Pequeñas historias en aquel querido mes de agosto

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Con “Aquel querido mes de agosto” (Miguel Gomes, 2008), Luis Roca Arencibia inaugura esta sección con pastillas críticas de títulos vistos en el principal portal  de cine en español Filmin. Con un arsenal de más de 5.000 títulos, esta plataforma tiene su base en el cine independiente que triunfa en festivales. Filmin es tabla de salvación para amantes del buen cine, con visionados con calidad y de forma legal en múltiples soportes. Esta circunstancia se convierte en imprescindible si viven fuera de Madrid o Barcelona, donde el parque de salas en versión original es prácticamente nulo.

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AQUELE QUERIDO MÊS DE AGOSTO (MIGUEL GOMES, 2008, 147 MINUTOS)

Aquel querido mes de agosto, segunda película del cineasta portugués Miguel Gomes (Lisboa, 1972), filme aclamado por la crítica, participante en la Quincena de Realizadores del festival de Cannes, arranca como si fuera el poco novedoso retrato de una región del Portugal profundo. En realidad es una virtuosa reflexión sobre la creación contemporánea. El filme deslumbrará a quienes gusten de los descubrimientos. Pero echará de la sala a los que abominen del fuego lento. Una película que se cuece durante 147 minutos para llegar a lo trascendente desde lo en apariencia irrelevante. Descubrir como espectador algo que jamás pensabas que andabas buscando es más que un regalo.

El filme teje una telaraña compuesta por pequeñas historias a partir de los testimonios de personas representativas de la zona: músicos de orquestas verbeneras, un bombero, un saltador de puentes, el propietario de una bodega. Gomes deja a los protagonistas que lleven con sus voces las riendas del relato. Pero se equivocaría quien piense que eso significa que delega en ellos la responsabilidad de conducirlo. A medida que crece, los trozos ficcionados que ha ido introduciendo desde el inicio aumentan. Y el espectador llega a dudar de si lo que ha estado viendo durante todo el rato no es una ficción interpretada por actores aficionados. La estrategia ha sido espléndida, su materialización redonda. El filme crece hasta ese delicadísimo clímax en el plano general del puente donde los enamorados se besan mientras por detrás pasa una procesión y sobre el agua avanza una canoa. Aquel querido mes de agosto es un futbolín lleno de regates e inesperado happy end.

La banda sonora con hits melódicos portugueses es otro ingrediente que suma interés. La secuencia de créditos al final, su declaración de principios. También es cine pequeño. Por ese motivo, concluyamos reflexionando sobre lo bueno y lo malo de un cine de apuntes. De una obra que como esta juega a parecer engendrarse mientras se hace. Y que tapa sus cabos sueltos en un manto de ironía. En este sentido, Aquel querido mes de agosto es también un test de talento que Gomes aprueba con matrícula pero sobre el cual quizás no deba insistir si además de prestigio busca público. Por la autoridad narrativa que exhibe no parece que el portugués defraudará en posteriores entregas en proyectos más grandes.

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