueblos ‘Economía feminista, desafíos, propuestas y alianzas” se expone, entre otras posibilidades, “una reforma fiscal que priorice los impuestos directos sobre los indirectos así como los impuestos al capital sobre los impuestos al trabajo”. Una fiscalidad progresiva que revise creativamente sus mecanismos desde una óptica de sostenibilidad de la vida.

María Pazos, investigadora sobre economía feminista, prioriza en este momento “la apertura de las escuelas infantiles públicas y de acceso universal, con recursos para acoger a las criaturas cuyos padres y madres tengan necesidades horarias especiales (incluso a lo largo de las 24 horas)”. En busca de la reorganización de los cuidados, añade la apertura de los centros de día para las personas más vulnerables, revertir las privatizaciones de los servicios de atención a la dependencia y arrancar 2021 con permisos igualitarios para que los hombres puedan quedarse el mismo tiempo que las mujeres a tiempo completo cuidando a sus bebés durante el primer año de vida.

Desde el Comisionado de Economía Social, Desarrollo Local y Política Alimentaria del Ayuntamiento de Barcelona se promueve “la reruralización progresiva de las poblaciones y la re-naturalización de las ciudades para relocalizar la producción y el comercio, revitalizando las economías locales » que reducen las necesidades de transporte e importación de materias primas y productos procedentes de largas distancias.

“Una jornada laboral de 35 horas semanales que incluya el cuidado como actividad obligatoria y rotatoria” es una de las claves del cambio para Jule Goikoetxea, profesora de Ciencia y Teoría Política en la Universidad del País Vasco. Por ejemplo, una de las asignaturas en la escuela podría ser cuidar a los de unos cursos más abajo, o que las personas adultas estuvieran obligadas a dedicar un tiempo a la semana a los cuidados de los colectivos más vulnerables o de los bienes comunes, o que nadie pudiera meter más horas en el trabajo remunerado que en el no remunerado.

La catedrática de filosofía Montserrat Galcerán considera que es clave “proteger y reforzar las organizaciones de barrio, las iniciativas de solidaridad, el llamado ‘sindicalismo social’ como el Sindicato de inquilinos, los centros sociales, los grupos de consumo, las cooperativas agrarias y del tercer sector, incluido todo el tejido de la economía social y solidaria”.

Desde organizaciones como REAS  se recuerda la importancia de “una contratación pública responsable que no sólo favorezca a las empresas de la economía social y solidaria sino que se incorporen cláusulas que permitan subvertir la desigualdad de género”.

Dina Garzón, coordinadora de la Red Ecofeminista, propone un Estado del Ecobienestar, que invertiría en la producción agraria ecológica, en la recuperación estratégica de suelo fértil y la pesca artesanal como estrategias para alcanzar la soberanía alimentaria, que apoye a las familias que mantienen fincas de policultivo con ganadería extensiva, que promueva la soberanía energética incentivando el autoconsumo…

La antropóloga, ingeniera y conocida ecofeminista Yayo Herrero rescata iniciativas de carácter macroeconómico como “frenar el TTIP, el CETA, el TiSA y esas políticas también muchas veces protagonizadas por empresas del Ibex35” que están masacrando la vida de las mujeres que luchan contra los extractivismos en el Sur global. Entre ellas están las defensoras del territorio y de la vida, líderes de los pueblos originarios, afrodescendientes, de Mesoamérica y de Abya Yala, que en una webinar insólita (teniendo en cuenta la precariedad de sus medios tecnológicos) han propuesto “elevar el sistema inmunológico de la Madre Tierra con fórmulas de autogestión que ponen en valor los saberes comunitarios”. «Generemos nuevos caminos desde el territorio de nuestras casas. Hemos de responder ante un modelo de vida que nos está matando, este es el legado que dejaremos a nuestros descendientes. Estamos convocadas a materializar nuestro objeto político, a cuidarnos en común y desde la autonomía, ha llegado el momento. Escuchémonos vivas, sintámonos vivas”.

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