El ‘Río revuelto’ de Joan Didion que aprisiona a las mujeres llega por fin en español

Joan Didion en su casa en Hollywood. Foto: Film Society of Lincoln Center

Joan Didion en su casa en Hollywood. Foto: Film Society of Lincoln Center

Joan Didion en su casa en Hollywood. Foto: Film Society of Lincoln Center

Joan Didion en su casa en Hollywood. Foto: Film Society of Lincoln Center

Por fin se traduce al español la primera novela de Joan Didion (Sacramento, California, 1934), mujer fundamental en su aportación a lo que se dio en llamar Nuevo Periodismo. Llega a nosotros ‘Río revuelto’ (Gatopardo ediciones), una fabulosa novela sobre cómo se resquebraja el sueño americano tras esa apariencia tan manida de normalidad. ‘Río revuelto’ es la epopeya de dos mujeres que se sienten libres, pero que en realidad son dos prisioneras en mitad del silencio que suele rodear a las mujeres. Nadie las escucha, pero todo el mundo las envidia. Didion nos entrega en ‘Río revuelto’ una historia sublime llena de mentiras, subterfugios, escenas de amor, celos, deslealtades, glamour, locuras, transgresión y venganzas.

Joan Didion conoce a las mujeres. Joan Didion conoce a los seres humanos. Joan Didion es ese Dios delgado que contempla, como diría la malograda poeta Jane Kenyon, pero que también se detiene a mirar la sangre en el dobladillo de la falda de su madre. Joan Didion no huye de lo incómodo, ni hace aspavientos ante las lacras de la sociedad. Didion se compromete y recompone lo que queda de cada mujer y cada hombre una vez que la vida los señala. Didion es una narradora justa, una constructora de espejos que ofrece tours alrededor del alma. Didion destruye los estereotipos y eleva a sus personajes a la categoría de héroes no ficticios. Ella ya fue una heroína que enterró a una hija y a un marido, y sin embargo el de la heroicidad no es un juego al que le guste jugar y eso se nota en sus novelas siempre áridas, indómitas, un edén para las verdades absolutas. Didion no se conforma con lo que complace, no, ella busca la luz más deslumbrante, las más extensas y hábiles versiones de las mujeres. Y Río revuelto no habría de ser una excepción, pese a ser la primera novela (se publicó en 1963) de esta mujer menuda y de apariencia débil.

Río revuelto es el feroz mordisco del amor romántico que pudre la carne de quien lo recibe. Pero también es el hastío y las pulsiones a las que aboca la endogamia rural y provinciana de una América que asfixia a sus mujeres y que le borra la salida a cualquier zancada que su rebeldía emprenda. Lily y Martha, sus protagonistas, parecen mujeres libres. Son ricas, inteligentes, amadas por dos hombres que a priori resolverán sus vidas. Sin embargo, la realidad que los que las rodean creen ver a través de los limpios cristales de una casa que idolatran no será más que un espejismo que va amojamando su carne y que las convertirá en Ofelias de garganta seca.

Didion encierra en su fabulosa novela a un elenco de mujeres poco habitual en la literatura. Y construye para ellas una falibilidad que las convierte paradójicamente en indestructibles de cara a la galería –nadie sospecha nunca de los débiles–, pero que en realidad no es más que una vela de lino llena de heridas que pierde enseguida el favor del viento.

Sus protagonistas van contra corriente desde la primera línea de esta hermosa novela. Todo es furia desde el primer fonema, todo es caos pese al cómplice discurrir del río, que acabará siendo una metáfora cruel que resecará la voluntad de los protagonistas. El río irá engullendo su futuro y lamerá su voluntad hasta dejarlos quietos. El silencio actuará como la gangrena y hará del champán un líquido viscoso que atrapará la voz y la voluntad de quienes habitan estás páginas como atrapan las arenas movedizas el porvenir de un viajero exhausto.

Todo parece en orden cuando comienza esta historia, todo es belleza, pero de pronto una detonación saca a la luz una forma de vida que está condenada a dejar un rollizo reguero de damnificados. Las guerras que construye el amor romántico dejan más muertos que héroes y Didion lo deja claro en cada palabra que escribe.

No obstante, Didion no da pistas, ella busca dianas, balas que hacen del corazón un músculo sin esperanza de vida.

Los personajes de esta novela están ahítos de perfección mientras la luz les enfoca, pero en realidad son los hijos predilectos de las sombras. Aquellos que callan los malos susurros y entonan canciones que despertarán la envidia del que cree que está viéndoles vivir.

Río revuelto es la epopeya de dos mujeres que se sienten libres, pero que en realidad son dos prisioneras en mitad del silencio que suele rodear a las mujeres. Nadie las escucha, pero todo el mundo las envidia; nadie quieres sus sombras, sólo quieren su luz. Nadie pasará a preguntarles si les duele el corazón o si pueden luchar contra la piel que las rodea y les recuerda que no siempre serán jóvenes. Sólo se dedican a admirarlas mientras una muere de pena y de desprecio y la otra lo hace malgastando su deseo entre las oscuras orillas de un río que empieza a aborrecer sus nombres.

Lily cree que su promiscuidad la hará libre y Martha cree que su inteligencia la librará de la vergüenza que el desprecio del hombre al que ama le genera.

Didion conoce los abismos que escupe la mentira y los nombra sin omitir detalle alguno en esta fabulosa novela, quizás la historia que el bueno de Fitzgerald no se atrevió a escribir. Hay fiestas en que la música y la bebida son un canto de guerra y de eso habla esta novela, de las trincheras en las que nos alojamos para sentirnos a salvo sin sopesar antes de ocupar nuestro lugar en ellas que el barro, la sangre y los gritos ajenos construirán un mobiliario que no siempre estaremos dispuestos a mirar:

“Puedes volver a entrar y jugar a todos los juegos, pero no pienses que no te veo”

Didion nos entrega en Río revuelto una historia sublime llena de mentiras, de subterfugios, de escenas de amor, de celos, de deslealtades, de glamour, de locuras, de transgresión y de venganzas que se quedará en nuestro recuerdo por mucho tiempo. Hay escenas entre las entrañas de este libro que son el Diagrama de Venn de la libertad de la mujeres, pero hay también párrafos en que las mujeres siguen atrapadas entre la fuerte mandíbula del patriarcado. Didion lo sabe y lo denuncia, y lo hace dejando que la tinta que escribe su denuncia empape las manos de quien lee. Ella no deja nunca morir la palabra, aunque para ello deba dejar morir a alguno de sus protagonistas. Ajustar cuentas es un mal oficio y queda de manifiesto en esta novela en la que sus protagonistas se ahogan entre estigmas.

IMPRESCINDIBLE.

‘Río Revuelto’. De Joan Didion. Traducción de Javier Calvo. Gatopardo Ediciones. 312 páginas.

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