Cuando tu hijo de 9 años te pida un móvil…

Un niño con un teléfono móvil. Foto: Pixabay.

Un niño con un teléfono móvil. Foto: Pixabay.

Un niño con un teléfono móvil. Foto: Pixabay.

Un niño con un teléfono móvil. Foto: Pixabay.

España tiene 50 millones de líneas de teléfonos móviles, 3 millones más que su número de habitantes. A nivel mundial hay 7.800 millones de tarjetas SIM en circulación. La tecnología ha facilitado nuestras vidas, somos conocedores de sus bondades, pero ¿nos hemos parado a pensar en cómo nos afecta en el día a día? Hay riesgos evidentes, desde la sociabilidad al necesario contacto con la naturaleza y el aire libre, que los adultos podemos calibrar, pero que con los menores debemos extremar las precauciones. ¿Sabías que la mayoría de los niños pasan menos tiempo al aire libre que un preso de alta seguridad? Los presos alta seguridad disponen de 2 horas al día al aire libre. Nuestros niños pasan apenas una hora de media. Por eso, cuando tu hijo o hija te pida un móvil con 9 o 10 años…

Jonathan Rowe escribía en el año 2000 en su sección del Washington Monthly: “Hacia finales de la década de 1990, en medio del boom tecnológico, solía pasar mucho tiempo en un café del barrio teatral de San Francisco… Allí tuve ocasión de observar una y otra vez la misma escena. Mami sorbiendo su café. Los chicos picoteando sus galletas, con los pies colgando de las sillas. Y ahí está Papi, levemente apartado de la mesa, hablando por su celular… Se trataba supuestamente de una ‘revolución en las comunicaciones’, y sin embargo allí, en el epicentro tecnológico, los miembros de esa familia evitaban mirarse a los ojos”. En estas casi dos décadas la tecnología se ha abaratado y eso ha hecho que llegase al gtran público de forma generalizada, así que la situación que Rowe describía ha multiplicado su frecuencia. La tecnología ha cambiado nuestros comportamientos, nuestras relaciones sociales y también nuestra forma de consumo. El móvil, la tablet, las redes sociales forman parte de nuestra vida diaria y condiciona nuestras relaciones y modos de vida.

Hoy podemos entrar en cualquier restaurante o cafetería y con una simple ojeada ver a un niño pegado a una pantalla; es una escena corriente. La imagen que puede resultar aparentemente inocente conlleva más aspectos negativos de los que se aprecian a simple vista. Por un lado, la relación familiar está siendo alterada, el diálogo e interacción con los adultos se limita o se vuelve inexistente; incluso diría que la transmisión de valores puede venir más por parte de los contenidos en la pantalla que desde los adultos. Pero, y tomo palabras de Bauman, “sería tonto e irresponsable culpar a los artefactos electrónicos por el lento pero constante retroceso de la proximidad personal, de la contigüidad directa y cara a cara, multifacética y multipropósito”.

Por otro lado, están los efectos nocivos de la exposición a las pantallas, que van desde alteraciones del sueño hasta malos resultados escolares o agresividad, según el estudio Effects on children´s cognitive development of chronic exposure to screens , de la AAP (Asociación Americana de Pediatría). En España, casi un 70% de los niños tienen móvil propio a partir de los 10 años, según datos del INE (Instituto Nacional de Estadística). Así que, a partir de esa edad, quedan expuestos a riesgos como los que pueden entrañar las redes sociales, riesgos que en la mayoría de los casos desconocen. Entre ellos, el acceso a contenidos inapropiados, exposición al sexting, al ciberacoso, etc… Sumados a estos peligros más evidentes, debemos tener en cuenta que exponemos a nuestros hijos a información de todo tipo en unas edades en las que todavía no tienen criterio propio, y si las fake news llegan a colarse entre los adultos imaginad qué no harán entre estas edades. En sus manos dejamos herramientas como las redes sociales que modifican su sociabilidad y hasta su capacidad de concentración.

La fragilidad de las relaciones sociales y familiares

Gary Small en su libro El cerebro digital nos habla por un lado de las bondades de la tecnología, de cómo estas han cambiado nuestro cerebro aumentando nuestra capacidad de síntesis y retrasando su degradación, pero también nos insta a recuperar la comunicación cara a cara, y comenta las deficiencias que presentan los nativos digitales para desarrollar relaciones personales íntimas, fuertes y saludables.

Además de los efectos sobre la salud y la alteración en las relaciones sociales y familiares, hemos de abordar otros dos grandes aspectos: el tiempo que niñas y niños pasan en interiores, lejos de la naturaleza, y la relación del consumo de tecnología con el medioambiente. EN El primer punto retomo las recomendaciones de la AAP, entre ellas figura establecer “zonas libres de pantalla” en el hogar, y señala que es importante para los niños emplear su tiempo en juegos al aire libre, lecturas y aficiones. Sí, juegos al aire libre, algo tan sencillo que, sin embargo, suena a odisea. ¿Sabías que la mayoría de los niños pasan menos tiempo al aire libre que un preso de alta seguridad? Los presos alta seguridad disponen de 2 horas al día al aire libre. Nuestros niños pasan apenas una hora de media. Los datos se han extraído de las respuestas de más de 12.000 familias encuestadas por todo el mundo por el programa Ensuciarse es bueno puesto en marcha por Skip y cuyo objetivo toma forma en Free the Kids. El Foro Económico Mundial ha avalado estos datos y muestra preocupación por ellos y la falta de juego libre; argumenta que este hecho dificultará encontrar líderes, exploradores y creadores en el futuro.

El alejamiento de la naturaleza

Más próximo en espacio y tiempo, el catedrático en Psicología Ambiental de la Universidad Autónoma de Madrid José Antonio Corraliza afirma: “El sistema nervioso no está preparado para este alejamiento de la naturaleza y para vivir únicamente en espacios artificiales. La naturaleza proporciona equilibrio y tranquilidad a las personas. En la ciudad ocurre lo contrario. Por eso se satura y siente más violencia en las zonas urbanas”. Volvemos así a hablar del Trastorno por déficit de naturaleza que acuñó Richard Louv, en su ya bestseller Los últimos niños en el bosque.

Llegamos a la naturaleza y con ella al segundo punto que comentaba, la relación de nuestro consumo tecnológico con el medioambiente. La relación es negativa, no sólo por la contaminación de los componentes de los dispositivos electrónicos, o por el hecho de que una batería de litio puede contaminar hasta 600.000 litros de agua, o por la cantidad de agua que se necesita para extraer litio. Pongamos un ejemplo: el de Bolivia. Los ríos Colorado y Grande de Lípez desaguan en un salar para la extracción del mineral; ambos cauces son fundamentales para la producción de quinoa, de la que Bolivia es el segundo productor después de Perú, pero el litio se paga a más del doble que dicho alimento, y en el sistema capitalista la rentabilidad es la que manda.

Hasta aquí dos problemas importantes, vamos con un tercero: los llamados “minerales de sangre”. El cobalto y el coltán son extraídos de minas africanas en condiciones infrahumanas por niños en jornadas de más de 12 horas; hecho ya denunciado por Amnistía Internacional en 2016, pero hoy la situación no ha mejorado demasiado. En concreto, en la República Democrática del Congo la minería ilegal explota a niños, contribuye a la deforestación y aniquila hábitats de cientos de especies. Así que quizás la próxima vez que salga a la venta el próximo modelo de móvil, en vez de correr a por él deberíamos pensar si todo ese proceso productivo no merece que alarguemos la vida de nuestro dispositivo, y así deberíamos hacérselo entender también a nuestros hijos adolescentes cuando nos demanden ese último modelo.

Frente a estos aspectos negativos se atisba una tendencia positiva: el número de móviles reparados el pasado año aumentó frente a la venta de los nuevos. Reparar frente a tirar. Esta tendencia, aunque todavía muy pequeña y que responde más a un criterio económico que de sostenibilidad, ayuda a luchar contra el impacto ecológico, los residuos tecnológicos, y contra la obsolescencia programada. Otra forma de reciclaje es la llevada a cabo por el Instituto Jane Goodall España: la campaña llamada “Movilízate por la selva” trata de reutilizar los terminales, reducir la demanda de sus componentes, gestionar de forma adecuada los elementos contaminantes de los mismos y recaudar fondos para proyectos educativos en el Congo y el cuidado de especies rescatadas. Para contribuir con esta iniciativa basta con enviar los móviles obsoletos que tengamos olvidados en cualquier cajón de casa.

Recomendaciones para tratar este tema con tus hijos

–   Establece límites de uso del móvil en cuanto a tiempos, espacios y situaciones.

  • Habla con ellos sobre los riesgos de las redes sociales.
  • Explícales que el móvil tiene muchas ventajas, pero que su socialización no puede limitarse al espacio digital.
  • Ofrece a tus hijos momentos de contacto con la naturaleza.
  • Cuando pida un nuevo modelo, explícale de donde procede su móvil y la trazabilidad de los minerales necesarios para su fabricación.
  • Enséñale a demorar su satisfacción, un sacrificio importante en tiempos de velocidad.

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Comentarios

  • Pedro

    Por Pedro, el 28 marzo 2019

    La datos de números de líneas son absurdos. Yo mismo tengo dos alarmas con sus respectivas SIMs y líneas de teléfono. La mayoría de paneles de autopista, paneles de autobús, los urbanos, vehículos de empresas con geocalizacion,…. llevan cada uno su SIM propia.

    La tecnología en si misma no es el problema. En los 80 teníamos las «maquinitas» de Nintendo, que sin control podían ser igual de problemáticas. El problema está en el no control de los padres. ¿Un móvil con 10 años? Sin problema. Usando herramientas como «Google Family Link» puedes limitar y ver lo que hace y ver tu hijo. Incluso cuanto tiempo.

    Más peligrosa es la TV, donde se emiten contenidos dañinos en horario infantil, y eso sí que no se puede controlar.

  • Nuria

    Por Nuria, el 28 marzo 2019

    Me ha gustado mucho tu artículo. Mi hijo aún es pequeño pero trataré de demorar el momento en el que tenga móvil lo máximo posible. No creo que un niño necesite un móvil, la verdad, para nada. Creo que hay cosas mucho más importantes, como las que tú has mencionado.
    Un saludo.

  • Felipelosa

    Por Felipelosa, el 29 marzo 2019

    Bastante de acuerdo con el artículo.

  • Felipelosa

    Por Felipelosa, el 29 marzo 2019

    Cómo bien dices hay herramientas, yo a mi hijo en su tablet tengo el family link y va bien , incluso puedes autorizar desde tu móvil.
    Pero creo que el artículo va encaminado a eso que comentas, más la concienciación de donde vienen y como se fabrican esos aparatos y sobre todo el uso y límites de los mismos haciendo ver el lado negativo que pueden tener en su desarrollo emocional, social e intelectual.

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