Leticia Dolera: “Necesitamos dar visibilidad a mujeres con canas y arrugas”

La actriz Leticia Dolera en la entrega de los Goya.

La actriz Leticia Dolera en la entrega de los Goya.

La actriz Leticia Dolera en la entrega de los Goya.

La actriz Leticia Dolera en la entrega de los Goya.

Su carrera comenzó muy joven. Saltó al gran público gracias a la serie ‘Al salir de clase’, una ficción televisiva que marcó las sobremesas de la generación que pasó la pubertad en los noventa. Ahora, con su libro Morder la manzana, la actriz y directora Leticia Dolera se ha convertido en una de las banderas más multigeneracionales del feminismo.

Es tal y como aparenta en la multitud de entrevistas que en los últimos meses ha concedido. Simpática, resuelta, curiosa. Se preocupa por lo que no conoce; por ejemplo: “¿En Juego de Tronos el poder lo ostentan las mujeres? No sabía, cuéntame”. No cuesta trabajo imaginársela detrás de las cámaras, o delante de la pantalla del ordenador escribiendo Morder la Manzana, el libro que ha publicado a principios de año y que se ha desbordado de las librerías a las manos de muchas mujeres (y hombres) que quieren aprender o reafirmarse en por qué el feminismo es necesario.

Está agotada cuando queda para esta entrevista, a través de sus ojos se trasluce el cansancio, pero también el esfuerzo por procurar decir algo más, encontrar un símil nuevo, no decir lo de siempre. Todo, rodeada de los neones rojos de la Sala Equis, en Madrid, donde ha venido a un encuentro con el público

¿Qué público encuentras en las convocatorias en torno a tu libro?, ¿qué te dicen de él?

Chicas muy jóvenes. Me dicen que este ha sido su primer libro feminista, que entienden muchas cosas, que les está librando de culpa, sobre todo eso, que están aprendiendo a no sentirse culpables por situaciones que han vivido. Yo escribí el libro pensando que era el que a mí me habría gustado leer con 18 años, así que estoy muy contenta con esto que me dicen. Aunque también hay muchas chicas de mi edad y mujeres de 50 o 60, y también hombres.

Tanto tu libro como tu película ‘Requisitos para ser una persona normal’ (2015) parecen la respuesta a una insatisfacción, a un desengaño en el que te das cuenta de que la vida no está siendo como nos contaron.

Sí, los dos hablan de la insatisfacción y la búsqueda, de la búsqueda de ti, de quién eres de verdad, de quién quieres ser, por qué encajar en estos requisitos y en estos cánones. El feminismo es esto también, saber quién eres, qué tipo de mujer quieres ser. Nos han dicho que la feminidad es un objetivo, que el amor romántico es un objetivo, la maternidad otro… Pero el feminismo implica una búsqueda de descubrir por ti misma lo que es ser mujer. Claro, si es que es verdad que hay una definición de qué es ser mujer y qué es ser hombre, porque a lo mejor no la hay.

¿En qué momento te diste cuenta de que la igualdad no había llegado?

Cuando empecé con Twitter. Recuerdo un hilo que abrió Barbijaputa sobre cómo las mujeres llegamos solas a casa. Muchas mujeres empezaron a contar que todas hacíamos lo mismo: no ir por calles oscuras, ir con las llaves en la mano, pedirle al taxista que se quede en la puerta hasta que entremos en el portal, enviar un whatsapp al llegar a casa… Ahí me di cuenta de que no era una exagerada, una loca y una histérica, que estas cosas pasan y pasan por ser mujer, y no te pasan a ti, nos pasan a todas. No es algo particular, es sistémico, es decir, es político. Y como todo lo político, se tiene que empezar a cambiar desde abajo y desde arriba.

Quizá hubiera sido más adecuado que tu película la protagonizara un hombre que no se ubica a sí mismo, y que fuera la mujer la empoderada, la que tiene una cierta personalidad.

Me hubiera parecido interesante que la gorda hubiera sido ella. Eso hubiera sido romper más con los cánones. Lo que pasa es que la quería protagonizar yo. Si hubiera sido un hombre sin trabajo el que se enamorara de una mujer con trabajo el hombre hubiera visto su masculinidad rebajada, porque en la sociedad esto pasa. Y esas construcciones culturales tenemos que romperlas. Otra opción hubiera sido que la protagonizaran dos chicas.

Respecto a esa masculinidad, ¿crees que los hombres también podemos sentirnos liberados con el feminismo?

Por supuesto, porque un hombre de verdad es heterosexual, es valiente, en una situación de tensión tiene que tener la violencia a mano como recurso, un hombre de verdad no habla de sentimientos. No es el que cuida de los niños… Todo esto también es una pequeña jaula, que no os oprime, pero sí os constriñe y hace que os perdáis ciertas cosas. Los roles se pueden coger también en relaciones homosexuales, es algo de lo que hay que documentarse bien para hablar, yo no soy experta en esa parte del machismo.

¿Cómo sería una ‘mujer normal’?

Lo maravilloso sería trascender esta cuestión de géneros que nos han impuesto, donde el género además es una clase social. Lo maravilloso sería conseguir eso de lo que habla el feminismo radical, lograr trascenderlos y que no te plantees si haces algo por ser hombre o mujer. Este sistema binario de géneros ya hemos visto que no funciona, hay gente queer, gente gender fluid, y todo debería ser igual de sencillo y sobre todo, natural. Hay muchas tipologías, personas trans… personas trans que no necesitas transición de género… Es todo complejo porque hemos crecido en estereotipos sexistas muy fuertes que es muy difícil cambiar.

Se habla mucho de que el feminismo está de moda, quizá porque se habla de esto más ahora que antes. ¿Crees que esto puede pasarse de moda en algún momento?

Es que no creo que sea una moda, el feminismo ha venido para quedarse. Estoy convencida de que en las próximas elecciones los partidos que no lleven a mujeres en sus listas lo acusarán, porque el feminismo ha llegado para construir una sociedad mejor, con justicia social. Tener una visión machista ya es algo rancio, es algo rancio fomentar los estereotipos, porque generan violencia psicológica, física y sexual. No mirarlo todo con una perspectiva feminista es quedarse atrás. Cuando haya elecciones la gente votará con esa mirada presente.

 ¿Los políticos habrán tomado nota?

Me gustaría (risas), claro, porque nunca ha habido ninguna mujer candidata con opciones reales. Imagino que a los partidos les daría miedo hacer algo así, pensarían que iban a tener menos votos porque, claro, la sociedad es machista.

En la ficción que se hace estos días se nota que la mujer, poco a poco, va tomando más papeles protagonistas.

El feminismo avanza en la ficción norteamericana, no es casualidad, es porque allí muchas mujeres están empezando a ser productoras y están llevando equipos de guionistas, ideas, libros cuyos derechos han comprado. Se están moviendo ellas porque allí la industria es más poderosa. Aquí, al ser todo más precario, las desigualdades se notan más. Yo creo mucho en el poder de la cultura, en su poder transformador, porque la cultura te amplía tu visión del mundo, te hace empatizar con realidades sociales que desconoces, por eso es importante que también haya películas protagonizadas por mujeres y escritas por ellas. Así el espectador puede identificarse con esas historias y ver que la mujer es protagonista, que las mujeres no somos sólo objeto, sino también sujeto. Que podemos mirar y no sólo ser miradas.

¿En España no es así?

Está pasando, todavía con pasos muy pequeños y con producciones en los márgenes, con muy poco presupuesto. Decía Isabel Coixet cuando le dieron el Goya que muchas mujeres hacemos cine intimista, no porque queramos, sino porque al ser mujer te dan menos dinero para producir.

¿Has pedido alguna vez que no usaran Photoshop para retocar tu cuerpo?

Sí, me he negado. Siempre te ponen Photoshop. Siempre pido que el cuerpo no me lo retoquen. Hace unos años, fíjate, no me planteaba que pudiera pedir esto. Planteárselo ya es un avance.

Si hubiera una reunión ficticia con todos los agentes del movimiento feminista y tuvierais que hacer autocrítica, ¿qué autocrítica haríais?

Queda mucho por avanzar. Se puede seguir avanzando en todo. Ser feminista implica vivir con la contradicción. Rosa Luxemburgo decía: “Quien no se mueve no siente sus cadenas”. Hasta ahora no las sentíamos, pero cuando dices “eh, esto puede ser de otra manera”, cortas las cadenas y te quedan las cicatrices. De lo que se trata es de que las que vienen no tengan esas cadenas. Pasa más en el mundo del cine, donde juegan constantemente con nuestra imagen; en ese sentido yo sigo maquillándome, arreglándome. ¿Qué haré cuando me salgan canas? Se visibiliza mucho al hombre con canas, con arrugas en portadas de revistas. Con nosotras no pasa eso y necesitamos esas portadas para visibilizarlo y tener un altavoz.

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Comentarios

  • ale

    Por ale, el 30 mayo 2018

    tambien creo que hay que dar visibilidad a hombre gordos y feos. Creo que es importante acabar con la persona de director de casting. Hace cuanto que no veis a una persona fea en pantalla???? Ahora parece que todo son tios mazaos y tias buenas…….

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