Holanda marca pautas en el ecodiseño con humor y creatividad

Asiento Tejo Remy. Tejo Remy reutiliza objetos cotidianos y los transforma en piezas decorativas.

Asiento Tejo Remy. Tejo Remy reutiliza objetos cotidianos y los transforma en piezas decorativas.

Holanda ha desplegado sus mejores galas en materia de diseño y ecodiseño en el último año, pues acaba de celebrar los 100 años del mítico movimiento De Stjl y 25 del apodado como Dutch Design. Todo ello ha estado moviendo exposiciones inéditas y el Festival Internacional del Diseño, celebrado el pasado otoño en Eindhoven. Recorremos este extraordinario país y algunos de sus diseñadores más punteros a partir de tres claves: reciclaje, humor y creatividad desbordante.

Sólo es precisa una mínima sensibilidad para dejarse seducir por el derroche de creatividad que desprenden los diseños por sus principales ciudades, desde la habitación del hotel, pasando por el restaurante, en esos escaparates imaginativos, en las exposiciones, en los comedores… El reciclaje artístico tiene un fuerte arraigo en Holanda y -al igual que sucede al pasear por Berlín o Helsinki- Amsterdam, Eindhoven, La Haya o Utrecht son espacios para disfrutar de los divertidos guiños de creadores de tendencias muy diversas.

En el recorrido por los principales hitos del Diseño Holandés constatamos varias claves recurrentes. Por un lado, ese guiño, el sentido del humor que caracteriza a la población y en concreto a diseñadores y artistas. Se diría que las libertades de las que se jactan los holandeses se traducen en una creatividad sin límites, divertida; los creadores son juguetones y los resultados, contagiosamente alegres. En el Student Hotel de Eindhoven disponen de un espacio para charlar, por lo que unas bombillas dibujan en la pared la palabra “BLAH”. Por si tuviéramos alguna duda, en la llave electrónica leemos “Love is the key”, en el bote de gel “Shower Power” y el lema “May the student in you live forever” se repite, en una estancia con muy buen karma.

El paseo por Holanda suele ser como un bálsamo entre noticias de guerras, hambre y tiroteos. Esta sociedad permisiva con el cannabis, la homosexualidad o la eutanasia viene reciclando nada menos que cientos de iglesias católicas. Los feligreses fueron abandonándolas -por un creciente ateísmo y en su afán de llevar las creencias al ámbito privado-, de forma que sus responsables han ido buscando la manera de que no mueran del todo. Y con la frescura que les caracteriza, una serie de arquitectos modernos vienen reconvirtiendo los templos en bibliotecas, centros cívicos, oficinas, museos, restaurantes e incluso discotecas y pistas de skate. Pero, además, combinando el continente -la piedra, las pilas originales, las vidrieras- con interiores rabiosamente actuales y ergonómicos.

Así lo explica a El Asombrario Miel Wijnen, arquitecto encargado de la modernización de diversas iglesias, como Pastoor van Arskerk en Eindhoven, que hoy alberga modernas oficinas, aulas para menores con problemas y algunas consultas médicas. Wijnen admite que no es sencillo reconvertir los templos, aprovechándolos para fines de actualidad, si bien cuando se da con la fórmula “consigues resultados impracticables en otros escenarios”. Reutilización que los creyentes aceptan de buen grado, ya que las iglesias donde se casaron o bautizaron se mantienen de algún modo abiertas.

El estudio Piet Hein Eek recicla en su taller, en la tienda, el restaurante...

El estudio Piet Hein Eek recicla en su taller, en la tienda, el restaurante… Foto: C.M.S

Un claro ejemplo de reutilización de iglesias es el que precisamente han hecho las diseñadoras Lonny van Ryswyck y Nadine Sterk en Bergmannkerk. Disponen de amplios espacios para desarrollar su singular labor investigadora, y dicen beneficiarse de la popularidad que la parroquia tenía en el barrio en el siglo XX. En Leeuwarden, el comedor del Hotel Plaza aprovecha toda la estructura de un viejo claustro. Un convento lleno de historia, que no dudan en mostrar a través de un libro que enumera los avatares del edificio.

Lonny y Nadine, Atelier NL, estudian materiales naturales como tierra y arenas de muy diversas procedencias, y hay quienes les traen materias primas de islas, montañas, volcanes, etc., para que ellas puedan seguir aprendiendo y luego impartiendo conocimientos en talleres, universidades, workshops

Algunas de las iglesias reutilizadas mantienen sus retablos e incluso el órgano. En el Café Olivier, catalogado como “el mejor de Holanda”, diferentes tipografías muestran las numerosas clases de cervezas que ofrece el local, y los comensales charlan animadamente en sus mesas, ajenos a la figura del Cristo que permanece en lo que antaño era la entrada al templo. En el siglo XVI, la iglesia se llamaba Santa Maria Mirror Kerk, y su exterior esquivaba la reforma protestante evitando las pistas ornamentales.

Todo sirve

Aquí no se tira nada. Cualquier objeto parece servir para decorar; hasta donde la imaginación llegue. Así, tras el mostrador de la recepción de un hotel de Amsterdam toda la pared está cubierta de maletas viejas apiladas, dándole un sabor como de Casablanca al local. En el estudio Piet Hein Eek, el restaurante es un ejemplo diáfano de esta tendencia holandesa: la barra está cubierta de tuberías de colores, las sillas son dispares entre sí y las lámparas del techo cuentan con botellas de plástico colocadas sorprendentemente. En la entrada del taller, una amalgama de piezas electrónicas e informáticas componen una cabeza gigante. ¿Quién dijo que las tecnologías de los años 90 están obsoletas?

Piet Hein explicaba recientemente cómo desde su tierna adolescencia ensayaba en su cuarto con materiales desechables, y así iba componiendo objetos que luego pueden tener utilidad, como pequeñas sillas. En el caso de Tejo Remy, evoca los recuerdos vitales agrupando cajones y cajas, y crea cómodos asientos a partir de colchas dobladas. Diseñador industrial y de interiores, Remy se distingue por dotar de vida a objetos cotidianos que han sido desechados por la gente. Esta característica le ha convertido en un puntal de Droog Design, empresa dedicada a la producción de mobiliario y objetos de uso doméstico a partir de residuos salvados de su extinción. El Centraal Museum de Utrecht ha mostrado durante meses el sorprendente e imaginativo trabajo de Remy, icono ya del Dutch Design que ha sido fichado por ejemplo por el MOMA neoyorquino.

Dave Hakkens es otro diseñador destacado por su reutilización de los materiales plásticos para obras diversas. Por ello, en el Festival Internacional de Diseño brilló en la Sectie C, espacio dedicado al reciclaje de materiales artísticamente. Premiado el año pasado por su proyecto Precious Plastics, entre ocho diseñadores más, expuso cómo se puede aprovechar este material con fines decorativos.

En Holanda es corriente que las lámparas se muestren desnudas o bien colgando de sus cables, sin adornos. Los diseñadores las disponen con arbitrariedad, y es raro que estén alineadas. También aprovechan viejos ornamentos del edificio y los combinan con elementos ultra-modernos, como en el baño del Hotel Mary-K de Utrecht, donde se mantiene una antigua puerta de madera, que separa el dormitorio del lavabo, y al otro lado una bañera y el resto de sanitarios son absolutamente innovadores. Las mesillas, en este caso, son grandes latas.

La iglesia Pastoor van Ars de Eindhoven alberga actualmente oficinas, aulas y consultas médicas, pero conserva la estructura original.

La iglesia Pastoor van Ars de Eindhoven alberga actualmente oficinas, aulas y consultas médicas, pero conserva la estructura original. Foto: C.M.S

Curiosidad y sentido práctico

Además del humor, otra de las características del diseño holandés es la investigación. Los creadores y creadoras exploran y se benefician de la infraestructura que les rodea. Así lo manifiesta Esther Jongsma, de Vantot, donde idean lámparas influenciados por el puntero Campus Tecnológico de Eindhoven, que se encuentra próximo a su estudio.

Por ejemplo, Floris Wubben se dedica a observar las reacciones de la cerámica al ser tratada, y de ahí nacen lámparas y otros ornamentos exhibidos en el Keramiek Museum de Leeuwarden (reseñable la exposición del pasado otoño La cerámica es sexy). Arriesga, pues no tiene certezas sobre los resultados, pero consigue objetos interesantes y bellos.

¿Es el afán investigador o el sentido del humor el que lleva a los diseñadores a reciclar colchas y legos para idear sillas y sillones? Tras recorrer los hitos del Dutch Design todo apunta a que ambas motivaciones tienen gran peso en estas creaciones, del mismo modo que el afán pragmático de ganar espacio. Miel Wijnen y el responsable del Stedelijk Museum, Martijn van Oostroom, coinciden en que en Holanda buscan “soluciones prácticas”, por ejemplo si hay que acometer un parking de bicicletas en una estación. Esto se refleja en esos armarios con dos alturas. ¿Por qué desaprovechar todo el espacio que resta donde termina el abrigo de tres cuartos? Mejor colgar también perchas en el segundo nivel…

Otro crack en la experimentación es el joven Bart Hess, quien expone en el Museo Stedelijk de Den Bosch sus audaces creaciones, en un juego de texturas y formas que podemos tocar e incluso emular en un taller anexo. En el caso de Isaac Monté, se asoció con el agricultor de puerros Jan van Lierop para buscar una solución a todo el material de desecho que producían dichas hortalizas. En Holanda, las verduras orgánicas deben envasarse individualmente para evitar la contaminación por productos no orgánicos, y para estos embalajes se suele emplear plástico. En cambio, Isaac y Jan descubrieron que se puede producir fácilmente papel a partir del material de desecho de los puerros, que luego envasará los puerros individuales.

El meta-festival del diseño reciclador

Eindhoven es una urbe de acento marcadamente tecnológico, pues Philips nació y se desarrolló aquí. La vieja ciudad industrial pervive y se ha convertido en continente para nuevos e innovadores proyectos. Así, el Festival Internacional de Diseño que tuvo lugar en otoño encontró en este espacio el ambiente ideal para proclamar el espíritu del Dutch Design.

Reinder Bakker, de Overtreders-W, explicó a los periodistas que visitábamos las instalaciones cómo el Pabellón Popular fue construido gracias a las donaciones de ciudadanos holandeses que aportaron sus plásticos y residuos en unos contenedores dispuestos para ello. Y es que hay siete tipos de plásticos reciclables. Por ejemplo, la cobertura del Pabellón se basó en láminas realizadas a partir de las tarrinas comunes de los yogures. 400 voluntarios ayudaron a la edificación del pabellón provisional, y una vez terminado el evento los materiales prestados fueron devueltos a sus dueños. El diseño del Pabellón fue conjunto entre Overtreders, Hester van Dijk y Bureau SLA, y contó con puestas en común de ciudadanos interesados en el ecodiseño y su festival internacional. “Los últimos dos años hemos notado un aumento del interés hacia el reciclaje en torno a la Dutch Design Week”, termina Trienekens.

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