‘Faust’ de Gounod en El Teatro Real: crónica del lado oscuro del ser humano

Una escena de 'Faust' con Luca Pesaroni en el papel de Mefistófeles sobre un pedestal. Foto: Javier del Real.

Una escena de ‘Faust’ con Luca Pesaroni en el papel de Mefistófeles sobre un pedestal. Foto: Javier del Real.

Una escena de 'Faust' con Luca Pesaroni en el papel de Mefistófeles sobre un pedestal. Foto: Javier del Real.

Una escena de ‘Faust’, con Luca Pesaroni en el papel de Mefistófeles sobre un pedestal. Foto: Javier del Real.

El Teatro Real inaugura su 22ª temporada con ‘Faust’, de Charles Gounod (1818-1893). Una tremenda tragedia en la que una mujer será destruída por un hombre con ayuda del demonio. Todo por la eterna juventud. Cuenta con una espectacular puesta en escena de La Fura dels Baus y una magnífica dirección musical de Dan Ettinger que debuta en el coliseo madrileño. Un trío de ases dará vida a los papeles protagonistas: el tenor Piotr Beczala, la soprano Marina Rebeka y el bajo barítono Luca Pisaroni. 

El Teatro Real ha elegido Faust, de Gounod, una gran ópera francesa, para la apertura de su nueva temporada 18-19. Una gran ópera francesa que “probablemente sea la ópera más alemana dentro de las francesas”. Así lo explicó Dan Ettinger, el director musical de este espectáculo que firma con Faust un magnífico debut en el Teatro Real por lo que se pudo escuchar el pasado domingo durante el ensayo general de la ópera. De hecho, cuando Faust se estrenó en el Théâtre Lyrique de París, el 19 de marzo de 1859, no tuvo muy buena acogida y, sin embargo, fue su estreno en Alemania con otro título, Marguerite (el del personaje femenino de la obra), el comienzo del éxito de esta obra que hoy es un referente.

Ettinger le saca a la orquesta titular del Teatro Real todo su brío y delicadeza, según convenga. Le arranca grandes dosis de expresividad a través de una partitura sin muchas florituras, simple y espontánea, tal vez práctica, que sirve a las necesidades de la historia, pero que, a su vez, posee una belleza incontestable y una gran exigencia técnica para los cantantes. Del coro, cuyo director titular (y mago) es Andrés Maspero, extrae algunos de los momentos más emocionantes y contundentes de la velada.

Alex Ollé, uno de los integrantes de La Fura dels Baus, se encarga de la puesta en escena y propone ir más allá de la historia que, basada en la famosísima obra de Goethe, nos cuentan los libretistas Jules Barbier y Michel Carré. Estos prescinden de la enorme carga filosófica del texto de Goethe y basan la trama de la ópera fundamentalmente en el pacto que firman con sangre Fausto y el demonio y en la consiguiente historia de amor y desamor entre Fausto y Margarita.

El Fausto de Ollé es un científico que trabaja en un proyecto que trata de construir un cerebro electrónico capaz de reproducir las funciones completas del cerebro humano, es decir, no sólo el pensamiento racional sino, y sobre todo, el pensamiento emocional. El director de escena se centra en la vida no vivida de Fausto, en todo aquello que ha sublimado y reprimido durante una existencia dedicada a la investigación. Y en su arrepentimiento, al final de su vida, por no haberse permitido el placer de caminar por el lado salvaje. Mefistófeles es, entonces, un alter ego del protagonista. Es el mal que todos llevamos dentro. La maldad que el propio Fausto lleva dentro. “El bien es la contemplación y el mal es la acción. Y este es un personaje que al final de su vida decide pasar a la acción”, explica Valentina Carrasco, colaboradora de Ollé en la dirección de escena.

La soprano, Marina Rebeka y el tenor Piotr Beczala en 'Faust' de Gounod. Foto: Javier del Real.

La soprano Marina Rebeka y el tenor Piotr Beczala en ‘Faust’ de Gounod. Foto: Javier del Real.

El coro del Teatro Real en una escena de 'Faust'. Foto: Javier del Real

El coro del Teatro Real en una escena de ‘Faust’. Foto: Javier del Real

De esta forma, todos los personajes y situaciones que veremos en escena serán como fantasmas que se generan en la máquina infernal en la que Fausto trabaja. “De ahí que los hayamos tratado como arquetipos muy claros que el público reconocerá enseguida”, explica Carrasco. En cierta forma, la propuesta de Ollé trata de desacralizar la historia, aunque sin mucho éxito, pues son precisamente los momentos de mayor contaminación religiosa de la obra los que mejor le funcionan escénicamente a Ollé. Como ese Mefistófeles que usurpa el lugar de Jesucristo crucificado en el altar de una iglesia y que baja de su cruz para atormentar a Margarita.

En cualquier caso, Ollé y toda su troupe (Alfons Flores, escenógrafo; Lluc Castells, figurinista, y Urs Shönebaum, iluminador) logran hacer de este Faust un espectáculo grandioso al que se le pueden encontrar contadas cosas en contra, como ese empeño de explicarnos con rótulos gigantes quién es cada uno de los personajes o algunas piezas de ballet que hubieran necesitado de una visión más coreográfica de la que Ollé es capaz de encontrar.

El cotizado tenor polaco Piotr Beczala debuta en el Teatro Real en una ópera representada (ya había cantado en versión concierto) en el papel de Faust (que se turnará con el tenor español Ismael Jordi). Beczala, que posee una voz potente y rotunda, con algo de estridencia en los agudos, se entrega en la interpretación de su personaje. En los dúos le ayuda mucho a brillar la soprano Marina Rebeka que posee un timbre precioso y compone, con una seguridad pasmosa, una magnífica Margarita. Aunque es el barítono ítalo-venezolano Luca Pisaroni el que más destaca en este Fausto. Demuestra que es un gran actor encarnando a un Mefistófeles socarrón, faltón, chulesco y abyecto sin caer en el exceso ni en el histrionismo. Tiene tantos cambios de vestuario hasta convertirse en el trasunto de Fausto que se intuye un trabajo de maquillaje y vestuario a toda velocidad entre bambalinas digno de una gran ovación.

Este Mefistófeles es “la voz secreta que murmura una blasfemia al oído de toda virtud, el poder misterioso que representa a los ojos de la honestidad», escribió Benito Pérez Galdós, «las formas de una Venus que oprime el corazón cuando late después de una acción generosa; el espíritu maligno que en lo profundo de una oración inspira un pensamiento lúbrico y sonríe horriblemente ante una mirada elevada al cielo”. Ese mismo cielo que sirve de redención a Margarita.

Puedes consultar aquí todas las funciones y los distintos elencos de ‘Faust’ en el Teatro Real. 

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