Objetivos de Desarrollo Sostenible: un sueño planetario

El apoyo de las energías renovables es una de las principales asignaturas pendientes de los Objetivos de Desarrollo Sostenible en España.

El apoyo de las energías renovables es una de las principales asignaturas pendientes de los Objetivos de Desarrollo Sostenible en España.

¿Qué son los ODS? Suena a exclamación de sorpresa y en realidad lo es, pues estas siglas encierran un sueño planetario, la hoja de ruta mundial para lograr un mundo más próspero, igualitario, inclusivo, feliz y ambientalmente impecable. Frente a los escépticos, la pensadora María Zambrano nos marcó el camino: “No se pasa de lo posible a lo real, sino de lo imposible a lo verdadero”. Hoy en ‘El Asombrario’ explicamos en qué consisten los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas y cómo lleva España su cumplimiento. Suspendemos sobre todo en igualdad social, en investigación y desarrollo, energías renovables y lucha frente al cambio climático.

Los ODS son 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible y 169 metas de aplicación universal que, en los próximos 15 años, regirán los esfuerzos de la comunidad internacional para lograr, en todos los países y para todas las personas, tres sueños extraordinarios: erradicar la pobreza extrema, combatir la desigualdad y la injusticia, solucionar el cambio climático. En realidad supone un segundo intento de arreglar el mundo, pues estos ambiciosos propósitos son herederos de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) de Naciones Unidas (2000-2015).

Esta vez la ambición es aún mayor, lograr la prosperidad universal al tiempo que se garantice la protección efectiva del Planeta. ¿Imposible? Como solía decir Nelson Mandela, “siempre parece imposible hasta que se hace”. Y aunque esta vez también lo parezca, se está haciendo.

¿Vamos camino del desastre?

Más de uno habrá torcido el morro, escéptico. La idea general es que el mundo va a peor. Pero la realidad tangible de las estadísticas más fiables demuestra que la lección de Mandela funciona. Progresamos adecuadamente, pero también desigualmente. Lo confirma la Sustainable Development Solutions Network (SDSN, en sus siglas en inglés) de Naciones Unidas y la Fundación Bertelsmann, representadas en España por la Red Española para el Desarrollo Sostenible (REDS), responsables de un cuidadoso monitoreo al planeta. Han realizado ya dos informes, el de 2016 y el de 2017 (ampliamente analizado en El Asombrario), y el próximo 16 de julio harán público el de este año. En ellos se muestra el grado de cumplimiento de los 17 ODS en 157 países del mundo. Un muy competitivo ranking respecto al grado de consecución de la llamada Agenda 2030, resumido en el típico farolillo verde, amarillo o rojo, según se va de mejor a peor. Foto detallada donde el retrato de muchos países, incluido el nuestro, colorea los rostros de rojo indignación o amarillo vergüenza, según casos.

Desde hace unos pocos meses el Gobierno español está pisando el acelerador para poner en marcha la que se considera imprescindible arquitectura institucional del plan de acción. El próximo mes de julio quiere presentar el informe nacional voluntario de desarrollo de su Agenda 2030 ante el foro político de alto nivel de Naciones Unidas, en Nueva York. Y no puede ir con las manos vacías.

Por esta razón, a finales de 2017 se ha creado un Grupo Interministerial de Alto Nivel (GAN) para la Agenda 2030, que ha generado un primer borrador del plan de acción español, aunque es todavía un documento muy preliminar. “Apreciamos el esfuerzo recopilatorio del Gobierno pero ese borrador todavía está verde, muy verde, pues no muestra una visión estratégica, de país, de lo que queremos hacer”, reconoce Marta García Haro, directora de proyecto de la Red Española para el Desarrollo Sostenible (REDS | SDSN-Spain).

La REDS es una organización auspiciada por Naciones Unidas con el mandato de activar universidades y centros de investigación de todo el mundo para que colaboren en la consecución de los ODS. Son la voz académica. Aúnan la opinión de los expertos en desarrollo sostenible, aportando soluciones que luego las administraciones públicas o empresas pueden a su vez aplicar. Pero también están haciendo mucho trabajo de concienciación y sensibilización para dar a conocer un compromiso mundial que, de momento, muy poca gente conoce.

Precisamente este desconocimiento español es lo que más le sorprende a Manuel de la Iglesia Caruncho, experto en cooperación internacional. “No es una agenda para países en desarrollo, es para todos, pero especialmente para España, donde tenemos mucho que mejorar”, señala. Por ejemplo en desigualdad, pues somos el tercer país más desigual de toda la Unión Europea, sólo por detrás de Rumanía y Bulgaria, y empatados con Lituania. Ocupamos también los últimos puestos en investigación y desarrollo, y vamos fatal en implantación de energías renovables y lucha contra el cambio climático. Todo ellos son asignaturas, más que pendientes, urgentes.

Preocupación social

El pasado 9 de abril, más de 70 organizaciones sociales participaron en un encuentro en el Congreso de los Diputados destinado a analizar el grado de cumplimiento de los ODS. “España no puede quedarse rezagada. La Agenda 2030 es una oportunidad para avanzar en un modelo de sociedad más inclusiva, sostenible, igualitaria y diversa”, defendieron entonces las entidades convocantes.

La reunión finalizó con una petición clara: hace falta más ambición política. Y ello pasa, en primer lugar, por involucrar a más ministerios fundamentales, como el de Hacienda o Economía, y no limitarse como hasta ahora al de Exteriores y al de Alimentación, Agricultura y Medio Ambiente.

En Alemania este tema lo lleva directamente un ministerio que está mano a mano con Merkel, pero en España dicho papel lo tiene el Ministerio de Asuntos Exteriores. Se ve más como una acción diplomática que de cambio de modelo que afecta a todas las políticas y acciones gubernamentales. Y resulta poco práctico. Porque si alguien le tiene que pedir cambios profundos a, por ejemplo, Agricultura, debería hacerlo Presidencia y no Exteriores. De la Iglesia Caruncho participó activamente en esta reunión y se muestra especialmente crítico con dicha falta de gobernanza. “Haría falta un comisionado de alto nivel dependiente de Presidencia, pero han puesto al frente a un embajador en misión especial ayudado por dos contratos precarios de asistencia técnica, cuando hay países que tienen un equipo técnico de 30 ó 40 personas trabajando en la agenda”. Y de momento, critica, “no hemos cumplido con casi nada de lo comprometido”.

Sin embargo, advierten los expertos, la Agenda 2030 no es responsabilidad exclusiva de los Estados. Al promover un cambio del sistema, las empresas y la sociedad civil en general tienen mucho que decir y hacer. Estas últimas se están movilizando para lograrlo, agrupadas en la plataforma Futuro en común. Es un ambicioso espacio de encuentro entre organizaciones, movimientos, redes y plataformas sociales decididas a acabar con la pobreza y las desigualdades sin perjudicar al planeta. Una oportunidad para, como explican en su página web, comenzar a trabajar desde una lógica glocalización (global + local), pensar globalmente y actuar localmente.

Otro importante caballo de batalla es el de la financiación. Hace falta contar con un presupuesto importante en España del que no se dispone. ¿Será esta agenda un brindis al sol? Como se dice en México, “la amistad se demuestra en los presupuestos”. Y de momento ese dinero no llega.

Futuro urbano

Las nuevas tecnologías llegan con ganas de mejorar el mundo, especialmente el urbano. Ciudades cada vez más inteligentes y promotoras de una economía circular que ayudan a tener entornos más limpios, sostenibles y colaborativos. Tienen por ello un papel fundamental en los ODS. Son las protagonistas de su objetivo número 11 (lograr que los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles). En un mundo donde más del 54% de la población vive en ellas son fundamentales para cumplir los buenos propósitos previstos, desde acceso a agua y saneamiento hasta la lucha contra la contaminación, el reciclaje y el consumo responsable.

Tan importante papel está todavía sin repartir en España. Unas pocas comunidades autónomas están desarrollando su propia Estrategia 2030 con metas específicas, como País Vasco, Cataluña, Comunidad Valenciana o Navarra. Pero en las ciudades el tema está mucho más verde, en el mal sentido de la palabra. Aunque algunas capitales han empezado a trabajar, la mayoría está muy desorientada, sin saber todavía cómo concretar los objetivos a cumplir y las metas a marcarse.

Como ayuda a los municipios, la Red Española para el Desarrollo Sostenible (REDS) está impulsando un interesante proyecto inédito en Europa. Un trabajo de investigación que, a través de medio centenar de indicadores, analice con imparcialidad el grado de cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible en las 100 ciudades españolas más pobladas. El próximo mes de septiembre se presentarán los resultados. Ofrecerá una foto fija de cómo llevan la ciudades el cumplimiento de los 17 ODS. El objetivo es doble. Por un lado, ayudar a identificar los retos para lograr un desarrollo más sostenible y, por otro, estimular el debate público alrededor del papel de las ciudades en el logro de tales metas.

Para evitar críticas y garantizar la máxima independencia, el estudio se está realizando en colaboración con las universidades Autónoma y Politécnica de Madrid, así como con la Federación Española de Municipios y Provincias. Siguiendo de nuevo el modelo de los semáforos, los colores rojo, amarillo o verde evidenciarán de forma independiente qué ciudades españolas se toman más en serio el reto del desarrollo sostenible y cuáles menos.

Estos no son los Objetivos del Milenio

Frente a los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), de grandes expectativas y magros resultados, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) se presentan mucho más realistas por dos razones. La primera es la intensa participación previa para que esos objetivos fueran de interés global, frente a los del Milenio, decididos por una élite a puerta cerrada. “Por eso mucha gente siente que es su Agenda y son sus objetivos”, explica Marta García.

La segunda gran diferencia es que, a diferencia de los ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio con solo 21 metas, hay ahora 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible con 169 metas muy detalladas, acompañadas por sus medios de implementación, cuyo cumplimiento se irá midiendo y presentando públicamente año tras año. Un ejemplo espectacular, sin duda el más optimista de todos ellos, ha sido la firma del Acuerdo del Clima de París, desarrollo del ODS número 13 de acción por el clima y que tantos países apoyan. Es una garantía para que la agenda sea un éxito.

Le pregunto de nuevo a Marta García Haro: ¿Seremos capaces de conseguirlo? Su respuesta es cautamente optimista. “Es muy difícil porque la agenda promueve un cambio sistémico, de la manera de entender cómo queremos vivir en este mundo, pero tanto por la participación como por los controles y sistemas de medición diseñados para estos objetivos albergamos una mayor esperanza”.

Al final García Haro se viene arriba. “La Agenda 2030 es lo más importante que ha ocurrido en el mundo después de la aprobación de la declaración de los Derechos Humanos de 1948”, asegura sin titubeos. Suena a grandilocuencia, pero es cierto que la capacidad de consenso lograda ahora entre los 193 países firmantes no había ocurrido desde entonces, recién concluida la II Guerra Mundial, lo cual ya es una garantía.

El resultado de tan ilusionante aventura humanística lo sabremos dentro de 15 años. Como resume el economista norteamericano Jeffrey Sachs, director del Center for Sustainable Development (CSD), promueve “un mundo más justo, más próspero y más verde”. ¿Puede haber alguien en el planeta que no esté de acuerdo con algo así? Vale, Trump, ¿pero alguien más que no sea Trump?

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Comentarios

  • José Luís

    Por José Luís, el 29 mayo 2018

    Mientras nos gobiernen estas ideologías neo-liberales representadas tanto por el PP como por C´s, en este país vamos en claro retroceso, para cambiar el rumbo hay que hacer un giro de 180º y eso pasa por no votar a estos partidos.

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